Era un jodido tío duro.
Un cabrón con las pelotas como Dios.
Tuvo mala suerte.
Es la puta realidad. Por mucho que seas, siempre hay algo que te
pasa por encima.
Él era mucho.
Un jodido tío duro.
¿Cómo empezó todo?
Fue la noche en que tropezó con Ramón hijo de zorra
ojalá te revienten los huevos, y se le cruzaron los cables. Joder,
tío, las mujeres son de quien las coge, pero eso no se le hace
a un amigo, un amigo de verdad ¿sabes lo que digo, no? Si casi
cagaban por el mismo culo, hostias.
Ramón no sabe. Existe un momento para cada cosa y hay que
estar despierto para distinguir cuál te ha tocado. No puedes
hacer lo que quiere tu polla sin ver qué coño viene después.
Las mujeres de los amigos no se tocan.
Se la folló seis meses, mientras el otro se dejaba los cuernos
en ese jodido trabajo de mierda. Ella es buena, quiero decir de alma,
buena de verdad, pero la cagó bien cagada; no debió dejarse
follar por otro, él la quería con todo, quizá demasiado.
¿Quieres otra cerveza?
Venga.
Pedro, dos coronitas.
-¿Tequila o limón?
Tequila.
También.
A él le gustaba el tequila. Esa noche iba bien puesto, una
botella de José Cuervo, que yo viese, pero yo no estuve toda
la noche... hasta ese día lo llevaba bien.
¿Bien, qué cojones de mierda quiere decir bien, joder?
Gracias Pedro, deja ahí la botella y tráete tres vasos
de chupito.
Quiero decir que le dio por lo tranquilo; no se lió de primeras
a tiros...
¡Cago en la hostia puta! ¿qué jodida porquería
estás diciendo? Estuvo tres semanas comiéndose la mierda
y cuando topó con ese hijo de puta ojalá se le revienten
los cojones, disparó a todo aquel que respiró más
fuerte que una mosca, ¿quieres explicarme cómo coño
se lo tomó bien? Gracias Pedro, sírvete. ¿Tú
que opinas?
Que no dio al que quería.
Él tampoco encontró lo que correspondía a
su momento. No se le pega tiros a la gente que intenta ayudarte, aunque
diga las palabras menos apropiadas en la peor ocasión...
¡Vaya dos!; cagando la memoria del muerto. Cuando la vida
dice que conduce ella, conduce ella. Y si se lleva por delante a tres
o cuatro... tú sigues siendo la jodida víctima, eres tú
quien va a estrellarse viéndolo desde dentro.
No creas, no había perdido tanto el control. A Ramón
le tiró y no le dio, pero ella también estaba allí
y dicen que la evitó con toda su alma. Pedro lo vio.
Sí, yo lo vi. Cuando ya estaba todo perdido, asomó
la cabeza entre los cubos de basura para llevarse unos cuantos más
con las últimas balas, con los jodidos millones de maderos rodeándole
con todas sus jodidas armas apuntándole al pecho y la cabeza,
y entonces la vio a ella, con su cabellera negra y su cuerpo de escándalo,
detrás de la barrera, con todos los millones de maderos y de
jodidos mirones que se habían colado al control. Entonces levantó
el dedo y comenzó a gritar, como para hacer saltar todos los
millones de gatillos que le apuntaban. Se dejo acribillar, no intentó
agacharse; casi se puso más recto y recibió todas las
balas.
Cago en dios.
ya ves.
(...)
Dijiste que ella era buena...
Sí.
No lo creo. Hija de la gran puta... ¡Pedro!
Dime.
Llévate esta mierda y trae una botella de José Cuervo.
¡Y sal y limón, joder, que esto no se bebe así!
Alberto García
Madrid, enero de 1999
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