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¡Ahora es Lula quien gobierna para el capital financiero internacional y la burguesía nativa!
¡Oposición revolucionaria al gobierno de frente popular!

Extraido del periódico Luta Operária de la Liga Bolchevique Internacionalista

¿Es posible que Roberto Marinho, el gran emperador de los medios de comunicación en Brasil estuviera adherido al PT? Esta pregunta fue la que se hacían todos los espectadores atentos a la Red Globo, luego de la victoria electoral de Lula en el 27/10. La “luna de miel” con el PT envolvió no solo al magnate Marinho, sino también al conjunto de la burguesía nacional y también al propio imperialismo. El “mercado” financiero internacional no ahorró elogios a la nueva postura de Lula, de respeto a los contratos, además de prever el aumento de las inversiones en el país, bajo el escudo del gobierno de frente popular. El gobierno Cardoso, a su vez, prepara la transición menos traumática de toda la historia de la republica, señalando que no habrá ninguna quiebra en la continuidad de la actual política económica, y que el régimen democrático estaría plenamente “maduro” para absorber la victoria electoral del PT.

La victoria presidencial de Lula se vio envuelta con una importante derrota electoral del PT en los gobiernos de los distintos estados. Además de perder el control de Rio Grande del Sur, su principal vitrina política, el PT no consiguió hacer pie en ningún estado importante donde disputó la segunda vuelta. Solamente logró asegurar la reelección de Zeca del PT, en Mato Grosso del Sur, que formara con Jorge Viana en Acre y Wellington Días en Piauí la bancada de los tres gobernadores del PT en estados absolutamente marginales en el circuito del tablero político nacional. El PSDB y el PMDB comandaron juntos los principales estados de la federación: Rio Grande del Sur, Paraná, São Paulo, Minas Gerais y Ceará. El PSB y el PFL gobernaran Rio de Janeiro y Bahia respectivamente, ya el PDT y el PPS obtuvieron victorias en estados con menos peso político y económico, como Amapá, Amazonas y Mato Grosso. Vale destacar que los nuevos aliados de Lula en la segunda vuelta, PPS, PDT, PTB y PSB jugaron todas sus fichas a la derrota del PT en los estados, apoyando a los candidatos del PSDB, PMDB y también a los del PFL. Con el aplastante fracaso del PT en la disputa de los estados, la burguesía quiso establecer un equilibrio de fuerzas en el interior del régimen bastardo. La sorprendente votación del candidato derrotado, José Serra, cerca de 33 millones de votos, o 38% de los votos validos, superando las votaciones obtenidas por Lula en el 94 (27%) y en el 98 (31%), es la demostración cabal de que el establishment dominante, a través del mecanismo fraudulento de la urna electrónica, controla con mano de hierro todas las tendencias políticas que se vengan a manifestar en el campo electoral, o sea, la burguesía y el imperialismo determinaron la intensidad del impacto político, en el escenario de una correlación de fuerzas equilibradas que llevo al triunfo electoral del frente popular. Algunos candidatos del PT derrotados en los estados de Ceará y el Distrito Federal, desconformes con el escandaloso fraude electrónico, desobedecieron la orientación nacional del PT de reverenciar ciegamente al voto digital y recurrieron a la justicia exigiendo el recuento de votos (¡imposible!) y la consecuente anulación de la elección estadual.

El gobierno de Lula tendrá minoría en el Congreso Nacional, a pesar de haber electo individualmente la mayoría de la Cámara de Diputados. Su bancada parlamentaria, aun sumando todos los partidos que declararon apoyo a Lula en la segunda vuelta, no pasaron los 210 votos. El bloque PMDB-PSDB-PPB conquistó casi la misma marca, cerca de 194. El equilibrio de la balanza en el parlamento quedará por cuenta del PFL, que obtuvo la segunda mayor bancada, 84 diputados, y de algunos partidos burgueses menores, que tendrán el “poder” de aprobar o vetar las futuras medidas gubernamentales enviadas al Congreso. Antonio Carlos Magalhães, el cacique fuerte del PFL ya señala con bastante simpatía a Lula, al cual apoyó contra Serra en la segunda vuelta. La coyuntura política camina a pasos agigantados hacia un gran “entendimiento nacional”. El PMDB y el PSDB se declararon “oposición responsable”, sus gobernadores no pueden abrir una “trinchera de lucha” contra el frente popular por el simple hecho de ser completamente dependientes de los fondos federales para conducir sus administraciones. Algunos partidos que votaron a Lula en la segunda vuelta, como el PTB y el PPS anunciaron la posición de “independencia constructiva”, o sea, que su apoyo incondicional a Lula dependerá de la medida en que consigan cargos y puestos claves dentro del aparato del estado. Ya “cortando” por la “izquierda”, pero integrando el llamado “pacto social” están el MST y el PSTU (LIT), que definieran su relación política con el gobierno de frente popular como de “autonomía” o “independencia” critica.

LA “COMUNIDAD SOLIDARIA” DEL PT SERA LA MARCA DEL FUTURO GOBIERNO DE LULA

Lula obtuvo oficialmente cerca de 53 millones de votos, galvanizo en su campaña casi a la totalidad de la clase media en el país, además de la absoluta mayoría del proletariado urbano y rural. Pero aun que la fuerza electoral presionase a la burguesía a dejar el camino “libre” para su victoria, esta se bandeo por entero y en forma organizada para el campo del frente popular por otros motivos. Podría haber obstruido inicialmente, como ya paso en las elecciones pasadas, el ascenso de Lula, utilizando los grandes medios de comunicación. Por el contrario, como ya afirmamos, la Red Globo parecía mas el punto de apoyo electoral del PT. Es verdad que Serra (PSDB) se mantenía, a pesar del profundo olor a fracaso que lo rodeaba, como candidato preferencial de la burguesía y del imperialismo hasta la primera vuelta. Prueba de esto fue el “bombardeo estatal” a las candidaturas de Roseana Sarney (PFL) y Ciro Gomes (PPS) que amenazaron con acabar con las posibilidades de Serra, por lo menos disputarle el segundo puesto. La burguesía llegó al punto de impulsar artificialmente la candidatura de Garotinho (PSB) aun cuando esta naufragaba sin ningún apoyo sólido en los estados (a excepción de Rio de Janeiro), todo para quitarle votos a Lula y forzar la segunda vuelta entre PT y PSDB. Todavía Lula que se mantenía como el “Plan B” del régimen político, pasó repentinamente a candidato preferencial de las clases dominantes, quebrando inclusive el propio pronostico inicial de la LBI, de mantenerse por más cuatro años el actual acuerdo de co-gobernabilidad entre Cardoso y el frente popular, con los “tucanos” al frente del Estado, que aseguro en medio de la intensa crisis latino americana, una confortable estabilidad política al Brasil. ¿Al final, a que se debe este cambio de planes y prioridades del imperialismo con relación a Brasil? ¿Por que la elección de Lula no fue “frenada”, como en el 89, 94, y 98?

La respuesta del motivo del súbito pasaje de la burguesía al “campo opuesto”, celebrada con la formación del consejo nacional de desarrollo económico y social, se encuentra en la completa certeza de que será incapaz de enfrentar la grave crisis internacional que se aproxima sin la gestión directa del PT al frente del gobierno central. El pacto político establecido anteriormente, si fue útil para no arrojar al Brasil en el torbellino que sacudió a América Latina, seria insuficiente para garantizar la “estabilidad ante el default brasilero. En resumen, el estado brasilero está al borde de la quiebra, su deuda publica (interna y externa) esta fuera de control amenazando sobrepasar los 3.000.000 millones de dólares, el déficit de las transacciones corrientes llega casi al 20% del PBI y las reservas cambiarias alcanzaron la marca mas baja de los últimos 7 años. Todo eso, a pesar de los superávits record de la balanza comercial y de las cuentas publicas (primario). El imperialismo yanqui ya avisó que no sacará los recursos de su tesoro nacional (por la vía del Fondo Monetario Internacional) para “socorrer” al Brasil. En este cuadro, el propio Bush señalo que la elección de Lula era un “mal necesario” ante la crisis. La primera prueba amarga del presidente Lula ocurrirá al finalizar enero, donde se concentra un gran lote de vencimientos de deuda publica, combinando de forma explosiva la escasez de reservas cambiarias con el retorno de la inflación.

La dirección del PT tiene plena conciencia de los “compromisos” que le garantizaron la victoria. No se quiere apoyar en la movilización de los trabajadores y tampoco en las enormes expectativas de las masas que quieren ver atendidas sus reivindicaciones. Procura darle todas las garantías posibles al imperialismo de que gobernara de acuerdo con el “consenso de Washington”. El gobierno del PT será mucho más tímido que los propios gobiernos tradicionales burgueses de América Latina. Más tímido que Hugo Chávez, que fue obligado a apoyarse en las movilizaciones de las masas para volver al juego viciado de los partidos que se alternaban en el gobierno de Venezuela por décadas.

La función del frente popular al frente del estado se resumirá en gerenciar la crisis financiera a partir de un amplio pacto social, descargando todo el peso del crash capitalista sobre los hombros de los trabajadores. Por eso eligió como su principal slogan gubernamental: “el programa hambre cero”. Es la continuidad, con otro maquillaje político, del actual programa de “asistencia social” de la comunidad solidaria comandado por la primera dama, Ruth Cardoso. Una vez que no atenderá ninguna reivindicación del movimiento obrero y campesino, alegando que el limitado presupuesto estatal no permite “milagros” y solo el retorno del desarrollo económico (léase “choque de capitalismo) podrá en un futuro lejano mejorar la vida del pueblo; las políticas “compensatorias” ganaron toda la fama en la gestión del frente popular. La tónica demagógica y populista burguesa del anuncio de la erradicación del hambre en Brasil (como si fuera posible sin destruir sus causas, el régimen capitalista), han llevado a que varios “izquierdistas”, como el ex dirigente de Convergencia Socialista (actual PSTU), Plinio Bortolotti, hoy articulista del diario burgués “El Pueblo”, entusiasmado con el programa “hambre cero” del PT, lo comparan con la revolución socialista en Rusia dirigida por Lenin y Trotsky. En cuanto al salario mínimo, el equipo de transición del PT declaró que no podrá pasar de 240 reales, bajo pena de “quebrar la previsión”. Será el mismo salario de hambre de la burguesía y no por coincidencia con su mismo viejo discurso.

Para dejar bien claro al imperialismo que ni siquiera intentará copiar el modelo pretendidamente “nacionalista” de Hugo Chávez, Lula declaro a Washington Post después del día 2/11: “Yo le aconsejaría ser más político. Un presidente no puede pelear con todo el mundo al mismo tiempo”. En la referida entrevista, criticó a Fidel Castro, afirmando: “defiendo la libertad religiosa, comercial y política para Cuba”. A su vez, el PT ya envió un representante de su futuro gobierno a la reunión de los ministros de hacienda de todo el continente realizada en Quito en el ultimo día 31, para definir el calendario de implantación del ALCA. Mientras el PT negociaba con los representantes de las burguesías latinas la anexión colonial de toda la economía del continente por el imperialismo yanqui, millares de manifestantes eran brutalmente reprimidos por la policía en la capital de Ecuador. Como se puede constatar Lula esta mas para “Chicago Boy’s” que para un barbudo tercer mundista, que pudiera establecer alguna línea de resistencia a los planes delos EEUU para nuestro continente.

OPOSICIÓN OBRERA Y REVOLUCIONARIA AL NUEVO GOBIERNO DE FRENTE POPULAR

El frente popular que emerge para ocupar el gobierno central en el país no tendrá el poder estatal en sus manos, mas apenas parte de él. El poder del Estado, corresponde al contenido de la clase social que lo controla, en ese sentido, no hubo en estas elecciones (históricamente hubieron raros casos de transición de poder de clases sociales iniciados por la vía electoral) transición alguna de poder estatal. La burguesía, como clase social dominante, continua teniendo el control del Estado, o sea, el “poder”, por la vía de las fuerzas armadas, principal instrumento de dominación capitalista, o a través de las instituciones burguesas del régimen, como la justicia y el parlamento. Cabe al frente popular la gestión del gobierno central, una porción importante de poder estatal, con la función de hacer la gerencia global de los negocios de la burguesía y del imperialismo en el país. Las características peculiares del frente popular encabezado por Lula, nos hacen tener la certeza de que no habrá ningún tipo de conflicto político, económico o constitucional entre el gobierno central y el conjunto del poder estatal, como ocurrió en Chile con el frente popular de Allende en el 73. El gobierno de Lula, sin sombra de duda, es un gobierno de colaboración de clases, apoyado e integrado por organizaciones del movimiento obrero en “amistad” con partidos y sectores representativos de la burguesía nacional. El propio vice presidente de Lula, el gran industrial Alencar, ahora parece “pescado chico” delante de los tiburones, representantes de los grandes monopolios nacionales e internacionales, que se subieron al generoso anden del PT. En este sentido, el gobierno de Lula se asemeja más al formato político de Thabo Mbeki en África del Sur y Ricardo Lagos en Chile que de Leon Blum en Francia y Largo Caballero en España, ambos gobiernos de frente popular en la década del 30, que fueran derrocados por la reacción burguesa, en el caso español, por medio de una sangrienta guerra civil.

Lula es la versión nativa de la llamada “tercera vía” que obtiene un relativo éxito en la gestión de los Estados imperialistas de Inglaterra y Alemania. Tanto Blair como Shoroeder “rompieron” con la matriz tradicional de la social democracia (welfare state, Estado de protección social) y aplicaran la receta “neoliberal” en sus gobiernos. Cuentan con el apoyo político de los sindicatos dirigidos por una aristocracia obrera corrompida y cooptada por las “caridades” estatales. En Brasil, un país semi-colonial, no podrá haber base social para el nacimiento de una aristocracia obrera en los moldes europeos. Mas no por esto, la burocracia de la CUT, vendida al gobierno del frente popular (deberá recibir todavía más fondos del FAT, Fondo de Amparo al Trabajador) no se abstendrá de implementar el “pacto social” para neutralizar y domesticar al movimiento de masas mediante los ataques que se preanuncian a las ya deterioradas condiciones de vida de la población explotada.

Los que abogan como el MST y el PSTU, que todavía no hay condiciones para hacer “oposición frontal” al gobierno de Lula son los mismos que lo “ayudaron” y están atados de pies y manos a la política reformista de “consejos” y “exigencias” cada vez más inútiles mediante el carácter abiertamente pro–imperialista del frente popular. Repetimos una vez más que no estamos delante de un gobierno que se apoya, aunque sea torpemente, en la dualidad de poder de las masas como fue Kerensky en febrero de 1917 en Rusia, estamos, si, delante de un gobierno de frente popular que se sustenta en el poder de clase de la burguesía y en un programa pro-imperialista, de rescate de la economía capitalista nacional mediante la crisis.

Si, es un hecho concreto que existen expectativas de las masas sobre el nuevo gobierno, las mismas deben ser radicalizadas y confrontadas directamente con el impotente gobierno de Lula. Apuntar el camino correcto, para acelerar el agotamiento de las ilusiones, pasa necesariamente por levantar bien alto la bandera de oposición obrera y revolucionaria al gobierno capitalista del PT, a través del método de centralización de las luchas y de la acción directa del proletariado.

Como marxistas revolucionarios, nosotros de la LBI sabemos que no existen todavía las condiciones políticas para la defensa de la consigna ¡”abajo el gobierno de Lula!”, mas no por eso dejamos de proclamar la oposición política frontal al nuevo gobierno. Las condiciones para un posible derrumbe revolucionario del gobierno de Lula se constituirán en el curso del surgimiento de una alternativa de poder obrero a lo largo del proceso de radicalización de las masas y de la debacle del frente popular. El papel de un genuino partido revolucionario en esta coyuntura, bajo un gobierno de frente popular, es acelerar el proceso histórico de organización de embriones de organismos obreros y populares independientes de la burguesía y sus instituciones “democráticas”, sea estatales o semi-estatales. Solo existen dos veredas, o el proletariado implacablemente derrotado de una vez más, por la experiencia nefasta del frente popular, o la derrota de forma revolucionaria, superando las viejas direcciones reformistas y construyendo un autentico partido obrero revolucionario. Este es el enorme desafió que nos espera por delante.

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