Johanna Hamann: "Las mujeres somos fuertes también el arte"
Johanna Hamann


 
 
 
 
Johanna Hamann es un magnífico ejemplo de la mujer capaz de lograr la excelencia no sólo en el hogar sino en un oficio difícil y exigente, incluso hasta físicamente. Egresada de la Universidad Católica, esta ya famosa escultora habla de su arte y de cómo trabajar a la vez que ser madre y mujer.

¿Dónde estudiaste?

En la escuela de Artes Plásticas de la católica, entre 1971 y 1976. Mis profesores fueron Anna Maccagno y Adolfo Winternitz.

¿Cómo fue definiéndose en ti la tendencia a la escultura?

Mira, en los primeros años de la escuela, aprendí dibujo, modelado, pintura, grabado, pero poco a poco descubrí mi afición a la escultura, a la forma tridimensional. Al principio era básicamente abstracto-expresionista, digamos. Quería expresarme a través de formas intensas, directas, casi elementales y así encontrar mi propio lenguaje.

¿Sientes que perteneces a una generación?

La verdad que no. Salí de la universidad en el 76, y desde entonces he hecho cuatro exposiciones individuales: en el 83, 85, 88 y 91. Las generaciones anteriores siguieron una tendencia abstracta, y las actuales, aunque siguen una línea figurativa, abordan el problema escultórico de un modo distinto al mío.

¿Tienes una idea preconcebida antes de hacer una escultura o va surgiendo poco a poco?

Siempre tengo una idea previa, pero se va aclarando lentamente al momento de realizarla. Es como focalizar una imagen.

¿Qué materiales prefieres?

Depende de la idea. Por ejemplo el año pasado estuve trabajando con cera, un material que me ha gustado mucho. Pero igual me gusta trabajar con madera o con piedra. He trabajado con todos los materiales: piedra, yeso, cemento, mármol, fierro, papel, madera, cera, fibra de vidrio, bronce. Depende de lo que quieras expresar: su color, su textura, su porosidad... cada una de las cualidades de un material forma parte del lenguaje plástico.

El color, ¿es importante para ti?

Si la escultura lo necesita, sí. Pero otra vez depende de la idea que tengas. Hay ideas que llaman al color; otras no.

¿Has tenido baches en tu carrera?

Desde que salí de la universidad, he trabajado con relativa continuidad aunque no expongo todos los años. Mi proceso creativo es algo lento.

Dice la experiencia que los escritores tienen el shock de las páginas en blanco. ¿Qué parálisis tienen los escultores?

Como escultora, sí he experimentado a veces una parálisis. Aparece después de haber hecho una exposición o de haber terminado una obra que creo importante, pero es más bien una sensación de vacío, el no saber cómo empezar de nuevo otra escultura. Es terrible: la experiencia que tienes no te sirve. Es como empezar por primera vez, como si empezaras de cero.

La escultura es un oficio que demanda mucho esfuerzo físico. ¿Cómo lo afronta una mujer?

Para una mujer, hacer escultura significa trabajar con herramientas como cincel, comba y formón, y con maquinarias como soldadura eléctrica, esmerilador angular y moto-sierra, además de usar materiales como piedra, madera y fierro. Obviamente, esto requiere de un gran esfuerzo físico, y también conocimientos. Pero nos vamos familiarizando con este esfuerzo físico. Ser mujer y ser escultora no son incompatibles. Las mujeres somos fuertes también, no sólo espiritual o psicológicamente, cono lo demostramos en la vida cotidiana y en el arte.

¿Cuántas horas dedicas a la escultura?

Todas las que puedo.

¿Trabajabas cuando tuviste a tu hijo?

Cuando era bebito no, pero después lo llevaba al taller; y yo trabajaba y él jugaba. Le hice unas cabecitas.

¿Cómo es tu rutina?

Enseño en la universidad dos veces por semana, y el resto del tiempo trabajo aquí en mi taller o en mi casa, donde también tengo un taller.

Por lo general, ¿tus esculturas son grandes o pequeñas?

Grandes.

No deben ser muy comerciales...

No. Claro que no. Pero a veces alguien tiene una casa grande o una terraza. A veces me encargan retratos: acabo de hacer uno en tamaño natural de un señor para una fábrica, por ejemplo.

¿Cuánto cuestan tus esculturas?

Depende, del tamaño... pero no sé poner precios a las esculturas. Cuando creo que una cierta cantidad de esculturas está terminada, que tienen una relación entre ellas, siento que puedo exponerlas.

    Nunca le he puesto precio a mis esculturas: es la galería la que lo hace. Yo no hago escultura como negocio, es simplemente mi oficio, mi pasión. Si encima vendo, bueno, ya es una maravilla.

¿Dónde te ubicas dentro de las tendencias de la escultura actual?

Hay una pluralidad de tendencias en la escultura y en general en el arte actual.

    Escultores con tendencias figurativas, abstractos, otros que hacen escultura conceptual, instalaciones, ensamblajes, que presentan objetos reciclados o domésticos, que buscan nuevos materiales y técnicas creativas.

    Hay artistas que trabajan con hologramas, con videos, sonidos, olores y hasta con su propio cuerpo.

    El concepto de escultura en su sentido tradicional como obra en tres dimensiones, se ha transformado radicalmente.

    Creo que mis esculturas pueden ser consideradas, en un aspecto, como tradicionales, en relación a los materiales que uso y al hecho de partir de la figura humana como eje central de mi creatividad.

    Sin embargo, en otro aspecto, en mis esculturas expreso las contradicciones de la condición humana y mi propia experiencia.


(De Diva, No. 1, setiembre de 1996, pp. 24-27)
 
 
  
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