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Argentina: Aporte para un balance sobre las elecciones parlamentarias del 2005
Daniel Bengoechea |
Hace dos años desde esta misma columna reclamábamos que en la “Argentina para conseguir cualquier cambio social es primordial organizar y concienciar a la clase obrera”. Las elecciones argentinas del 2003 habían hecho evidente la política de la mayor parte de la izquierda participacionista, que en plena crisis colaboró abiertamente en la búsqueda de salidas para la institucionalidad burguesa, como de la izquierda abstencionista, que planteando un boicot abstracto, apostando todo al movimiento piquetero y a las asambleas populares, dejo a la clase obrera a la deriva, colaborando también de hecho a resolver la crisis de gobernabilidad burguesa. Básicamente, en las elecciones del 2003, gracias a la falta de una verdadera opción obrera revolucionaria, la burguesía argentina logró momentáneamente superar la crisis que estalló en el 2001 colocando a Kirchner en el gobierno. Nuestro pronóstico en el 2003 fue que “la combinación del consenso creado tras la ascensión de Kirchner con la segura represión que prepara el gobierno para quienes se atrevan a reclamar por sus derechos le dará a la burguesía argentina un cierto periodo de estabilidad”.
Entre otras criticas sostuvimos que el principal error de la izquierda fue no valorar correctamente las jornadas de diciembre del 2001, creando un mito de ellas llegándose a llamarlas “revolución”. Este encandilamiento de la izquierda hizo que esta no viera las carencias de las jornadas de diciembre del 2001 y de los movimientos más activos políticamente en esos momentos (principalmente piqueteros y asambleas populares); obviando la falta de intervención de la clase obrera (como clase) y en especial que el bloque de clases actuante estaba copado ideológicamente por la pequeño burguesía. Básicamente, levantado la consigna “Que se vayan todos” la izquierda no propuso ningún programa revolucionario a la clase obrera, dejándola desarmada ideológicamente, y favoreciendo de hecho el “Que se hayan quedado todos”. A pesar de haber sostenido que las elecciones del 2003 habían significado una victoria parcial para la burguesía, nuestro pronostico en ese momento fue el devenir de luchas económicas encabezadas por la clase obrera. Nuestra consigna en ese momento fue “impulsar en el futuro inmediato estas luchas económicas de la clase obrera y aprovecharlas para difundir las ideas del marxismo y desenmascarar a las direcciones sindicales traidoras”. Esta consigna estaba basada en la concepción de que una vez que la clase obrera entra en acción por medio de las luchas económicas, es mucho más fácil que esta genere una alternativa política. Transcurridos dos años nuestras predicciones se han cumplido. Tras la débil recuperación de la economía una pléyade de luchas económicas ha estallado. Sin embargo, salvo núcleos minoritarios aislados, la izquierda sigue instrumentando estas luchas oportunistamente en lugar de utilizarlas como instrumentos para la construcción de la conciencia proletaria y de su expresión concreta, el partido revolucionario. Básicamente lo que ocurre es que tras la derrota que significaron las elecciones del 2003 no hubo ninguna autocrítica honesta en la izquierda argentina. Los resultados de las elecciones parlamentarias del 2005 son una confirmación de lo ocurrido en el 2003. La victoria del gobierno indica que pese al descontento popular, gran parte de la sociedad tiene sus esperanzas depositadas en el gobierno de Kirchner. A pesar de que el índice de participación haya bajado al 71% (el máximo fue del 85% en las elecciones presidenciales de 1983, las primeras después de la ultima dictadura militar) las elecciones han significado una victoria del gobierno y un fortalecimiento del régimen democrático burgués. Algún sector de la izquierda interpreta la disminución de la participación a niveles del 70% (aun mayores a los de la mayoría de las democracias burguesas donde el voto es optativo) como el reflejo de una creciente perdida de las ilusiones democráticas de parte de la población. Sin embargo, nada más lejos de la realidad que esto. Desafortunadamente para los revolucionarios, en estos momentos las esperanzas de las masas para con el gobierno se encuentran en niveles solo alcanzados tras las victorias de Alfonsin en 1983 y Menem en 1989. En resumen, los resultados electorales han significado una nueva derrota para la izquierda. Y no porque esta no ha obtenido ninguna banca en el parlamento o porque su expresión electoral es minúscula. Sino por que tras la oportunidad histórica que significó el 2001, la conciencia y la organización independientes de la clase obrera siguen bajo mínimos. Y mientras tanto, los grupos mayoritarios de la izquierda siguen adaptándose al sistema burgués, actuando de hecho como barrera para el desarrollo de la conciencia proletaria. El nuevo fracaso de la izquierda debería abrir necesariamente un debate profundo dentro de la vanguardia revolucionaria involucrando también a su periferia de seguidores y simpatizantes. Sobretodo aprovechando que dentro del activismo obrero existe un sentimiento de impotencia, frustración y escepticismo ante lo que se percibe como la incapacidad de las direcciones de los grupos más relevantes (PO, MST, PC, PTS, MAS, LOI, POR, FOS y tantos otros) para sacar conclusiones de la experiencia de los últimos años. Es muy probable, que en parte este debate tienda a sacar como conclusión que uno de los principales problemas de la izquierda es la imposibilidad de articular un frente único electoral. Sin embargo, si bien es verdad que el oportunismo de las distintas tendencias imposibilita la constitución de este frente. Este no es el problema. El problema principal es el retrazo en el grado de conciencia de la clase obrera, y el hecho de que la expresión organizada de las ideas del marxismo revolucionario es casi insignificante en los principales campos de la lucha proletaria. Mientras esto siga siendo así, la izquierda reformista y centrista seguirá manteniendo dividida a la clase obrera y a sus clases aliadas. Mientras no se den pasos efectivos en cuanto al desarrollo de la conciencia proletaria, se seguirá fracasando no sólo en el terreno electoral sino también en todos los terrenos en los que se expresa la lucha de clases. La concepción de que el problema de la izquierda es su burocratismo y divisionista está de hecho ya implantada en parte de la vanguardia. De hecho hay sectores que sostienen que pese a la debacle electoral los votos obtenidos por el conjunto de la izquierda hubieran sido más que suficientes para haber obtenido dos bancas, una por Capital Federal y otra por la Provincia de Buenos Aires, en el Congreso Nacional. Pero como sostuvimos más arriba, sacar de aquí la conclusión de que el problema de la izquierda es su burocratismo y oportunismo es erróneo. Dos bancas nos cambian nada. El objeto de los revolucionarios no es obtener bancas sino hacer la revolución. El parlamento es solo un instrumento por medio del cual se puede expresar el proletariado, pero no es el único ni el más importante. De todo esto no deberíamos olvidarnos. El principal problema de la izquierda no esta en su resultado en votos. El mismo consta en su adaptación a las condiciones impuestas por el régimen burgués y en su abandono del marxismo. Durante décadas la izquierda argentina viene asumiendo como algo definitivo la institucionalidad burguesa. Por eso su actuación política solamente sirve como válvula de escape para el descontento de las masas; o sea objetivamente como instrumento que colabora con el mantenimiento del régimen social dominante. Para ejemplificar la adaptación de la izquierda al régimen burgués basta con dos ejemplos: Izquierda Unida y el Partido Obrero. Izquierda Unida se rompió en vísperas de las elecciones, por enfrentamientos de aparato entre las direcciones de sus organizaciones componentes: el PC y el MST, dejando desorientadas e indignadas a amplios sectores de sus bases y simpatizantes a quienes no se consultó por este hecho. Los dirigentes del PC y del MST sacaron la conclusión de que su perfil era demasiado izquierdista por lo que se lanzaron a buscar desesperadamente figurones políticos sin ninguna base social de apoyo (políticos burgueses como Alicia Castro y Mario Cafiero) como un atajo para llegar a las masas. Esta táctica, tantas veces usada por ellos mismos en el pasado - pensemos en la propia IU en 1989, el FrePu, el FRAL, etc. - fracasó completamente una vez más. La conclusión que se puede extraer de esto es que el PC profundizará su giro a la derecha y que el MST, sumido en profundas divisiones internas, está a punto de escindirse, llevando ambos más frustración a su base militante. El PO trató de sacar frutos del giro a la derecha de sus principales rivales electorales y “radicalizó” su discurso apocalíptico tratando de aparecer como “la única izquierda”. Sin embargo, tuvo resultados muy discretos, quedando por debajo de otras fuerzas de izquierda en los principales distritos electorales. Los únicos distritos donde el PO obtuvo resultados que merecen ser destacados son las provincias de Salta (11%) y Santa Cruz (8%). Esto tiene bastante que ver con las importantes luchas obreras habidas en el último año en ambas provincias que se expresaron políticamente favoreciendo a la fuerza política local de izquierda más importante a nivel local, el PO, dada la ausencia de otras fuerzas de izquierda relevantes en esas zonas. Pero esto no cambia, para nada nuestra caracterización del PO. Este partido a pesar de sus delirantes caracterizaciones políticas acerca de los avances de la revolución argentina en lo único que se preocupa es en potenciar a sus candidatos electorales y desprecia completamente la necesidad de construir conciencia proletaria. Y el problema de la izquierda no es su división sino su falta de vocación revolucionaria. En resumen, nosotros creemos que el debate que debe sostener el activismo revolucionario no debe centrarse en cuestiones organizativas y burocráticas. El problema de la izquierda no es un problema de aparatos. Es un problema de ideas y concepciones. La experiencia histórica demostró sobradas veces que un frente político común de reformistas de izquierda puede llegar al gobierno, pero al mismo tiempo también conducirá a la clase obrera a la derrota. Como ejemplo nos sobra la experiencia del PT en Brasil (o del gobierno de Allende en Chile). De acuerdo con nuestro punto de vista, el debate dentro de la izquierda revolucionaria debe centrarse en como unir, coordinar, e intervenir en la infinidad de grandes y pequeñas luchas de todo tipo, emergentes de las condiciones objetivas de la opresión capitalista, y enfrentar ideológicamente en ellas a las distintas expresiones política de la burguesía, incluida las de izquierda. Para que la participación de la izquierda revolucionaria en las luchas tenga incidencia en el desarrollo de la conciencia y la organización de la clase obrera, la izquierda revolucionaria deberá ir hacia las masas armada de un programa de transición al socialismo, que incluyera desde las demandas más básicas por salario, empleo y vivienda, hasta las más generales como la nacionalización de las ramas fundamentales de la economía bajo control obrero. La elaboración de este programa es una de las tareas del momento. Bajo esta perspectiva, se deberá trabajar para forjar el partido revolucionario de la clase obrera argentina. Los militantes de las organizaciones reformistas y centristas de izquierda deberán ser atraídos hacia este partido mediante la práctica revolucionaria consecuente, sin embargo ningún esfuerzo debe ser dirigido hacia los dirigentes de las agrupaciones de izquierda más relevantes en estos momentos. Como planteamos hace dos años, las tareas aquí planteadas no pueden esperar, y los grupos o individuos que coincidamos en la necesidad de iniciar esta andadura debemos poner manos a la obra. -------------------------------------------------- Otros artículos relacionados Algunas conclusiones sobre las dos semanas que conmovieron Argentina Ante la crisis burguesa, en lugar de trabajar para difundir la conciencia de clase autónoma dentro de la clase obrera, la izquierda presenta un programa para recomponer el régimen político Terapia de choque para Argentina Argentina: Sobre las Elecciones y el futuro de la Clase Obrera Argentina: Para conseguir cualquier cambio social es primordial organizar y concienciar a la clase obrera |
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