Balance de la última "huelga general" en Brasil

La política colaboracionista de la CUT y el PT debilita la "huelga general"

El resultado de la huelga del último 10 de noviembre, llamada día de "paralización nacional y protesta" por las entidades convocantes (Foro Nacional de Luchas, CUT y PT), no podía ser otro, que una caricatura limitada y debilitada de lo que debería ser una verdadera huelga general.
La política de colaboración de clases llevada adelante por la CUT y el PT, funciona como un verdadero freno para las tendencias más proclives a la radicalización del movimento obrero y popular. En este caso concreto, la convocatoria a una caricatura de huelga general, sintomaticamente denominada de "paralisación nacional" para agradar a los sectores "nacionales" de la burguesia "progresista", estaba relacionada con la presión ejercida por las bases de la propria CUT, en particular del gremio metalúrgico, movilizado y en proceso de lucha ante los diversos ataques cometidos por la patronal. Es evidente que la burocracia sindical, enquistada en la mayoría de los sindicatos y en la propia CUT, maniobró para dar una salida a los síntomas de descontento que venía mostrando el movimento obrero con el objeto de evitar una acción más radicalizada que los días nacionales "sin lucha". Al mismo tiempo, saboteó de hecho toda acción que hubiera garantizado cierta contudencia a las jornadas del último dia 10.
El resultado de esta política desastrosa de la CUT fue que no se produjo ninguna "paralización nacional", ni tampoco manifestaciones masivas de protesta, como las realizadas el 26 de agosto último, la marcha de los cien mil, o la propia marcha de los sin-tierra y lo profesores del 6 y 7 de octubre.
A pesar del boicot de las direcciones traidoras, el día 10 sirvió para mostrar el estado de lucha latente del movimento de masas. En primer lugar, la protesta asumió un caráter nacional e involucró a varios sectores de los explotados, como los sin-tierra, el proletariado y el movimento estudantil y popular. En segundo lugar, no consistió en una huelga general exclusivamente por la orientación impuesta por las direcciones sindicales. El ejemplo de los conductores de autobuses y trenes de Sao Paulo y Porto Alegre fue revelador. La dirección del sindicato decidió parar sólo de 5 a 7 de la mañana y, en este corto intervalo, la adhesión fue total, demostrando que estaban dadas las condiciones para realizar una verdadera huelga activa y por un período más prolongado. En el caso de los metalúrgicos de ABC, el sabotage fue más explícito. La movilización convocada en vía Anhangüera fue desconvocada bajo la absurda excusa de que llovía. La huelga en el resto de las fábricas también fue débil, en comparación con las ocurridas en las últimas semanas, en el llamado festival de huelgas. En esto colaboró también que Fuerza Sindical haya convocado una movilización de metalúrgicos en Sao Paulo el día anterior a las jornadas nacionales.
La razón de este aparente comportamiento esquizofrénico por parte de la dirección de la CUT, quien al mismo tiempo convoca y sabotea una huelga, es el programa político defendido por esta central sindical. La estratégia de acumular fuerzas para la disputa electoral (en particular para las próximas elecciones municipales) y presionar al corrupto Congreso Nacional para encontrar una salida institucional a la crisis del gobierno de Cardozo (FHC) es incompatible con el poderoso ascenso de masas, que tiende a romper el chaleco de fuerza de las direcciones reformistas y a arrancar sus reivindicaciones con la ruptura del orden capitalista. Ante esta perspectiva, para la CUT y el PT, una huelga general no puede significar otra cosa que una caricatura, una señal de advertencia para que el gobierno y la burguesía tengan en cuenta su peso social. En contra de esto, una verdadera huelga general, por tiempo indeterminado puede desmontar la estratégia de colaboración de clases, amenazando los pactos políticos con la "burguesía progresista", aliada tan deseada por el PT para las elecciones presidenciales del 2002.
Para la vanguardia combativa y clasista del movimiento de masas, cabe sacar algunas lecciones políticas de esta debil "paralización nacional":


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