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CON UN PIE EN CADA BOTE
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Mientras se profundiza la crisis social, producto de la disputa de intereses y poder político entre sectores del imperialismo, el gobierno de De la Rua no termina de "deshojar la margarita" y los minúsculos sectores patronales nativos, los que tienen sus ganancias atadas al mercado interno, imploran porque no les saquen las últimas migajas que caen de la mesa del gran capital. Del otro lado de los intereses, el movimiento obrero y de masas, no logra superar su dispersión y desorganización de la que es muestra la limitada, aunque importante, acción de sectores populares que se unifican en cortes de rutas.
Disputa imperial No se puede entender la crisis sin tomar como referencia las fuerzas internacionales que la producen. Argentina depende financieramente de Estados Unidos pero también de las inversiones de la Unión Europea. "En Madrid tiemblan por las inversiones en Sudamérica" titulaba un artículo The Financial Times para explicar la abrupta caída a finales de junio de la bolsa madrileña: las cinco mayores empresas, que representan un 70% del volumen bursatil, tienen una alta proporción de sus activos en América latina. Entre 1990 y 1999, para Argentina, las inversiones europeas significaron más del 38%. España invirtió 31.873 millones que representaron el 25,2%, las de Francia representaron el 8,1% y las de Italia un 5%. Por su parte las empresas estadounidenses invirtieron 47.307 millones de dólares, que representan el 37,4%. Respecto a la dependencia financiera baste recordar que el año pasado Argentina pagó 28 mil millones, 18.406 millones de dólares de amortización de capital y 9.645 millones de intereses. Solo una décima parte de lo que Cavallo quiere recaudar con este nuevo tramo del ajuste interminable. Otro inversor significativo fue Chile con el 6,7%. Es indudable que esta importante dependencia económico financiera no puede sostenerse sin poder político. Es común que al decir "imperialismo" lo liguemos al mayor poder "imperial" como nación: los Estados Unidos de Norteamérica. Con frecuencia olvidamos en el lenguaje común que los imperialistas, quienes manejan los monopolios y el capital financiero, cuentan con más de un estado para defender sus intereses, aunque no sean tan poderosos como el yanqui. El siguiente episodio muestra que no sólo los yanquis presionan. El ministro de Defensa de la República Federal Alemana, Rudolf Scharping, en su visita oficial de fines de mayo mostró, una vez más, que "libertad de mercado" es sólo una frase retórica. El ministro "admitió que había advertido a sus interlocutores oficiales que la suspensión del contrato que la Argentina concedió a la empresa multinacional alemana Siemens a mediados de los años 90 para que confeccionara los DNI era un error y, seguramente, obligaría a otras firmas de la misma nacionalidad a 'reevaluar' sus negocios. De hecho ya se ha dejado trascender que Volkswagen está a punto de suspender una inversión de 40 millones de dólares. Cuando se le preguntó a Scharping cuál era la jurisdicción que podía invocar un ministro de Defensa para abogar en favor de una empresa privada, no se inmutó para responder: 'Nosotros consideramos la seguridad como una cuestión integral; no es sólo el terrorismo una amenaza.'" Pequeñas anécdotas como esta seguramente habrá cientos, a pesar de que difícilmente se publican. El campo de disputa entre estas dos manifestaciones del imperialismo, está lejos de reducirse a Argentina e incluso a Latinoamérica. En los últimos cuatro años las compañías estadounidenses invirtieron en Brasil tres veces más que en China. Hacía décadas que los monopolios no invertían tanto dinero en Brasil incluyendo la cifra récord del año pasado de 30.600 millones de dólares. Sin embargo los mayores inversores no fueron los yanquis sino los españoles. Brasil fue el tercer destino más atractivo del mundo para inversiones extranjeras directas. "En estos últimos años, buena parte del capital extranjero fue dirigido a sectores que habían sido privatizados hace poco o liberalizados, y el ciclo de inversiones en estas industrias aún debe completarse. Desde la privatización en 1998 de US$ 19.000 millones del sector telecomunicaciones, grupos como Telefónica de España, MCI de EE.UU. y Telecom Italia inyectaron miles de millones de dólares en un país que en 2002 liberalizará por completo un sector donde hay una explosión de telefonía celular. Estos aparatos pasaron de 1 millón en 1996 a más de 20 ahora.También hay expectativas en el sector petrolero, ya que de a poco ingresó capital privado a un sector que tenía monopolio estatal. Se calcula que las inversiones en la próxima década llegarán a los US$ 110.000 millones con fuerte presencia de Shell, BP Amocco y Amerada Hess." El "paquete" que significa el Mercosur para el saqueo es muy grande y por esto la disputa no es pequeña. Se mueven los botes Sin embargo el marco general de latinoamérica como campo de disputas interimperialistas no es suficiente por sí mismo para explicar específicamente la situación en Argentina. A los otros países de la región no los vapulean ni les cortan el crédito. Si Argentina cumple con todos los dictados del norte ¿Por qué tiene un "riesgo país" que significa el corte de la financiación? ¿Acaso el ministerio de economía no tiene un equipo fiel a los dictados imperiales? ¿No les basta con seguir matando chicos y sacarles las migajas a los pobres jubilados? Cuando Alan Greenspan, titular de la Reserva Federal de los EE.UU dijo que "No habrá efecto contagio, Argentina tiene un problema doméstico" los entendidos conocieron que EE.UU. le había sacado el apoyo político y económico a la Argentina. El mensaje de Washington complicó la situación del gobierno al generar un aislamiento hacia la Argentina, muy distante de los apoyos de otrora y los blindajes. El poderoso Consejo Nacional de Seguridad de los EE. UU., envió a una funcionaria importante, Joanna Wallace, en una misión discreta para evaluar la situación argentina entre el 23 y el 25 de julio. Decimos poderoso porque es un organismo que subordina otros organismos poderosos como la CIA o el departamento del Tesoro. La misión fue personal porque Wallace no sólo estuvo con los más altos funcionarios del gobierno, también conversó con funcionarios de menor jerarquía que hoy son interlocutores confiables de Washington. El mensaje público que trajo desde Washington fue que existe una preocupación creciente por la situación financiera y política de la Argentina, pero además planteó otros temas "que distancian la relación entre ambos países": el "incumplimiento de pactos políticos sobre el rol que debía jugar Argentina en América latina". Deshojando la margarita Argentina es momentáneamente la pieza clave para el proyecto regional de saqueo de los Estados Unidos. Necesita quebrar la resistencia de Brasil, apoyada por Venezuela y la Unión Europea para imponer el Acuerdo de Libre Comercio de la Américas (ALCA) y subordinar a la nada desdeñable burguesía brasileña. En este contexto tampoco es casualidad que Brasil, desde la asunción de Cavallo, haya devaluado alrededor del 40% tratando de forzar una devaluación en Argentina.. No destrozar el Mercosur es el incumplimiento al que se refieren. Deshojando la margarita aún no decide por la presión de Washington para entrar sumisamente al ALCA, repudiando el Mercosur, o seguir al Brasil apoyando por la Unión Europea. El dilema del gobierno es que no consigue un consenso mayoritario entre los grupos de poder, pero tampoco logra que un sector se imponga sobre otro, para definirse estratégicamente entre estos dos "patrones". La visita de John Taylor, número dos del tesoro yanqui, el 3 de agosto es parte del juego de apretar sin ahorcar, para mostrar quién es el que decide. Bajo la mesa, implorando migajas Al borde de la extinción como el oso panda, los minúsculos sectores patronales nativos, los que tienen sus ganancias atadas al mercado interno, imploran porque no les saquen las últimas migajas que caen de la mesa del gran capital. Pero no tienen suerte con el "mejor alumno" de Washington que no les deja margen. Con el aval de los superpoderes, el Gobierno modificó por decreto la ley de infraestructura que el Congreso había aprobado a fines de marzo. El Plan de Infraestructura proyectaba inversiones por 20.000 millones en 5 años y prometía emplear a 500.000 personas. La transformación no es menor, ya que beneficia a las empresas constructoras extranjeras. Las constructoras nacionales tenían la posibilidad de igualar la mejor oferta que realizase una empresa extranjera si el margen de cotización era hasta de un 10%, y en ese caso ganaban la licitación. El decreto elimina la opción de las empresas nacionales y locales de capital extranjero de igualar la mejor oferta de una compañía extranjera si esa constructora pertenece a un país con el cual la Argentina firmó un tratado "de protección recíproca de inversiones", y pertenecen a esta categoría las empresas constructoras extranjeras radicadas en Estados Unidos, España, Francia, Alemania e Italia. En la práctica, derogan el "compre nacional". Políticamente, por el momento, sólo hay retórica. Ni Raúl Alfonsín ni sectores del Frepaso están dispuestos a ir más allá de las declamaciones como expresión de estos intereses. Las luchas de resistencia La expresión más alentadora desde el movimiento obrero y de masas son las luchas de resistencia, que con fuertes limitaciones vienen dando sectores estatales y "piqueteros". Luchas que apoyamos con solidaridad e intervención. Estas fuertes limitaciones, que explican su debilidad, tienen que ver con algunas de las revindicaciones que levantan y con su dirección. Los dos puntos importantes que unifican la lucha con piquetes son la liberación de los detenidos, punto que debe ser apoyado incondicionalmente, y el de los subsidios, como política para acabar con el desempleo. La política de los subsidios está motorizada por la misma dirección de los piqueteros de la que es un importante referente Luis D'Elia, integrante de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) y concejal frepasista de La Matanza. La CTA lanzó una política contra la desocupación que consiste en un proyecto de subsidios de 380 pesos mensuales por dos años, más 60 pesos de salario por hijo. Para conseguir el subsidio, propone juntar un millón de firmas para forzar una consulta vinculante para aprobarla. Ningún trabajador puede oponerse a que se otorgue un dinero mensual por dos años a los desocupados, como tampoco nadie puede oponerse a que aumenten el monto de las jubilaciones. Esto sólo significaría la devolución de una parte del robo a que nos someten. Pero esta no es una propuesta de emergencia y supervivencia ante el hecho brutal de la masa de desocupados, como los planes trabajar que los piqueteros arrancan de tanto en tanto con sus luchas, es una política permanente para subsidios de dos años como mínimo. Más allá de la discusión acerca de si es posible conseguir estas cifras y plazos, creemos que esta propuesta es incorrecta. Y lo es porque divide en lugar de unificar. En primer lugar divide entre ocupados y desocupados y acepta que exista una gran franja de desocupados, esto se traslada inmediatamente a enfrentar pobres contra pobres. En segundo lugar divide entre los desocupados con subsidio y los que no lo puedan conseguir por no reunir los requisitos que el gobierno ponga. Tal como lo expresan cientos de desocupados de base su lucha es por trabajo digno para todos no para quedarse en situación de desocupados. En este sentido tampoco para los trabajadores tampoco puede ser una política de mediano plazo la continuidad de los planes Trabajar, que significan para algunos compañeros trabajar en negro por sueldos irrisorios, lo que implica la baja del salario, y el clientelismo político con los punteros de turno. Sólo con una política independiente de los trabajadores, que unifique organizativamente nuestras reivindicaciones, podremos cambiar la relación de fuerzas a favor de los trabajadores. Todas nuestras demandas están planteadas hoy en el terreno político. Soluciones existen No conseguiremos acabar con el hambre y la desocupación con una lucha sindical aislada, en una sola fábrica, o en un solo gremio, ni sólo con los estallidos sociales que atraviesan el país, si estas explosiones de los trabajadores, con o sin trabajo, no se unifican en una respuesta política propia. Hoy, que hemos perdido conquistas centenarias como las 8 horas, es preciso un triunfo político, como un Argentinazo, para recuperarlas. Este triunfo político debe ser preparado, sin prisa pero sin pausa, reagrupando las fuerzas dispersas, en la conciencia de que sólo un triunfo político contra el gobierno puede conseguirlas. Para combatir la desocupación precisamos medidas de fondo. Si el poder político lo manejáramos los trabajadores, la solución al problema de la desocupación sería inmediato. Como existe un desocupado por cada cuatro que tiene trabajo, bastaría con sacar un decreto que obligara a tomar un trabajador de la misma calificación cada cuatro, con el mismo sueldo. Esta sería una forma inmediata para repartir las horas de trabajo entre todos. Pero en el estado de desorganización política que estamos, como clase, esto no es posible. Por lo tanto, a pesar de las dificultades que esto implica, la solución más inmediata es la de dar pasos para la construcción de ese partido en el camino del Argentinazo. |
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