Solidaridad |
LA COMUNA DE PARÍS Y EL
INTERNACIONALISMO PROLETARIO Silvio Costa(*) |
Las
revoluciones burguesas, principalmente después de 1789, en contra del orden
monárquico traen también consigo, el eslogan universalista de libertad,
igualdad y fraternidad (principios formales elaborado por los
pensadores contractualitas y el iluminismo) y de que todos los hombres
tienen el derecho de resistir contra los regímenes opresores, lo que
contribuye a legitimar las insurrecciones y las revoluciones contra los
regímenes monárquicos, basados en privilegios y discriminaciones. Así, las
transformaciones en un determinado país repercutían inmediatamente en otros,
por la reacción de las fuerzas de conservación del orden, que intentaban
mantener sus privilegios de clase; o por la necesidad que tenían los
regímenes burgueses nacientes de defenderse. Esto hace que los cambios en un
país tengan impactos decisivos más allá de las fronteras geográficas y de la
repartición política y territorial entre las monarquías. “Resulta especialmente significativo, en lo que respecta
a los aspectos internacionales de las revoluciones posteriores a 1789, que la
Revolución Francesa se convirtiera en algo más que una simple revuelta contra
problemas específicamente franceses: las demandas y los eslóganes de los
revolucionarios de Francia, como libertad, fraternidad e igualdad, se podían
aplicar de manera obvia a cualquier país y siglo. De hecho, algunos conceptos
e ideologías que surgieron de la Francia revolucionaria, como democracia y
socialismo, se desarrollaron de manera específica como movimientos
conscientes internacionales por parte de intelectuales revolucionarios como
Karl Marx. También conviene señalar que los avances tecnológicos en impresión
y comunicaciones hicieron posible que las ideas se propagaran con rapidez, no
sólo dentro de un país determinado, sino también más allá de sus
fronteras(...) Cada vez les resultaba más evidente a los revolucionarios y
conservadores que la revolución, del mismo modo que el desarrollo económico,
se estaba convirtiendo a toda velocidad en un fenómeno interrelacionado a
escala global.” (TODD, 2000: 112). LA IDEA DE NACIÓN Y EL INTERNACIONALISMO
BURGUÉS La
concepción burguesa que presupone un contenido general de libertad en abstracto,
de igualdad en abstracto, de fraternidad en abstracto, o
sea, de derechos universales abstractos y de hombre abstracto,
necesita y construye conjuntamente la idea abstracta de pueblo, como
habitantes, independientemente de su origen étnico y clases sociales, de un
determinado espacio geográfico y político, denominado Nación. La
ideología burguesa, al elaborar ideas de igualdad y de derechos universales
en abstracto, intenta eliminar las contradicciones y las desigualdades reales
entre las clases sociales y uniformizar la sociedad. Así, en el esfuerzo de
neutralizar la acción colectiva del proletariado e impedir su identidad de
clase, presenta el Pueblo-Nación: todos aquellos que habitan el mismo
espacio político y geográfico, poseen las mismas "tradiciones" e
“historia”, hablan el mismo idioma, tienen el mismo color de la piel, etc.,
como identidad colectiva. Pero, la destrucción de la hegemonía de la nobleza,
las transformaciones políticas, el desarrollo de las fuerzas productivas y
"la internacionalización de la producción capitalista hacen (...) con
que la burguesía se vuelva una burguesía internacional y el proletariado un
proletariado internacional. Hay, por lo tanto, una burguesía y un
proletariado europeos [y mundial] por consiguiente, no distintos."
(PALACIOS, 1995: 27) En
realidad, el Pueblo-Nación, la nacionalidad, al transformar los
desiguales en jurídicamente iguales, intenta crear identidad de intereses
entre obrero y capitalista y, negar el antagonismo engendrado en el nivel de
las relaciones de producción, que se manifiesta por toda la sociedad,
eliminando la división de la sociedad en clases sociales antagónicas en lucha
irreconciliable, y la contradicción esencial entre capital y trabajo (COSTA,
1998: 135). “Al
implantar la colectividad nacional, el Estado burgués define a todos los
agentes de la producción, productores directos o propietarios, como iguales:
tal igualdad consiste en su condición común de habitantes de un mismo
territorio. (...) Así, la unificación aparente o formal de los agentes de la
producción en el Pueblo-Nación transforma a los productores directos
en individuos: neutraliza su tendencia al aislamiento. Esta individualización
es un obstáculo para la lucha de los productores directos contra los
propietarios de los medios de producción que les arrancan el trabajo
excedente; así esta medida, hace posible la renovación continua de ese
proceso de extorsión. (...) el Estado burgués, al representar la unidad (...)
de los miembros de las clases sociales antagónicas en él Pueblo-Nación
lleva a cabo la función de neutralizar la tendencia a la formación de comités
de la fábrica, sindicatos obreros, partidos revolucionarios; es decir, de
atomizar a los productores directos, conservándolos en un estado de masa
(individualismo, competición en el mercado de trabajo) e impidiendo su
constitución como clase social. (PALACIOS, 1995: 26) La
Comuna de París de 1871 desmitifica el discurso burgués del Estado-Nación,
del nacionalismo burgués y revela el carácter internacional de la
aristocracia y de la burguesía y, consecuentemente, de las clases y de la
lucha de clases. Las
clases propietarias no oponen una resistencia significativa a la ocupación de
Francia y de París por las tropas prusianas enemigas, pero, debido la
rebeldía del proletariado, agilizan las negociaciones con los monárquicos
prusianos. Thiers
expuso con claridad a los componentes de su gobierno y de la Asamblea
Nacional que era necesario aprobar las condiciones de la paz inmediatamente,
sin concederles por lo menos los honores de un debate parlamentario, única
circunstancia bajo la que Prusia permitiría empezar la guerra contra la República
y contra París, su baluarte. En realidad, Thiers afirma que la
Contra-Revolución francesa y europea, en alianza contra el proletariado, no
tenía tiempo que perder. Las
clases propietarias se someten al yugo prusiano y, con la garantía de la
no-intervención e, incluso, de apoyo del Ejército enemigo, organizan y
concentran su violencia y poder de destrucción contra sus
"ciudadanos", contra la Comuna. “El hecho inédito es que, en la más tremenda guerra de
los tiempos modernos, el ejército del vencedor y el ejército de los vencidos
se fraternizan en la matanza común del proletariado que no representa, como
piensa Bismarck, la destrucción definitiva de la nueva sociedad que avanza,
sino el derrumbamiento completo de la sociedad burguesa. La empresa más heroica
de la que todavía es capaz la vieja sociedad es la guerra nacional. Queda
probado ahora que es una pura mistificación de los gobiernos, destinada a
retardar la lucha de clases, de la cual se prescinde después de que esa lucha
de clases explote bajo la forma de guerra civil. La dominación de clase ya no
puede ocultarse bajo el uniforme nacional; ¡todos los gobiernos nacionales
son uno solo contra el proletariado!. (MARX, 1977: 215). EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO Explicitando
las contradicciones entre el discurso ideológico mistificador y la práctica
agresiva e imperialista en que se afirma el nacionalismo burgués, Marx y
Engels, en contraposición, revelan ya en 1848, en el Manifiesto del
Partido Comunista, el contenido internacional de las relaciones
capitalistas-burguesas y de las clases sociales, exteriorizan el carácter
nacional e internacional, solamente en cuanto forma de manifestación de la
dominación y explotación de clase y, consecuentemente, el carácter
internacional de las clases y de la lucha de la clase obrera, o sea, el
internacionalismo proletario. Este carácter internacional es expuesto en la
portada del Manifiesto: ¡Proletarios de todo el mundo, unios! En
este sentido, la Comuna de París de 1871 es la primera experiencia y
manifestación del contenido internacional de las clases, de la dominación de
clase y de la lucha entre las clases, pues revela con gran nitidez,
contundencia y violencia la alianza y unión de las aristocracia y burguesía
francesas y prusianas contra el proletariado de París. La
Comuna de París, al posicionarse como contraria a la sumisión de
Francia y a la entrega de París a la dominación de prusiana, no lo hace
movida solamente por el sentimiento nacional (forma en que se muestra
concretamente la lucha de clases), sino, por una serie de razones que en ese
momento, colocaban con gran evidencia que la lucha de clases no se limita a
las fronteras nacionales, a sólo un país: es internacional, como quedó
demostrado claramente en las posiciones asumidas por el proletariado de París
y por las clases propietarias francesas en alianza con las tropas prusianas
de ocupación. Así,
la lucha del proletariado parisino contra las aristocracia y las burguesía
francesas y prusianas asume un contenido internacional y revela que los problemas
de las clases dominadas y explotadas no se limitan a las fronteras políticas
y geográficas. Y así, recibe solidaridad de la clase obrera de distintos
países que comprenden que la explotación de que uno es objeto es la misma de
las clases explotadas de otras naciones, y que son parte de esa sociedad
civil más amplia que es la sociedad mundial. Por eso, los conflictos locales
y nacionales son solamente manifestaciones concretas de la lucha de clases
que tienden a desaparecer con la internacionalización de las relaciones
sociales, y así, se convierten en conflictos más allá de los límites
nacionales. Los problemas y la lucha del proletariado francés no se limitan a
sus fronteras geográficas, sino que son los mismos que los del proletariado
alemán, del proletariado inglés, del proletariado español, y así
sucesivamente. En
este sentido, el proletariado obtiene el apoyo y la solidaridad del
movimiento obrero y socialista de varios países, sobre todo de la Asociación
Internacional de los Obreros, la Internacional, e incorpora a
innumerables socialistas extranjeros a sus hileras, convencidos de los
principios del internacionalismo proletario, y escoge a varios extranjeros
para las posiciones de la dirección en la Comuna, que además, murió en
las barricadas en defensa de la república universal, porque "la
bandera de la Comuna es la bandera de la República mundial". (MARX,
1977: 162) “No
obstante, a lo largo de su corta existencia de 72 días, la Comuna de París
halló muchos partidarios por toda Europa, pertenecientes sobre todo a la
clase trabajadora corriente, a menudo miembros de sindicatos y una minoría
significativa de partidarios de la Primera Internacional de Marx. Mandaron
mensajes de apoyo y organizaron, cuando fue posible, reuniones públicas de
solidaridad. La mayor de esas manifestaciones se realizó en el Hyde Park de
Londres el 16 de abril de 1871, con 30.000 participantes. Además, a pesar de
la derrota de la Comuna al mes siguiente, los Communards legaron al
movimiento internacional obrero dos símbolos perdurables: la bandera roja del
socialismo y la famosa canción del comunismo, la “Internacional”, escrita por
el Communard Eugène Pottier” (TODD, 2000: 119). La Comuna de París de 1871 al facilitar a los proletarios de París y al proletariado mundial la idea de que no solo es posible, sino un deber imperioso y un derecho luchar por la concretización de los principios de libertad, igualdad y fraternidad internacional, sin limitarse simplemente a apoderarse de la máquina del Estado (nacional) tal como se presenta y servirse de él, sino que deben tomar el poder político y construir un nuevo tipo de Estado que puedan utilizar para sus propios fines, para volverse dueños de su propio destino. BIBLIOGRAFIA: TODD,
Allan (2000): Las revoluciones. 1789-1917. Madrid, Alianza. PALÁCIOS,
Gonçalo Armijos (1995): A verdade sobre “A Ideologia Alemã”. Goiania. COSTA,
Silvio (1998): Comuna de París: o proletariado toma o céu de assalto.
São Paulo / Goiânia, Anita Garibaldi / Universidade Católica de Goiás. MARX, Karl (1977): “A
guerra civil na França”. En MARX, K.; ENGELS, F. (1977): Textos. 3 v.
São Paulo, Alfa-Omega. (*)Profesor de Sociología y Ciencias Políticas en la Universidad Católica de Goiás (Brasil). Doctorando en la Universidad Complutense de Madrid. Es autor de Tendências e Centrais Sindicais: o movimento sindical brasileiro de 1978 a 1994 (1995); Comuna de París: o proletariado toma o céu de assalto (1998), y Revolução e Contra-Revolução na França (1999), publicados en Brasil, por las Editoriales de la Universidad Católica de Goiás (Goiânia) y Anita Garibaldi (São Paulo). Es organizador de: Estado e poder político: do realismo político à radicalidade da soberania popular (1998. Editorial de la Universidad Católica de Goiás) y Concepções e formação do Estado brasileiro (1999. Editorial Anita Garibaldi). silviocostabrasil@hotmail.com |