1. DESIERTO
MÚSICA: Tema principal de la película "El guardaespaldas" (3´29")
Soledad... silencio... Qué sensación de bienestar inundó
mi ser en aquella ocasión, sin nada ni nadie a mi alrededor.
Desierto... arenas amarillas... el sol fundía el horizonte,
convertido en neblina gaseosa sobre las lejanas dunas... Tres solitarias
palmeras traicionaban al astro solar arrancándole una tenue sombra
que se proyectaba junto a mí. Detrás, el vehículo que
me trajo hasta aquel lugar, náufrago inútil de la moderna
navegación, rota la dirección, roto un palier, sin baterías...
Ironías del destino... Estoy perdido en un lejano rincón de
un mundo global al cual llegué de la mano de los logros de la
civilización: radio, satélite, gps... Delante, un mar de
soledad, infinito, grande, donde la vista no encuentra lugar donde
descansar. Tanta inmensidad me hace sentir pequeño, desvalido. Allí
una duna se inclina lentamente dejando que el viento arrastre con suavidad
la arena. Luminosidad, claridad... el sol enseñorea con fortaleza
de gigante.
...
Avanzo un paso. La arena no se hunde bajo mis pies. Siento un escalofrío.
Su color, amarillo ocre, acentúa la luz del entorno. Avanzo otro
paso. La soledad me llama. El silencio implora mi presencia. Mi alma se
siente atraída por tan traicionera belleza. Sigo avanzando. Me dejo
envolver por el mágico entorno...
...
Nada... No sopla el viento... No vuelan aves... Arena, tan solo arena.
Delante mía cobran realidad los sueños de mi juventud... Me
empujan para que siga, para que no pare... Allí encuentro a los
orgullosos centuriones romanos que murieron en la frontera arenosa de
aquellos antiguos vergeles africanos para que la soberbia Roma siguiera
cultivando sus perversos vicios. Llevaron a soldados veteranos de Galia,
Germania e Hispania a pelear contra los temibles númidas en busca
de las ciudades y tesoros garamantas ... A su lado, los salvajes guerreros
del desierto... No se les ve el rostro... lo llevan envuelto en oscuros paños
para no ofrecer el tributo de una ajada juventud al dios Sol. Cabalgan
briosos corceles blandiendo largas espadas de dudoso filo contra confiadas
caravanas cuyas mercancías nunca más verán la luz de
Historia... Más allá, disciplinadas columnas de legionarios
franceses serpentean el horizonte para socorrer lejanos y aislados puestos
fronterizos por el honor de la Francia. Arriba, en el claro y límpido
cielo azul, una delgada mancha blanca delata la presencia de un moderno pájaro
de acero de los actuales césases, en misión de vigilancia de
los siempre rebeldes hijos de las arenas...
...
Soledad... silencio... sed... La falta de agua es cruel. La muerte
acecha cercana, dispuesta a clavar su aguijón en mí... Pero
no le daré cuartel... Mi mente es poderosa, mi voluntad férrea.
Este no es lugar para morir, sino para disfrutar. Disfrutar del silencio,
compartiendo su susurro con mis pensamientos, mis ideales no satisfechos.
Quiero pensar en mi amada, que me espera en casa sufriendo de esta locura
infantil que supone cruzar el desierto en busca de... ¿de qué...?
...
Soledad... silencio... La imagen romantica del desierto que atrajo a los
hermanos Geste a dar su vida por la grandeza de Francia... y por el amor a
su dama. ¡Isabel... Claudia...! Afortunadas, vosotras, que por
vuestro amor dos magníficos hermanos encontraron la muerte y el
tercero erró vagando media juventud bajo el implacable sol por
estas ardientes arenas que guardan el secreto de antiguas pasiones ...
...
Soledad... silencio... Allá en la lejanía un punto negro
se desplaza lentamente... Signo evidente de la grandeza que me rodea, se
aleja de mí, indiferente a la tragedia que está próxima
a consumarse... Todo mi ser se niega a abandonar tan extremada belleza...
La soledad que ansía mi alma, domeñada por la deshumanizada
civilización, está al alcance de mi mano... y mi cuerpo no
obedece; es mi mente quien siente placer en este tórrido lugar...
...
Mi amada avanza hacia mí... ¡Mírala...! ¡Qué
bella es...! Me dedica su mejor sonrisa... Suavemente, deposita un beso en
mi mejilla. Trae de la mano un soldado romano. Su porte y aire autoritario
delata su rango ...centurión o tribuno...
- ¡Vé con él...!
Mi amada me levantó del suelo. Veo una lágrima aflorar en
sus ojos... El romano me mira a los ojos con firmeza. Acostumbrado a
mandar, oigo que me invita a marchar junto a él.
- ¡Bienvenido, legionario...! ¡Sígueme...! Juan
Geste me envía para que ayudemos a la columna francesa de socorro
del fuerte Zinderneuf...
FIN
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