(Página 64)
...La mano del Presidente se levantó, imponiendo silencio. Entonces se escuchó la voz del edecán militar diciendo: "¿Cuál es nuestro destino ahora Presidente?".
De la muerte anunciada del Presidente al puesto de destinación siguiente de los edecanes. Eran dos extremos opuestos de un mismo escenario donde se medían las grandezas y bajezas de la conducta humana.
- Salgan de aquí, porque no puedo garantizarles su seguridad, y vuelvan a sus instituciones. Es una orden - dijo el Presidente dando por terminada la reunión.
Estiró su mano para estrechar las de ellos. Un gesto de alivio se dibujó en los rostros de los uniformados. El comandante Sánchez dice que a él le dio un abrazo. Los acompañó hasta la antesala y dio órdenes para que la guardia los dejara salir del Palacio.
Fue entonces cuando el Presidente debió decidir que ya era hora de despedirse. Cada minuto tornaba más insegura la posiblidad de que alguna radio leal pudiera transmitir su último mensaje a la ciudadanía. Quizás tomó lápiz y papel para bosquejar un discurso. No, no había tiempo. Todo indica que no tendría dudas acerca de qué decir y cómo decirlo. Abrió la puerta hacia su salón privado y pidió un informe sobre las radios que estaban aún en el aire. Las radios Corporación y Portales habían sido bombardeadas. Hasta radio Magallanes y radio Sargento Candelaria estaban ya sufriendo interferencias, le dijeron.
Se acomodó en su sillón y tomó el teléfono que lo conectaba con radio Magallanes. Ya pasaban de las 9.15 de la mañana. Carraspeó para aclarar la voz y comenzó a hablar, con la profunda serenidad que sólo podía darle la certeza de haber traspasado la barrera de la muerte, del temor a la muerte. Había amado la vida como el que más. Había venido a este mundo equipado con una profunda vocación por ser feliz y gozar del placer. Amaba la estética profunda que se daba en la pintura y en la música, en la buena mesa y en la buena ropa, en el perfecto cuadriculado de su tablero de ajedrez, en los ojos claros de la mujer amada, en la lealtad de su familia y sus amigos. Y porque sabía que estética y ética conformaban un mismo gran valor, se había hecho socialista, aspirando a construir un mundo sin la fealdad de la injusticia y la violencia.
Amaba la vida como el que más y ahora estaba al borde de sacrificarla. Y su sacrificio era a plena conciencia, en un acto libre que lo hacía más libre aún. ¿Un avión para irse al exilio?, ¿renunciar al cargo con la pistola en el pecho y con su renuncia ungir a un sucesor ilegítimo que barrería con las libertades ciudadanas y derechos conquistados a lo largo de décadas?. La oferta lo había ofendido profundamente. Aceptarla era traicionarse y traicionar al pueblo que había creído en su proyecto de socialismo democrático. Aceptarla era traspasarles un poder moral del que siempre carecerían.
Dos palabras debieron resonarle por dentro: dignidad y lealtad. Así quería ser recordado: como un hombre digno que supo ser leal. De su coraje dependía el sello estético - ético de este acto final de su vida. La decisión ya estaba tomada: o lo mataba una bala golpista o se mataba él mismo. Muerto sacarían al Presidente de La Moneda.
Ahí
estaba, respirando tranquilo y articulando cada palabra con cuidado. Miles
y miles de discursos había pronunciado en plazas y salas de su patria
desde que, a los veintinueve años, se presentó como candidato
a diputado. Ahora tenía sesenta y cinco años y este era su
último discurso.
···
"Amigos
míos, esta es la última oportunidad en que me pueda dirigir
a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de radio Portales
y radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura, sino
decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han
traicionado el juramento que hicieron...soldados de Chile, Comandantes
en Jefe titulares, el almirante Merino que se ha autodesignado, más
el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara
su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado Director
General de Carabineros".
"Ante estos hechos, sólo me cabe decir a los trabajadores: yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo, que tengo la certeza, de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente".
"Tienen la fuerza. Podrán avasallarnos. Pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos".
"Trabajadores de mi patria, quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron. La confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia. Que empeñó su palabra en que respetaría la constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios".
"Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños".
"Me dirijo a ustedes los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los Colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista da a unos pocos".
"Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos...porque en nuesto país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente, en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder: estaban comprometidos. La historia los juzgará".
"Seguramente radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa. Lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores".
"El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar, ni acribillar; pero tampoco humillarse".
"Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse, Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor".
"¡Viva
Chile!, ¡Viva el pueblo!, ¡Vivan los trabajadores!. Estas son
mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no
será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, será
una lección moral que castigará la felonía, la cobardía
y la traición".
···
Un
sobrecogedor silencio quedó flotando en el aire cuando el Presidente
dio por finalizado su discurso. El último discurso...