|
|
|
|
|
TERAPIA DE CHOQUE PARA ARGENTINA
Daniel Bengoechea |
A su regreso de su viaje por Europa el presidente Duhalde ha aumentado la presión sobre el parlamento y los gobernadores, llegando incluso a amenazar con renunciar, para que aprueben las leyes y firmen los acuerdos exigidos por el FMI y el banco mundial para comenzar a discutir con el gobierno argentino el posible otorgamiento de nuevos créditos para que este pueda cumplir con sus compromisos internacionales. Tras la devaluación de marzo, que tuvo un gran impacto en los precios, particularmente los alimentos, y que vino acompañada de la perdida de otros cien mil empleos, el gobierno argentino necesita continuar con los ataques sobre las masas para seguir garantizando los beneficios al capital; única forma posible de conseguir el sustento que necesita para sobrevivir de parte de los países imperialistas. Según Duhalde “Argentina esta destinada al éxito” y la terapia de choque por él propuestas son el camino hacia el mismo. Pero lo que para Duhalde significa éxito es una clase obrera completamente arruinada a la que se le puedan extraer márgenes extraordinarios de plusvalía para beneficio de las elites económicas argentinas y los inversores internacionales. Básicamente lo que los organismos financieros internacionales proponen y el gobierno argentino pretende aplicar es el laissez-faire económico en su versión más extrema. En otras palabras dejar las manos del capital completamente libres para explotar a los trabajadores. Los ataques contra los trabajadores propuestos por Duhalde son un eslabón más en la cadena de ataques iniciada con el golpe militar del 76. La sangrienta dictadura iniciada por Videla, mediante la muerte de 30000 trabajadores y activistas políticos, comenzó a imponer un modelo económico que significa la destrucción de todos los beneficios sociales conseguidos anteriormente a través de la lucha por la altamente organizada clase obrera argentina. Los gobiernos democráticos que sucedieron a la dictadura, Alfonsin, Menen y De la Rua, profundizaron aquellos ataques. Ahora Duhalde pretende concluir este proceso con sus nuevas medidas de austeridad. Sin embargo, el gobierno peronista de Duhalde es completamente débil. No termina de conseguir el apoyo del FMI, el propio partido peronista no lo apoya decididamente y el descontento social aumenta al punto de que los propios sindicalistas peronistas de la CGT disidente ya están yendo a la huelga después de la tregua que declararon tras la caída de De la Rua. Por eso la urgencia de Duhalde por sacar adelante su plan y conseguir que la burguesía cierre filas a su alrededor, de momento la única opción que la burguesía tiene para frenar una explosión social. Ante esta situación, los sectores medios y los desocupados que participaron activamente de las movilizaciones del 19 y 20 de diciembre siguen movilizados. Por su parte la clase obrera, fuertemente afectada por la inflación y por la amenaza de nuevos despidos, comienza a movilizarse. El problema sigue siendo que aun no existe una dirección política que encamine el descontento social existente hacia la lucha directa contra el sistema capitalista. Tanto la CGT disidente y la CTA como el conjunto de la izquierda siguen insistiendo en que mediante manifestaciones aun mayores es posible torcerle el brazo al gobierno. De esta forma, siembran esperanzas en que mediante presiones al gobierno o mediante un cambio de gobierno es posible revertir la rueda de la historia y volver a las relaciones sociales existentes antes del golpe del 76. ¡Esto es una utopía! Esta falta de dirección política se refleja en el “que se vayan todos” de las masas, el cual demuestra su frustración y el estado de desarme político en que se encuentra la clase obrera. La izquierda es la principal responsable de que las masas se encuentren en este callejón sin salida. En una situación, en la que su exitismo la lleva erróneamente a plantear que en Argentina estamos ante una revolución hecha a medias, sigue preocupada en conseguir la formula adecuada que le permita acceder al gobierno en lugar de dedicarse de una vez por todas a generar conciencia dentro de la clase obrera, preparando a esta pacientemente para la toma del poder. |
|