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EL ARTE DE LA REVOLUCIÓN
Ros Trepper |
La izquierda de post-guerra tanto los estalinistas como los pretendidos herederos de Trotsky han educado a sus cuadros en que el partido lo es todo y que el primer deber de un militante revolucionario es la de acatar las directivas de su comité central y la preservación del partido; y tan cierto es esto que su labor está siempre subordinada a esta premisa que todas las organizaciones en su actividad cotidiana reducen a la propaganda sus posiciones políticas sin comprometerse en impulsar a las masas para destruir el orden legal burgués, así podemos ver que su lucha es esencialmente por ganar el control y “dirigir”en lugar de desarrollar el proceso revolucionario y que las masas aprendan y comprendan que no hay otro camino para resolver las miserias del capitalismo que la revolución socialista. Por eso siempre las masas los “pillan” desprevenidos y nunca son protagonistas de otra cosa que no sean las elecciones burguesas, en las que por otra parte siempre reviewúan sus aciertos o sus errores, sus avances o retrocesos; en síntesis lo que algunos les gusta pregonar, “su influencia de masas” que se mide en la inserción electoral y para nada en la inserción en la lucha de clases, mucho menos en tomar el pulso a las masas. Tal política es dictada por intereses de clase y de casta de quienes les interesa más “controlar” que impulsar las fuerzas de la revolución. Hoy tenemos un buen ejemplo en la situación prerrevolucionaria que se vive en Argentina con un proceso en el que predominan las asambleas donde las masas discuten frenéticamente y buscan un camino para salir de la crisis. Lo viejo es repudiado por la mayoría, si algo tiene claro la gente es que no se puede seguir como hasta ahora y que “los políticos” se tienen que ir, pero aún no saben quien vendrá en su lugar ni como será el nuevo sistema de gobierno; No son conscientes aún que su acción, de seguir desarrollándose los llevará irremediablemente a destruir el estado burgués y a un nuevo tipo de estado basado en las asambleas de base de la sociedad que no es otra cosa que el socialismo. En este marco los partidos de izquierda se mueven con su acostumbrada cautela tratando de seguir por detrás de las masas para no ser blancos de los ataques del aparato represivo de la burguesía y no desafiar el sistema legal imperante en especial aquellos que quieren conservar sus puestos en la cámara de diputados con todos los privilegios que a estos aparatos políticos les reporta. Por ello tenemos desde aquellos que llaman a elecciones para postularse a la presidencia de la “nación” sea por el voto de la gente o por el de las cámaras del congreso burgués, como a los ya tradicionales oportunistas que siempre repiten su eslogan multiuso de “asamblea constituyente”. Así vemos como estos oportunistas de toda calaña tratan de controlar en esas asambleas todo el proceso de auto-organización de las masas para ponerla al servicio de su política conservadora y aunque tengan un discurso aparentemente revolucionario son en realidad conciliadores con el sistema político burgués en aras de la sacrosanta defensa de la “organización revolucionaria” que ellos autoproclamados todos dicen ser. Se podría decir que su razonamiento para justificar su acción es como sigue: La crisis estructural del capitalismo produce resistencia y lucha de las masas; Si continúan la lucha, la burguesía no puede estabilizar el sistema ni aplicar sus planes; Si las masas siguen movilizadas, su conciencia avanza y si esto ocurre... ¡listo! Las masas comprenden que ellos tienen razón, los ven como la dirección y la revolución se verá “asegurada” bajo su inmaculado control, por eso lo primordial es ganar el control de las asambleas y ganar tiempo para no precipitar la lucha de clases y mucho menos ser el blanco de la represión o perder los privilegios que los votos con tanto esfuerzo supieron conseguir. Así entonces la “conciencia de las masas” estará madura cuando ganen las elecciones presidenciales o que en momentos de turbulencias y movilizaciones como el actual,“ellos sean la dirección” y dirijan las asambleas populares. Por supuesto que si no estuviera el país convulsionado por la enérgica fuerza de las masas en movimiento, es justo que un partido de izquierda revolucionario o no se plantee utilizar el parlamento burgués como tribuna de denuncia, al fin ese puede ser un medio útil para la propaganda política e incluso como estímulo si se quiere para la lucha de los trabajadores; Pero permanecer en esa cueva de bandidos en este momento pone seriamente en dudas la integridad moral de esos pretendidos “dirigentes revolucionarios”. Por eso postularse a dirigir un proceso revolucionario desde el congreso burgués es francamente un despropósito por no llamarle directamente una traición; Tal visión solo cabe en la estreches mental del pequeño burgués pedante, que incapaz de comprender la realidad se obnubila con ésta, se asusta y paraliza; solo ve lo que su cobardía le permite concebir en su mente. Nada más remoto que acercarse a las penurias de las masas, no se puede pensar lo que no se siente, ni se puede sentir lo que no se vive, esto les incapacita para comprender la desesperación y la angustia de las masas y más aún los incapacita para ser la “dirección de la revolución”. El arte de la revolución se sintetiza en la compresión de las tareas históricas a través de las necesidades y tareas inmediatas. Como todo arte, éste siempre debe expresar los fenómenos vivos de su época, a veces conciente, otras más allá de la compresión inmediata pero estableciendo el puente entre la conciencia y la necesidad. Hoy los trabajadores están huérfanos de dirección, el proceso de ascenso prerrevolucionario que protagonizan las masas en las calles con un espontáneo proceso de autoorganización debe hacer reflexionar a toda la militancia de izquierda, debe impulsar el debate que produzca un cambio de rumbo a la política oportunista de las cúpulas de los partidos de izquierda, deben abandonar el parlamento burgués y deben luchar abiertamente por el parlamento de los obreros y la clase media, es decir por una alianza que empiece a allanar el camino de la revolución socialista. LOS EJEMPLOS DE LA HISTORIA Lenin en su época tuvo que librar durísimas batallas contra la socialdemocracia, que por entonces disputaban la dirección de los trabajadores al servicio de un proyecto de colaboración de clases; analizó y describió su época llegando a la conclusión que las condiciones económicas y materiales estaban maduras para el salto revolucionario y fue entonces cuando no dudó en enfrentarse incluso a su propio partido cuando se percató de que las masas rusas estaban dispuestas a ir más allá de las concesiones reformistas que la izquierda y gran parte de su partido querían. Hasta abril de 1917, Lenin al igual que todo su partido creía que la revolución en Rusia tendría varias etapas; primero democrático-burguesa, después gobierno obrero y campesino, y finalmente dictadura revolucionaria del proletariado. El caos, la anarquía y la bancarrota del viejo régimen hacían presagiar el posible estallido del sistema que pudiera hacer madurar las condiciones para el asalto al poder por el soviet, pero nadie estaba seguro de que esto fuera a suceder ni en que plazos. La realidad, el poderoso proceso de auto-organización de las masas en esas “asambleas populares” que se multiplicaban por todo el territorio y que se llamaron soviet (consejos) y el nivel de los debates en su seno junto a las acciones y resoluciones que adoptaban iban perfilando en estado germinal las características del nuevo poder que la sociedad empíricamente encontraba en una desesperada búsqueda por salir de las penurias de la miseria y de la guerra. Fue la realidad la que demostró el error de esquema que tenía la mayoría de la izquierda y Lenin que lo único que le importaba era la acción revolucionaria cambió, abandonó los esquemas preestablecidos y elaboró otra teoría que le permitiera comprender para llevar adelante una política revolucionaria. Lenin que era un hombre de un carácter estrictamente científico, que elaboró pautas precisas de acción y una clara concepción de partido; fue siempre el primero en romper con los esquemas cuando ello no explicaba la realidad. Ese podríamos decir, es el verdadero “arte de la revolución” ver la realidad como es, sin esquemas y prestando atención a los sentidos; es decir a lo piensan, sienten y necesitan las masas. Como es lógico suponer para realizar una revolución es necesario ir contra toda institución del viejo régimen, contra toda ley preexistente que legitime el orden burgués y también en contra de las instituciones obreras burocráticas y pequeño burguesas que se opongan a una salida revolucionaria; pero más aún también contra la política de los vacilantes dirigentes de los autoproclamados partidos “revolucionarios” y contra sus esquemas teóricos si estos se revelan como traba para las fuerzas sociales, que a través primero, de la anarquía, la confusión y la inconciencia van construyendo el germen de la nueva sociedad y que como se puede ver, lentamente va tomando cada día una forma de auto-organización cada vez más conciente y preparando el camino de sepultar el viejo régimen burgués y destruir el aparato del estado. EL DEBER DEL REVOLUCIONARIO La dirección revolucionaria debe resolver esa contradicción, esa dicotomía entre necesidad y conciencia, debe establecer el puente como explicaba Trotsky en su teoría de la revolución permanente, haciendo conciente el movimiento inconsciente y esto sólo se puede lograr en un abierto debate con propuestas que sirvan para desarrollar la auto-organización, apelando a las masas y no tratando de copar asambleas para imponer políticas de aparatos al mejor estilo de las maniobras de la burocracia sindical. La obsesión debe estar en desarrollar al máximo esas asambleas, crearlas allí donde no exista y defender la democracia obrera donde exista, pero acompañando la experiencia de la gente y respetando por sobre todo sus tiempos, sin temor a romper con los esquemas. Por eso pensar en ser la dirección de las masas no significa imponer el liderazgo sino convencer a los lideres de esas asambleas y preparar a todos para las difíciles y decisivas batallas que se avecinan. No hay dudas de que es una “intrépida tarea” más no será posible realizarla desde la óptica del demócrata pequeño burgués asustado, preocupado por las formas externas, por las apariencias o poniendo por encima los intereses partidarios en el afán de ser “la dirección” este es el único camino para tomar el pulso al estado de ánimo de las masas y de ir ganando su confianza para una perspectiva revolucionaria; de otro modo serán otro aparato político más y se ganarán el odio que ya las masas profesan a los políticos del régimen parlamentario burgués. LA IZQUIERDA ABSORVIDA POR EL PARLAMENTERISMO Hoy la izquierda vive su “momento de gloria”, la cámara de diputado tiene un contingente de diputados de las diversas expresiones agrupadas en IU y en el movimiento liderado por Zamora. La izquierda a sabido capitalizar el descontento electoral de las masas y hoy se cocinan en su salsa embriagados con la cuota de poder que le dieron los votos del sistema electoral burgués con sus beneficios que fortalecerán seguramente sus alicaídas arcas. Pero ahora la crisis prerrevolucionaria los está poniendo a prueba y como está a la vista poco han aprendido del pasado, por eso como en el 89/90 sus consignas giran todas alrededor del mismo eje: “asamblea constituyente” es decir volver a votar, parece ser que la izquierda con representación parlamentaria en Argentina piensa que a través de las elecciones burguesas se puede hacer una revolución socialista. Así son nuevamente el furgón de cola del sistema en el relevo de la socialdemocracia y han preferido permanecer en los brazos seguros de la “inmunidad parlamentaria” en sus mullidos sillones de diputados de “la nación”... eso sí, de izquierda. Seguramente hoy como ayer “los líderes” de esos partidos seguirán con su política de “llamar a luchar” a los dirigentes de la CGT, CCC, CTA a preparar tal o cual medida de lucha pero siempre con la seguridad de que no serán ellos los que lo hagan. Nada más ajeno al partido revolucionario, nada más lejano de lo que debería hacer una dirección revolucionaria, por cierto que el camino de la revolución no está cubierto de rosas, este es un oficio peligroso y para nada “seguro” por lo que el riesgo es muy grande mucho más cuando se avecinan batallas decisivas en que se pondrán a prueba toda la potencia de las masas y la valentía de sus dirigentes. La dirección de la revolución es por naturaleza subversiva, busca subvertir el orden establecido y por tanto debe vivir al filo de la ley como haciendo equilibrio sobre una afilada navaja, debe estar siempre predispuesta a encabezar las luchas trascendentes que la historia nos obliga a librar por que esa es su razón de existir, esto significa que en momentos como el que se vive en Argentina es mas que nunca necesario que la izquierda revolucionaria rompa con el parlamentarismo burgués y se juegue el cuello en la tarea de la revolución sumándose al camino de subversión y de rebelión que ya iniciaron las masas; No es posible creer que aquellos que se dicen revolucionarios continúen en una institución que a sido uno de los pilares de la Argentina colonizada por las corporaciones financieras y que las masas han tratado de destruir en varias ocasiones como expresión del odio que genera una de las instituciones más putrefactas del Régimen. Las bases de esos partidos deben exigir a sus dirigentes romper con el parlamentarismo burgués y a que se pasen al campo de la revolución para construir un poder alternativo desde las bases mismas de la sociedad. No bastan los llamados a la “unidad de la izquierda” alrededor de un programa mínimo, no bastan los llamados al “frente único revolucionario” si esto no es acompañado de un claro signo de enfrentamiento al Régimen burgués; solo si la izquierda es capas de bajar de su pedestal a las turbulentas aguas de las masas en movimiento estaremos en condiciones de empezar a creer que la posibilidad de un cambio revolucionario sea posible, de lo contrario como ya sucedió en el pasado deberán asumir nuevamente la responsabilidad de una nueva derrota del pueblo Argentino y de los trabajadores que dicen representar. LA CLASE OBRERA TODAVÍA NO HA ENTRADO EN ESCENA Se suceden unos tras otros los cacerolazos, las masas populares canalizan en estas protestas de “clase media” sus aspiraciones y sus ilusiones de encontrar una salida a la crisis, a la miseria y bancarrota del capitalismo argentino. Mas los obreros permanecen aún sin irrumpir en escena como clase organizada y eso significa que mientras los obreros continúen trabajando el sistema funciona aunque este boqueando como pez fuera del agua, los intereses de la burguesía seguirán a salvo y los cacerolazos “pacíficos” irán desgastando a las masas y dando tiempo al gobierno para desmontar la bomba de relojería sea a través de planes de asistencia social o mediante el aparato represivo, o alguna otra combinación. Las luchas obreras que se suceden unas tras otras, todavía tienen el signo defensivo desde la derrota de la huelga de la Ford bajo el gobierno de Alfonsín, que se suman a otras trascendentes derrotas como las de telefónicos, ferroviarios y fraternales, a los despidos masivos posteriores al crack económico del 89 y a las privatizaciones al comienzo del gobierno de Menem y de los que la clase obrera no se pudo recuperar. Toda lucha que se ha dado a sido en un marco de resistencia, defensivo y si hubo algún que otro “triunfo” parcial no ha servido para recuperar la moral de la clase obrera en su conjunto, los trabajadores aún sufren los devastadores efectos de la destrucción del aparato productivo de la Argentina a manos de las corporaciones transnacionales con el beneplácito de los socios burgueses locales que han aumentado los niveles de explotación hasta límites insospechados y han institucionalizado la dictadura dentro de las fábricas y empresas con la ayuda de la burocracia sindical y de un estado opresor de los trabajadores para ahogar cada intento de romper sus cadenas. Seguramente los empresarios como siempre pedirán multiplicar el esfuerzo de los trabajadores y aquellos que tengan el “privilegio” de seguir trabajando aunque sea por un miserable salario, se lo pensaran mucho antes de enfrentarse a un conflicto parcial que visto y considerando los dirigentes sindicales que se encargan de controlar y despedir a cuanto compañero levante la cabeza, es un tanto temerario intentar resistir salvo que no quede otra alternativa como sucede con la falta de pago o directamente con los despidos masivos. Así la clase obrera a quien en su día la “clase media” supo darle la espalda ilusionada con el programa de las privatizaciones y el plan de un peso, un dólar hoy le devuelve el favor y asiste al cacerolazo diluido en las masas de protesta sin poner sobre la mesa el potencial de clase económica poderosa que tiene en la sociedad puesto que es sabido que la huelga general es una formidable arma de los trabajadores mucho más poderosa que las manifestaciones “pacificas” y los cacerolazos. Esto además es así por que los trabajadores no ven aún una salida colectiva ni ha surgido la dirección en que puedan depositar su confianza. Pero las masas populares han aprendido trágicamente, saben que no puede un país vivir y desarrollarse armónicamente si la sociedad expulsa y margina, si para que algunos vivan bien la mayoría tiene que padecer la miseria más atroz, hoy el individualismo pequeño burgués de la clase media rioplatense se ha unificado con los sectores más sumergidos coincidiendo en un torrente de movilización que está sacudiendo los cimientos del sistema capitalista; Sabemos que su aspiración es el justo reclamo de recuperar los dineros confiscados, sabemos también que si el gobierno les devolviera sus depósitos se desactivaría la bomba de relojería de los cacerolazos, pero todo el proceso ha sido muy profundo y difícilmente la situación se retrotraiga al pasado, las lecciones han sido muy grandes y la gente tiene muchas más razones por las que continuar luchando puesto que la Argentina está no solo en bancarrota sino que prácticamente destruida en su estructura productiva lo que llevará muchos años recuperar por lo demás una obra casi imposible bajo las reglas actuales del capitalismo transnacional. El capitalismo imperialista no puede recuperar la economía Argentina, solo puede seguir aplicando su política de saqueo y de extracción de la plusvalía a través de la expropiación de la renta nacional, no puede reflotar el aparato productivo por que necesita seguir exportando su recesión a los países “dependientes” sometiéndolos a su política de superconcentración de la riqueza mundial, es por la misma razón que las guerras en el mundo seguirán en aumento y los ejércitos imperialista continuará tratando de aislar a los países “rebeldes”. Así la crisis Argentina no es más que la expresión exacerbada de la crisis mundial imperialista que arroja a tres cuartas partes de la humanidad a la miseria creciente. Sin dudas se están viviendo horas dramáticas y decisivas, más como demuestra la historia solo la unidad de los pueblos puede romper con la esclavitud imperialista, y solo las fuerzas del proletariado organizado en el poder podrán sacar al país de la postración del capitalismo en franca putrefacción y decadencia crónica que ha llevado al pueblo a límites de barbarie inimaginables. Pero además Latino América es hoy un hervidero, es un genuino polvorín o si se quiere una “bomba atómica de relojería” por lo que Argentina no está sola y no se puede pasar por alto que el proceso que vive el país es esencialmente el mismo que en toda Sudamérica por lo que son nuestros aliados naturales y no por casualidad las caceroladas están recorriendo el continente. Por eso la clase media rioplatense debe hacer suya las reivindicaciones de la clase obrera, rodear cada conflicto con solidaridad, las asambleas populares deben ir a las fabricas a hablar con los obreros y organizar la lucha juntos por una nueva sociedad, una nueva Argentina libre, justa, latinoamericanista e internacionalista abierta a los trabajadores y a todos los hombres de buena voluntad de todo el mundo, y los trabajadores deben emprender el camino de su emancipación de las cadenas de la explotación capitalista, deben organizar sus comités de fabrica, deben destituir a los dirigentes que no quieran ponerse a la cabeza y terminar con el imperio de los traidores burócratas sindicales. Juntos, obreros y empleados, clase media y desocupados, activos y pasivos, jóvenes y viejos todos juntos deben unirse en la perspectiva de una huelga general por tiempo indefinido hasta romper todo pacto colonialista y romper con el FMI como primer paso para empezar a recuperar el país de la catástrofe económica y social que padece, a través de esas miles de asambleas populares organizar esa gran lucha para liberar al pueblo de la esclavitud imperialista e ir sentando las bases de una nueva forma de organización social que faculte al ciudadano para el control eficaz y directo del poder institucional. TERMINAR CON EL REINO DEL REVÉS Todos sabemos que el gobierno Duhalde es más de lo mismo, que las instituciones del régimen político están putrefactas y que son una cueva de bandidos. Sabemos también que este régimen, que ha legitimado el genocidio y ha dejado a los asesinos del proceso en libertad, que ha entregado el país a las corporaciones no puede hacer otra cosa que seguir defendiendo el pacto de Olivos que junto a la constituyente reformadora le puso su broche de legalidad para institucionalizar una “tiranía constitucional” y que no serán capaces de enfrentarse al imperialismo. Ellos seguirán intentado gobernar como hasta ahora lo vienen haciendo, descargando la crisis sobre las espaldas del pueblo Argentino, aplicando planes de ajuste, saqueando los bolsillos de los contribuyentes, destruyendo la salud y la educación, confiscando y saqueando los depósitos de los ahorristas, repartiendo miseria y en definitiva continuando con su obra de destrucción y de entrega. La mayoría aún duda o no tiene claro cual debería ser la salida, pero el país ya ha vivido largos años de catástrofe que llevó a la población a un estado de “sálvese quien pueda”. La mayoría al fin se ha dado cuenta que ya no se puede seguir así. Pero en los marcos de la bancarrota moral y material en que está inmerso el país, lo natural y lógico es que la corrupción y el saqueo institucional seguirán desarrollándose sin límite alguna puesto que se ha impuesto como forma de supervivencia del sistema. Por eso todos sabemos, con más o menos conciencia que no será posible construir un país digno y civilizado, donde exista la plena vigencia de los derechos humanos, si no surge una nueva sociedad que esté decidida a elevarse humanamente en la escala de la civilización. El derecho de los pueblos a ser libre, el derecho del ciudadano a la igualdad política y jurídica sólo puede ser realizado en los marcos de un orden económico donde el centro lo ocupe el interés general por construir una sociedad más humana, con solidaridad y fraternidad; Esto es lo que necesita el país para salir de la catástrofe y esto no puede ser posible en medio de la bancarrota del capitalismo. Necesariamente debemos encontrar nuevos caminos, nuevos mecanismos legales que permitan el pleno ejercicio del poder ciudadano en una “alianza” entre los obreros y la clase media, esas miles de asambleas que se multiplican día a día deben preparar la “toma de la bastilla” y la nueva “convención” que establezca un nuevo contrato social para fundar un nuevo país y un nuevo estado sobre la base del inalienable derecho a la autodeterminación de los pueblos y a vivir en libertad de cara a la emancipación y la unidad latinoamericana. Pero esa convención no es lo mismo que la asamblea constituyente burguesa o la que se plantea desde las tribunas de la izquierda en el parlamento, no se puede llamar a las masas a hacer una Asamblea Constituyente desde adentro mismo de la cueva de los bandidos que han llevado a esta catástrofe sin precedentes; Dejemos pues a los “genios iluminados” de la izquierda que sigan postulándose a la presidencia del parlamento burgués, seguramente cobrarán algo por los servicios prestados y dejarán en claro que nada tienen que ver con los trabajadores y la revolución; Esa es la razón dicho sea de paso de por que las masas y los trabajadores no ven en la izquierda la salida a la crisis, por que el doble discurso de esos aparatos llama a confusión y la provoca desconfianza y la sospecha de que no se puede fiar uno de gente que está en el mismo barco que los más conjurados enemigos del pueblo en medio de un proceso de ascenso y autoorganización con durísimas batallas libradas contra el mismo congreso que hoy representan los diputados de la izquierda. Evidentemente no es lo mismo, es la convención de los obreros y la clase media, es decir del hombre de a pié, el ciudadano común y no el bandido político profesional que todos conocemos y que por otra parte no será posible realizar sino como conclusión de un basto proceso de unidad y de dura lucha, por que la primer tarea que deberá resolver esa convención de re-fundación de La Argentina será la de destruir el estado burgués colonialista y abolir su Régimen de tiranía constitucional, además meter en la cárcel a todos los ladrones que se enriquecieron a costa del saqueo del estado y de la miseria del pueblo, a los políticos corruptos que vendieron el país, a los ya probados cómplices de la dictadura del proceso y a los militares genocidas. No hay otro medio más que el camino de la insurrección para salir de la catástrofe. |
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