Compre. Tire. Los anunciantes convencen al ciudadano de que compre y gaste el dinero que gana en un sistema socioindustrial que acumula productos nuevos a velocidad desmesurada. En las primeras décadas de este siglo, los coches, la ropa y otros artículos parecidos duraban mucho (Yo tengo camisas de hace diez años, pero ninguna de hace dos). Entonces los fabricantes descubrieron que podían vender más para aumentar los beneficios si se las ingeniaban para que un artículo se volviera anticuado; por ejemplo si se fabrican los coches a este fin, se haría necesario sustituirlos por otros cada dos o tres años. Los gobiernos permitieron esta actividad porque aumentaba el número de puestos de trabajo. Pero también aumentó la cantidad de desechos y agotó valiosos recursos materiales y energía.

Para facilitar la vida se fabrican más artículos. La mantelería sintética sustituye a la de tejido; los pañuelos de papel desplazan a los de tela; los envases de cartón para la leche vuelven anticuadas las botellas; y las cubiertas y bolsas de plástico sirven para envolver casi todo. Algunos de estos artículos son innecesarios, pero con ellos los fabricantes obtienen más ingresos.

En los últimos cincuenta años, la cantidad que tira diariamente un ciudadano ha aumentado de uno a tres kilos. La ciudad de Nueva York tira 40.000 toneladas de basura cada día. Una huelga de basureros pone de manifiesto en seguida hasta qué punto puede quedar una ciudad enterrada en su propia basura. El rápido aumento del número de seres humanos hará; que la cantidad global de basura siga creciendo.

Gran parte de lo que se tira contiene materiales aprovechables, metales y papel que pueden utilizarse de nuevo. Todos los años se tiran 24,8 toneladas de papel. Los norteamericanos reciclan sólo el 20 por 100, mientras los europeos reciclan dos veces ese porcentaje. Se ha comenzado ya a recuperar algunos de los materiales haciendo que los usuarios separen la basura en latas, botellas y papel antes de la recogida. Los proyectos jurídicos a este respecto se están considerando y son de gran necesidad.

Cuando se compra un juguete nuevo en una caja envuelta en papel de fantasía, hay que percatarse de que el precio del envoltorio está incluido en el precio del juguete. La producción de envoltorios innecesarios derrocha preciosos materiales en una serie de procesos de fabricación: tala de árboles para hacer pulpa, uso de productos químicos para tratar el papel, maquinaria para la fabricación del mismo, preparación de tinturas y diseños, manos de obra, calor y energía eléctrica muy valiosos. Por supuesto, las cajas grandes suelen emplearse para hacer que el comprador crea que ha comprado más de lo que hay realmente en el paquete. Para asegurarse de aquello por lo que ha pagado, se debe leer en la caja lo que se dice contiene y comprobar el precio.

Una forma en que podemos contribuir a la salvación del entorno y evitar que le ahogue su propia basura desechada para encontrar el bienestar por medio del consumo es practicar medidas inteligentes de compra.

Compra menos y soló lo que necesites. Utilizaló hasta agotarlo y, de ser posible, reparaló y vuelve a emplearlo.


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