Nº94 //2 de Julio del 2000. Año IV

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MI TROZO DE BARRO
(por Paco Valcarcel)
Estimado Froggy,
Dudo de que los geométricos bordes de un papel sean suficiente campo en el que
poder sembrar la cosecha de amor que mi fantasía me inspira.
Sin embargo hoy me atreveré a intentarlo.
Ruego a quien se atreva a cultivar estas cuartillas, que no pretenda cosechar
en ellas un fruto exuberante, y solo recoja de forma selectiva, las espigas fecundas
que pueda hallar entre otras vanas.
Comienza mi historia en los últimos días de un verano de hace..., ni siquiera yo
recuerdo cuantos años. No obstante, está presente en mi memoria como si hubiese ocurrido
ayer o quizá hoy mismo.
Mi vida transcurría tranquila como siempre, alegre y divertida, sin problemas, mullida
y relajada..., aunque quizá no del todo feliz.
Ocurrió por estas fechas, que en mi caminar por senderos de rutina, encontré
algo tierno y entrañable, tan corriente y vulgar como la vida..., pero distinto.
Se trataba simplemente de un montoncito de barro grosero y deforme. De color indefinible.
Solo destacaba en él la ausencia de belleza. Pero era delicado y humilde. Tenía algo
que me atraía y fascinaba.
Desde el primer momento hizo de mi su prisionero, creandome el deseo de trabajar
con él, de trabajar en él.
Sentía al contemplarlo una extraña sensación. Era la necesidad de conocer
la belleza que alentaba en su interior, lo que me atraía mágicamente como las ondas
magnéticas de un gigantesco imán.
Presentí que en su modestia, estaba destinado a poner cuerpo a mi mejor trabajo.
Tras muchas dudas por temor de que aquella obra que anhelaba comenzar, quedase
inacabada, como ocurriera en otras muchas ocasiones, recogí cuidadosamente aquella masa
todavía informe y la lleve a mi casa.
Lo primero que pude apreciar al tomarla entre mis manos, fue su ligereza. Yo que temí
no poder cargarla por su gran tamaño, quedé perplejo por lo fácil y liviano que resultó
su transporte.
No pude resistir mas la tentación, y apenas hube posado sobre el altar
de mis ensueños mi pesada carga, hundí mis manos en ella con codicia deseando
aflorar a la superficie, toda la belleza que sabia se ocultaba en su interior,
y que mediante la emisión de extrañas radiaciones, me invitaba a descubrir.
Sin pararme a meditar un solo instante, me puse a modelarlo. A medida que avanzaba
en mi trabajo fui descubriendo en él nuevas facetas que me cautivaban mas y mas.
Me sorprendió su suave textura palpitante y tierna como la carne inmaculada de un
recién nacido.
Dejé pasar las horas fascinado contemplando su cambiante e intenso color.
En ocasiones el temor paralizaba mis dedos que se volvían torpes e incapaces
de moldear tanta belleza.
Con frecuencia mis manos se movian febriles y nerviosas palpando el barro una y otra
vez, descubriendo facetas, tatuando perfiles, y hollando oquedades ocultas que ansiaba
conocer.
Otras veces mis horas transcurrían lentas e infecundas dedicadas solamente a
contemplar aquellas formas desordenadas y abruptas pero sensibles suaves y delicadas.
El color rojizo de la arcilla agradecía el contacto suave de mi piel, adquiriendo
matices tan hermosos e impensados que creía estar soñando.
Con el paso del tiempo fui marcando en él las nuevas formas que siempre había
soñado conseguir sin lograrlo. Era el propio barro quien guiaba mis manos.
Durante meses la simbiosis de ambos cuerpos funcionó de tal manera que nunca
supimos realmente quien moldeaba a quien.
En nuestro interminable juego, nos fuimos enriqueciendo mutuamente en compartidas
y maravillosas experiencias que hacían que mi vida transcurriese feliz y tranquila,
pese a la esporádica aparición de pequeños problemas que siempre superábamos.
Traté en todo momento de cuidarlo y enriquecerlo, obteniendo a cambio de él las
mas hermosas formas y colores.
Paso a pertenecerme de tal forma que, sin quererlo, mis temores fueron desapareciendo.
Pronto comprendí que aquella no seria una mas de mis vulgares aventuras.
Aquella pella de barro se iba a convertir inevitablemente en mi obra maestra y
decidí entregarme a ella en cuerpo y alma, sin condiciones.
Sin duda este fue mi gran error, pues a partir de ese momento todo fue cambiando
entre nosotros.
También lentamente, casi sin notarlo, mi puñado de barro se fue tornando agrio y
quebradizo, áspero y opaco, especialmente después de transcurrido aquel ultimo
verano que agotó mi inspiración, generando en él nuevos fermentos que poco a poco
destruían mi labor.
El calor y el tacto de mis manos que le enloquecían, ahora le creaban sentimientos de
rechazo.
Mis caricias que tanto le gustaban, ahora le agobiaban hasta impedirle respirar.
Al presentir que la perdía, intente a toda prisa terminar mi maravilla inacabada,
sin darme cuenta de que mi ansiedad y precipitación podían robarme lo mas preciado
que tenía, lo mas hermoso que había soñado.
Entonces, el deseo de salvar aunque solo fuera parcialmente la parte construida,
decidí hacer el mayor sacrificio que artista alguno puede realizar: quise poner distancia
entre mi obra y yo, permitiendo que el aire circulara libremente entre sus poros hasta
curar oxigenandola su herida.
Quizá fue que también yo necesitaba un tiempo de sosiego para analizar los errores
cometidos remediándolos si era posible.
Me asustaba pensar que una vez mas las equivocaciones que en anteriores ocasiones
habían mutilado mis obras, malograran también esta ultima. No podía permitir que fuese asi.
Esta era mi GRAN OBRA, la que jamas se repite. Aquella para la que pasas la vida
preparándote y ante la cual las anteriores y posteriores solo pueden ser un minimo reflejo.
Deseaba con todas mis fuerzas contemplar acabada la obra de mi vida, y el afán
y el ímpetu, que puse en conseguirlo, estuvieron a punto de destruirlo todo.
Ahora estoy separado de mi trozo de barro, pero junto a el.
Su inorgánica esencia jamas le dejará saber cuanta ilusión y amor aportó a mi vida.
Vacié en él las alforjas de mis sentimientos.
Lo di todo por él y a él... y se aprovechó tan poco.
Sé lo mucho que arriesgo al separarnos por algún tiempo. Puede que aparezcan otras manos
que decidan continuar mi obra inacabada..., o tal vez simplemente la destruyan para
convertirla en barro con el que empezar de nuevo.
Quizá sea ella misma quien decida que ya no debo ser yo el motivo de sus ensueños, el
escultor de sus anhelos, el ser capaz de llevarla finalmente a la sublimación...,pero también
puede ser que algún día, ignoro si próximo o lejano, comprenda que solo era mi presencia
lo que deseaba, mis caricias y mimos los que necesitaba, mi forma de vibrar al acercarme
y el tacto de mis manos, los que le hacían vibrar también a ella.
Esta angustia me ahoga y me hunde en la tristeza.
! Me siento tan vacío ¡
A veces quisiera volver de nuevo a mi trabajo, a enterrar mis manos en él. Sentir
una vez mas su tersura y su tierno palpitar.
Pero intentar reavivar de nuevo lo que tuve y no pudo ser, seria añadir un error
mas a mis errores.
Intenté convertir un vulgar trozo de barro en la historia mas hermosa de mi vida...
y fracasé.
Ignoro si aun habrá tiempo para arreglarlo.
Me siento incapaz de escribir un final a mi relato, porque ni yo mismo lo conozco,
pero quizá tú que has tenido la paciencia de leerlo, puedas encontrarle uno. ! Tu final ¡
Es posible que también para mi sea valido.
Solo estoy seguro de que aquel montoncito informe de arcilla, es portador de todo lo preciso para
hacer de el una obra de Arte, MI OBRA MAESTRA, porque en él dejé para siempre,
enredados entre los poros de su piel, algo que solamente se puede dar una vez en la vida:
M I A M O R.
SIEMPRE CON FROGGY...
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