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¿No juega ningún papel la lucha de clases en la Republica Popular China?

A.Holberg KOVI-BRD

Los niños chinos se producen industrialmente y los indeseados son tirados al agua. La tierra y el aire presencian como en el noroeste de China se practica un nuevo juego. El juego se llama, “traigamos a los patrones” y veamos que es lo que de ellos obtenemos. Esta región desde tiempos inmemorables siempre estuvo inmersa en medio de la lucha de clases.

Este año los gerentes de una fábrica estatal de herramientas de esta región tuvieron bastante suerte. Ellos se atemorizaron cuando los trabajadores en huelga los encerraron en sus oficinas a pan y agua. Esta vez sin embargo los trabajadores no colgaron a sus jefes. En cambio sólo protestaron contra las privatizaciones que son utilizadas por los jefes para comprarse casas y limusinas y exigieron un estado transparente que permita a los trabajadores conseguir su alimento.

De parte de sus ancestros los pequeños chinos frecuentemente escucharon como con palos por las calles eliminaron, el hambre y en algunos casos a los patrones, lo cual claramente no fue un producto del jardín rojo maoísta de la “Revolución Cultural”. Ninguna de las fracciones del actual régimen gobernante tiene que enfrentarse hoy a tal desafío. Es claro sin embargo, que las organizaciones espontáneas de los trabajadores recogen parte de la tradición del sindicalismo militante de la época de la primera guerra mundial. Los anarquistas y otras corrientes jugaron en China un importante rol en aquella época, y mantuvieron su influencia dentro del partido comunista durante 81 años. Como resultado de ello su tradición se mantuvo en importantes zonas industriales de China. Las luchas actuales ayudaron al final de cuenta a la formación de las nuevas organizaciones de trabajadores. A pesar de ello su instinto inconciente aun no ayudo a los trabajadores a crear organizaciones permanentes. Durante la lucha, la actitud traidora del sindicato oficial, la unión de trabajadores de China, los indujo a encabezar la sublevación. Los dirigentes sindicales oficiales mostraron claramente lo que son cuando el pasado 1 de mayo condecoraron con medallas como trabajadores destacados a 21 empresarios. El líder del sindicato Li Quisheng justificó esta acción diciendo que “un empresario leal y trabajador ayuda a la construcción del socialismo” y que “las medallas deben conseguirse con el paso del tiempo.” Para los trabajadores quedó en evidencia que con el paso del tiempo sus derechos serán vendidos.

Por su parte, las fuerzas de seguridad del régimen ya han empezado a prepararse, ellas están preocupadas y asustadas ante la posibilidad de que la organización por abajo de los trabajadores trascienda las fronteras locales. De hecho, CNN ha difundido en marzo que ha sida dada la orden de que las futuras huelgas sean controladas por medio de las fuerzas parapoliciales de “la policía armada del pueblo”.

El origen de los cuadros revolucionarios actuales y su inserción en la clase obrera de distintas regiones por medio de la propaganda de boca a boca todavía debe ser aclarado. La respuesta más probable es que provienen de los sectores radicalizados del movimiento democrático de 1989. A pesar de lo que dijo la propaganda occidental aquel movimiento para nada estuvo exclusivamente compuesto por estudiantes. De hecho, según el propio “Review económico de extremo oriente” la mayoría de los masacrados en la plaza de Tiananmen fueron trabajadores y no estudiantes. Paralelamente a la masacre de Tiananmen el 4 de junio de 1989 hubo en las calles de Pekín muchos más trabajadores movilizados que los que acudieron a la plaza. Y los líderes de los trabajadores frecuentemente tuvieron mucho menos esperanzas que los estudiantes sobre lo que les depararía la democracia burguesa. Sólo como ejemplo de esto podemos mencionar al sindicato ilegal de trabajadores de Pekín, cuyos miembros el 17 de mayo de 1989, basándose en la lectura de “El Capital” de Marx, proclamaron “que aquello que el pueblo con su sangre y sudor produce pertenece sólo al pueblo.” Una parte de estos líderes obreros luego se integró al movimiento de sindicatos reformistas que fue liquidado el 4 de junio.

El agravamiento de las diferencias sociales en China es el principal resultado de la reforma política oficial no sólo para los campesinos sino también para la clase obrera, quien no sólo ha visto empeorar sus condiciones de vida sino que también perdió la garantía estatal del trabajo, la vivienda y demás beneficios que el estado le otorgaba. A pesar de que quiera seguir avanzando en el camino de la reforma, el presidente de China Zhu Rongjiin deberá enfrentarse al congreso del pueblo en su discurso anual. En contraste con las medidas draconianas para con los trabajadores y con la creciente corrupción, el año pasado la economía China creció un 7.3%. Sin embargo el déficit del estado alcanzo cifras record. Al mismo tiempo que el sector financiero y el capital privado aumentan sus ganancias el campesinado se encuentra en bancarrota y por primera vez en China el desempleo es masivo. Las cifras oficiales dicen que es del 3.6%, lo que significa doce millones de desempleados. Sin embargo, los economistas no oficiales hablan de un 10 o 20% de desocupación.

En la provincia de Liaoning en el noreste, uno de los centros principales de la industria pesada, se declararon en bancarrota una gran cantidad de empresas dejando a los trabajadores en la calle. Estos, que pasaron a depender del seguro de desempleo, se enfrentaron al hecho, de que dicho subsidio no les será pagado o en el mejor de los casos deberán esperar un mes para percibirlo. Claramente los derechos de los trabajadores no son más validos en China. Y la cifra de desocupados puede seguir creciendo este año alcanzando incluso el 33% según algunas predicciones. El objetivo de los patrones de las fábricas privadas es claramente el aumento de sus beneficios. Ante esta situación, la lucha de clases en China (quien recientemente entro a la organización mundial del trabajo) esta tomando características dramáticas.

Solamente en marzo de este año, 50000 trabajadores del petróleo protestaron durante tres semanas en Daqing. Los trabajadores petroleros de Daqing son aquellos a los que Mao Tse Tung llamo a imitar por todos los chinos en 1964. En la ciudad de Liaoning 30 mil trabajadores textiles y siderúrgicos se movilizaron a la sede del gobierno regional recibiendo el apoyo de más de 20000 trabajadores estatales. En la ciudad de Fushun en la provincia de Heilonjiang a mediados de marzo los trabajadores se movilizaron exigiendo aumentos de salarios y protestando contra el manejo que hace la burocracia de las empresas en su propio beneficio. En Urumqi, en la provincia del extremo oeste llamada Xinjiang varios miles de trabajadores de una fábrica de tractores se movilizaron contra las privatizaciones de las propiedades del estado y de la tierra. En muchos lugares más que los mencionados acá los trabajadores están construyendo sindicatos independientes y eligiendo delegados que los representen ante el régimen y en el congreso del pueblo.

Desde el comienzo del nuevo milenio los trabajadores han desarrollado luchas masivas en el noroeste, este y oeste del país, huelgas en la industria petrolera, en los astilleros y en la industria de la construcción y los trabajadores temporarios han traslado los conflictos a la costa sur. En la provincia de Henan, los campesinos hambrientos se han enfrentado en la calle con la policía. Los insubordinados querían que tras cinco años de rentas caídas el gobierno cancelase sus deudas. Los esfuerzos de la policía por contenerlos fueron inútiles. No ha habido una ola de lucha de clases comparable a la actual desde finales de los 80, y esta vez las luchas económicas son conducidas por sindicatos independientes. Ante las huelgas en Daqing, miles de policías y soldados con tanques fueron enviados a la ciudad. Sin embargo eso no evito que se produzcan huelgas en la región petrolera de Xinjiang.

China esta creciendo, y hay una creciente suma de ciudades que están disfrutando un desconocido bienestar. Pero la verdad, es que en China, como en cualquier país del tercer mundo, todo su potencial es usado para enriquecer a los dueños del mercado. Y de otra forma no podría ocurrir, ya que China está enmarcada dentro de la economía imperialista, a pesar de su independencia relativa que le da a su dependencia una forma particular. Los observadores más perspicaces piensan que los próximos cinco años determinarán el futuro del régimen. De este dato algo debe destacarse. Si en China el movimiento de los trabajadores se unifica, su inmenso poderío podrá ser un ejemplo para el resto del mundo, brillando probablemente para siempre.

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