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Elocuentes postales sobre la vida y la lucha en Euskal Herria Carlos Aznarez |
Ilegalización de la izquierda independentista, más de 750 presos y presas, resistencia en cada esquina Euskal Herria es, se mire por donde se mire, un país ocupado. Eso que para cualquier persona de este mundo, sensible frente a las injusticias, de pensamiento progresista y defensor de los derechos humanos debería ser algo indiscutible y por lo tanto, su comprobación pondría en marcha -como en otros temas- una maquinaria de denuncia y defensa de los perseguidos, no se da en este caso. O por lo menos no sucede con la contundencia que debería. Pero de qué nos podemos quejar los vascos y vascas, cuando lo mismo ocurre con palestinos, kurdos, iraquíes, afganos y otros tantos perseguidos por la represión del imperialismo y de los nuevos colonialistas. Hay temas, en los que cierto “progresismo” prefiere seguir mirando al costado, pues de involucrarse cuestionarían su propia hipocresía y doble rasero. Y eso es peligroso para quienes se han acostumbrado a vivir del cuento y se amontonan cómodos en los despachos oficiales, o en los de sus partidos (de “izquierda”, claro) o gozan de suculentas ayudas económicas para seguir cerrando la boca. Porque no somos ni seremos como ellos, vayan entonces estas postales, escritas de manera urgente después de comprobar in situ que a cuanta más intolerancia y autoritarismo español y francés, el pueblo vasco no se arrodilla y sigue reivindicando, contra viento y marea, su derecho a la autodeterminación. -Ya no le queda nada por ilegalizar al Juez Garzón. O mejor dicho, es muy probable que encuentre más subversivos en guarderías infantiles, circos, plazas, playas o entre su propia familia (nunca se sabe…) y entonces arremeta también contra ellos. Como se sabe, tanto Acción Nacionalista Vasca (ANV es un partido histórico, con decenas de años acumulados en la lucha contra el franquismo primero y luego frente a los fascistas de nuevo tipo) ya no puede representar a sus decenas de miles de votantes. Ni alcaldes, ni consejales, ni votos. Todo ello borrado de un plumazo por los demócratas que un día si y otro también, se llenan la boca de palabras como “vía pacífica”, “diálogo”, “elecciones”, y un largo etcétera. La misma suerte ha corrido el Partido Comunista de las Tierras Vascas (EHAK), cuyos diputados no sólo han sido cesanteados por la dictadura militar de Rodríguez Zapatero sino, que como la gente de ANV, varios de sus dirigentes han sido enviados a la cárcel. Ha sido tan grosero el comportamiento del gobierno y su juez ad hoc, en los dos casos, que a fin de justificar la ilegalización (ya que no tienen pruebas de lo que tan ansiosamente buscan: la relación de ambas formaciones con ETA), primero imputaron falsamente a sus dirigentes de colaboradores de la organización político-militar y luego en un típico “uno más uno, dos”, arrasaron con la justicia de la que tanto les gusta hablar. En fin, lo que en cualquier país que se subordina a una Constitución o a las instituciones (otras dos palabras tan en desuso en la Republiqueta bananera del PSOE y el PP) hubiera causado estupor, volvió a pasar desapercibido y a otra cosa. “Total, se trata de los vascos”. Por la misma ecuación del "todo vale", en febrero fueron enviados a la cárcel tres dirigentes de Batasuna, entre ellos Pernando Barrena, que venía actuando como portavoz de la izquierda abertzale. -Otro tema sangrante es la situación de las presas y presos políticos vascos. Y no nos referimos a las cifras, ya que suman más de 750 en un país de sólo 3 millones de habitantes, sino a aquellos y aquellas que además de ser condenados a cientos de años de prisión por ser independentistas, soportan alargues inconstitucionales en sus condenas o no son liberados a pesar de sufrir diversas, prolongadas y graves enfermedades. Más aún, si un preso político padece cáncer o leucemia (por citar sólo algunas de las dolencias) siguen obligados a estar en aislamiento total o son enviados a mazmorras húmedas o inhabitables para cualquier persona en esas condiciones. Como históricamente ha hecho España con sus prisioneros, a la condena impuesta le ha agregado adicionales represivos que delatan su inhumanidad, como son el destierro (sólo basta recordar el caso del revolucionario cubano José Martí), la dispersión, las palizas en los traslados a los Juzgados, el gaseamiento en las celdas, y el intento de exterminio psíquico y físico a aquellos que están enfermos. -Organizaciones de derechos humanos de Euskal Herria tienen contabilizados 146 presos con alguna afección física o síquica. La aplicación de facto de la cadena perpetua, el hecho de que 23 presos políticos lleven ya más de 20 años en prisión y dos hayan superado los 63 años de edad son factores importantes a tener en cuenta. De esos 146 presos, seis padecen enfermedades graves e incurables, por lo que, a través de movilizaciones y múltiples trámites jurídicos, se viene demandando su inmediata excarcelación. A las dolencias consignadas se agregan las consecuencias de las prolongadas huelgas de hambre que presos y presas realizan para llamar la atención sobre su caso. Jon Agirre Agiriano, Bautista Barandalla, José Ramón Foruria, Marilo Gorostiaga, Juan José Rego Vidal y Josu Uribetxebarria Bolinaga son los casos más extremos. Mariló Gorostiaga sigue presa (desde hace 14 años) pese a tener un tumor cancerígeno en el pecho por el que ha sido operada dos veces y ha pasado 25 sesiones de radioterapia. Sufre también tres miomas uterinos, diabetes, dislipemia, hipertensión, obesidad mórbida, pérdida de audición en el oído derecho, fisura anal o varices. Obviamente, el aislamiento carcelario conspira aún más contra cualquier posibilidad de reestablecimiento y esto, que ha sido denunciado en foros internacionales de derechos humanos, sigue siendo parte de la cruel política carcelaria española. -Después de la muerte del dictador Franco, y cuando se gestó la patraña del Pacto de la Moncloa, el mundo se conmovió al saber de la existencia del militante comunista Marcos Ana, quien lucía el desafortunado rótulo de haber pasado 20 años en la cárcel. Hoy en la España de Zapatero, el Borbón y el PP, veinte años de prisión es casi una cruel e impuesta “costumbre” para los militante vascos. Allí está el nombre de Jose Mari Sagardui “Gatza”, quien el próximo 8 de julio cumplirá 28 años en prisión, uno más que los que le tocó en desgracia al histórico luchador sudafricano Nelson Mandela. Después de hacerlo recorrer miles de kilómetros de traslado de una cárcel a la otra, la siniestra política carcelaria del PSOE-PP espera que Sagardui cumpla los 30 años a los que le condenaron. Similar destino afrontan los militantes vascos Jon Bilbao Moro, 26 años de prisión ya cumplidos y Jon Agirre Agiriano "Elurtxuri", 27 años cumplidos. A todos ellos, como al resto de los más de 700 prisioneros políticos vascos y vascas, todos los años, se los convoca a renunciar a sus principios, a su dignidad como hombres y mujeres de almas libres (sólo sus cuerpos están entre rejas), condenando de esta manera su militancia. Pero como Túpak Amaru, Túpak Katari, el revolucionario cubano José Martí o cualquiera de los patriotas latinoamericanos que también sufrieron la saña de los conquistadores españoles, la respuesta es siempre la misma: no hay fuerza en el mundo que pueda con la convicción y la decisión de quienes aman la libertad y están dispuestos a entregarlo todo por ella. Sí, Euskal Herria es un país ocupado por fuerzas militares, policiales, económicas y hasta culturales extranjeras. Pero a pesar de todo, su gente resiste. No pasa un día que no lo haga. Con los medios que tienen, no renunciando jamás al diálogo ni a la negociación pacífica del conflicto. Están convencidos de que, como los palestinos, esa es su tierra y su mejor respuesta a tanta prepotencia es no arrodillarse frente al verdugo. Seguramente el futuro de sus hijos y nietos será luminoso. |