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Fortalezcamos las Asambleas Populares
Grupo Socialista Guernica |
Las jornadas de diciembre
A grandes rasgos puede decirse que EEUU obtiene sus beneficios de Argentina a través del sector financiero: el 80% de los pagos va a organismos internacionales que están en la práctica en poder de ellos. Los bancos europeos (HSBC,BBV) sólo tienen en Argentina un 3% de sus inversiones en América Latina. Europa obtiene sus cuota de saqueo comercialmente, a través del retorno de capitales de las privatizadas: ENDESA, TASA, REPSOL, TELEFONICA, TELECOM y otras. La evolución de pagos de la deuda se duplicó para 1995, y para el 2000 superó los 30.000 millones de dólares. Para el 2001, la cuota del saqueo, el impuesto imperial al que llaman “deuda externa”, se volvió políticamente incumplible. Ante esta realidad los bancos y los grandes monopolios se robaron los depósitos de la clase media, como “seguro de pago”. Sí un robo directo. EEUU pasa entonces a pedir la devaluación con dos objetivos: recuperar un nivel productivo para seguir cobrando en algún momento (¡más todavía!) y reventar a sus competidores europeos a quienes se les reduce el retorno en dólares que generan sus superganancias, porque no pueden llevarse las empresas como los yanquis se llevan los depósitos. Este final era previsible si se prestaba atención a las peleas entre yanquis y europeos para decidir a quienes beneficiaban los “préstamos” de los organismos financieros internacionales. Desde julio los yanquis empiezan a discutir un recambio para De la Rua-Cavallo y este fue el objetivo de la visita de Joanna Wallace enviada especial de Condolleza Rice, virtual jefa de gabinete de Bush. Cavallo que había asumido como árbitro interimperialista apostaba a mantener los pagos de la deuda al mismo tiempo que la convertibilidad para que no se perjudicara ningún sector imperialista, y en su voraz avance arremetió contra los sectores más desprotegidos, rebajando sueldos y provocando miles de despidos. En este camino se producen luchas de resistencia parciales en especial de sectores estatales y de sectores de la pequeña burguesía ligada al consumo interno. En su última etapa Cavallo peleaba por recortar el gasto de la burocracia del estado, sostén de los aparatos políticos, y de los gobiernos provinciales que están casi en su totalidad en manos del peronismo (PJ), como paso previo a privatizar los restos de los sectores de salud y educación que están a cargo del estado. Como consecuencia de este avance saqueador del tándem Cavallo-De la Rua, la Unión Cívica Radical (UCR), uno de los tradicionales partidos de la burguesía nativa pero que se asienta en un electorado de clase media, perdió cientos de miles de adherentes. A mediados de año, coincidiendo con la visita de Joanna Wallace, el partido que se había quedado con el gobierno, la UCR le retiró el apoyo a su presidente, De la Rua. Después de la derrota de la UCR en las elecciones de octubre y el repudio político que cosechó, el PJ aunque tampoco fue un claro ganador, realizó un congreso partidario en noviembre donde decidió postularse como reemplazo a De la Rua, colocando un hombre suyo en la línea de sucesión presidencial, cortada por la renuncia del vicepresidente Carlos Alvarez. El avance del PJ para que la aplicación de la Ley de Acefalía los pusiera a ellos nuevamente en el gobierno contó con el silencio cómplice de la UCR, que maneja Alfonsín. El primer día de diciembre Cavallo incauta todos los depósitos bancarios en su intento por garantizar el pago de la deuda externa y produce una bancarización compulsiva de la economía a favor del sector financiero, que prácticamente paraliza la actividad económica interna y que produce las primeras manifestaciones de comerciantes y clase media en las calles. El día 13 se cumple un paro nacional contundente llamado por las tres centrales sindicales, y como paso previo el sector de Moyano organiza el día anterior una muy minoritaria concentración para pedir la derogación de los superpoderes de Cavallo y medidas proteccionistas al Congreso. El desenlace Las jornadas del 19 y 20 pasarán a la historia como el primer levantamiento popular que tuvo un papel decisivo para voltear a un gobierno hambreador. El levantamiento no sólo logró destrozar en las calles un plan represivo que preparaba el gobierno para seguir aplicando su plan de hambre, logró su caída abrupta por la acción directa en las calles. Seguramente esto no hubiera ocurrido sin las divisiones de los poderosos, que planeaban un cambio más controlado, pero esto no resta en nada el mérito político al movimiento de masas. Una de las condiciones para las revoluciones es precisamente la división de estos poderosos, una brecha por donde puede colarse la acción independiente de las masas. El 19 de diciembre fueron miles los que salieron a imponer en las calles el reparto de alimentos que el gobierno les negaba. Fueron miles los que se organizaron barrialmente para reclamar alimentos y lo consiguieron. Este fue un hecho fundamental, y por su masividad sólo pudo ser producto de las necesidades objetivas. El gobierno de De la Rua, siguiendo la línea represora que desató en la provincia de Corrientes ni bien asumió, quiso frenar a los que conseguían comida con mayor represión, imponiendo el “estado de sitio”. Pero se encontró con cientos de miles que salieron a la calle tomando las plazas del Congreso y de Mayo, cercando la quinta presidencial y ocupando todos los cruces de calles importantes. El movimiento popular desbarató en las calles un “Estado de Sitio” que sólo existió en los papeles oficiales de los hambreadores. Entre las tres y las cuatro de la mañana el gobierno anuncia la caída de Cavallo, tratando de ganar una tregua para desarmar la contundente protesta, y ataca con gases en las plazas del Congreso y de Mayo. Sin embargo los manifestantes no se retiran completamente y por la mañana temprano vuelven para colmar la Plaza de Mayo. Al mediodía del 20, el gobierno intenta una vez más derrotar la protesta en las calles y ordena la represión para desalojar la Plaza de Mayo. Logra este objetivo pero parcialmente, porque una vez más se encuentra con miles que enfrentan a la polícía volviendo una y otra vez en el intento por recuperar la plaza simbólica para los manifestantes, a pesar de que la represión se cobraba un muerto por hora. De la Rúa decidido a resistir, era consciente de que su gobierno sólo podía sostenerse con mayor represión, y que para aplicarla necesitaba el consenso del peronismo. Mientras tanto miles de jóvenes, activistas y trabajadores, en un recambio incesante, cercaban la plaza una y otra vez desafiando los gases y las balas de goma y plomo. El peronismo que no quiere hacerse cargo de la represión para sostener a De la Rúa le niega su apoyo. La soledad política, que hace inviable una mayor represión decide la renuncia de De la Rua y la caída del gobierno. Los manifestantes, a pesar de que no lograron recuperar la plaza si lograron, desde la acción directa, el objetivo político de voltear al gobierno de De la Rua. No dejarse marear por los triunfos parciales Desde mediados de año se aceleró una brecha entre los políticos representantes de sectores imperialistas. La salida de Cavallo-De la Rua ya estaba acordada, en general, entre los yanquis, el PJ y los alfonsinistas que son los sectores que quedan garantizando el Pacto de Olivos, la gobernabilidad, el régimen. Pero este reemplazo no se realizó como lo habían planeado. El recambio se iba a producir sólo con algunos saqueos. La masividad de los saqueos y la intervención de la clase media y trabajadores no estaban previstas, como así tampoco la pelea firme de una vanguardia de trabajadores y jóvenes en la Plaza de Mayo. Los tiempos y la forma los impuso la movilización masiva. En el PJ tenían otros tiempos porque todavía no habían resuelto su propia interna, quién sería el próximo presidente. En el congreso de noviembre todos acordaron la caída de De la Rua pero no se pudo decidir quién asumiría. Al adelantarse los tiempos por la irrupción del movimiento popular se llega a una solución que luego se demostraría precaria. Asume Rodríguez Saá, uno de los candidatos más débiles, con el compromiso de ir a elecciones en tres meses y resolver la interna entre los presidenciales peronistas por la Ley de Lemas. La profundidad de las protestas y la perspectiva cierta de que peronistas y radicales perderían las elecciones, determinan que caiga Rodríguez Saá boicoteado por los peso-pesados del peronismo. Duhalde vuelca la balanza a su favor logrando el apoyo de la Iglesia católica, los restos del radicalismo y el PJ de la provincia de Buenos Aires. Muy a su pesar los candidatos Reuteman y De la Sota quedan relegados ante la relación de fuerzas conseguida por Duhalde. La semiinsurrección, el estallido sin una clara dirección, fue lo determinante para la caída del gobierno en términos revolucionarios y no en los términos de pacífico recambio democrático burgués, institucional, que tenían planeado. Esta revolución en el gobierno no alcanzó para derribar al régimen del “Pacto de Olivos”, que sobrevive a través del acuerdo del aparato de la UCR y el duhaldismo, siempre bendecido por el imperialismo, con el apoyo de la Iglesia. Aunque quedó muy cuestionado, el régimen siempre fue el motor del recambio burgués, las crisis de gobiernos se resolvieron ordenadamente en el marco del régimen y no hubo alternativa real de poder fuera de éste. Hay sí un cuestionamiento fuerte al conjunto de las instituciones del régimen democrático burgués que por ejemplo no les permitió ir a elecciones. El gran triunfo político del movimiento de masas fue derrotar la represión que se organizaba para mantener el saqueo económico en los términos de Cavallo-De la Rua. Miles de trabajadores y sus familias salieron a romper el estado de sitio con la movilización directa y lo convirtieron en una cáscara vacía. Si bien fue importante el “malhumor” previo por las medidas económicas no se puede desconocer que el punto de inflexión fue una revindicación por las libertades democráticas: contra el “estado de sitio”. Malhumor también hubo en otras ocasiones, como durante el plan Bonex de 1989, pero no generó esta reacción. Adjudicar las miles de protestas sólo al “corralito” es insostenible. En este sentido se comprueba que siguen vigentes los logros democráticos conseguidos con la caída abrupta de la dictadura militar y el proceso posterior. El gobierno de Duhalde, si bien es débil para la crisis que generaron, es el más fuerte que podía dar el Pacto de Olivos. Este gobierno aún no logra cerrar la crisis porque no logra dar concesiones y sigue habiendo resistencia. Tampoco existen garantías de que los sectores de Reuteman y De la Sota no boicoteen buscando un recambio anticipado. De la Sota, apoyado por Kirchner, ya le “sugirió” a Duhalde adelantar las elecciones para dentro de 120 días. Un dato por destacar es que existió, y existe, una unidad objetiva entre la clase media y los trabajadores que ahora el gobierno busca romper. Los “servicios” del gobierno de Duhalde tienen política: su definición más general es la de tratar de dividir a la clase media de los trabajadores. Esto se ve en las campañas de acción sicológica sobre saqueos a viviendas y a que, por ejemplo, en el cacerolazo del 28 abrieron la puerta del Congreso para que la gente entrara, buscaban así armar un hecho de violencia que posibilite la represión, y la condena social a quienes ganan las calles para protestar. Parte de esta política de Duhalde y sus punteros por dividir es enfrentar a sectores marginales, como los barras bravas del fútbol, contra los que piden por comida, como en Boedo o Morón. Dividir a trabajadores ocupados y desocupados, nacionales y extranjeros, a piqueteros entre “buenos” y “malos” y así una larga lista. Fortalezas y debilidades A contramano de las luchas de resistencia de los últimos años, las centrales sindicales no fueron el punto de organización colectiva de los trabajadores, más bien fueron las responsables de su desorganización planificada y las bases no lograron superarlas. Los trabajadores que venían protagonizando la resistencia a De la Rua, participaron pero diluidos en los movimientos populares. La única participación orgánica fueron unas pocas comisiones internas. Las bases de los sindicatos de la CTA (Central de Trabajadores Argentinos) como ATE y CTERA, quedaron golpeadas y en deliberación porque fueron frenadas por la conducción máxima, en especial el 20. Hay excepciones como en Neuquén o sectores de ferroviarios, pero son minoritarias en relación al conjunto del movimiento obrero. Tampoco los “piqueteros” se convirtieron en un referente unificador para el movimento de masas, pero en su seno existieron dos posiciones muy diferentes. El sector más conocido de Matanza, integrado por el CTA y la CCC, se escondió y adoptó una posición “buchona” (delatora), de condena a “los tirapiedras”. Al fomentar esta división se están asegurando el manejo burocrático de varios miles de puestos de trabajo que negocian en estos momentos con Duhalde. La coordinadora de trabajadores desocupados Eliseo Verón y el MIJP de Raúl Castells, acusados por D’Elía (CTA) y Alderete (CCC) de “tirapiedras”, sí participaron organizadamente de las luchas. Un gran saldo político para el movimiento de masas es la lección de que se puede voltear un gobierno, se lo puede revocar de forma directa, sin esperar a que cumpla su mandato. Pero la limitación más evidente de las jornadas populares fue la debilidad de su saldo organizativo. Si bien por un lado surgieron organizaciones nuevas, las Asambleas Barriales aún débiles y restringidas, no dejaron en cambio una organización superior, con capacidad de garantizar una continuidad por la lucha unificada a nivel nacional. En este sentido hay proyectos en curso, como el llamado para el 16 de febrero a una Asamblea Nacional de Trabajadores (ocupados y desocupados), que impulsa la confluencia de sectores piqueteros, asambleístas y populares, pero este llamado no es aún una realidad operativa. Estas nuevas organizaciones que surgieron desde el mismo 19 de diciembre, las Asambleas, están compuestas por individuos de clase media y trabajadores por fuera de sus organismo de clase. Por el momento son pocas y débiles, y algunas de ellas contienen una participación desproporcionada de activistas de izquierda. A la fecha existen unas setenta en Capital y Gran Buenos Aires, que convocan semanalmente un promedio de doscientos participantes. Son una forma aún incipiente, pero prometedora de organización social independiente, para unificar al conjunto de los luchadores y como lugar objetivo para el frente único de las diferentes organizaciones de izquierda. A pesar de sus limitaciones se consolidó un encuentro semanal de coordinación de Asambleas en el Parque Centenario, donde concurren varios miles, y significa un avance importante hacia la extensión y consolidación de estas organizaciones independientes. La fuerza de esta coordinación se vió cuando llamó a un cacerolazo el 25 de enero, que se convirtió en una manifestación de alcance nacional, por la cantidad de ciudades que se adhirieron. “Piquete y Cacerola, la lucha es una sóla” fue la consigna que levantaron cuando la mayor parte de las Asambleas Populares concurrieron a la marcha llamada por los dos sectores de piqueteros. Con este apoyo a los piqueteros, las asambleas no sólo contrarrestaron la política divisionista del gobierno y de algunas de las direcciones de los piqueteros, sino que también mostraron la alianza de sectores populares con los trabajadores desocupados, a pesar de que la coordinación con el movimiento obrero organizado es por el momento casi inexistente. Por el momento no son claras las lecciones que tendrán las jornadas en las organizaciones medias de los trabajadores, pero todo indica que se tienen que reflejar positivamente, que pueden ser un factor importante para superar a las direcciones burocrátizadas, y convertirse en un motor importante para la reorganización de la clase obrera. Aún está por verse si este gran triunfo popular podrá consolidar las organizaciones que surgieron y producir un cambio cualitativo en la relación de fuerzas, pero es indudable la necesidad política de jugarse a fondo por fortalecer las Asambleas Populares. La política de la izquierda En líneas generales existieron dos posiciones en la izquierda. Una de ellas, reconociendo la falta de dirección y con el oído atento, llamó a conformar asambleas populares y a generalizar organismos por fuera de la legalidad burguesa. En nuestro caso definimos que, en un primer momento, el saldo más importante que podían dejar las jornadas revolucionarias eran organismos capaces de darle continuidad a la lucha. Estimamos como correcto impulsar toda forma, por más débil que fuera, que cuestionara la legalidad burguesa, que lo importante era combatir al régimen, no al gobierno. Nos basámos para esto en una correcta caracterización del grado de desorganización actual de los trabajadores y en el reflejo que significó el voto “bronca” de las elecciones de octubre. Plantear en esos momentos una salida dentro del régimen democrático burgués era un desastre, porque quedábamos detrás de las masas que lo repudiaban. No nos oponemos a levantar tareas democráticas de forma defensiva, pero lo esencial era cuestionar no sólo al gobierno sino también al régimen democrático burgués, llamar a las masas a confiar en sus propias fuerzas y en la organización independiente del poder patronal. Otro sector se mareó con los acontecimientos, les dio una importancia desmesurada, y llamó a tener una salida dentro del régimen democrático burgués, con métodos de democracia burguesa, que eran ampliamente repudiados. Para ellos se trataba de “dar una salida por la positiva positiva dentro de la demociracia burguesa”. Asamblea Constituyente no se diferenciaba más que formalmente de las elecciones que planeaban para marzo. En su mareo estos sectores hasta levantaron que dos diputados de izquierda fueran elegidos, ya no por el voto popular sino, por la asamblea de los diputados y senadores burgueses. A pesar de su pretendido “izquierdismo” llamaron a confiar en el podrido y repudiado régimen burgués, por detrás de las masas que lo repudiaban. Como consecuencia de su política desmesurada pero dentro del régimen, terminaron enfrentando aparatos con el duhaldismo y alejados del movimiento de masas. Las tareas pendientes La tarea que tienen planteada los trabajadores y el pueblo, es la de imponer un gobierno obrero y popular, que tome en sus manos a los bancos, los monopolios y los latifundios, bajo el control democrático de sus trabajadores, con el objetivo de planificar la economía en beneficio de la mayoría de la sociedad, no de los imperialismos de distinto pelaje o de sectores patronales, como hasta ahora. Pero este gobierno sólo se conseguirá con un Argentinazo consciente, organizado. Con un Argentinazo que se organice para resolver las necesidades básicas de los sectores populares. Para hacerlo debemos desarrollar y consolidar las Asambleas barriales y populares incorporando a los trabajadores, ocupados y desocupados, a los pequeños comerciantes, los estudiantes y el pueblo en general pero dejando por fuera a todos los explotadores. Estas Asambleas Populares ampliadas deben ser capaces de organizar la distribución de alimentos y medicamentos -transformando los saqueos en expropiación organizada-, el transporte, los servicios públicos y todas las necesidades básicas. Deben controlar los precios y patrullar las calles para mantener el orden y luchar contra las bandas de represores, adoptando todas las medidas que consideren necesarias. Deben negarse a aceptar despidos en las empresas, y exigir la nacionalización bajo control obrero de las que estén en crisis, incluyendo la ocupación de las que quieran cerrar o despedir trabajadores. Finalmente, es necesario coordinar las asambleas populares ampliadas a escala local, regional y nacional, preparando el camino para un Congreso Nacional de Asambleas Populares ampliadas capaces de tomar el poder nacional en sus manos, para poner todos los resortes básicos de la economía en sus manos. Para preparar esta insurrección, que haga nacer un gobierno obrero y popular, un nuevo sistema político, es necesario, al calor de la lucha, construir un partido revolucionario de trabajadores, el partido insurreccional de los trabajadores, que tenga claro estos objetivos y pueda marcar el rumbo. La coyuntura Miles y miles salen todos los días a protestar y organizarse. El gobierno de Duhalde no les deja otra salida, porque sólo defiende los intereses de los poderosos. Duhalde sigue el mismo camino de De la Rua y Rodriguez Saá y en cualquier momento puede caer. Protestan y reclaman en las sedes de los tres poderes del régimen nacional –ejecutivo, legislativo y judicial- y en cada barrio de la Capital Federal, cercando los bancos o “escrachando” supermercados. En las capitales de provincia como San Juan, Córdoba, Santa Fe, La Rioja, Resistencia o La Plata y en diferentes ciudades y pueblos del interior, como Casilda y Bell Ville, miles salen a buscar soluciones a sus problemas más urgentes. La mayoría no sale por el “corralito” como tratan de hacernos ver los medios masivos de desinformación, salen porque se robaron todo, porque el país está paralizado y nadie puede ganarse el sustento de cada día, y no sabe de qué va a vivir el día o la semana siguiente. Las ventas de autos descendieron a menos de 3000 unidades que representan sólo el 16% de los 19.000 que se vendieron en enero del 2001 y esto multiplica los despidos. El país está paralizado porque Duhalde y su gobierno defienden los intereses de los bancos y las empresas monopólicas y al hacerlo no puede darle satisfacción a los trabajadores y el pueblo. Esta es la pelea que se plantea en cada protesta, solucionar los problemas urgentes y esto no puede hacerse sin terminar con los privilegios de los bancos y las empresas monopólicas, ni tampoco se va a solucionar con la concertación entre los saqueadores que nos robaron todo. El gobierno de Duhalde que retrocede cada vez más en las promesas que hiciera cuando subió, se encuentra ante el abismo y trata de prepararse para reprimir. Decimos que por el momento sólo trata porque a la reunión del martes 22 de enero sólo concurrieron polícía, gendarmería y prefectura, las fuerzas armadas se excusaron “porque sus jefes están de vacaciones”. Las fuerzas de seguridad que concurrieron pusieron el acento en reclamar equipamiento y uniformes. La polícía federal hizo saber que precisaban refuerzos y armas básicas para operar, y que por ejemplo el helicóptero para trasladar heridos al hospital policial Churruca está fuera de servicio. La prefectura se quejó de que gasta buena parte de su presupuesto en reflotar barcos hundidos y la gendarmería que tiene que adaptarse a los cambios en las fronteras con Bolivia y Paraguay. El gobierno de Duhalde, apoyado en el PJ de provincia de Buenos Aires, los restos del radicalismo, las tres centrales sindicales y la jerarquía de la iglesia católica, no logra consolidarse. Es el gobierno más fuerte que pudieron poner como continuidad del Pacto de Olivos, pero esto no les garantiza que puedan estabilizar la situación. Miles y miles siguen resistiendose a perderlo todo y, lo que es más importante aún, se organizan. El gobierno de Duhalde se niega a actuar contra los bancos y las empresas monopólicas que se robaron todo porque es su representante. Por esta negativa, ante un salto en la resistencia popular puede verse obligado a renunciar, provocando entonces una importante crisis en el régimen de instituciones que usan para robarnos. Tomando conciencia de esta situación de extrema debilidad, un sector de las huestes del vaticano prepara el recambio, unificando los bloques parlamentarios del ARI, el Polo Social y los restos del Frepaso, y pidiendo elecciones. Como el ejército, la iglesia tiene una estructura política a nivel nacional potencialmente en condiciones de gobernar. Tenemos que luchar porque caiga Duhalde, pero no para que suba otro engendro de “Frepaso”. En el camino de pelear porque se vaya Duhalde, la tarea urgente es fortalecer las asambleas para que se conviertan en una opción de gobierno popular. Las Asambleas Populares Las protestas se hacen superando el freno de las estructuras políticas y sindicales. Aún son muy pocas las organizaciones sociales que impulsan las luchas, como el Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón o el Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados (MIJP) de Raúl Castells. Las acciones son inspiradas en su gran mayoría por asambleas de vecinos. Sin pausa estas asambleas que comenzaron en Capital Federal, Rosario y otras capitales,( a las cuales se las conoce como Asambleas Populares) han empezado a extenderse al Gran Buenos Aires recién a fines de enero. Las asambleas se están desarrollando y cobrando fuerza porque se asientan en la democracia directa, votan y cumplen lo que se vota, los mandatos son revocables y no hay negociaciones secretas. Un método de ejercer el poder político que es totalmente diferente al sistema parlamentario que sólo representa el interés de los poderosos. Una forma de hacer política diferente al sistema actual. La segunda reunión general de Asambleas, reunida el domingo 21 de enero, en Parque Centenario, produjo un gran avance al definir un conjunto de reclamos generales que las unifica: ¡Que se vayan todos! Juicio y Castigo a los asesinos, No al pago de la Deuda Externa, Devolución de los depósitos, Nacionalización de la Banca, de las empresas privatizadas y las AFJP, Fuera la Corte Suprema. Todas estas definiciones son importantísimas, porque son parte de la unica salida general realista a los problemas que padecemos, pero hay que extender el poder popular de las asambleas, la democracia directa, al nivel nacional y profundizarlo con la paritcipación de los trabajadores para poder llevarlo adelante. El actual momento es de organización de las fuerzas dispersas, de consolidación de este poder popular que asoma en las asambleas, para convertirlas en una alternativa nacional de poder. Ante la posibilidad cierta de que se diluya cada vez más el poder central, de que cada vez nos dejen con más problemas a resolver, es necesario que las Asambleas Populares se llenen de contenidos concretos. Es preciso que las asambleas puedan ir satisfaciendo las necesidades básicas, alimentación, salud, servicios, seguridad, apelando para esto a la acción directa, colectiva y organizada para conseguirlas, por la votación y participación de todos los integrantes de la asamblea. Por ejemplo ante los cortes de luz, gas o teléfonos tenemos que conseguir desde las asambleas quien los reconecte. Si en el hospital de la zona faltan insumos básicos hay que conseguirlos como acción votada y organizada por la asamblea. En este camino además hay que tomar contacto, como asamblea, con las comisiones internas o los delegados de cada una de las empresas o instituciones de la zona -fábricas, hospitales, centrales de servicios públicos, etcétera- invitándolos a participar de las asambleas y sus actividades. Se trata de ir combinando la participacion en las protestas unificadas con la respuesta a las necesidades básicas locales, siempre con los métodos de democracia directa de este nuevo poder popular en desarrollo. Este es el camino que tenemos planteado hoy, en la medida que avancemos en la organización efectiva podremos ir solucionando, paso a paso, los problemas más |
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