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La
gran hipoteca: La
oferta de Kirchner a los acreedores MAS |
La
propuesta de Kirchner-Lavagna es mucho más que un plan de pago: es la
renovación formal de la hipoteca de la deuda sobre la economía argentina.
Al mejor estilo de la reestructuración de la deuda hecha por Menem y
Cavallo con el Plan Brady (1993), la supuesta “quita récord” no es
otra cosa que la satisfacción de uno de los objetivos estratégicos del
imperialismo en Argentina: “normalizar” los pagos de deuda comprometiendo
el porvenir de generaciones. Como
de costumbre, los medios y los amigos políticos del gobierno se pelean
para ver quién disfraza mejor de epopeya nacional lo que es una entregada
monumental. Para sacar todas las conclusiones necesarias, hace falta
primero desentrañar una madeja de engaños y números para facilitar la
comprensión de todo el asunto. Porque entre mentiras, verdades que no se
dicen y tecnicismos quieren engañar al pueblo trabajador, vendiéndole
rata podrida por liebre. Pedimos disculpas por las cifras y las cuentas,
pero hay que tomarse el trabajo de estudiarlas: la “oferta” de
Kirchner incluye compromisos por los próximos 15 años y más. ¿No le
interesa saber qué país le proponen a sus hijos? Verso 1: “Esta es la propuesta
decidida por el gobierno argentino” Hasta los amigos del gobierno
reconocen que la propuesta significa morderse la lengua de los discursos
recientes, y que se desmiente todo lo que Kirchner venía arengando en
cada tribuna pública y en los medios. Lo que no muchos dicen es que esta
propuesta “soberana” está hecha a la medida de las exigencias de los
principales representantes de los acreedores y del imperialismo: el Tesoro
norteamericano y el FMI. Ellos fueron los que siempre insistieron en que
la oferta de Dubai, tal como estaba, no era viable (la famosa “falta de
buena fe”). En
estas mismas páginas hemos reproducido los comentarios y los cálculos de
John Taylor, el subsecretario del Tesoro, proponiendo una quita “casi idéntica
a la anunciada” por el gobierno (Clarín, 2-6-04). De hecho, la
reunión que tuvo Kirchner con Bush en enero fue inmediatamente posterior
a la “sugerencia” de Taylor. Por
si no alcanzaba, un mes después, en febrero, los capos del FMI les
hicieron un lavado de cabeza a los negociadores del gobierno argentino en
Miami en una reunión de cinco horas. Las cifras que trascendieron de esa
reunión son, también, casi calcadas a las de la propuesta “argentina”. Naturalmente,
las primeras voces que se elevaron para bendecir la oferta de Kirchner,
incluso antes que las de los capitalistas argentinos, fueron las de EEUU y
el FMI. ¡Cómo no van a aprobar esta oferta, si es la que ellos mismos le
exigieron al gobierno! Veamos.
La deuda en default sumaba 81.200 millones de dólares (¡siempre hay que
recordar que otros 80.000 millones nunca dejaron de pagarse!). La
trampa es simplísima: el gobierno dice que aplica una quita del 75% a los
81.200 millones. Eso sería: 81.200
millones x 75/100 = 20.300 millones. Pero
en vez de canjear deuda por ese monto... emitirá deuda por 43.200
millones (más del doble). ¿Por qué? Porque se suman los
intereses no pagados desde diciembre de 2001 hasta el 30 de junio de
este año. Sí, esos mismos intereses que el “guapo” Kirchner juró y
perjuró que jamás se iban a reconocer. Entonces, en comparación
con la oferta de Dubai (que ni mencionaba a los intereses caídos)
la verdadera quita es: 81.200
– 43.200 = 38.000 (millones) Pero
38.000 millones / 81.200 millones = 46,8%. Un poco menos del 75%,
¿no? Esto
parece cierto pero es engañoso, porque el default argentino también
era nunca visto en la historia por el monto involucrado. Lo que sirve de
medida aquí no es el valor absoluto de la quita, sino los términos
relativos de la quita, es decir, el porcentaje. Y allí no hay
ningún récord (países como Bosnia, por dar un ejemplo reciente,
lograron quitas mucho mayores). Por otra parte, en realidad la quita más
grande es la del 100%, es decir, no pagar la deuda. Y eso ya lo hicieron
varios países en la historia, en primer lugar Estados Unidos, que
en más de una ocasión le hizo pito catalán a sus acreedores (en el
siglo XIX a Inglaterra, por ejemplo). De
todos modos, lo más grave no es eso, sino algo en lo que pocos se han
fijado. ¿Cuál era el monto de la deuda antes del default, es
decir, en diciembre de 2001? Respuesta: 144.000 millones de dólares. ¿Cuál era el PBI (Producto Bruto
Interno), o, lo que es lo mismo, el tamaño de la economía argentina en
2001? Respuesta:
253.000 millones de dólares. ¿Cuál
era la relación entre la deuda y el PBI, que da la medida de si una
deuda es posible de pagar o no? 144.000
/ 253.000 = 57%. Según el mismo FMI, si la deuda de un país supera el
50% de su PBI, es insostenible. Eso se cumplió al pie de la
letra: Argentina cayó en default. Veamos
qué pasa con la propuesta del gobierno. ¿A cuánto asciende ahora
la deuda total (la que no estaba en default más la que se renegocia)? Respuesta: 124.000 millones de dólares.
Al menos, eso dice el gobierno,
pero en realidad es más, por varias razones: el pago en efectivo a los
acreedores que seguramente se va a hacer como “broche” del acuerdo,
los pagos extra de los bonos de deuda atados al crecimiento... y los
intereses de los bonos nuevos, que está previsto que no se paguen pero
que se capitalicen, es decir, se suman. Igual,
dejémoslo en 124.000 millones. ¿Cuál es el PBI que calcula el gobierno
para fines de este año? Respuesta: 146.600 millones de dólares. Entonces,
¿cómo queda la relación deuda / PBI? Respuesta:
124.000 / 146.600 = 84,6%. No impagable: recontraimpagable. Es
decir: entre el punto de partida (default de diciembre de 2001) y el de
llegada (oferta de Kirchner), la deuda es apenas un 13,9% menor
(y eso en el mejor de los casos, porque muchos analistas estiman que queda
prácticamente igual). En cambio, la economía argentina, recesión y
devaluación mediante, resulta, medida en dólares, un 42% menor. ¡En
resumen, debemos casi lo mismo y nuestra capacidad de pago a largo plazo
es mucho menor, con lo que la deuda es mucho más insostenible que antes!
¡Vaya “quita récord”! Los
números de arriba demuestran que eso es mentira. Pero hay más. El texto
difundido por el Ministerio de Economía estima (punto 11) que hará falta
un superávit fiscal promedio de 2,2% del PBI todos los años
hasta el 2017 para cubrir el servicio de deuda de manera que “no
afecte el crecimiento económico y la mejora de la situación social”. Esto
es un cuento de hadas, o mejor dicho un engaño consciente. No hay país
del mundo que haya tenido semejante superávit fiscal de manera continua
durante 15 años. Por ejemplo, todos los países desarrollados, como
EEUU y los de la Unión Europea, tienen unos robustos déficits
fiscales, y piensan seguir así por un buen tiempo. ¿Acaso
a Kirchner se le subió a la cabeza el superávit fiscal de este año
(otro “récord”)? Habría que decirle que se debe a condiciones
absolutamente excepcionales (tanto a nivel local como internacional)
que es imposible que se mantengan siquiera tres años (¡ni
hablemos de quince!): tasas bajas, precios de los productos exportables,
impuestos que ya se comprometieron a ir eliminando, etc. La realidad es que, suponiendo que
este gobierno y los que vengan intenten cumplir este cronograma leonino, no
va a quedar un peso para “la mejora de la situación social”. ¡Todo
lo contrario: lo que esta propuesta anuncia es un ajuste brutal y por
varios años al servicio del pago de la deuda! Y no somos los
socialistas del MAS los únicos pájaros de mal agüero: por lo bajo,
economistas y analistas reconocen que se viene un torniquete infernal (ver
Clarín y Página 12 del 2-6-04). Una
de las tantas cosas indignantes de este asunto es que los bonos que ahora
serán reemplazados no valen lo que se dice, sino mucho menos. En
muchos casos, no sólo no hay quita, sino que hay un flor de negocio. Hay
acreedores, como los pequeños ahorristas europeos estafados por sus
bancos, que compraron los bonos argentinos a su valor nominal. Pero hay
otros (como los famosos “fondos buitres”) que especularon con la
depreciación de esos bonos después del default y compraron bonos por,
digamos, 100 millones de dólares. ¿Cuánto pagaron? No 100 millones, por
supuesto, sino 10 ó 15 millones como mucho (es decir, los bonos valían,
en el mercado, un 10 ó 15% de su valor nominal). La oferta del
gobierno les permite duplicar o triplicar el valor de esos bonos (ya
estaban cotizando cerca del 30% poco antes del anuncio). ¿Quién
va a pagar esas suculentas ganancias? Nosotros, con más impuestos,
más tarifazos, para que el Estado destine más y más a pagarle a los
buitres y cada vez menos al salario, la educación, la salud y la inversión
pública. Otro
escándalo son los bonos en pesos. Uno puede pensar: ¿cómo bonos en
pesos, si la deuda es en dólares? ¿Qué acreedor va a querer agarrar
pesos? Pues
las AFJPs, que son grandes acreedoras del Estado (al que le prestaron la
plata de los afiliados, es decir, de los trabajadores), y a las que les
importa un comino cuánto cobre de jubilación el trabajador dentro de 20
años. Sus ganancias no dependen de eso, sino de comerse jugosas
comisiones por el aporte durante esos 20 ó 30 años. Por eso no les
importa que los fondos de los afiliados pierdan su valor. Expliquemos
un poco. Cuando la AFJP recibe nuestros aportes, debe decidir cómo
invertir esa plata, nuestra plata. Estos genios de las finanzas
resolvieron, durante los 90, que prestarle al Estado era un gran negocio.
El Estado les daba, a cambio de nuestra plata, bonos de la deuda,
que ahora están en default y cotizan chirolas. Primera
estafa: esos bonos, que en los resúmenes de cuenta que nos mandan se
computaban a valor dólar, ahora se transforman en pesos. ¿Un
dólar = 3 pesos? Qué va. Un dólar = 1,40 peso más el famoso CER.
Total: 2 pesos. Segunda
estafa: encima, parece que los bonos no se van a computar en las cuentas
personales a ese valor (que pasa a ser el nuevo valor nominal de los
bonos), sino a su valor de mercado, que es todavía menor. Calculan
que la reducción en el valor de los fondos sería de entre un 35 y un
70% (Clarín, 2 y 3-6-04). ¡A los trabajadores y futuros
jubilados sí que nos hacen una “quita récord”! Usted
dirá: no van a poder hacer eso, les van a llover millones de juicios.
Pero no. Las AFJPs van a poner condiciones para aceptar la propuesta del
gobierno. ¿Preservar el valor de los fondos que administran, defender las
jubilaciones futuras? Por favor: la condición es que su negocio no corra
riesgos. Por eso “lo que importa realmente es que se diseñe un
paraguas legal para que los afiliados no puedan demandar a las
administradoras. Y está claro que en este país las soluciones
judiciales siempre aparecen” (Clarín, 30-5-04). Sólo faltó
agregar que esas “soluciones judiciales” siempre aparecen... para los
capitalistas y en contra de los trabajadores. Para
colmo, si las cosas se ponen espesas para los acreedores, ellos seguirán
teniendo la chance de recurrir a los tribunales de sus países. Porque
resulta que la propuesta de Kirchner no modifica una situación que viene
desde el menemismo y más atrás: la jurisdicción legal de los bonos no
es argentina, lo que forma parte de uno de los tantos elementos de colonialismo
que tiene la deuda. Sólo
la novena parte de los bonos en default admiten tribunales argentinos. Más
de la mitad se rigen por la ley yanqui, y otro 35% por las leyes inglesa y
alemana. De modo que, aquí también, la propuesta del gobierno acepta una
flagrante resignación de soberanía, más allá de los discursos
patrioteros baratos que no cuestan nada. ¡No al pago de la deuda! ¡Ruptura
con el FMI! ¡Renacionalización
de todas las privatizadas y del sistema jubilatorio! Todo
lo anterior demuestra que no hay salida “soberana”, “popular” ni
“sostenible” al default y la crisis de la deuda de la mano del FMI, el
G7, el Banco Mundial y el Tesoro yanqui. La propuesta de pago de Kirchner
es una pieza decisiva de una política más general de reanudar y
profundizar el sometimiento estructural, económico, político y diplomático
ante el imperialismo. En
efecto, esta agachada en el tema de la deuda es parte integral de un
paquete que incluye las renegociaciones de los contratos con las
privatizadas, tarifazos, acercamiento a EEUU y el FMI (con “gestos”
como el envío de tropas a Haití), y que tiene como blanco directo a los
trabajadores, los jubilados y el pueblo en general. Todos ellos deberán
sufrir las consecuencias de la renovación del ajustazo para pagar la
deuda, después de dos años y medio de anormalidad (default). Kirchner
asumió la exigencia de los yanquis de “ponerse los pantalones”: esto
es, empezar a gobernar abiertamente contra los intereses del pueblo
trabajador. Ése es el sentido del fin de la “primavera” y de los
gestos demagógicos. Por
eso, los trabajadores, sus organizaciones, su vanguardia, sus elementos más
combativos y conscientes que ya está dando pelea contra los ajustes que
se están viniendo, tienen la necesidad y la obligación de plantearse una
salida. Es hora de contraponer una política y un programa alternativos
desde la clase trabajadora. Ante la entrega kirchnerista, más
que nunca: ¡No
pago de la deuda! ¡Ruptura con el FMI! Ante los tarifazos y el estado
vergonzoso de los servicios privatizados: ¡Renacionalización
de todas las privatizadas bajo control de los trabajadores! Ante la estafa a que quieren
someter, una vez más, a los trabajadores de hoy y los jubilados de mañana: ¡Nacionalización
del sistema jubilatorio bajo control de trabajadores y jubilados! Ante
la desocupación y la creciente explotación patronal: ¡Jornada de 6 horas para todos sin reducción
de salarios! |
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