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La URSS: ¿Estado obrero deformado?

Laurent Labrador

En este artículo no vamos a tratar sobre la caracterización de lo que fuera otrora la Unión Soviética, los países de Europa Oriental, o lo que son hoy Cuba, Corea del Norte o China. En realidad, vamos a tratar de esclarecer qué es lo que se quiere decir con las denominaciones de “Estado obrero degenerado” y “Estado obrero deformado”. Por otra parte, señalaremos la fosilización de estas dos “etiquetas”, que acarrea su uso – en nuestra opinión – desacertado en ocasiones. Además, este artículo apuntará a señalar la coherencia o incoherencia interna de la teoría de los Estados obreros degenerados y deformados, más allá de que el lector apruebe o no tal teoría. Hay quienes rechazan estas dos caracterizaciones en bloque, abrazando la teoría del capitalismo de Estado, la teoría de una nueva sociedad de clases (con la nomenclatura stalinista como “clase dominante”), etc. Pues consideramos que también para éstos puede presentar interés el presente artículo.

¿Hay, verdaderamente, una diferencia de fondo entre la caracterización de Estado obrero degenerado, por un lado, y la de Estado obrero deformado, por otro? En primer lugar, pasemos revista rápidamente a las definiciones de Estado obrero degenerado y de Estado obrero deformado.

La tradición trotskista considera Estado obrero degenerado a un Estado obrero fruto de una revolución proletaria victoriosa, que ha, precisamente, degenerado – entendiendo la degeneración como la usurpación del poder político por la burocracia del Estado obrero, con la consecuente pérdida de la democracia de las bases. El ejemplo típico es el de la Unión Soviética, al cual el propio León Trotsky caracterizó como tal luego de la usurpación del poder político por parte de la camarilla bonapartista de Stalin. Aunque, conviene recordar, ya el propio V. I. Lenin caracterizó al Estado surgido de Octubre como un “Estado obrero-campesino con desviaciones burocráticas”.

Si bien la tradición trotskista considera, en general, exclusivamente a la Unión Soviética como Estado obrero degenerado, la Oposición Trotskista Internacional incluye en esta categoría también a Mongolia.

Si, por un lado, la caracterización de Estado obrero degenerado fuera formulada por Trotsky, no puede decirse lo mismo de la caracterización de Estado obrero deformado, como nos recuerda recientemente, y de modo oportuno, Daniel Bengoechea en su artículo “El desplome de la URSS y sus consecuencias en el pensamiento marxista”. Ésta surge de Mandel y Pablo, luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando se determina el área de influencia de la URSS en Europa, esto es, la Europa Oriental – por lo tanto, luego de la muerte de Trotsky.

En los Estados de la Europa Oriental no tuvieron lugar revoluciones obreras, sino que el “socialismo” fue impuesto por la fuerza de los tanques stalinistas de ocupación. Es por eso que no había allí una estructura estatal obrera previa y “pura” que pudiera degenerar. Estos Estados nacieron burocratizados. La Cuarta Internacional, luego del fallecimiento de Trotsky, formula la caracterización de Estado obrero deformado para indicar que en los respectivos Estados no ha tenido lugar una revolución proletaria triunfante, y por lo tanto algo que pudiera degenerar posteriormente.

¿Hay, repetimos, una diferencia sustancial entre Estado obrero degenerado y Estado obrero deformado? Hay que señalar que existía una semejanza innegable entre la estructura estatal de la URSS (un Estado obrero que degeneró), y la estructura de los Estados de la Europa Oriental luego de su stalinización. La alternativa para la superación de la etapa de Estado obrero burocratizado era: o bien la restauración capitalista, o bien la revolución política para implantar la democracia obrera, para así dar carácter puro al Estado obrero. Por ello, se ha dicho en medios trotskistas que las diferencias entre estos dos tipos de Estado obrero eran despreciables, dado que la historia ha demostrado que ambos eran capaces de pasar a la restauración capitalista con igual facilidad. Esta afirmación, hay que decirlo, es profundamente errada, y al mismo tiempo contiene el reflejo de una realidad. Esa afirmación es equivocada porque, entre otras cosas, olvida el origen del Estado obrero burocratizado en cada país en parte, e identifica la degeneración de un Estado obrero sano, con la implantación burocrática desde el inicio de un Estado obrero. Dicho así, esa afirmación capitula ante el guevarismo y apoya la guerra de guerrillas como sustituto de la lucha del proletariado organizado. Si la URSS y Cuba son sólo Estados obreros, y no nos importa cómo han llegado a serlo y tampoco nos importan sus diferencias, pues, en lugar de un Partido Bolchevique, que movilice y conscientice a la clase obrera durante décadas, abracemos el atajo guevarista y conspirativo, dado que el trabajo paciente de años de un partido obrero lo puede realizar en pocos meses o años un grupo de guerrilleros conspiradores. Pues una afirmación tal es ajena e indigna de la Cuarta Internacional.

Hay que reconocer el mérito del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, que de un modo consecuente ha denunciado a los trotskistas que consideran a Cuba como algún tipo de Estado obrero, desenmascarando sus capitulaciones al guevarismo-castrismo, a veces inintencional, a sabienda otras. El Comité Internacional de la Cuarta Internacional ha señalado incansablemente que el considerar a Cuba como Estado obrero significa la renuncia total a luchar por construir partidos obreros de tipo bolchevique. Creemos que esta posición merece todo el respeto de los marxistas, más allá de que la compartamos o no.

Existe, así pues, una diferencia para nada despreciable entre un Estado obrero degenerado y uno deformado. Pero queda la prueba terca de la historia: la URSS burocratizada y los Estados burocratizados de Europa Oriental eran, en su estructura, casi idénticos, y se derrumbaron con la misma facilidad y casi al mismo tiempo.

Cuando se dice que Polonia, Albania, etc., fueron Estados obreros deformados, se quiere señalar que no han existido jamás órganos reales y efectivos de poder obrero y popular (soviets) para los trabajadores, los campesinos y el pueblo de estos países. Tampoco ha existido para éstos un partido obrero que haya conducido a la clase trabajadora al poder mediante la revolución y la insurrección.

Ahora bien, ¿se puede decir que ha existido una revolución obrera triunfante para todas las naciones de la URSS, para todos los pueblos de la URSS en todos sus períodos, de modo de poder sostener que la URSS fue siempre, es decir, desde la stalinización hasta 1991, un Estado obrero degenerado? Consideramos que sostener que la URSS, como un todo, en bloque, fue un Estado obrero degenerado desde la stalinización y hasta 1991 es erróneo, atendiendo a las fronteras geográficas de la URSS, los Estados que se incorporaron a esta federación ya stalinizada, atendiendo a los cambios que se produjeron a lo largo de la historia de la URSS, y no en último lugar, atendiendo a las propias poblaciones a lo largo de la historia de la URSS. Son los individuos, las poblaciones, los que constituyeron los soviets, y son los individuos los que los llevaron a la degeneración . Considerar a la URSS como un Estado obrero degenerado desde un cabo al otro es, además, anti-dialéctico, porque ignora los procesos internos de ese inmenso Estado federativo, que pasa a ser conceptualizado como un todo único, homogéneo e inmutable.

Considérese la RSS de Moldavia, que fue incorporada a la federación soviética ya stalinizada en 1940. Como parte de la URSS, y al decir que la URSS fue un Estado obrero degenerado, la RSS de Moldavia fue un Estado obrero degenerado (o parte de uno).

Moldavia fue incorporada al Estado soviético en la misma época (sólo unos años antes) en que surgían en Europa del Este los Estados obreros deformados, burocratizados desde el comienzo. Ahora bien, ¿cuándo empieza el Estado obrero moldavo? ¿Se remonta su historia hasta Octubre, porque Moldavia fue incorporada al Estado que nació entonces en Rusia, o nace como tal en 1940?

Existen, por lo tanto, motivos suficientes para considerar que Moldavia, por ejemplo – parte de la federación soviética durante más de cincuanta años – fue un Estado obrero deformado. En efecto, ¿cuáles fueron las estructuras de poder obrero puro que existieron y degeneraron en Moldavia?

Podemos considerar a los Estados obreros burocratizados de Europa Oriental como parte de la expansión de la URSS stalinizada. Ahora bien, en este proceso de expansión, unos países siguieron siendo independientes (en los hechos, más o menos independientes), y otros fueron incorporados al Estado soviético. Para ninguno de ellos existió una revolución proletaria triunfante, ni órganos sanos de poder obrero – que pudieran degenerar luego. ¿Considerar a unos deformados, y degenerados a otros, en función de su anexión o no a la federación soviética stalinizada? Este procedimiento anula la propia definición de Estado obrero degenerado y la de Estado obrero deformado en función de una burocratización partiendo de una base obrera sana, o de una burocratización desde el nacimiento, la una o la otra en el territorio de ese Estado.

Pero no es sólo el factor geográfico el que lleva a considerar a parte de la URSS como Estado obrero deformado. Considérese que desde los años ’20 hasta 1991 se han sucedido generaciones, no sólo en el poder, sino en la actividad económica, cultural, y en la simple vida cotidiana.

Las primeras generaciones polacas, albanesas, búlgaras, etc., luego del surgimiento de sus Estados obreros burocratizados, no conocieron estructuras sanas de poder obrero – y es precisamente por ello que los consideramos Estados obreros deformados. Ahora bien, lo mismo se puede decir de las últimas generaciones dentro de la URSS: ellos tampoco conocieron estructuras que hayan degenerado. Al igual que los primeros polacos, albaneses, etc., etc., los últimos rusos soviéticos (y no me refiero sólo a quienes ejercían el poder) también tomaron las estructuras estatales ya burocratizadas; en su caso, no de la intervención extranjera, sino de la intervención del pasado.

Si no olvidamos que los Estados están compuestos por individuos – con su propio pasado, con su propia conciencia, etc. – podemos aplicar la caracterización de degenerado o deformado a estructuras menores, y no solamente a los Estados, como conjuntos únicos, indivisibles, ahistóricos, homogéneos y monolíticos.

En definitiva, puede decirse que la propia URSS ha experimentado su propia transición de Estado obrero degenerado a deformado. Podemos hacer esta afirmación sin desistir de la definición de degenerado y deformado, sino aplicándola a estructuras menores, y no al Estado como un todo.

De lo que se trata es de la expansión de las estructuras estatales obreras burocratizadas, más allá de que en algunos casos Estados hayan sido incorporados a la URSS (véase Moldavia) o que hayan permanecido “independientes”. Y las estructuras estatales burocratizadas se han expandido no sólo geográficamente: su expansión es también en el tiempo, su propia perpetuación dinámica es parte de la expansión.

Decíamos que no se pueden despreciar las diferencias entre Estado obrero degenerado y deformado, porque esto conduce a negar la necesidad del partido obrero, de la movilización de las masas, y de la revolución. Pero obsérvese que no podrían haber existido Estados obreros deformados, esto es, burocratizados desde el inicio, si no hubiese existido un Estado obrero degenerado, a cuya imagen y semejanza pudieran ser construidos.

Podemos considerar que las estructuras soviéticas burocratizadas se han expandido geográficamente (más allá de los confines originales de la Rusia de Lenin y Trotsky), y se han expandido en el tiempo. Se han transmitido e impuesto a otros individuos, a otras poblaciones, dentro y fuera de la URSS, y a lo largo de décadas enteras. A la larga, también las estructuras obreras deformadas tienen su origen en Octubre. La semejanza entre lo degenerado y lo deformado se pudo apreciar con total claridad durante los procesos de 1989-1991.

Bajo esta nueva luz, podemos afirmar que se borran las fronteras entre los conceptos de degenerado y deformado. Si bien la historia ha demostrado que los Estados obreros deformados pasarían a la restauración capitalista, podemos sostener que una hipotética revolución política en uno de estos Estados habría tenido como tarea la regeneración de estructuras degeneradas. Esas estructuras deformadas (burocratizadas desde el comienzo) tomaban como modelo las estructuras soviéticas, degeneradas. Heredaron estructuras degeneradas. ¿Qué tipo de estructuras hereda del pasado la URSS en, digamos, los años ’80: degeneradas o deformadas?

En la medida en que consideramos que existió continuidad, podemos hablar de degeneración (aún para Polonia, Albania, etc.), y de que la tarea durante el período stalinista era la regeneración, aún cuando la revolución y la degeneración haya tenido lugar en un territorio lejano. Lo mismo era válido para la URSS: la tarea que los revolucionarios tenían planteada era la regeneración, aun cuando la degeneración haya tenido lugar en tiempos remotos.

Si no atendemos a la continuidad de las estructuras transplantadas, y nos obligamos a considerar a los Estados como todos únicos y separados, y nos obligamos además a contemplar su historia unilateralmente, entonces conservan su vigencia las diferencias tajantes entre degenerado y deformado: efectivamente, en Bulgaria no existió ni revolución proletaria, ni existieron estructuras sanas de poder obrero que hayan degenerado. En Bulgaria no, pero sí en otra parte.

Por ello no podemos apoyar los métodos por los que las estructuras burocratizadas se han impuesto en los países que por su propia experiencia no conocieron la revolución proletaria victoriosa. Nuestro método sigue siendo la movilización y concientización de las masas, para su organización política, y para la toma del poder por parte del pueblo trabajador.

En conclusión, consideramos que se ha errado al caracterizar de degenerados o deformados a los Estados, negando que los tipos de estructura estatal se expanden al perpetuarse en el tiempo y se expanden al imponerse sobre pueblos de otros territorios. La caracterización de degenerado o deformado a Estados enteros peca de una fetichización metafísica del territorio y sus fronteras.


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