En realidad la ideología de este movimiento ambiguo e inorgánico no es otra cosa que populismo reciclado.  Basicamente consiste en la utopía de volver a la sociedad de los pequeños productores y en establecer una democracia libre de la influencia de los banqueros y empresarios.

Al igual que los antiguos populistas, los neopopulistas del 2000 identifican como su enemigo sólo el capitalismo monopólico. Por eso, su solución a las penurias de las masas pasa por volver hacia atras la rueda de la historia retornando a la organización primitiva en comunas. Dentro de esta concepción claramente la clase obrera no juega ningún papel ya que justamente su existencia está intimamente relacionado con la producción industrial a gran escala. Además,  los campesinos y los pueblos indígenas son vistos como las fuerzas revolucionarias. En particular, para la mayoría de los neopopulistas los zapatistas son el ejemplo a seguir e incluso un estímulo para generar un movimiento anticapitalista que abarque a toda América y a otros sectores del planeta.

En realidad la crítica que hacen del capitalismo es moralista y arcáica, y sus soluciones consisten simpre en volver al pasado, a la naturaleza, la tierra, la pequeña empresa, e incluso la religión. Por otro lado, sus métodos de lucha y organización son individualistas.  Todo esto hace que no puedan distinguir entre las tendencias revolucionarias y reaccionarias y que se acomoden permanentemente a los intereses de la pequeñoburguesia.

Por otro lado, la gran mayoría del movimiento antiglobalización tiene un marcado tinte pseudoanaquista, sobre todo en su visión post capitalismo monopólico, donde proponen la formación de comunas de trabajadores en lugar de estados, la propiedad localizada de los medios de producción, la eliminación de las elites políticas e incluso la abolición del estado. De esta forma, a pesar de conformar un movimiento internacional, la miras de los neopopulistas terminan siendo localizadas y cortas.

Para colmo de males, la admiración que los nuevos populistas tienen hacia al pasado los hace apoyar no sólo la lucha de las comunidades indígenas por su liberación sino también todas aquellas caracteristicas de atrazo que cualquier marxista considera como reaccionarias. Incluso hay quienes llegan al extremo de sostener que los fundamentalistas islámicos, los fundamentalistas  judíos de Israel (Haredim), que se oponen a los aviones, los grandes hoteles, a la archeología y a las autopsías, y los fundamentalistas católicos (particularmente fuertes en los EEUU), son movimientos que actuan como protección para sus comunidades y sus culturas ante los embates del capitalismo multinacional. Por lo cual, son aliados del movimiento antiglobalización

El problema de los populistas es que no han sabido definir correctamente a su enemigo y por eso tampoco tienen claro quienes deben ser sus aliados o amigos. Para el marxismo, el enemigo no es el capitalismo monopólico sino el capitalismo en todas sus formas e incluso todas los formas precapitalistas remanente de explotación y opresión. No entendiendo esto es imposible entender que el rol de vanguardia en la lucha anticapitalista lo tiene la clase obrera. Por lo cual, sólo la huelga y la acción directa de las masas asalariadas, organizadas, bajo la perspectiva de la revolución socialista mundial,  son la respuesta adecuada a la globalización capitalista. 

Esta es la única alternativa. El populismo con su metodología idealista, que sólo sirve pare desvanecer el caracter de clase de los explotados, y con su propuesta de volver al pasado y a las tradiciones, no puede ofrecer otra perspectiva que más capitalismo.