
LAS
DROGAS DE DISEÑO A PARTIR DE FINALES DE LOS
AÑOS OCHENTA
Durante
los años setenta, el consumo de variantes de
anfetaminas,
algunas con propiedades alucinógenas, quedó
circunscrito al entorno hippy. Mientras crecía la
invasión de cocaína
desde Suramérica, en Estados Unidos el consumo de
anfetaminas raras estaba relegado a unas determinadas
minorías. No obstante, como ya se ha indicado, las
restricciones aplicadas a las anfetaminas comerciales
supusieron la aparición de laboratorios clandestinos
que siempre mantuvieron abastecido el mercado de
consumidores de anfetaminas por vía intravenosa. En
efecto, en 1982 se decomisaron en Estados Unidos unos 200
laboratorios clandestinos, en 1986 unos 500 y en 1989
más de 800. Un 82% de los laboratorios decomisados en
1989 sintetizaban
metanfetamina
o
speed.
En 1987 el número de laboratorios decomisados en
Alemania se dobló. A finales de los ochenta fueron
descubiertos en muchas partes del mundo laboratorios
clandestinos, desde Canadá a Australia, pasando por
México y Tailandia.
Paralelamente,
las variantes
metileno y
metoxiladas
de las anfetaminas cobraron un nuevo interés. Si bien
el consumo no médico de éxtasis
o
MDMA
se afianzó en determinadas grupos minoritarios (por
ejemplo, constituye la droga sacramental de los
espiritualistas "new agers"), desde finales de los ochenta
la misma sustancia se volvió a poner de moda pero
desde una perspectiva totalmente festiva. Se trata de la
nueva ola de consumo de las dos últimas
décadas caracterizada por su asociación a
juergas o fiestas en grandes discotecas, en las que
predomina una derivación de la música
high-tech,
aquí denominada música
tecnomáquina.
Del consumo de MDMA
para experiencias místicas o psicoterapéuticas
se ha pasado a un consumo más generalizado en
jóvenes que buscan las propiedades
euforizantes para sus diversiones; en síntesis, se ha
producido una reformulación cultural de la
droga.
La
información de la que se dispone sobre la prevalencia
del consumo de MDMA
hasta
1986 es fundamentalmente anecdótica y poco
representativa. En la década de los ochenta se
llegó a afirmar que entre un 30 y un 40% de
estudiantes norteamericanos entrevistados en un campus
universitario habían tenido al menos una experiencia
con MDMA. Una encuesta comparativa entre 1986 y 1990
realizada entre estudiantes de un colegio universitario de
Nueva Orleans detectaba que el uso de MDMA había
aumentado del 16% al 24%. En Europa se dispone de datos
toxicológicos procedentes de las islas
Británicas. En un estudio del centro de control
antitóxicos de Londres se detectó un aumento
de las notificaciones de intoxicaciones agudas relacionadas
con anfetaminas raras a partir de la segunda mitad del
año 1991. En Dublín también se
empezaron a registrar intoxicaciones en 1992. Vuelve la moda
de las pastillas también en Estados
Unidos.
Algunos epidemiólogos norteamericanos opinan que,
dada la mala reputación que ha Ilegado a alcanzar la
cocaína en su país, ahora el consumo de
anfetaminas raras se percibe como más seguro. Los
ciclos epidémicos empiezan, acaban y terminan
mezclándose entre sí.
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DEL
ACID HOUSE A LA RUTA DEL BAKALAO
En
verano del 1988 se puso de moda la
música
Chicago house en
algunos clubs del West End londinense, en donde al parecer
se ofrecía MDMA a los participantes. Era el principio
del movimiento acid
house,
un fenómeno que saltó inmediatamente a los
medios de comunicación y que fue denunciado como
peligrosas reuniones de sexo, droga y mística. Se
hicieron informes y redadas, la prensa amplificó y
deformó el fenómeno hasta el punto de que se
censuró la venta de los discos con este tipo de
música y su audición en la radio y
televisión de la BBC. El tema Ilegó incluso
hasta ser objeto de debate en el Parlamento
Británico. Se estaba frente a un nuevo movimiento
social espontáneo del que no era ajena una actividad
controvertida por ilegal, el consumo de drogas. Nadie
cree que
el consumo de MDMA fuera el iniciador del fenómeno
sino un componente más del ritual. Muchos se
preguntan hasta qué punto el desencadenamiento del
consumo de estas anfetaminas raras ha sido manipulado y
promovido mediante el tratamiento irresponsable y
sensacionalista del problema en los medios de
comunicación.
Algunos
críticos de música sitúan los
orígenes del acid
house
en clubes de Chicago a principios de los ochenta; el
fenómeno fue importado tras tener su primera
expresión pública nada menos que en lbiza.
Ciertamente, en el verano de 1986 se realizaron los primeros
decomisos de MDMA en lbiza, y al verano siguiente la prensa
española ya se hacía eco de la moda en
cuestión en ambientes frecuentados por la jet-set.
Así pues, los antecedentes del movimiento
británico se situarían en España, en
tanto que fueron algunos pinchadiscos londinenses los que,
tras estar en lbiza y conocer sus fiestas, se propusieron
recrear aquella atmósfera en Londres.
En las
primeras fiestas de Londres se exigía
invitación aunque la asistencia era masiva, ya que
tenían lugar en discotecas amplias o hangares
diversos. Una simple caricatura de una cara redonda
sonriendo fue uno de los primeros símbolos del
movimiento. Rápidamente surgieron discos cuyas
portadas y títulos hacían referencia a la
palabra acid. Aunque no hay datos contrastados al respecto,
era la MDMA y no la LSD
la sustancia de moda en estos círculos, sin que se
pueda excluir el que se consumieran también otras
drogas, tanto estimulantes como alucinógenas. Una
constante que reiteran los que han estudiado este tema, es
que solo una minoría de participantes en el
movimiento eran consumidores de MDMA u otras drogas. Siempre
se ha insistido en que el valor predominante del movimiento
es precisamente la música, un tipo de música
que per se ya se dirige a provocar una especie de catarsis,
un estado alterado de la conciencia similar al que pudiera
provocar la ingesta de drogas. En este sentido, sabemos que
todo estímulo ritual persistente tiene un profundo
impacto en el sistema nervioso autónomo. Ello se
puede comprobar en la propia historia del consumo de drogas,
en la que se encuentran numerosísimos ejemplos de
ingesta de sustancias -especialmente las
alucinógenas- asociada al desarrollo de ceremonias
religiosas y todo tipo de ritos tribales.
La
música del movimiento acid
house (o
simplemente house) se caracteriza por ser bailable;
reemplaza a movimientos musicales precedentes, como el
punk
o el new
age,
que no facilitaban la danza. La música sería
una evolución del high
tech,
una música recreada in situ por los pinchadiscos
mediante la mezcla del sonido procedente de los discos con
la de los sintetizadores. Esta música se
acompaña de proyecciones de imágenes de
vídeo generadas por ordenador y proyecciones de
Iáser. El sello representativo de esta música
es una lírica repetitiva con predominio de la
percusión y con un ritmo muy acelerado. El
pinchadiscos puntúa la lírica con palabras y
frases al uso, y la música se emite a un volumen muy
alto. En la práctica, los aficionados consideran al
pinchadiscos como el maestro de ceremonias, el protagonista
central de la jornada musical.
La
moda
acid house
tiene una relación estrecha con la
música
disco
y su expresión solo es posible en grandes ambientes.
Nadie duda que este movimiento es el que precede en
España al que se conocerá a través de
la denominada ruta del bakalao. No solo en España,
sino en la mayoría de países de Europa,
América del Norte y Australia, se ha puesto de moda
esta música asociada al consumo de MDMA entre grupos
de jóvenes. En Estados Unidos, los encuentros se
conocen con el nombre de raves
y en España la música ha sido bautizada de
muchas formas, destacando el nombre de
música
máquina.
La ruta del bakalao constituiría la
consolidación peninsular de una moda nacida en lbiza
hacia 1985 y caracterizada por el desplazamiento de los
participantes entre mega o macro discotecas distantes varios
kilómetros entre sí, a lo largo del fin de
semana sin interrupción.
A la
ruta del bakalao, que empezó primero en los
alrededores de Valencia pero luego se extendió por
muchos puntos de nuestra geografía, se le suma un
nuevo ingrediente, los after
hours.
Así se conoce a aquellos bares o pubs que abren a
primeras horas de la madrugada para acoger a pinchadiscos y
allegados de esta moda. Los after hours constituirán
el medio para que muchos aficionados sigan teniendo la
posibilidad de consumir, bailar y oír música
máquina hasta el mediodía del día
siguiente. La combinación de traslados entre
discotecas y after hours (ruta del bakalao) ha sido motivo
de gran alerta entre las autoridades de tráfico,
sensibilizadas y preocupadas por un aumento de los
accidentes durante el largo fin de semana. En parte por este
motivo, la moda de la ruta del bakalao en España (si
es que realmente existe como tal) ha tenido una
repercusión extraordinaria en la prensa
española. A partir de 1993 el tema empezó a
ser tratado de forma recurrente en todos los medios y su
impacto en la sociedad ha causado, a veces, verdadera alarma
social. Viene a cuento volver a reflexionar hasta qué
punto la capacidad amplificadora de los medios de
comunicación para fenómenos de estas
características tiene un impacto más
deformante que disuasorio.
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EL
CONSUMO DE ÉXTASIS Y OTRAS VARIANTES EN LA
ESPAÑA DE NUESTROS TIEMPOS
En
España, según una encuesta domiciliaria
nacional del Plan Nacional sobre Drogas encargada al CIS a
principios de 1994, el 4,5% de la población
entrevistada de dieciséis a cuarenta años dijo
haber consumido alguna vez drogas sintéticas, el 2,1%
haberlas consumido en más de una ocasión y el
0,6% consumirlas actualmente con alguna frecuencia. La
mayoría de las personas que las consumen actualmente,
lo hacen de vez en cuando y solo el 5,5% dice consumirlas
casi todas las semanas. La media de edad de consumo
está en los veintiséis años y la edad
media de cuándo consumieron por primera vez era de
veinte años.
Respecto
a los decomisos realizados por la policía, entre 1986
y 1988 fueron irrelevantes; en 1989 y 1990 ya se incautaron
más de 4.000 pastillas anuales, para pasar en 1991 a
más de 22.000 y más de 43.000 en 1992.
Súbitamente, los decomisos a lo largo de 1993 fueron
más de 274.000 dosis y en 1994 de más de
306.000. Durante el primer trimestre de 1995 se había
incautado una cantidad superior a la de todo 1994. A finales
de 1995 la policía había decomisado casi
750.000 pastillas.
En
cuanto a la composición de estas pastillas, no todas,
ni mucho menos, son MDMA propiamente dicha. Muchas contienen
metanfetamina
o anfetamina
y, de las variantes metileno
o metoxi,
las que se emplean más en estos momentos en
España son la MDE
y la MDMA,
a unas dosis por comprimido que oscilan entre los 75 y 100
miligramos. También circula MDA y, ocasionalmente
otros análogos como la MBDB,
el DOB
y la PMMA.
Los mayores decomisos realizados por la policía han
tenido lugar en las comunidades autónomas de
Baleares, Valenciana, Cataluña y Navarro. Es el
reflejo de un consumo que está en plena
expansión en estos momentos. Las pastillas de moda
Ilegan por vía aérea o terrestre desde
laboratorios clandestinos de Holanda, Reino Unido, Polonia,
Alemania y Republica Checa. La principal
característica de estos laboratorios es que requieren
un instrumental sencillo para su elaboración
química. Muchos de estos laboratorios se crean para
la fabricación de un determinado lote y se
desmantelan, para reinstalarse tiempo después en
otros paraderos. Por ello, la principal estrategia para el
control de la oferta se concentra actualmente en los
reactivos y productos químicos considerados
precursores de doble uso.
El
consumo de variantes anfetamínicas en España
ha tenido, por ahora, poca
repercusión sanitaria. Una de las referencias
más recientes proviene del Servicio de
Información Toxicológica del Instituto
Nacional de Toxicología; al parecer, la primera
consulta acerca de la MDMA fue en febrero de 1990 y, entre
noviembre de 1991 y septiembre de 1993, se habían
recibido un total de quince consultas, la mayoría de
médicos de hospital, relacionadas con casos de
intoxicaciones agudas. En marzo de 1995 se supo de un caso
de intoxicación por MDE en un joven que
ingirió de golpe por lo menos quince pastillas,
probablemente ante el temor de un registro. Aunque
acudió al Servicio de Urgencias del Hospital de
Mataró por su propio pie, falleció por parada
cardíaca al cabo de pocas horas. Se sabe
también de otros accidentes graves, pero no
están bien documentados. En la primavera de 1996 el
Plan Nacional Sobre Drogas informó de que en
España ya había habido cuatro fallecimientos
de jóvenes por causa directa de estas drogas,
según datos procedentes del Instituto Nacional de
Toxicología.
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