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Editorial |
¿Es Irak otro Vietnam? Aun no lo sabemos pero probablemente lo acabe siendo. La brutalidad de la invasión y la ocupación son tan grandes que ni incluso la propaganda que los medios de comunicación burgueses vienen desarrollando desde los atentados del 11 de Septiembre evita que la población norteamericana comience a oponerse a la guerra.
Obviamente para todo el mundo la guerra de Irak es una guerra imperialista por el petróleo. Del mismo modo que todas las guerras imperialistas pasadas y futuras lo fueron y serán para espolear los recursos naturales de los pueblos oprimidos por parte de las potencias imperialistas. De esto no deberían sorprenderse los progresistas que en su momento apoyaron la ocupación o no se opusieron a esta. Por otro parte, tampoco debemos confundirnos y creer que toda la responsabilidad de la guerra recae en la burguesía norteamericana. El resto de las burguesías imperialistas, en particular la europea, son sus cómplices en Irak. Si ellos no invadieron fue porque no estaban preparados pero no porque no desearan apoderarse del petróleo iraqui. Alimentada principalmente del dolor de la ocupación la resistencia iraqui continua creciendo. Su apoyo proviene de ciudadanos iraquíes comunes y corrientes que han sufrido en carne propia la guerra o cuyos familiares o amigos fueron asesinados, dañados o apresados por el ejército ocupante de Estados Unidos. La combinación de la resistencia iraqui, con la creciente oposición a la guerra en EEUU y en el resto del planeta esta generando las condiciones políticas para una derrota del imperialismo. Sin embargo, la ausencia de un programa político claro favorece los intereses de Estados Unidos. Por un lado, puede utilizar en Irak la táctica del divide y triunfaras. Desde el comienzo mismo de la invasión, Washington alentó a la ciudadanía iraquí a reagruparse sobre la base de identidades y criterios sectarios (étnicos, lingüísticos, religiosos). Por otro lado, la oposición a la guerra fuera de Irak se centra solamente en la oposición a sus consecuencias más funestas (como si alguien pudiera sorprenderse de las torturas, del uso de armamentos químicos y radiactivos, o del secuestro y desaparición de combatientes antinorteamericanos) y no toma el cariz de una oposición antiimperialista y anticapitalista. En resumen, la barbarie de la burguesía imperialista esta creando las condiciones políticas para que ocurra otro Vietnam. Sin embargo para que ello sea posible, es necesario por un lado que Irak elabore un programa revolucionario, que se base en la formación de un partido político único con la misión de derrocar al invasor, defender la unidad del país y garantizar la soberanía política y económica. Por otro lado, los revolucionarios del resto del mundo debemos ser capaces de unificar el movimiento antiguerra con las luchas de la clase obrera, para darle al mismo un programa anticapitalista, enfocando todas nuestras armas en la destrucción del capitalismo verdadero origen de la actual guerra de Irak y de todas las miserias que sufren los explotados en cualquier lugar del mundo. |
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