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EDITORIAL

A pesar de la vergonzosa e histérica campaña pro guerra que el gobierno de los EE.UU. y los medios de comunicación han desatado tras los atentados del pasado 11 de Septiembre, es necesario mantener, además de la compostura, la capacidad para pensar, analizar y razonar. Indudablemente, la burguesía estadounidense ve en esta tragedia la oportunidad para poner en marcha una agenda militarista que se ha venido desarrollando por más de una década. Los ataques contra el World Trade Center y el Pentágono han sido interpretados como la oportunidad para implementar una agenda política de dimensiones incalculables, que por mucho tiempo ha contado con el apoyo de los elementos más derechistas de la clase dirigente estadounidense. A tan sólo un día del ataque, sin haberse esclarecido absolutamente nada sobre quienes fueron los causantes del asalto ni la dimensión del complot, el gobierno y los medios de comunicación iniciaron una campaña para declarar que los EE.UU. estaba en pie de guerra y que el pueblo estadounidense tenía que aceptar las consecuencias propias de los tiempos de guerra.

Las políticas que ahora se están proponiendo—una enorme expansión del militarismo estadounidense en el exterior y la persecución de “sospechosos” dentro del territorio norteamericano—no son nuevas; han estado en preparación por mucho tiempo. La razón por la cual la élite dirigente estadounidense no pudo poner en práctica esta política en el pasado fueron la falta de apoyo por parte del pueblo estadounidense y la oposición de sus rivales imperialistas en Europa y Asia. Ahora el gobierno de Bush ha decidido explotar el shock del público tras los trágicos eventos del 11 de Septiembre para avanzar los objetivos económicos y estratégicos del imperialismo norteamericano.

Justamente, el motivo de la guerra santa contra el terrorismo es sembrar la muerte y la destrucción para miles de personas con el fin de cumplir los objetivos mundiales que vienen planeado desde hace mucho tiempo. ¿Se puede acaso dudar que esta cruzada por “la paz” y “la estabilidad” no se convertirá en ocasión para que los EE.UU. expanda su control sobre las fuentes de petróleo y gas natural del Medio Oriente, del Golfo Persa y del Mar Caspio? Detrás de las declaraciones piadosas y patrióticas de los políticos y los comentaristas se encuentra el plan del imperialismo estadounidense para dominar nuevas zonas del mundo y establecer su hegemonía global.


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