Los principales elementos de una herrería son: la fragua, el yunque, marros, pinzas, atizador, agua, aceite, el mandil de cuero, alambrón, muelles rotas y sobre todo el elemento más imortante "EL HERRERO", todo ello para realizar un sinnúmero de trabajos, en tiempos en que no se conocian los diferentes tipos de soldaduras que hoy en día existen y no se contaba con la gran variedad de herramientas modernas como taladros, esmeriladoras, etc., asi mismo no se podía echar mano de tantos accesorios como tuercas, pijas, tornillos, etc. Entre los herreros que vivieron en Ojuelos, me permito mencionar a Don Jacinto Briones, Don Jesús Leos, Don Abundio Corpus y Don Francisco Martínez, no porque hayan sido los únicos sino porque son los que no escapan a mi memoria y porque por alguna u otra razón les guardo un afecto especial y porque fueron personas serias y responsables. Todos ellos, a traves de sus trabajos, siguen presentes en nuestros días, ya que aún podemos admirar sus obras en ventanas, rejas, y en alguna que otra chapa de alguna puerta antigua. Recuerdo que Don Jacinto Briones era prácticamente el herrero de la hacienda y principalmente se dedicaba a calzar las rejas de los arados necesarios para los sembradios de la misma hacienda. Don Francisco Martinez, construyó entre otras cosas, la cúpula del Santuario (aunque no parece, es de lámina), el techo y los barandales del kiosco que hasta hace algunos años podiamos admirar en el centro del jardín principal (ver foto). De Don Abundio Corpus, recuerdo que además de dedicarse a la herrería, era el responsable del funcionamiento del reloj público que es de origen alemán y que aún en estas fechas luce como centinela de nuestra población. Este reloj tenía como todo buen reloj sus pesas para que se llevará a buen ritmo los engranes y por ende la hora exacta, ya fuera la Oficial o la Astronómica (otro dia escribiré sobre esto), pues bien, por alguna razón algunas de esas pesas o contrapesos se calleron al fondo del pozo que las alberga, pero debido a la profundidad del mismo, era imposible recuperarlas, ante esto, Don Abundio, ni tardo ni perezoso se dio a la tarea de reemplazar esas pesas faltantes con piedras de tepetate bien macizo, dándoles el toque y el peso requeridos para que el reloj siguiera dando la hora exacta. Así mismo, Don Abundio fabricaba los engranes que, por el uso se iban dañando, en fin que gracias a Don Abundio, en Ojuelos siempre podiamos saber la hora exacta. En alguna ocación la falta de precisión en el lenguaje, dio origen a este relato... A un músico se le calló su instrumento musical y se abolló y como consecuencia los sonidos emitidos no estaban en el tono requerido por lo que decidió llevarselo a Don Abundio (que también reparaba grafonolas y algunos instrumentos musicales) para que se lo enderezara. Se hizo el trato, él dejaría el instrumento y Don Abundio se comprometió a entregarlo unos días después. Don Abundio, con toda la paciencia que requería el trabajo, procedio a restirarlo quedando el instrumento bien derechito. Cuando se cumplió el plazo, llegó el propietario del instrumento y pregunto sobre el trabajo, Don Abundio le dijo que ya había terminado señalando con el índice a la esquina en que se encontraba el instrumento muy bien enderezado tal como le había solicitado. Ya se han de imaginar lo que sintió el propietario, quien le reclamó que el instrumento no tenia la forma en la que se lo había entregado, pero Don Abundio le dijo "Ud.me ordenó que enderezara el instrumento ... y ahi lo tiene enderezado". No hubo mas reclamo y previo pago el músico salió disgustado .... aunque sin razón. Manuel Marmolejo Dávila.- Febrero del 2003 |
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