PSÍQUICA

 


Yo quería hacer un poco de dinero extra con un empleo de medio tiempo, preferiblemente uno que pudiera realizar en casa. Mientras buscaba en la sección de empleos del periódico local, encontré un anuncio de una red de psíquicos. El empleo me permitía trabajar desde casa y no se requería experiencia. Me dije “qué diablos” y decidí llamarles e investigar de qué se trataba.

 

Me respondió una máquina contestadora con una agradable voz femenina, pidiéndome dejar un mensaje y que ella se comunicaría más tarde. Le dejé mi número telefónico y unas horas más tarde una mujer de nombre Sally me llamó.

 

Le expliqué cómo encontré el anuncio y que yo no tenía habilidades psíquicas ni algo parecido. Ella dijo que eso no importaba. Me dijo que esto era algo muy fácil de hacer y que necesitaría tres cosas: un juego de naipes de tarot, un libro llamado “Tarot en 10 Minutos” y un libro de Astrología.  Ella me pidió que la llamara cuando tuviera las tres cosas. Yo estaba un poco nerviosa acerca del asunto, pero Sally me tranquilizó explicándome que ella había estado trabajando en esto por algunos años y lo único que se requería era hablar con otras personas.

 

En realidad yo no tenía idea de qué esperar, pero compré los dos libros y el juego de tarot al día siguiente. De vuelta en casa, saqué el juego de naipes de la bolsa, observando las imágenes mientras ojeaba el libro de “Tarot en 10 Minutos”.

 

Mientras observaba las cartas y leía acerca de su significado, esperaba que alguna sensación psíquica me invadiera, después de todo eran cartas de tarot, cartas mágicas que supuestamente son capaces de predecir el futuro. Sin embargo, no sucedió nada… sólo era un montón de cartas. Mi mente se puso en blanco. Imaginaba que para llegar a sentir algo debí de memorizar cada una de las cartas, labor algo difícil, pues son muchas de ellas.

 

Esperé otros dos días antes de llamar de nuevo a Sally. Cuando la llamé, le pregunté cómo sería capaz de hacer esto. Le dije que no sentí nada mientras usaba las cartas. Ella me dijo que solamente tenía que observarlas. Empecé a sentir que algo no andaba bien, pero ella se oía tan segura en el teléfono de que yo sería capaz de leer esas cartas. Ella vivía a unas cuantas cuadras de mi casa, así que decidió visitarme para llenar los papeles de empleo y enseñarme su rutina de psíquica.

 

Cuando llegó trajo consigo a su hija de siete años. Nos sentamos en la cocina y llenamos la mesa de papeles. Junto con el contrato había papeles que contenían textos promocionales y cláusulas que yo debía memorizar. Yo debía repetir esas cosas al inicio y final de cada llamada psíquica que yo contestara.

 

Era mucho por memorizar, pero mi mente seguía fija en que yo no tenía idea de cómo leer cartas de tarot. Después de todo el papeleo, le pedí a Sally si podía hacerme una lectura de las cartas, de modo que pudiera ver cómo funcionaba. Le presté mi juego de cartas. Ella lo miró por un momento y después dijo “ o no, ¡estas cartas son terribles!”.

 

Yo estaba sorprendida. Llámenme supersticiosa, pero creo que hay poderes superiores que no podemos explicar. ¿Qué había de malo con mis cartas? ¿Acaso detectó Sally una áurea maligna en alrededor de ellas? Estaba a punto de preguntarle por qué tenía ese terrible sentimiento acerca de mis cartas cuando ella dijo “compraste las cartas equivocadas, estas son cartas reales de tarot. Creo que es mi culpa, olvidé mencionarte que debías comprar las cartas para principiantes. Esas son las que yo uso. Tienen el significado de cada carta escrito en ella”.

 

De pronto comencé a comprender cómo funcionaba todo esto. Sally, la experta psíquica profesional tampoco tenía idea de cómo leer las cartas. Ella no conocía los secretos ocultos de significado “espiritual” de esas cartas. Ella no tenía poderes psíquicos, no sabía brujería. Ella simplemente leía el texto en cada carta de su juego de tarot para principiantes.

 

Le pregunté si después de tantos años de hacer lecturas psíquicas no conocía el significado de cada carta. Me contestó que las cartas son simplemente una muleta, un auxiliar. La clave es inventar frases que suenan interesantes, de modo que la persona que llama permanezca en el teléfono tanto como sea posible. Algunos de los llamados psíquicos inventan frases sobre enfermedades para asustar a los “clientes”, otros simplemente revuelven las cartas de su juego para principiantes y leen el texto en ellas. El truco es obtener la mayor información acerca del cliente haciéndole preguntas y tratando de imaginar lo que quiere oir.

 

Comenzaba a tener un mal presentimiento acerca de esto, pero necesitaba el dinero extra y ella hizo parecer todo como diversión, así que firmé el contrato y le dije que compraría las cartas para principiantes al siguiente día.

 

Al día siguiente le pedí a mi esposo que pasara a comprar las cartas mientras yo memorizaba los textos promocionales y las cláusulas que debía recitar. Mientras más pensaba acerca del asunto, más nerviosa me ponía. Mi estómago comenzó a doler mientras me disponía a hacer algo de lo que yo estaba segura nunca me atrevería a intentar.

 

Mi esposo llegó a casa con las nuevas cartas y dijo “esto está comenzando a ponerse costoso”. Tenía razón, ya habíamos gastado cerca de 75 dólares en libros y cartas. El nunca ha creído en esas frases psíquicas y dice que son simplemente una estafa para engañar a gente ignorante. Sin embargo, necesitábamos el dinero y ya habíamos hecho la inversión en los materiales, así que pensamos que no haría mucho daño intentarlo. Él siguió haciendo bromas y riendo acerca de que se había casado con una psíquica.

 

Cuando él me entregó mis nuevas cartas, abrí el paquete deprisa, esperando que sucediera algún milagro y pudiera hacer mi primer lectura. Para mi sorpresa, cada carta tiene varios significados escritos en ella.  Todo lo que tenía que hacer era tomar algunas cartas, colocarlas en la mesa una junto a la otra y leer un par de palabras de cada carta para formar frases. Era como un juego de gramática para jardín de niños.

 

No me quedaba mucho tiempo. Sally me dijo que  tomaría tres días para que se activara mi número de extensión, así que durante los siguientes dos días les leí las cartas a cada miembro de mi familia. Esto no sirvió de mucho. Pronto me dí cuenta que no puede uno practicar las lecturas con sus familiares, porque sabe todo acerca de ellos, con cartas de tarot o sin ellas.

 

El tan temido día llegó cuando Sally me llamó para darme mi número de extensión. Estos servicios telefónicos de psíquicos tienen un sistema computarizado que desvía las llamadas a los teléfonos particulares de los llamados “psíquicos”. Cada “psíquico” tiene que llamar al servicio automatizado y dar su número de extensión. Es de esta manera que el sistema sabe que está uno listo para recibir llamadas y hacer lecturas. Cuando alguien llama al número del servicio, su llamada es automáticamente ruteada a alguno de los “psíquicos” que se encuentra activo en el sistema. Sally me recordó que si alguno de mis clientes preguntaba, yo tenía que fingir que me encontraba en una gran oficina psíquica en algún lugar de Florida. No estaba autorizada a decirle a nadie que en realidad me encontraba sentada en casa.

 

Todo el asunto era en realidad una gran máquina de hacer dinero. Cuando llamaba al sistema, entraba en un menú donde podía escoger estar activada o desactivada, o escuchar algún mensaje motivacional. El mensaje era grabado cada día por alguno de los propietarios de la red psíquica. No contenía nada psíquico o espiritual, en el mensaje alguien gritaba emocionado la cantidad de dinero que el sistema había hecho el día anterior, que nosotros estábamos haciendo un excelente trabajo y que deberíamos intentar que las personas se mantuvieran en la línea por más tiempo.

 

Todos los empleados psíquicos reciben su pago sobre la base de una escala móvil. Mientras más largas son sus llamadas en promedio, reciben más dinero. De este modo, aunque uno reciba pocas llamadas, pero hace que la gente esté más tiempo escuchando, recibe más dinero que si recibe muchas llamadas y estas son de corta duración.

 

La compañía telefónica tiene una regla que expresamente permite una duración máxima para los números de cobro de 59 minutos. Después de ese tiempo, la llamada debe ser desconectada automáticamente. Por este motivo, el sistema de la red psíquica emite un pequeño tono a los 58 minutos para que el “psíquico” tenga tiempo suficiente para recitar las cláusulas legales y convencer al cliente de que vuelva a llamar. Sally me dijo que por razones legales, yo tenía que terminar cada llamada con la frase “Esto ha sido solamente con fines de entretenimiento”, ¡qué frase tan terrible cuando alguien ha gastado 59 minutos llamando a un número que cuesta $4.99 dólares por minuto!

 

Acondicioné un pequeño escritorio en un cuarto silencioso. Tengo dos perros que ladran mucho y me sería difícil explicar a un cliente qué hacían mis perros en una oficina en Florida. Seleccioné algunas cartas de mi juego de tarot que me parecían interesantes y puse separadores en varias páginas de mi libro de Astrología que me llevaban directamente a los signos, de manera que no tuviera que ponerme a buscar enmedio de una consulta. Tenía a la vista los papeles con las cláusulas y mensajes que tenía que leer en cada llamada. Justo frente a mí puse un vaso con agua y un antiácido para mi nervioso estómago. Estaba lista para mi primera llamada.

 

Mi esposo se encontraba trabajando y yo estaba lista. El único problema es que estaba muy nerviosa para entrar al sistema. Llamé al número de la red, escuché el mensaje automático y colgué el teléfono. Estuve sentada ahí por tres horas con mi estómago hecho nudos. Pude haber permanecido así todo el día, pero mi esposo vino a casa a la hora de comer y me preguntó cómo me estaba yendo en mi nuevo “empleo”.

 

Le dije que no podría hacerlo. Él me miró como si estuviera loca. “Simplemente contesta el teléfono” me dijo. “Haz la primera llamada… todo lo que tienes que hacer es hablar con alguien”. “No hemos gastado todo ese dinero para nada, ¡simplemente inténtalo!”.

 

Si acaso pensaba que me estaba ayudando, estaba muy equivocado. Le dije que comenzaría cuando él se marchara. Me sentía ridícula con alguien más en la habitación. Recordándolo me parece divertido, pero en ese momento no lo era. Después de que él regresó a su trabajo, me senté frente al teléfono durante otra hora. Simplemente no podía hacerlo. Comencé a molestarme conmigo misma, así que por fin llamé y me di de alta en el sistema. Tan pronto como colgué, el teléfono sonó. Pensé que moriría, ¡estaba tan nerviosa!

 

Levanté la bocina y dije mi discurso inicial: “Hola, gracias por llamar a nuestra red de psíquicos, mi nombre es Debbie, mi número de extensión es 38561 y voy a leer el tarot para Usted. Primeramente necesito saber su nombre y apellido…” Después tuve que leer el texto promocional acerca del boletín psíquico e intentar obtener el domicilio de la persona que llamaba. Nosotros los “psíquicos” obtenemos dinero extra por cada domicilio que podamos obtener.

 

Muchos clientes me dieron sus domicilios. Más tarde me dí cuenta de cómo usaba la compañía esos domicilios. Ellos escogían al azar cinco cartas de tarot y las metían en un sobre que enviaban al domicilio del cliente. Las cartas eran acompañadas por una nota que decía algo así como “¡Importante! ¡Debemos hablar con Usted acerca de algo grande que va a suceder en su vida muy pronto! Llame a nuestro número y deje que nuestros psíquicos profesionales le digan el significado de sus cinco cartas personales de tarot.”

 

La nota sonaba importante y muy urgente. Lograba asustar a la gente. Recibí algunas llamadas de personas a punto de llorar, creyendo que algo terrible estaba por ocurrirles. Incluso personas que no creían realmente en el significado de esas cinco cartas se sentían tentadas a llamar. Cuando me di cuenta de este truco barato para hacer que la gente marcara el número de la red, dejé de pedirles su domicilio.

 

Pero regresemos a mi primera lectura psíquica. El cliente era un hombre joven. Después de decir mi mensaje inicial le pregunté si tenía algún tema en especial que quisiera conocer. El simplemente dijo “no”. Mi mente estaba en blanco.

 

Coloqué mis cartas de tarot para principiante mientras le explicaba lo que hacía. Sally me dijo que tenía que permanecer hablando todo el tiempo. El silencio le hace pensar al cliente en todo el dinero que le está costando la llamada. Me sentía muy presionada, porque ahí estaba yo, una “psíquica” que se suponía debía saber cosas acerca de la otra persona y que en realidad no sabía absolutamente nada.

 

Le dí a él una breve y muy mala lectura viendo las cartas y mi libro de Astrología. Fue muy general. Hice muy pocas preguntas y básicamente todo lo que hice fue leerle su horóscopo, por $4.99 dólares el minuto. Lo único bueno que puedo decirme es que la llamada duró menos de cuatro minutos, así que al menos el pobre tipo no desperdició mucho dinero. Después de que él colgó, me desactivé del sistema. Mi estómago no podría soportar otra llamada en ese momento.

 

Traté de convencerme de que no importa lo que sucediera, esa gente no me podía ver y lo peor que podría pasar es que me gritaran o colgaran la llamada. Fue uno de los consejos que Sally me dio.

 

Horas mas tarde lo volví a intentar. El teléfono sonó y después de mi discurso inicial pregunté si ella quería saber de algo en particular. Ella era una agradable mujer y me dijo: “sí, de mi vida amorosa”. Por alguna razón me sentí cómoda con ella y le pregunté si era casada. Me contestó “no”, entonces le pregunté “pero hay alguien especial en que Usted está pensando”.

 

“Sí”, contestó ella. Le pedí que pensara en esa persona mientras barajaba las cartas. Le pedí que dejara su mente en blanco y se concentrara solo en esa persona especial. Después de colocar las cartas comencé a leerlas. Mientras más duraba la llamada, me sentía mejor. Durante la conversación me encontré a mí misma cambiando de las cartas a una amable plática, como si fuéramos viejas amigas. También me ví diciéndole a ella cosas que a veces le sorprendía oir, porque eran verdad.

 

Creo que ella llegó a pensar que yo en realidad poseía poderes psíquicos, pero algunas veces cuando habla uno con alguien llega a saber cosas que nadie le ha dicho. La clave es la lógica. Por supuesto que había “alguien” en su vida, de otro modo ella no hubiera llamado a un hotline psíquico para saber acerca de su vida amorosa!

 

Como sea, la lectura iba muy bien y perdí la noción del tiempo. Tuvimos una agradable charla que duró 59 minutos. Después de la llamada, me dí de baja del sistema rápidamente. Regresé a la realidad y volví a tener esa angustia por la siguiente llamada.  Algún tiempo pasó, me volví a dar de alta y a recibir llamadas.

 

Después de algunas llamadas, me di cuenta lo dañino que pueden ser esas líneas psíquicas: 80 por ciento de las llamadas que recibía no eran de gente llamando por diversión. Eran de personas preocupadas por su salud y otros asuntos importantes. Esa pobre gente dependía del consejo de un “psíquico” como yo para tomar decisiones importantes en sus vidas.

 

Recibí una llamada de una mujer que había gastado 59 minutos en la línea hablando con otro “psíquico”. Ella tenía un problema con su esposo. Cuando el sistema la desconectó, intentó llamar de nuevo para continuar su conversación con el mismo “psíquico”, pero usted nunca es atendido por la misma persona, así que ella estaba desilusionada de que yo le contestara.

 

Le dije que lo sentía y que brevemente me dijera de qué estaba hablando. Me dijo que ella y su esposo habían estado casados por cerca de un año, pero que él estaba actuando muy extraño, como si estuviera en su propio mundo. El siempre estaba triste y además de todo, acababa de perder su empleo.

 

Ella había intentado hablarle muchas veces, pero él nunca le decía lo que andaba mal. Él había perdido las ganas de vivir y había mencionado el suicidio. Ella me dijo  que el otro “psíquico” le aconsejó dejar que su esposo saliera con sus amigos más a menudo, que necesitaba recobrar su libertad.

 

Yo sabía que algo andaba verdaderamente mal y le pregunté si podía hablar con él. Ella se despidió y le pasó la bocina. Cuando él tomó la bocina, lo primero que hice fue preguntarle “¿Qué es a lo que Usted le teme? Sé que oculta algo y es hora de hablar de ello”.

 

Se hizo el silencio, él estaba entre hablar y callar, quería hablar pero dudaba. Sentí como si él quisiera llorar. “Esta bien, ¿Ama Usted a su esposa y a su bebé?” Estaba tratando de ayudarlo a hablar. En una voz temblorosa dijo “sí, más que cualquier cosa en el mundo”.

 

Le contesté “Entonces tiene que hablar de ello. Yo sé que tiene miedo, pero no importa. Una vez que lo diga, habrá traspasado la primer barrera para sentirse mejor”.

 

¿Sabía yo que él estaba enfermo? Sí y no. Él no me dijo, pero no tenía que hacerlo. Era bastante obvio. Yo solo adiviné.

 

Entonces él se abrió. Su esposa estaba ahí escuchando. Me describió que todo lo que él veía era muy malo. Él quería morir, pero seguía viviendo por su esposa y su bebé. Comenzó a llorar y todo fue saliendo. Ella lo escuchaba por primera vez. Hablamos mucho. Me dijo que su madre y abuela eran maniaco-depresivas y temía decirle a cualquiera cómo se sentía porque su abuela estaba recluída en un hospital, y él no quería que le sucediera lo mismo.

 

Lo más importante de esa llamada fue que ella lo estaba oyendo, ahora sabía por qué él actuaba de ese modo y tenía oportunidad de darle la ayuda que él necesitaba. Les dije que ha pasado mucho tiempo desde que se encerraba a la gente con ese tipo de padecimientos y aunque él no se sintiera suficientemente fuerte para pedir ayuda, debería dar ese gran paso. Eso era ahora o nunca.

 

Antes de terminar la llamada, hablé nuevamente con la esposa. Ella estaba llorando también. Estaba muy agradecida y sentía que yo había hecho la diferencia. Suena raro, pero esa no fue la única llamada extraña que recibí.

 

Un día un hombre llamó, gritando con toda la fuerza de sus pulmones. Estaba fuera de control y literalmente permanecía golpeando el teléfono contra una mesa o la pared. Por lo que pude averiguar, él trabajaba en una oficina y estaba a cargo de un portafolios muy importante. Él sospechaba que alguien había abierto el portafolio aprovechando un descuido. Una persona en particular le preocupaba. Él continuaba gritando: “¡Sólo dígame si él lo abrió!, ¡Sólo dígame sí o no!”

 

Traté de calmarlo diciéndole “Necesito que respire profundamente y haga una pausa, para que pueda entenderle”, pero eso lo hizo enfurecer aún más. Yo temía que el hombre pudiera hacerle daño a alguien, así que le dije “absolutamente nadie ha abierto su portafolio”. El simplemente colgó el teléfono.

 

Pasé mucho tiempo preguntándome qué había pasado después de muchas de mis llamadas. ¿Cómo cambiaron las cosas?. Como dije, muchas de las llamadas eran de naturaleza mas seria de lo que esperaba.

 

Otro día recibí una llamada de una mujer que estaba muy asustada porque había hablado 59 minutos con otro “psíquico” y el sistema la había desconectado. El “psíquico” le había dicho que ella tenía un virus! Le había dicho que su cuerpo estaba luchando con algo. Él le había preguntado si ella se sentía cansada y no totalmente bien.

 

Seamos honestos. ¿Qué tan seguido puede uno decir que se siente totalmente bien? Por supuesto, que este “psíquico” había logrado preocuparla para todos los días de su vida. Traté de calmarla y le dije la verdad: “Algunos psíquicos dirán cualquier cosa para mantenerla en la línea. Nadie se siente todo el tiempo en perfectas condiciones, y si Usted se siente realmente mal, debe visitar a su médico. No deje que una llamada la asuste haciéndole creer que tiene alguna terrible enfermedad”.

 

Que esto sea un consejo para todos ustedes. La gente que trabaja para esas “hotlines psíquicas” no son psíquicos. Son gente como Usted y yo. Quieren hacer dinero. Es sólo un empleo para ellos y el conservar este empleo requiere tirar su ética a la basura. Cualquiera que tenga una onza de decencia nunca debería ser capaz de hacer esto a otros. Realmente le pagan por engañar a la gente. Mientras más interesantes las mentiras, más dinero recibe.  Los llamados “psíquicos” juegan con sus temores y esperanzas. Saben que diciendo algo que lo asuste, permanecerá en la línea por más tiempo.

 

Qué empleo tan terrible era ese! No estoy orgullosa de haberlo hecho y por supuesto, renuncié poco tiempo después. Estoy compartiendo lo que aprendí para advertirle a Usted. No caiga en esta locura!



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