CATALOGO

de la Exposición de

Cuadros del Greco

que con asistencia de

S. M. EL REY

se inagurará el día 10 de Mayo de 1909

en la

Real Academia de San Fernando




CATALOGO


  • 1. Vista y Plano de Toledo.
  • 2. Retrao del Obispo Covarrubias.
  • 3. Retrato de D. Antonio Covarrubias.
  • 4. Retrato de V. M. Juan de Avila.
  • 5. San Pablo.
  • 6. Santiago.
  • 7. Jesus bendiciendo.

  • 8. San Juan Evangelista.
  • 9. Santiago El Menor.
  • 10. Retrato replica de D. Antonio Covarrubias.
  • 11. San Simon.
  • 12. San Mateo.
  • 13. San Bartolome.
  • 14. San Judas.

  • 15. San Pedro.
  • 16. Jesus crucificado.
  • 17. San Felipe.
  • 18. Santo Tomas.
  • 19. San Andres.

Vista y plano de Toledo.


D. Diego de Covarrubias, Presidente de Castilla.

San Pablo.








NOTICIA PRELIMINAR

Por el Marqués de la vega Inclán.


En la sesión del 31 de Octubre de 1907 me honró mi muy querido amigo el Duque de Tamames, sometiendo al Congreso una carta en la que exponía mi decidido propósito de "ceder a la Nación un edificio habilitado para Museo en la mansión del Greco, edificio absolutamente independiente del resto de la finca, bajo la guarda y custodia del Estado y la intervención técnica de un Patronato compuesto de las personas de más valía en materias de arte. Además de la influencia moral, añadíales que ejercería esta fundación y Patronato en la cultura artística de España (especialmente en Toledo); era su objeto primordial la salvación de más de cuarenta lienzos del greco, que fatalmente estaban pereciendo en la imperial ciudad."

Aceptando este ofrecimiento por el señor Ministro de Instrucción Pública, con frases que nunca agradeceré bastante, y con la unanimidad de la Cámara, que resumió el Presidente del Congreso en un voto de gracias, procedí, desde luego, á realizar mi propósito.




Por lo que respecta al edificio, no reuniendo la casa del Greco las condiciones especiales que requiere un Museo, hice reedificar en los terrenos contiguos a las ruinas de Villena y Casa del Greco, y bajo la dirección del Arquitecto D. Eladio Laredo y Carranza, un antiguo Palacio del renacimiento que exigía inmediata demolición por su ruinoso estado, así como el de sus artesonados y preciosos restos. Y respecto a los cuadros, me fijé, en primer término, en veinte lienzos del Greco procedentes de la derruida iglesia de Santiago, de propiedad del Estado, y que después de estar depositados en una Asilo provincial, fueron a parar al Museo, sin que a pesar de la buena voluntad de los dignísimos funcionarios que están al frente del Museo provincial pudieran atender a su arreglo y conservación, como tampoco podía evitar el peligroso estado del edificio que los guardaba, hasta el extremo de impedirse la entrada al público.

Poco después de estas gestiones mías, la Junta Nacional de iconografía solicitó del Gobierno cuatro de estos cuadros para cuidar de su restauración, sin poder atender a más por que eran los únicos que se pudieron considerar como retratos. Entonces yo, que anteriormente había solicitado el arreglo de todos ellos, hice lo mismo que la Junta de iconografía con los quince restantes, toda vez que uno aún no se ha traído de Toledo, un pequeño lienzo, réplica del Obispo Covarrubias.

Llevada a cabo hoy esta delicadísima restauración por el conservador del Museo D. Enrique Martínez Cubells, la real Academia de San Fernando, siempre celosa y amparadora de todas las manifestaciones que se relacionan con la cultura artística de España, abre sus puertas y exhibe en sus salones esta maravillosa obra del Greco, por la que se ha interesado desde sus comienzos S.M. el rey, que hoy inaugura y honra con su presencia y alta protección.

Salvados estos diecinueve cuadros, que fatalmente hubiesen perecido en plazo no lejano, dado su lastimosísimo estado, como puede verse en el San Bartolomé que reproducimos (aspecto y situación de todos ellos antes de su forración y arreglo); levantado, reconstruido y restaurado un modesto edificio, ciertamente, pero que una vez en poder del estado, con más elementos y mejor acierto, podrá destinarse, ya para museo del Greco, ya como base y punto de partida, de una regia iniciativa y vasto proyecto de Museo castellano, donde se conozca y estudie, especialmente, nuestra gloriosa pintura española, desde el Greco hasta D. Vicente López,y donde se exhibia con todos los elementos, condiciones y ambiente que deben tener los museos para lograr la más intensa y refinada contemplación.





A punto de realizarse la misión que nos impusimos hace poco más de un año, nos vemos obligados a dar cuenta de nuestra modesta labor, y muy en breve, formalizaremos la entrega al estado de un edificio ya habilitado para Museo, en condiciones y con elementos que permitan su ampliación y mayor desarrollo; entrega y donación que será nuestro mayor envanecimiento, siempre que se realice dentro de la cláusula primordial de su origen y fundación.- Madrid, 10 de mayo de 1909.

El MARQUÉS DE LA VEGA INCLÁN.





El Padre Barcia, Director de ese admirable Museo de Estampas de nuestra Biblioteca Nacional, dice en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, a propósito de estos cuadros:
"La Vista, que tan particularmente se señala en la obra del greco, y que a su importancia artística reúne la de ser inapreciable documento histórico para la Imperial ciudad, tiene, además, para aumentar sus quilates, la genial y preciosa composición abocetada de la Virgen que trae la casulla a San Ildefonso, y el bello retrato, que ciertamente lo es, del joven que en primer termino sostiene y muestra el plano de la ciudad, retrato al que puede decirse que en esta ocasión ha debido el cuadro su buena suerte.
Ya en otra ocasión ha podido verse éste cuadro en Madrid; figuró en la Exposición histórica de 1892; pero, además de lo sucio y ennegrecido que estaba, le tocó ser puesto en sitio de pésimas condiciones, por oscuro y alto; de modo que si para saber lo que representaba y formase idea del conjunto puede decirse que se vio entonces, para apreciarlo artísticamente, para verlo como hay que ver una obra artística, puede decirse con más fundamento que ni se vio entonces ni hasta hora se ha visto.
De los otros tres retratos, es el uno el que se dice beato Juan de Ávila, sin más fundamento que un letrero puesto posteriormente en el fondo del cuadro, letrero que sería bien hacer desaparecer como desatinada añadidura. El retrato acusa evidentemente el natural, y es de la segunda y última época del pintor, que no pudo ni ver al Beato Juan de Ávila, muerto lejos de Toledo en 1569, fecha en que el Greco parece que, ó no había venido a España, ó estaría recién llegado á ella; ni aun tiene el carácter de aquel eximio y tan famoso predicador, que es al par escritor de primer orden entre los de nuestro siglo de oro, nada de lo cual revela el retrato, tan justa y acertadamente descrito por el Sr. Cossío, que no resistió a trasladar aquí sus palabras:"..... El retrato no es de fantasía; transciende al modelo vivo. ¿Representará tal vez al jesuita Alfonso de Ávila, que en la casa de Toledo vivió hasta 1613? El tipo no es de jesuita, antes bien parece el castizo cura de almas, respirando más amor y bondad que cultura; de honda piedad sincera y masculina; de religión neta; sin arrumacos ni perendengues. bajando ya la cuesta de la vida, de cabello espeso, barba muy corta y descuidada, moreno y arrugado de piel, conmovida ternura en el rostro y la mano derecha abierta sobre el pecho, como para convencernos de la sincera bondad de su alma: está lleno este sacerdote de mansa unción evangélica.


San Barlotomé, antes y después del proceso de restauración.

La ejecución, afectándose tosca, realza el carácter de la persona: ni hay largas pinceladas, ni suavidad de restriegue, sino toques sueltos, con tonalidad más caliente, más rojiza que de costumbre y sin huellas del frío carminoso. Las manos, ambas visibles, son ejemplo de fiel naturalidad, como siempre que se trata de ajustarse al modelo, sin convencionalismos" (El Greco, Pág. 432.)

Me parece, en efecto, que la hipótesis de que el personaje representado sea el jesuita Alfonso de Ávila hay que desecharla, no menos que la falsa atribución. El retratado no puede ser jesuita. Hoy por hoy es un retrato desconocido, como tantos otros del Greco, aunque acaso con alguna mayor probabilidad de ser identificado que los otros, por su carácter más determinado.


Son los otros dos restantes los célebres hermanos Covarrubias: Diego, el mayor, Obispo que fue de Plasencia y Antonio, Canónigo de Toledo. El primero está representado con roquete y sencillo pectoral pendiente de cinta blanca. procede este retrato, que hasta cierto punto puede decirse copia, de otro más antiguo, propiedad hoy del Marqués de la Vega Inclán, que pudiera ser, y a ello se inclinan personas muy inteligentes, de la misma mano del Greco; si así fuera, habría un dato para adelantar un par de años su aparición por acá, fijándola al menos en 1574, pues este año da la inscripción, incorrectamente escrita, que lleva el retrato e su parte superior: Etatis sue, 62.

perteneciendo este retrato, como el anterior, por la factura, a los últimos años del Greco, según el Sr. Cossío, y habiendo muerto los retratados, el uno, Diego, en 1577, y el otro, Antonio, en 1602, se sigue que no pueden estar hechos del natural, sino sobre otros más antiguos, modificándolos, por decirlo así, de memoria para que representaran más edad. No me parece la cosa tan mollar ni suscribiría tan fácilmente a ella. Quizá estudiando las fechas de las facturas del Greco y las de la vida de los modelos, se vayan aproximando (¡se dan tantos casos!...)y resulte que ambos retratos estén hechos del natural, como ellos mismos parece que mudamente dicen.


Los cuadros se hallaban en el mal estado consiguiente a tres siglos de fecha, en los que puede pensarse que no les habrán faltado días aciagos de abandono y de zarandeo, y en los que nada se había hecho para su reparo o mejor conservación,.
Por buena suerte, un individuo de la Junta de Iconografía nacional estuvo en Toledo por Octubre del año pasado y logró ver el cuadro de la Vista de Toledo. Logró, digo, por que, si bien el cuadro se hallaba en el Museo provincial, claro que para que disfrutara de él el público, parece que en el tal Museo no se permite la entrada, con muy buen acuerdo, sin duda porque el local en que están los cuadros amenaza ruina, y naturalmente, , ha parecido más prudente atender a la incolumidad que a la curiosidad de artistas y viajeros. Y no hubiera estado mal extender la salvadora Providencia a los mismos cuadros, porque aunque ellos, si llegara la temida catástrofe, no perderían la vida, perderían la existencia, que no sería pequeño mal tratándose de obras como la que nos ocupa. Ello es que el individuo de la Junta vio el cuadro y pudo apreciar el triste estado en que se hallaba, que era poco menos que deshaciéndose; vió cuán necesario era que se forrara convenientemente cuanto antes, si no se queria que pronto quedara de tan interesante lienzo sólo la memoria. Y como al fin la figura tan principal es un retrato, aunque discutido, juzgó que tocaba a la Junta poner remedio. Lo propuso en ella, y tras las inevitables discusiones y dificultades, la Junta acordó que se hiciera. En vista de lo cual otro de sus individuos, campeón insigne de grandes maestros, abogó por que se comprendieran en el acuerdo los otros tres retratos del Greco, que se encontraban en el mismo caso y en el mismo local.


Lo que aprobado por la Junta, y pedidas al Ministerio del ramo las autorizaciones precisas, se dirigió aquélla al Director del Museo Provincial de Toledo, el cual remitió los cuatro cuadros a la Junta, la que dispuso que se entregaran al Director del Museo del Prado, para que por el restaurador del mismo D. Enrique Martínez Cubells se forraran y limpiaran debidamente. Hecho esto por el Sr. Cubells con singular acierto, pudieron admirarse los cuadros en toda su frescura, asegurada ya su conservación para otros cuantos siglos. Y como ya en este estado descendían de ellos por extremo los antiguos y mezquinos marcos que trajeron, juzgó la Junta no sólo conveniente, si no indispensable, que se les pusieran marcos de carácter y tales como semejantes pinturas requerían. Encargóse este trabajo a D. Juan García Ruiz, dorador, que lo ha hecho de modo que ha parecido, no solo la aprobación sino los más sinceros elogios de los individuos de la Junta.
El Presidente de ésta. Corrientes ya los cuadros y dispuestos para ser devuelta a Toledo, ha determinado, después de consultar cobre ello al Ministerio, que continúen depositados en el Museo hasta que en Toledo se les señale sitio en que puedan colocarse desde luego, y donde decorosa y seguramente los disfrute el público, bien custodiados, respetando los marcos que se les han puesto, y sin hacer en los tales cuadros alteración alguna sin consultar la Junta. Por cuenta de la misma han corrido todos los gastos, juzgando sus individuos que en nada podría emplearse mejor la consignación que se les ha señalado que en conservar obras iconográficas de tan señalado mérito.
Bien hubieran deseado los que han promovido esta buena obra extenderla al menos al Apostolado, del mismo autor, tan necesitado y casi tan merecedor de ella como estos retratos; pero aun cuando estirado un poco forzadamente la cosa, los tales Apóstoles pudieran figurar entre los retratos desconocidos; tan marcada individualidad presentan; no podía bastar esto para que la Junta se determinara a lo que, al parecer, se salía de sus atribuciones. Por fortuna, esta docena de toledanos desconocidos, transformados en apóstoles, encontró munífico patrono, no atado por cláusulas reglamentarias, en el Marqués de la Vega Inclán, el afortunado posesor y restaurador de la Casa del Greco, y gracia a él, el Apostolado, y algunos cuadros más se encuentran ya en el Museo del Prado, donde, cuando estén forrados y limpios, se expondrán, sin duda, al público hasta que vuelvan a Toledo.



Es de esperar que esto no tardará mucho, y que todos estos grecos, algunos más, y con ellos otros cuadros toledanos más o menos importantes y desconocidos, se verán dignamente colocados, con todas las condiciones apetecibles, en el edificio habilitado para Museo en la Casa del Greco, aunque independientemente de ella, edificado por el Marqués de la Vega Inclán y ofrecido por el mismo al estado, apara que, bajo su guardia, con ciertas condiciones y custodia y la intervención técnica de un patronato, formado probablemente por los señores Beruete, Cossío y Sorolla, se conserven debidamente estas obras artísticas. El Gobierno ha aceptado el ofrecimiento, agradeciendo como se merece tan señalado donativo al Ilustre marqués, tan justamente calificado por Cossío como uno de los más apasionados e inteligentes grecófilos.

En cuanto a los doce Apóstoles y el Jesús, que el eminente crítico Alcántara descubrió quizá antes que nadie en los actuales tiempos, cuando los colocó en la Exposición del Centenario de Colón, esos trece toledanos anónimos pintados por el Greco, quizás en su último periodo, y que son síntesis y acentuada manifestación de su labor artística, como, precursor de la pintura moderna, es inútil descripción alguna teniéndolos ante la vista. Cedemos la palabra a Cossío, ya que en este momento no puede asistir a esta fiesta, que al resumir la personalidad y la obra del Greco, dice en el final de su maravillosa obra:
"Creta le dio la vida". De su legado familiar nada sabemos, El es, ante todo, un germen de libre personalidad, extravagante, anárquica,. De la raza, trae la finura y lo inestable del espíritu; quizá del primitivo medio, la cultura helénica; de la herencia artística acumulada, el ambiente greco-alejandrino que en sus composiciones y figuras persiste y la bizantina afición a repetir sus fórmulas; de Italia y del siglo XVI, la amplitud de orientación, los destellos de saber universal, el heroico idealismo. El Greco es el último epígono del Renacimiento.



Venecia lo educa en el arte. Tiziano le enseña la técnica; Tintoreto lo seduce por el dramatismo en fondo y forma, por las tonalidades de carmín y plata; Miguel Angel lo endurece y amarga, lo excita y reconcentra; pero, sobre todo, lo viriliza. La adusta y agria Castilla fue para él benigna, por que lo hizo libre. Solidario en ella, olvida reglas y abandona maestros, se acoge a sí propio, intima con el espíritu y la naturaleza regionales, derrámase en ellos libremente, a la vez que se deja penetrar por los mismos; se apodera, al fin del genio de la tierra y del alma esopañola,; traduce fielmente de ellas lo que vibra al unísono con su singular temperamento - la violencia, la dignidad, la exultación, la tristeza, el misticismo, la intimidad realista, la cenicienta y carminosa monocromía - y tras rápido ineludible tanteo, llega a hacer obra original y eterna, y encuentra un camino que puede llamar suyo.
Y por él sigue, inquieto, atormentado con penetrante clarividencia por el problema del color y de la luz, que todavía es hoy el problema pictórico; en creciente vertiginosa exaltación de fondos y forma, de líneas y colores, con el ardoroso anhelo de iniciador ferviente; huyendo de toda trivialidad y reposo; incorrecto, informe, desmarañado, nunca flojo ni lamido; despeñándose unas veces, acertando otras, como todo el que se aventura por nuevos derroteros; proclamando que la pintura no es arte, es decir, asunto de recetas ni de cánones, sino labor de inspiración, presonalísima; menospreciando a Miguel Anmgel, con quién le unen, sin embargo, el prerenne descontebnto y la inquietud de espíritu; constante suscitador, como él, de nuevas dificultades; idealista y realista; claro y diáfano unas veces, como el Quijote; intrincado y conceptuoso otras, com el Persiles, pintando lo humano mejor que lo divino, y sujetando lo divino casi siempre a lo humano; más libre, más moderno, más actual cuanto más viejo y siempre rebelde, hasta el último instante de su vida. Este fue El Greco.


Los Mercaderes de Richmond y el Ciego de Dresde parecen ser, hasta hora, sus primeros ensayos venecianos. En el Ciego de Parma, hay ya maestría e influjo de Roma. Los Mercaderes de Yarbough significan la temible fase romanista. Los de Beruete, la salvación del manierismo, la revelación de la potente personalidad del pintor, que ha fundido, con carácter original, a Venecia con Roma. El retablo de Santo Domingo el antiguo, el Expolio representan la ostentosa y magistral afirmación de esa misma personalidad, penetrada ya fuertemente por los nuevos influjos locales y con notas esporádicas, pero sonoras, del familiar realismo castellano. El San Mauricio, la aguda y febril crisis entre lo antiguo y lo nuevo. El Entierro, la perfección y el ideal logrados. Doña María de Aragón, San José de Toledo, El Escorial, Illescas, son los peldaños de la escala triunfal por el nuevo camino realista, siempre impregnado del primitivo idealismo, con medida unas veces, otras con desequilibrio, con paz o con desasosiego, razonable o desaforado, sereno o fúnebre, pero jamás vulgar ni insignificante, siempre lleno de vida, siempre dispuesto a intentar nuevas empresas coloristas; penetrando mñás cada dia los secretos escondrijos del modelo y dominando más cada hora la técnica de su arte. La Asunción, de San Vicente, es el producto más escogido de la originaria exaltación del artista, exacerbada al final de su vida; el ensayo más perfecto de lasobsesiones de luz y de color que le acosaban; su ñúltima profesión fue pictporica.
Alto y raro ejemplo este que el Greco nos ofrece contra la falsa idea usual del casticismo. Un extraño, un cretense, recriado en Italia, despertando, oreando, encauzando, fijando eterna tradición de la pintura patria; abriendo el surco, para que en él siembre y recoja, el más grande, el más universal y humano, y por esto el más castizo de los pintores españoles; impregnando de tristeza a sus héroes en los mismos días en que Cervantes firjaba su eternamente castizo "Caballero de la Triste Figura".



Con la transcripción de éste documento de alto interés, en el que nos traslada la inquietud existente en los primeros años del pasado siglo, por la recuperación y restauración de la obra el El Greco, que sin lugar a dudas hubiera tenido un trágico final y por consiguiente una pérdida irreparable, para la cultura y el arte universal, pretendemos rendir un pequeño y modesto homenaje a tan insigne protector el Marqués de la Vega Inclán, quien sin su intervención seguramente hoy, no existiría ni la casa, ni el Museo de El Greco, si no que demás seguramente tampoco existirian sus cuadros.


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