Tierra
adentro, en la parte baja de la pradera, escondido entre los altos
juncos que crecían en el borde de la laguna, había un nido lleno de
huevos. Mamá Pata estaba suavemente sentada sobre ellos, para darles
calor. Esperaba con paciencia el nacimiento de sus patitos.
Crac!
Crac! Uno tras otro comenzaron a abrirse los huevos, y los patitos
asomaban por ellos sus cabecitas. Pero... que será esa horrible ave
gris que aparecía? Mamá Pata no salía de su asombro. "Ninguno
de los otros patitos es como este!", exclamó.
Algunos
días después, Mamá Pata fue caminando hasta la laguna seguida de
sus patitos. Plafff! Se lanzó al agua... y uno tras otro saltaron los
patitos. Flotaban espléndidamente. Y hasta el patito feo nadó junto
a ellos.
Pero
después fueron al corral de los patos. Los otros patos. Los otros
patos los miraron con impertinencia y dijeron: "Miren, aquí
viene otra cría, como si ya no fuéramos bastantes! Y qué feo es ese
patito! Sáquenlo de este corral! No lo queremos!".
Uno
por uno, los patos se lanzaron sobre el patito feo y lo picotearon en
el cuello, y lo empujaron de un lado a otro. Vinieron después algunos
pollitos y ellos también picotearon al pobrecito.
Mamá
Pata trató de proteger al patito feo. "Déjenlo tranquilo",
pidió a las malignas aves, "él no hace daño a nadie".
Pero de nada sirvió. Y hasta sus propios hermanitos empezaron a
tratarlo mal.
Todos
los días era lo mismo. El patito feo no podía escapar al maltrato.
"Creo que será mejor que me vaya lejos, muy lejos", se dijo
por fin. Así es que, saltando el cerco, salió a viajar tan rápido
como pudo.
Llegó
el otoño. Las hojas se pusieron amarillentas y rojizas en el bosque.
Una tarde, a la puesta del sol, aparecieron unos cisnes por entre los
arbustos. "Ah! Qué lindo ser tan hermoso como ellos!",
suspiró el patito feo.
Vino
después el invierno. Los días eran cada vez más fríos y el pobre
patito feo tuvo que nadar en el agua helada que empezaba a congelarse
a su alrededor. Nadie le traía alimentos y apenas tenía qué comer.
Todo era muy triste!.
En
la primavera, cuando el sol volvió a calentar la tierra y las plantas
a florecer, el patito feo notó que sus alas se habían agrandado y
eran muy fuertes. Las batió contra su cuerpo, una y dos veces, hasta
que por fin se elevó en el aire.
No
pasó mucho tiempo antes de que se encontrara en un gran jardín. Tres
hermosos cisnes nadaban en un estanque. "Me gustaría ir con
ellos", se dijo el patito. Quizá ni siquiera me hagan caso, por
ser tan feo. Pero, sin embargo, no importa, lo intentaré".
Voló
hasta el agua y nadó rápidamente hacia ellos. Pero cuando miró
hacia abajo y vio su propio reflejo en el agua clara, que sorpresa! Ya
no era un ave oscura y fea, como le había parecido siempre. Él también
era ahora un hermoso cisne blanco.
Unos
niños entraron al jardín, gritando: Un cisne nuevo! Mírenlo, aquí!"
Y después añadieron: "Es el más lindo de todos los
cisnes!".
El
cisne nuevo volvió tímidamente la cabeza. Pero se sentía feliz.
Aleteó, curvó el grácil cuello y dijo: "Jamás soñé con
tanta dicha cuando era el patito feo".
Hans Christian Andersen
FIN
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