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México: Lecciones del 2006

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En el 2006 México fue sacudido por una explosión de luchas de masas, provocada por décadas de miseria y ataques capitalistas que han devastado el nivel de vida de los trabajadores, campesinos y pueblos indígenas del país.

El ascenso comenzó con una ola de huelgas de mineros y trabajadores del metal en los primeros meses del 2006. En julio, el evidente fraude electoral en la elección presidencial le dio la victoria al abiertamente pro-imperialista Felipe Calderón sobre el candidato populista Andrés Manuel López Obrador. Multitudinarias protestas tuvieron lugar en Ciudad de México: millones marcharon exigiendo justicia, y una enorme tienda de campaña fue establecida en el zócalo central de la ciudad durante todo agosto y hasta mediados de septiembre. El extraordinario movimiento de masas obligó al Partido de la Revolución Democrática (PRD) de López Obrador a convocar a una “Convención Democrática Nacional” el 16 de septiembre, la cual lo declaró presidente legítimo.

La ola de la lucha alcanzó su pico político más alto en el empobrecido estado de Oaxaca. Una huelga de decenas de miles de maestros en mayo y un contraataque del gobierno en junio provocaron una insurrección de masas que tomó el control de la ciudad de Oaxaca por meses.

Sin embargo, el movimiento no estuvo preparado para la represión. Ésta vino de parte de las fuerzas armadas el 25 de noviembre: seis integrantes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) fueron asesinados y más de 150 fueron arrestados. Las fuerzas estatales y federales mataron al menos 20 personas más sobre el curso de la lucha, y más de 30 están “desaparecidas” -- secuestradas o asesinadas. Seis días después de la medida de fuerza, el 1 de diciembre, Calderón asumió el poder, y uno de sus primeros actos fue arrestar bajo el cargo de sedición a Flavio Sosa, un alto dirigente de la APPO y anterior cabeza del PRD en Oaxaca.

Los asesinatos y los arrestos en Oaxaca, junto con la imposición del gobierno de Calderón, son contratiempos amargos. No obstante, la debilidad del nuevo gobierno fue evidente en el nombramiento de Calderón. La protesta de miles en el exterior y los golpes entre legisladores del PRD y del Partido Acción Nacional (PAN) de Calderón forzaron a éste a meterse a hurtadillas por la puerta trasera del Palacio Legislativo.

De un lado a otro de México, las luchas laborales de los sindicatos industriales como los mineros y los obreros del trapiche continuaron. Así también las luchas de los pueblos indígenas, como las mujeres de Mazahua, quienes en diciembre ocuparon y clausuraron la planta que abastece de agua a una cuarta parte de Ciudad de México, para exigir agua, electricidad, y carreteras para sus pueblos. Y en Oaxaca, la APPO ha llevado a cabo más marchas multitudinarias en diciembre, a pesar de la represión del gobierno.

Otra ola de luchas de seguro va a estallar en respuesta a los ataques económicos más duros que Calderón está preparando. El anuncio de Calderón de recortar su salario en un 10 por ciento al igual que el de otros altos funcionarios, es simplemente una máscara para la miseria que su gobierno esta planificando llevar a cabo con el fin de satisfacer las demandas de sus financieros imperialistas en los Estados Unidos. Calderón informó a un grupo importante de capitalistas privados que en adelante habrá difíciles tiempos políticos y económicos y que él tendrá que tomar “medidas que se pueden calificar de impopulares”.

Populismo Burgués vs. Revolución Obrera

Al igual que los líderes de la clase capitalista y del estado se están preparando para llevar a cabo ataques inmediatamente, así mismo la vanguardia como las capas mas conscientes de la clase obrera deben prepararse para guiar la lucha en contra de ellos. Es urgentemente necesario aprender de las lecciones del 2006. El gobierno odiado fue tan débil en septiembre que el presidente saliente Vicente Fox no se atrevió a dar el discurso al Estado de la Unión o a dar la cara en Ciudad de México por el día de la Independencia.

¿Cómo entonces se salió con la suya con el asalto asesino en Oaxaca y consiguió la imposición de Calderón a fines de noviembre?

El factor ausente fue un liderazgo de la clase obrera revolucionaria que hubiera peleado por una lucha nacional de los obreros y campesinos. El punto álgido de la lucha de la clase obrera fue logrado en Oaxaca. Pero cuando ésta fue amenazada por un ataque federal frontal, López Obrador -- la figura nacional más enérgica quien fue visto por muchos obreros y campesinos como su líder -- se rehusó a una movilización a nivel nacional e incluso a enviar contingentes de la capital a Oaxaca. Fue empujado a llamar a una convención nacional, pero él y el PRD disolvieron el campamento de protesta en Ciudad de México y no organizaron más acciones masivas que igualaran la escala de las anteriores protestas. Los combatientes de Oaxaca pagaron con sangre su traición.

¿Por qué López Obrador frenó la lucha de las masas aun a costa de sus deseos de subir al poder? La respuesta está en que sus reclamos y los del PRD de representar los intereses de las masas son mentira. El PRD no es el partido de la clase obrera: es un partido capitalista dominado por antiguos elementos del viejo régimen autoritario del Partido Revolucionario Institucional (PRI) quienes otorgaron concesiones en favor de las masas para evitar luchas que amenazaran al sistema.

López Obrador y el PRD confundieron a la clase obrera con su populismo -- retóricamente defendiendo a los pobres dentro de una perspectiva nacionalista que los ata a la clase dirigente y protege los intereses fundamentales de capitalismo. Esto fue resumido en su principal eslogan de campaña: “Por el bien de todos, primero los pobres”. Pero los intereses de las masas no pueden ser reconciliados con los de los capitalistas ni con los del imperialismo; mantener la unidad con la clase dirigente sólo puede llegar a expensas de las demandas de las masas y sus luchas. De esta manera López Obrador congregó a millones en las calles para luchar por su poder político, pero cuando esas luchas amenazaron con convertirse en una confrontación con el poder estatal, él prefirió ver la lucha disgregada y a Calderón tomando el cargo. A falta de un liderazgo revolucionario capaz de mostrar la manera de continuar la lucha, ésta retrocedió.

Los marxistas revolucionarios se oponen al populismo y pelean contra el peligro de ilusiones populistas entre la clase obrera. De estar atada a López Obrador, la clase obrera no podrá luchar por sus verdaderos intereses en contra de su enemigo de clase, la clase capitalista. Por esto es que la tarea central de los trabajadores con conciencia de clase debe ser construir un partido revolucionario de vanguardia de su clase, dedicado a conducir las luchas de las masas hacia la revolución socialista obrera en México y en el mundo. Hacia ese fin, los revolucionarios deben participar activamente de todas las acciones masivas que movilicen a los trabajadores a la lucha, luchar por los intereses de la clase obrera y poner en evidencia el programa populista y pro-capitalista de López Obrador y el PRD. El liderazgo que ha tomado el PRD frena la lucha de las masas y por lo tanto debe resquebrajarse.

Oaxaca y la Lucha Nacional

Los acontecimientos en Oaxaca sobresalen por su potencial pues las masas lucharon por separarse de la sujeción al PRD. El liderazgo pro-PRD del sindicato de maestros vio la huelga como parte de la campaña electoral de López Obrador. Además de levantar demandas a favor de mejores sueldos y condiciones laborales para los maestros, también demandaron subir el salario mínimo del estado; así se trazaron un amplio apoyo popular. Cuando el gobierno estatal envió miles de policías para atacar la ocupación de los maestros de una gran parte del centro de la ciudad de Oaxaca en junio, las masas respondieron airadamente. Los policías fueron expulsados y dos días más tarde, una marcha de más de 300,000 personas -- más de la mitad de la población de la ciudad- mostró un apoyo abrumador a la lucha.

Con la lucha habiendo crecido más allá del sindicato de maestros, las organizaciones que la apoyaban se reunieron al día siguiente de la marcha y lanzaron la APPO como una nueva organización de masas. Luego la APPO y el sindicato de maestros organizaron el control de la ciudad, estableciendo barricadas, ocupando edificios del gobierno y asumiendo el control de varias estaciones de radio y televisión. La demanda central ahora se volvió política: la expulsión del represivo gobernador estatal, Ulises Ruiz. Pero el programa de la APPO no llamaba a una alternativa para la clase obrera de cara al odiado gobernador.

Pasó demasiado tiempo y la lucha se frustró al no extenderse nacionalmente, y un contraataque del gobierno se volvió inevitable. No necesariamente tuvo que haber sido de esta manera. Los líderes del sindicato de maestros, así como también los dirigentes de la APPO, jugaron su papel en la derrota de la lucha en Oaxaca. Trataron de acabar la lucha con pésimos compromisos, pero fueron reprendidos por las bases. La dirección de la APPO particularmente promovió un método pacifista que dejó a las masas desprevenidas frente al asalto armado del gobierno.

Pero el destino de Oaxaca fue finalmente determinado en Ciudad de México, donde la lucha quedó bajo el control del PRD. Las masas erróneamente pensaron que el PRD representaba una oposición frente a los ataques capitalistas y vieron el fraude electoral como el derrumbe de su victoria. Su derecho democrático del conteo de sus votos y un resultado justo, si bien erróneamente quisieran a un candidato capitalista, tuvo que ser defendido. Sus ilusiones en López Obrador y el PRD, y ciertamente todas sus ilusiones en que sus intereses podrían ser obtenidos sin derrocar el sistema capitalista, tuvieron que quedar al descubierto de la única manera posible -- con base en la propia experiencia de la lucha, junto con explicaciones y advertencias de los revolucionarios.

La Necesidad de una Huelga General Nacional

Si hubiera existido un partido genuinamente comunista revolucionario en México enérgicamente habría participado de la enorme campaña de protestas en contra del fraude electoral, sin darle un gramo de apoyo al PRD burgués (de igual manera se habría opuesto a cualquier apoyo al PRD en la elección misma). Habría tomado parte en la oposición masiva por el fraude electoral y la lucha para traer abajo el gobierno de Fox e impedirle a Calderón entrar en funciones. Habría peleado por la mejor manera de unir la lucha hacia la victoria llamando a una Huelga General Nacional bajo los determinantes eslóganes “¡Abajo Fox y Calderón!” y “¡Defendamos Oaxaca!”.

La lucha para tumbar el gobierno de Fox e impedirle a Calderón entrar en funciones obviamente hubiese planteado la pregunta de quién los reemplazaría. Las masas habrían supuesto, y habrían deseado, a López Obrador. Los revolucionarios habrían alegado razones contra cualquier tipo de apoyo para él y el PRD. Por el contrario, necesariamente habrían tratado de ampliar la lucha con la ascensión del PRD al poder. Dado que el PRD habría hecho todo lo posible por evitar subir al poder por medio de la acción de masas, pudo haber quedado al descubierto ante los ojos de ellas en el transcurso de la lucha. Sobre esta base la lucha pudo haber avanzado más allá de un apoyo al PRD, podría haber tenido en su lugar un liderazgo capaz de sacarla adelante.

Los revolucionarios habrían llamado a construir asambleas de obreros, campesinos e indígenas para organizar y conducir mejor la lucha, argumentando a favor de que ellos se conviertan en organismos de poder alternativo, como los soviets de la revolución rusa, compitiendo con el estado capitalista por gobernar el país. Esto fue, después de todo, claramente la dinámica de la lucha en Oaxaca, la cual bien rebasó los límites del PRD que tenía el deseo de contenerla. Así los revolucionarios habrían unido su llamado por una huelga general nacional bajo el eslogan “¡Abajo con Fox y Calderón!” con el eslogan “¡Por el poder de los obreros, campesinos y pueblos indígenas de México!”

Una huelga general nacional hubiese sido la clave para movilizar a la clase obrera al poder. Los revolucionarios habrían luchado por que la huelga general asuma las demandas económicas cruciales de las masas, por ejemplo “Abajo con el Proyecto Abascal” (la propuesta anti-obrera del gobierno para reformar la Ley Federal del Trabajo), “Abajo con el NAFTA y el Plan Puebla Panamá” (acuerdos librecambistas imperialistas), y demandas por el aumento salarial, empleo y programas de asistencia social.

Los revolucionarios habrían luchado por que cada sindicato se una a la huelga general nacional. Si bien la mayor parte de los sindicatos de México son corporativistas dominados por el PRI hubo un gran potencial para llamados a una huelga general y así ganarse el amplio apoyo de las bases. Muchos trabajadores en tales sindicatos ya odian al PRI. Los ataques del gobierno de Fox contra la clase obrera, y el deseo de los trabajadores de combatirlos, ya ha conducido a algunos dirigentes de sindicatos pro-PRI, como el líder del sindicato de mineros Napoleón Gómez Urrutia, a separarse de su anterior papel como legitimista pro-gobierno y aliarse con dirigentes sindicales pro-PRD, para oponerse a los ataques a la ley laboral.

Las luchas en otros sindicatos también tuvieron el potencial para separarse de la llave estranguladora del PRI. Particularmente, 45 000 obreros del trapiche (una industria enorme en México) lanzaron una huelga a escala nacional el 16 de noviembre para demandar mejores salarios y pensiones de jubilación, solamente para ver su huelga interrumpida ocho días después por la burocracia pro-PRI -- que prometió comenzar de nuevo la huelga el 20 de Enero (apropiadamente después del nombramiento de Calderón) si sus demandas no fueran resueltas para entonces.

Los marxistas tienen entendido que la clase obrera industrial organizada es estratégicamente central para la lucha contra el capitalismo. Pero los burócratas pro-capitalistas a la cabeza de los sindicatos industriales – o bien tienen lazos corporativistas con las instituciones estatales, lazos políticos con el PRD, o formalmente independientes -- son todos sirvientes leales de la clase capitalista. Es un crimen absoluto en contra de la clase obrera que, al mismo tiempo que Oaxaca estaba bajo un ataque militar en noviembre, la burocracia dirigente de los sindicatos no hiciera nada para vincular sus luchas a la defensa de Oaxaca. Una huelga general nacional habría superado el aislamiento y la división de las luchas, que debilitan los esfuerzos de todos los trabajadores. Pelear dentro de los sindicatos industriales por una huelga general nacional también necesariamente habría significado luchar por un liderazgo revolucionario en los sindicatos que reemplace a la existente dirección traidora.

Por lo que respecta al PRD, las marchas de protesta y el campamento con tiendas de campaña que promovieron fueron diseñados precisamente para evitar alguna acción masiva y acabar la lucha si ésta fuera demasiado lejos. Los revolucionarios habrían exigido apoyo para una huelga nacional a todos los líderes populares, inclusive a López Obrador y al PRD. Pero abiertamente habríamos alertado que estos líderes burgueses no lo harían más bien pondrían la toma del poder en riesgo movilizando a las masas de tal manera que no amenazaría el poder estatal capitalista.

Considerablemente, el ejemplo de Oaxaca y otras incontables luchas en México confirman la amenaza de violentos contraataques por parte del estado capitalista haciendo frente a las luchas de las masas. Ciertamente la historia entera de la lucha de clases enseña la lección fundamental de que la clase obrera se debe armar para defenderse contra la represión armada del enemigo de clase. Así los revolucionarios habrían propagado el llamado a cada organización popular para crear brigadas de autodefensa. En el transcurso de una huelga general nacional, tales brigadas de autodefensa hubieran necesitado coordinar y vincularse a escala nacional como milicias obreras. Una fuerza tan armada tendría el potencial para convertirse en la columna vertebral de un futuro Estado Obrero.

Oportunismo y Sectarismo

Hay muchas organizaciones mexicanas que se autodenominan socialistas revolucionarias. Desafortunadamente, la mayor parte de ellos expresan una cínica falta de confianza en el poder de la clase obrera y su habilidad para aprender en el transcurso de sus luchas; así el único resultado posible que podrían ver sería colocar al PRD en el poder. Muchos grupos “trotskistas” han adoptado una política oportunista de colaboración de clases que haría que el gran revolucionario ruso, Trotsky, se revuelque en su tumba.

Por ejemplo, El Militante, la sección mexicana de la Corriente Marxista Internacional y una de las organizaciones más grandes en México llamándose a sí misma trotskista, no sólo llamó a votar en las elecciones por el candidato burgués López Obrador; sino que además ellos constituyen una tendencia dentro del PRD.

La capitulación abierta ante el PRD burgués es el problema más obvio en la izquierda mexicana. Pero la búsqueda de los trabajadores más avanzados por la independencia de la clase obrera y la revolución no es apoyada por grupos que proclaman la independencia de clase pero que indirectamente se rinden a la dominación política del PRD a través de una metodología sectaria hacia la lucha. Un caso en cuestión es el Grupo Internacionalista (GI), afiliado al Internationalist Group (IG) de Nueva York. Bajo modo de evitar ayuda política para el PRD, el GI se opuso completamente a las protestas de millones en contra del fraude electoral, diciendo que la huelga y el levantamiento en Oaxaca y las protestas masivas en Ciudad de México eran “cantidades contrapuestas” y el ultimo no era nada más que “concentraciones políticas” para la campaña electoral de López Obrador y el PRD. (Véase el artículo del 7 de Octubre, “GEM(Grupo Espartaquista de Mexico): furgón de cola del Frente Popular” y el artículo del 10 de noviembre, “Arde Oaxaca” en el sitio Web del IG para estas y subsiguientes citas.)

El GI/IG está equivocado en todo al respecto. La huelga y el levantamiento en Oaxaca y las masivas protestas en Ciudad de México son ambas expresiones del deseo de las masas para pelear contra decenios de ataques capitalistas que el gobierno mexicano ha infligido. La diferencia principal fue el éxito del PRD en controlar las protestas en contra del fraude electoral. El presidente Fox canceló su discurso ante el Estado de la Unión y la ceremonia del día de la Independencia en Ciudad de México debido a la campaña electoral burguesa de López Obrador -- él hizo eso porque las protestas en contra del fraude representaron una afrenta masiva a todo lo largo y ancho de México y la amenaza de una explosión social más amplia.

Decir que las protestas en Ciudad de México no fueran nada más que concentraciones políticas para apoyar a López Obrador es una descripción unilateral y por consiguiente falsa. Hay una constante tensión dentro del movimiento de masas entre el electoralismo de los líderes populistas burgueses y la demanda para la acción masiva por parte de las bases del movimiento. López Obrador comprendió esto -- por eso es que él canceló la protesta de su parte.

Los líderes del sindicato de maestros de Oaxaca y los líderes de la APPO, quienes son en su mayoría partidarios del PRD (como el GI mismo ha precisado), también empezaron el movimiento en Oaxaca con el fin de apoyar la campaña electoral de López Obrador. La diferencia fue esa en Oaxaca, que las bases quebrantaron los límites que sus líderes intentaron adoptar en la lucha, mientras que en Ciudad de México los líderes populistas mantuvieron el control. Fue el deber de los revolucionarios participar e intervenir políticamente en el movimiento en contra del fraude para luchar con las bases por romper los límites impuestos por los dirigentes, al igual que las bases de la APPO y del sindicato de maestros lo hicieran en Oaxaca.

Ciertamente, el GI lleva la abstención sectaria hasta dejarnos perplejos. Se oponen al trabajo en los sindicatos dominados por el PRI por sus enlaces estatales, y aparentemente rehusados a asistir a las protestas de millones en contra del fraude electoral para distribuir su literatura y argumentar a favor de su perspectiva. Esto no tiene lugar en la tradición bolchevique. En Rusia, cuando el Zar empleó a la policía secreta para establecer organizaciones obreras a fin de detener la militancia creciente de los obreros, Lenin apoyó el trabajo revolucionario dentro de ellas para promover la lucha en contra de los capitalistas y el gobierno zarista. Cuando este movimiento, bajo el liderazgo del agente policial y sacerdote Padre Gapon, culminó en una marcha pacífica de 200,000 trabajadores llevando imágenes religiosas y demandándole al Zar mejores condiciones laborales, los bolcheviques participaron -- bajo su propia bandera, con su propio programa. El ataque del “domingo sangriento” del Zar en la marcha provocó la revolución de 1905, y la única queja de Lenin fue ¡que los bolcheviques de San Petersburgo no estuvieran más involucrados desde el principio!

Cómo Combatir al PRD, y Cómo No Combatirlo

El IG/GI también levantó el eslogan, “¡Abajo con el PRI, el PAN y el PRD!”. Compare esto a los eslóganes que proponemos: “¡Abajo con Fox y Calderón!” y “Ningún apoyo Político para López Obrador o el PRD”. El punto es que aunque el PRI, el PAN y el PRD son todos partidos burgueses y la clase obrera debe oponerse y debe separarse de todos ellos, es escandalosamente equivocado igualar el PAN y el PRI con el PRD – igualar a los líderes asesinos del gobierno represor con los lideres populistas burgueses de la oposición. El mismo método induciría a igualar al carnicero chileno Pinochet con el demagogo Allende a quien mató y relevó en 1973.

El GI admite que los líderes represores del PAN y el PRI son odiados por las masas de un modo en que los líderes del PRD, obviamente, no lo son. Pero el GI sostiene, por ejemplo, que el PRD debería ser responsabilizado por la represión en Oaxaca, porque los legisladores estatales del PRD en Oaxaca se unieron a los del PRI y el PAN en llamar a la policía federal. Cierto, pero el GI no menciona que los líderes del PRD exigieron la expulsión de esos legisladores del partido. Las acciones de los legisladores amenazaban con minar las ilusiones de los trabajadores en el PRD, así es que los líderes condenaron a sus legisladores para conservar las ilusiones de los trabajadores en el PRD intactas.

Con solo advertir a los trabajadores acerca de la mala práctica del PRD no se podrá cambiar su conciencia. Los marxistas revolucionarios deben combinar tal propaganda con la participación activa y la intervención en la lucha de masas, levantando demandas que exijan mucho a López Obrador y al PRD para ponerlos a prueba. (El método del GI de evitar la lucha de masas porque está manchada con política burguesa es análogo al método racionalista del IG de hacer llegar la conciencia desde fuera, analizado a fondo en nuestro artículo “In Defense of Bolshevik Military Policy” en Proletarian Revolution No. 78.) La conciencia revolucionaria no desciende desde lo alto. Esta tiene que ser conseguida en la lucha de clases por el estrato avanzado de los trabajadores, en contraposición directa a los líderes pro-capitalistas.

Las Lecciones de Oaxaca

La experiencia de Oaxaca muestra cómo las masas aprenden lecciones políticas radicales en el transcurso de la lucha. Si bien los líderes del sindicato de maestros quisieron que la huelga sirva de apoyo a la campaña presidencial de López Obrador, la demanda de huelga para levantar el salario mínimo en todo Oaxaca hubiera movilizado a las masas en su apoyo, en particular el pueblo indígena, eso hubiera provocado que la lucha salga del control de los líderes del sindicato. La movilización de estratos más amplios de los trabajadores, campesinos e indígenas posibilitó repeler el ataque policial, asumir el control de la ciudad y crear una nueva organización de masas, la APPO. Las bases de los sindicatos de maestros y de la APPO luego tuvieron la suficiente conciencia para rechazar una serie de pésimos compromisos que en septiembre y octubre sus líderes aceptaron. Después de la invasión de la policía federal en Oaxaca, el sindicato y los líderes de la APPO propugnaron una respuesta pacifista, pero sus bases resistieron como militarmente fue posible.

La lucha de Oaxaca también conlleva una importante lección para la capa más avanzada de la clase obrera mexicana. Es importante reparar que los líderes de la APPO han contenido y han dirigido muy mal la lucha al igual que muchos de los dirigentes del sindicato de maestros. Las bases del sindicato y de la APPO tuvieron la suficiente conciencia para rechazar los compromisos pero no vieron un liderazgo alternativo en el que ellos podrían confiar. Eso permitió a los líderes continuar maniobrando y comprometiendo la lucha -- sobre todo, dejaron a los líderes del sindicato de maestros manipular la votación en el sindicato y forzar el voto a favor de acabar la huelga justo días antes de la invasión. Aunque grandes números de maestros no regresaron al trabajo, la votación para acabar la huelga dividió y debilitó la lucha.

No es suficiente que las bases ejerzan presión sobre sus líderes, rechacen sus propuestas y se opongan a sus decisiones, aunque ésta es a menudo una experiencia necesaria. La vanguardia obrera debe presentar una auténtica alternativa. Esto significa dar prioridad a la construcción de un partido obrero revolucionario, cuyos cuadros estén dedicados a pelear en los sindicatos y en las organizaciones de masas como la APPO para ganar compañeros trabajadores a su bandera.

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