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LA PRESA DE PIEDRAESCRITA Y EL TURISMO RURAL

El proyecto de construcción de una presa en el río Guadalefra, en las proximidades de la Ermita de Piedraescrita (Campanario, Extremadura) se remonta a los años sesenta, época caracterizada por la realización de continuas obras faraónicas acometidas por el franquismo, y destinadas a acabar con la pertinaz sequía .

Hoy, más de treinta años después, y como consecuencia de todas estas obras, la situación hídrica de nuestro país ha cambiado de forma considerable. El cambio ha consistido en que miles de hectáreas han quedado bajo las aguas, especialmente abundantes por cortos periodos de tiempo y demasiado escasas o inexistentes la mayoría de los años. En otras palabras, son muchos los embalses construidos y centenares de miles de millones gastados durante estos años, a cambio de lo cual tenemos agua en abundancia cuando llueve y escasez en los periodos de sequía.

¿Para que sirven entonces los embalses? Es evidente que el almacenamiento de agua siempre ha resultado necesario para asegurar el consumo humano así como para los cultivos de regadíos (este tipo de obras se remontan en nuestro país a más de 2.000 años, en la época de la dominación romana). Más recientemente ha sido y son utilizados para la producción de energía eléctrica, y ya en los últimos años se ha especulado con la posibilidad de que sirvan para atraer al turismo rural, como fuente de riqueza alternativa en zonas desfavorecidas.

A pesar de todas esas posibles ventajas, la construcción de embalses siempre ha contado con un considerable número de detractores, que tradicionalmente han amparado sus críticas en los aspectos negativos que producen estas obras. El hecho de que inunden grandes extensiones de terreno, de gran valor, en muchos casos, tanto económico como ecológico, cultural o sentimental, así como la interrupción de los cursos naturales de agua, convierten a cualquier embalse en una fuente de problemas ambientales: al quedar sumergidas las riberas naturales, desaparecen muchas especies de animales y vegetales, dando lugar a una enorme cantidad de materia orgánica en descomposición que fertiliza las aguas. A veces esta situación se ve agravada por el aporte de nutrientes que provienen de aguas residuales, industrias, explotaciones agrícolas y ganaderas, etc., que hacen que las aguas residuales puedan llegar a eutrofizarse rápidamente. La eutrofización es un proceso mediante el cual, debido al exceso de fertilidad, el fitoplacton se desarrolla con una enorme rapidez durante el verano en la superficie (más caliente e iluminada). A consecuencia de esto se forma una capa de algas que impide la penetración de la luz en las profundidades, donde las plantas mueren y se sedimentan consumiendo todo el oxígeno disuelto en el agua y dando lugar a la formación de sulfuros, amoniaco, fósforo, manganeso, etc. que pueden acabar con la vida en las profundidades, provocando gran mortandad de peces y de la restante fauna acuática.

Al margen de los problemas de contaminación, que por desgracia son comunes a los cursos de agua de gran parte del mundo, y que pueden llegar a afectar muy seriamente al ser humano, los embalses presentan otra serie de inconvenientes para la fauna acuática, sobre todo para algunos peces de origen marino que necesitan de los ríos para completar su ciclo biológico. Estas especies, entre las que cabe destacar la Anguila, encuentran ahora interrumpidas sus migraciones por las presas, y van desapareciendo progresiva e irremisiblemente.

Además los bruscos cambios de nivel, a que suelen estar sometidos los embalses, no permiten el desarrollo de una vegetación ribereña estable, dando lugar a orillas peladas y sin ningún tipo de vida vegetal. Esto se traduce en la imposibilidad de reproducción de muchas especies de aves, que acostumbran a nidificar entre la vegetación herbácea de las orillas (cigüeñuelas, pagazas, pollas de agua, fochas y algunas especies de patos). Por otro lado, ranas, sapos, tritones y algunos peces que desovan en las orillas someras, con la bajada del nivel de las aguas pierden sus puestas, que se estropean masivamente al quedar en seco.

Siendo estos los problemas que de forma general ocasionan los embalses, consideremos el caso particular de la presa de Piedraescrita. Habría que decir que en el caso de que realmente se construya esta presa, una importante zona de avutardas quedará anegada. Pero si especialmente importantes y significativas son las avutardas, no lo son menos los sisones, alcaravanes, gangas, ortegas, canasteras, aguiluchos cenizos e incluso cigüeñas que verían como sus lugares de cría y de alimentación quedan una vez más bajo las aguas.

Conocidos lo inconvenientes, habría que ver qué ventajas podría traer la construcción de la citada presa. Para ello es preciso determinar en primer lugar el destino de la misma; es decir, ¿Para qué serviría este embalse, y para qué se utilizarían sus aguas? Podemos descartar que sirvan para el consumo humano, puesto que La Serena cuenta desde hace tiempo con otros embalses de mayor capacidad (como es el caso de Zújar y Orellana y, la mayor presa de Europa, La Serena) que además ofrecen la posibilidad de mantener unos niveles de agua ciertamente estables por tener tras de sí otras presas, resultando en consecuencia más idóneos para este fin. Descartada esta posibilidad, otro destino potencial del agua sería para riegos. Difícil destino para este embalse, habida cuenta de la escasa capacidad (no los 70 hectómetros cúbicos que podría acoger) sino la cantidad real de agua que podría recogerse cada año (pues es cada año cuando se riega) y que no llegaría al 30%. Pero además ¿qué tierras serían regadas? Desde luego no las de La Serena (para no variar) pero esa es otra historia. De la producción eléctrica es mejor olvidarse por las mismas razones anteriores. Solo nos queda el pretendido Turismo Rural al que hace referencia el señor Alcalde de Campanario para pedir la construcción de esta presa, y que no parece ser el mismo tipo de turismo rural que contacta cada año con asociaciones como la nuestra demandando información básicamente sobre naturaleza y patrimonio (rutas ecológicas, paisajes pintorescos, lugares de observación de aves, monumentos de interés, etc.). ¿No estará, el señor Alcalde, confundiendo el Turismo Rural con los emigrantes y los familiares de éstos que cada año incrementan considerablemente la población de nuestra comarca? ¿No estaremos amparándonos en el Turismo Rural para demandar infraesctucturas que en realidad sólo nos beneficiarían a los que somos de esta tierra? (ojo, que tenemos derecho a ellas, pero no a cualquier precio). ¿No le parece al señor Alcalde que los turistas rurales (gente con un poder adquisitivo elevado), si verdaderamente quisieran bañarse lo harían en Torremolinos, en Benidorm o en las playas de otra ciudad donde tiene un colega tan famoso en lugar de venir a meterse en el agua estancada (limpia, pero estancada) de nuestros embalses? Sea como sea, de cara a ese hipotético turismo que se beneficiaría de la presa, conviene que tengamos de nuevo en cuenta la capacidad del agua embalsada: los 70 hectómetros cúbicos, que insistimos es la capacidad máxima que, dadas las condiciones pluviométricas de esta zona, podría alcanzarse con suerte cada 4 ó 5 años. Es decir, en el mejor de los casos (sin destinar agua ninguna a los regadíos), el embalse de Piedraescrita tendría una media superior a los 40 hectómetros cúbicos (cantidad imprescindible para las actividades acuáticas) en el 34-35% de las temporadas; el resto quedará reducido a un charco inmundo y cenagoso del que huirá cualquier persona con sentido común. Con estas condiciones sería imposible que en Piedraescrita prosperara una zona turística relacionada con el agua, máxime habiendo importantes instalaciones de este tipo en dos lugares cercanos como son el embalse de Orellana (con una gran infraestructura creada hace años) y el embalse del Zújar (donde se está creando) tiendo en cuenta que como dijimos antes, ambos embalses pueden mantener unos niveles estables por tener tras de sí otras presas de gran capacidad. Además, si atendemos a criterios de cercanía al lugar, sólo a los habitantes de Campanario nos podría convenir más esta posible playa interior, la cual estaría ubicada a unos 6 Km., pero dadas las condiciones expuestas (bajo nivel de las aguas y necesidad de crear una mínima infraestructura) seguro que preferimos hacer 10 km. más, por una carretera infinitamente mejor (en parte gracias al señor Alcalde, todo hay que decirlo) y situarse en la playa de Orellana, donde se pueden disfrutar mayores comodidades.

Como vemos, las expectativas del embalse de Piedraescrita son escasas (ésa debe ser la principal razón por la que 30 años después de ser proyectado siga sin construirse). Pero es que además 3.000 millones de pesetas es mucho dinero para una presa que sólo podría aportar agua para riegos (o para turistas) cada 4 ó 5 años. Si la Confederación empleara esa cuantía en arreglar las roturas de canales y acequias que dan lugar a unas pérdidas de entre 30 y 40% de toda el agua destinada a riegos, entonces no sería necesario construir esta presa ni otras similares de dudosa viabilidad; y si nuestros responsable políticos (como el señor Alcalde de Campanario en este caso) apostaran por el verdadero turismo rural (el turismo que busca zonas pintorescas, no playas), construyendo Centros de Interpretación de la Naturaleza, Albergues, Museos Etnológicos, potenciando la cultura, las tradiciones populares y contratando a Guías de la Naturaleza y del Patrimonio en ciertas temporadas, nuestra comarca sería mucho más prospera, y además conservaría mejor sus valores históricos. Pero eso sería hacer bien las cosas.

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