La necesidad inevitable de la transformación. Ha de eliminarse, de renovarse lo viejo para dar lugar a lo nuevo. Este es el constante devenir de la vida, en el que no debemos nunca aferrarnos a nada porque todo cambia para tomar apariencias nuevas. Y estos cambios pueden resultar inesperados, con la consiguiente sensación de perdida o fracaso, debidos tan sólo a la escasez de visión y a una expectativa inadecuada de continuidad y estatismo engañoso. Puede haber llegado el tiempo para poner fin a una amistad o una relación que dejó de ser creativa, de aportar algo positivo a las personas en ella involucradas, convirtiéndose así en una lacra. Y este desenlace también podrá afectar a las propiedades materiales y las finanzas, e incluso a la salud. Pero, en cualquier caso, jamás habrá de engendrar temor pues será la forma en que germine una nueva vida , de la abundancia futura.
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