Convocatoria de Fidel Castro a militantes e intelectuales

«Defender principios;

crear conciencia»

Por Norberto Bacher

 

[Texto publicado en Crítica de Nuestro Tiempo, Nº 20, pág. 129. Debate con expresiones del subcomandante Marcos y el dirigente Tupamaro E. Fernández Huidobro]

 

Una vez más, por propia decisión, Fidel Castro se coloca en el centro de la lucha teórico-política de nuestro tiempo. Al inicio de este año, la visita del Papa a Cuba desencadenó un sinfín de opiniones y controversias sobre la actitud de la dirección comunista cubana de aceptar ese viaje de Juan Pablo II. La oportunidad excepcional de presenciar la inclaudicable defensa de los principios del socialismo de cara al más genuino e inteligente representante de la contrarrevolución, y ante millones de creyentes de todo el mundo, generó un debate, no sólo sobre las consecuencias de la visita papal, sino sobre la actitud de la dirección de un estado obrero y campesino frente al derecho individual de conciencia (1).

En recientes y sucesivas declaraciones producidas entre mayo y julio, Fidel, por una parte sentó una posición sobre el problema de la globalización de la economía mundial desde una óptica marxista de la evolución del capitalismo. Y por la otra, al hacer precisiones sobre el siempre controvertido tema del apoyo del gobierno revolucionario a los distintos movimientos guerrilleros en América Latina hasta fines de los años 80, además de contribuir a la verdad histórica -lo cual es valioso por sí- replantea explícitamente la tarea de discutir las estrategias actuales de las fuerzas de izquierda que asumen la necesidad de una transformación socialista en nuestros países.

La actitud reflexiva presente en estos materiales -diametralmente opuesta a la de quienes por distintos motivos se encuentran abocados a "recrear la teoría"- parte tanto de la inquebrantable decisión de sostener la inmensa superioridad de la organización social y política lograda por la Revolución, como de la necesidad de preparar los factores subjetivos del cambio social a partir de la cabal y profunda comprensión de la época de crisis que atravesamos.

Tratando de explicar la actual situación de la economía mundial, decía Fidel: "... nuestra percepción de lo que está ocurriendo ahora en el mundo y nuestra percepción de lo que ocurrirá en un futuro, a partir no de utopías ni de magia, ni tratando de convertirnos en agoreros, sino consultando unicamente la experiencia, analizando y meditando sobre los hechos y sobre los acontecimientos.Tengo convicciones profundas sobre este desarrollo que lleva el mundo, sobre esta globalización de que hemos hablado y a la cual hemos bautizado, para dar una idea nada más y para sintetizar en una frase lo que nosotros calificamos como globalización neoliberal. Que no niega el proceso de globalización, que es inevitable, que es inexorable..." (2).

La tendencia a una ampliación constante del mercado y a la unificación mundial del mismo, es inseparable de la propia existencia del sistema capitalista desde sus orígenes.Este movimiento económico absolutamente objetivo, ya descripto desde hace por lo menos 150 años, se ha expresado en formas diversas y con desigual magnitud, según las diferentes fases recorridas por el capitalismo. En tanto el mercado se expande y abarca prácticamente todo el planeta, como en la actualidad, cada país, cada región es más interdependiente de la evolución de la economía mundial. Las distintas fracciones de la burguesía se mostraron defensoras, ora de políticas aperturistas, ora de políticas proteccionistas, en directa relación a su interés inmediato y a sus capacidades de acceder a mercados extranjeros.

Con el inicio de la denominada crisis petrolera, a partir de comienzos de los años 70, se acabó la larga etapa expansiva de la economía de los países industrializados iniciada en la posguerra. A partir de ese momento, y como forma de contrarrestar la fase recesiva en que habían entrado las principales economías del mundo – estancamiento e inflación eran los rasgos predominantes-, el capital utiliza los mecanismos que responden a la lógica de sostener la ganancia: agudización de la competencia interimperialista y lucha desenfrenada por expandir los mercados. Algo de esto ya nos había dicho Marx hace también 150 años.

Los instrumentos utilizados para lograr esos objetivos tuvieron el signo de los nuevos tiempos. El endeudamiento externo impidió el ahorro interno de los países endeudados y fue el caballo de Troya que permitió a los monopolios internacionales forzar el acceso a importantes mercados bajo control estatal de esos países dependientes (capitalización de la deuda); los sofisticados mecanismos financieros garantizaron una extrema movilidad del capital entre distintas ramas de la producción y entre regiones; la deflación abarató las materias primas y disminuyó costos; el aumento constante del ejército de reserva de desocupados fue una exigencia para la caída del salario y la extensión de la jornada laboral.

A esta desembozada forma de explotación capitalista finisecular, se la maquilló con el nombre más respetable de políticas neoliberales, presentándolas como si fuesen un novísimo descubrimiento de la ciencia económica. Puede cambiar la forma y la dimensión del látigo; permanece inalterable la mano que lo empuña y el cuerpo flagelado.

En el mismo discurso señalaba Fidel, refiriéndose al futuro: "Se entregan al capital extranjero no sólo industrias y servicios, se entregan recursos como las tierras; tierras de nuestros pueblos que tendrían que producir para los pueblos, a cambio de un plato de lentejas, papeles que se imprimen y valores que se inflan. Por eso sostenemos, a partir de hechos que son matemáticos, que tal globalización neoliberal es insostenible, que la crisis es inevitable. Y estas crisis, por el carácter cada vez más globalizado de la economía mundial, serán también globales, serán universales... Ellos no pueden evitar eso, es congénito, está en los genes del sistema que lo engendró, en las leyes que rigen su desarrollo. No podrán evitarlo de ninguna forma, a menos que hicieran lo que no van a hacer jamás: renunciar a tal sistema. Por mucho que lo prediquen y lo propaguen, y propaguen su ideología, sus mentiras y sus engaños, no pueden evitarlo. Es de ese punto que partimos para afirmar lo que estamos afirmando, sobre lo cual no tenemos la más remota duda. Los factores de cambio son objetivos y se presentarán como hechos objetivos. Los factores que hay que preparar son los factores subjetivos" (3).

Efectivamente, la crisis es inevitable y cada vez más tiene carácter mundial. Desde la estampida bursátil del 27 de octubre de 1997 esto es absolutamente evidente y no necesita demostración. Si examinamos, aunque sea al pasar, el período que se inicia en los 70, podemos constatar que si bien las llamadas políticas neoliberales pudieron revertir en el corto plazo algunos efectos de esa crisis, las recuperaciones son cada vez de menor extensión y los períodos de agudización más cercanos.

En 1995 el marxista inglés Perry Anderson describía así esta fase capitalista: "... todas estas medidas habían sido concebidas como medios para alcanzar un fin histórico, o sea, la reanimación del capitalismo avanzado mundial, restaurando altas tasas de crecimiento estables, como existían antes de la crisis de los años 70. En este aspecto, sin embargo, el cuadro se mostró absolutamente decepcionante. Entre los años 70 y 80 no hubo ningún cambio significativo en la tasa media de crecimiento, muy baja en los países de la OCDE (...) que a pesar de todas las nuevas condiciones institucionales creadas a favor del capital, la tasa de acumulación, o sea, la efectiva inversión en el parque de equipamientos productivos apenas si creció en los años 80, y cayó en relación a sus niveles –ya medios- de los años 70. En el conjunto de los países de capitalismo avanzado, las cifras son de un incremento anual de 5,5 % en los años 60, 3,6% en los años 70, y sólo 2,9 % en los 80" (4) . A esta elocuente descripción deberíamos agregar la recesión de los primeros años del 90 en los países más desarrollados y las recurrentes crisis financieras de estos años (crisis de la deuda de 1982, crack bursátil del 19 de octubre de 1987, y el llamado efecto tequila en 1995).

Es importante observar el comportamiento de las distintas fuerzas políticas y sociales frente a las medidas prácticas del llamado neoliberalismo.

Los políticos de los partidos burgueses, aún los más "populistas", se han alineado en bloque detrás de estas políticas presentándolas con diversos argumentos, desde los entusiastas del "libre mercado", hasta la resignada aceptación de aquellos que las describen como un férreo cepo al cual no queda otra alternativa que encadenarse. En general el progresismo y la izquierda reformista adhirieron a esta última posición, sin dejar de protestar contra los efectos más repugnantes y notorios -miseria y marginalidad por ejemplo- del "modelo" (cabal expresión mistificadora). La consecuencia lógica de esta posición es postularse como los administradores más prolijos y honrados del sistema.

La evolución histórica del capitalismo a la concentración oligopólica y a la unificación del mercado como forma concreta de la burguesía para intentar sortear las épocas de crisis, no ha sido comprendida por honestos luchadores sociales y aún por fuerzas de izquierda que se reclaman revolucionarias o marxistas. Frecuentemente en su accionar político estas fuerzas se oponen al curso señalado asumiendo la defensa de los mercados locales, lo que además de ser históricamente regresivo, expresa el punto de vista desesperado de las burguesías locales arruinadas y los pequeños productores expropiados.

Se produce así un fenómeno paradojal: fuerzas sociales y políticas que estructuralmente deben ser palancas para la transformación social y el desarrollo histórico pueden ser presentadas y acusadas de anacrónicas y conservadoras ante la sociedad por los representantes y ejecutores efectivos de los intereses de la derecha y el gran capital.

No es ajena a este tipo de falencias el peso político-ideológico del pasado reciente: la fuerte tradición populista (nacional-burguesa) en casi toda América Latina, y las concepciones frentepopulistas de gran parte de la izquierda.

Recientes declaraciones del Subcomandante Insurgente Marcos se nutren en esta forma de incomprensión. Dice Marcos: " ¡ Silencio! Nada se puede hacer, es la fatalidad de la globalización imponiéndonos un silencio inapelable y un religioso conformismo. No debe preocuparnos el que esta resignación haya llegado hasta La Habana, sino que la destrucción de las Naciones (que va aparejada, esa si remediablemente, a la globalización) se nos presente como algo evidente, es decir natural, incuestionable y sin contradicciones.

Ciertamente el neoliberalismo ha construido con el gran capital financiero un enemigo formidable, capaz de dictar guerras, quiebras, dictaduras, "democracias", vidas y, sobre todo, muertes en cualquier rincón del mundo.Sin embargo, este proceso de globalización total (económica, política y cultural) no significa una inclusión de las distintas sociedades, incorporando sus particularidades...Oponerse al neoliberalismo, combatir en contra de él no es sólo una opción política o ideológica, es una cuestión de supervivencia de la humanidad.Alguien advirtió que ir contra la globalización era como ir contra la ley de gravedad. Así que ni modo, ¡abajo la ley de gravedad!" (5).

En forma elíptica pero absolutamente nítida el Subcomandante apunta directamente a las declaraciones de Fidel Castro que reproducimos. Por provenir de un hombre que ha probado su clara voluntad de lucha en las difíciles circunstancias que hoy viven nuestros pueblos, su línea conceptual es particularmente significativa.

En el mismo discurso de clausura del encuentro realizado en Cuba se puntualiza en forma contundente los objetivos que deben animar a los pueblos para oponerse a esta globalización neoliberal: "...No somos nacionalistas, no es el nacionalismo nuestra idea esencial, aunque sí amamos profundamente a nuestra patria. Nos consideramos internacionalistas y el internacionalismo no está reñido con el amor a la patria, con la tierra que ve nacer a un ser humano...Hablaba por eso de la identidad. Ni el amor a la tierra en que se nació es incompatible con un mundo unido y con una globalización de otro carácter que yo la llamé socialista. No es incompatible la cultura y la identidad de cada país con un mundo unido, completamente globalizado...Un mundo justo y globalizado, globalizado bajo otra concepción, no sólo salvaría el espacio físico donde tenemos que vivir, sino que, entonces sí habría millones, miles de millones de millonarios. No podrían serlo, porque es imposible, tal como se concibe vulgarmente hoy, en bienes materiales, que deben ser distribuidos de una manera equitativa y justa, lo serían en su espíritu de hombre, que sólo bajo otro sistema y bajo otras concepciones pudiera llegar a enriquecerse hasta el infinito. ¿Por qué tiene que haber desempleados; por qué tiene que haber crisis de superproducción; por qué no trabajan las máquinas y las tecnologías al servicio del hombre y que todo el mundo tenga oportunidad de trabajar, y no 70 u 80 horas como cuando comenzó la revolución industrial en Inglaterra? Y no 60 o 70 como trabajan muchos todavía...sino trabajando tal vez 20 horas a la semana, tal vez 15, utilizando esa productividad para que dispongan de los bienes materiales necesarios todos los ciudadanos de este planeta..."

Ni la resignada rendición del progresismo frente al programa del capitalismo en crisis, ni la voluntad revolucionaria al margen y desconociendo las tendencias materiales del desarrollo social.

En una intervención previa al discurso de clausura, Fidel no se limitó a plantear el objetivo sino enuncia un probable curso de acción : "La única altenativa posible a la globalización neoliberal es la globalización socialista, la cual se consolidará rapidamente por encontrar el camino allanado. A la globalización socialista no se llegará por la vía de una revolución clásica como la francesa o la bolchevique; se producirá por la caída del régimen capitalista debido a su crisis, cada vez de mayor envergadura. Pero las masas deben estar preparadas, organizarse, luchar con los medios a sus manos, denuncias, protestas" (6).

Reconocimiento de que el llamado neoliberalismo es el programa capitalista para afrontar la crisis económica mundial; reconocimiento de que estas políticas implementadas por las burguesías inevitablemente agravarán la crisis; reconocimiento de que la única alternativa posible e imprescindible, para oponer a las políticas del gran capital financiero y los monopolios es la reestructuración de la economía sobre bases socialistas; y que esta necesidad presupone la acción política de las masas, para lo cual es necesario su preparación, con todo lo que ello implica: este es un buen punto de partida para el reagrupamiento de las fuerzas marxistas latinoamericanas.

Las ideas rectoras del discurso de Fidel, contribuyen a estructurar la única salida realista a la dramática situación que viven las grandes masas oprimidas. De hecho se contraponen a las que alientan al denominado "posibilismo" (ironicamente Lenin lo llamaría realpolitik) y a las cuales, entusiastas o a regañadientes, han adherido en los últimos años tantos militantes hasta ayer insospechados de conformismo. Para las clases explotadas acceder a lo real presupone un largo combate ideológico y a menudo, la inmediatez encubre la más engañosa de las utopías: esperar justicia dentro de las normativas del poder burgués.

Enfatizando en la necesidad de preparar el factor subjetivo, con pleno conocimiento de que va a ser determinante para la resolución de esta crisis que vive la humanidad, Fidel esboza las tareas necesarias para la consecución de este fin:"...Con las posibilidades de comunicación que nos da la ciencia, no tendrían que pasar más de tres siglos para que, hasta los emperadores fuesen capaces de comprender la falsedad de insostenibles concepciones. No será, en realidad, por el camino de la persuasión que los emperadores de estos tiempos vayan a acoger con los brazos abiertos nuestras demandas y nuestra aspiración de justicia y de equidad en este mundo. Ni este mundo puede esperar 300 años. Tendrá que esperar mucho menos para que se produzcan los cambios que deben producirse. Como les dije a ustedes, hacen falta las ideas que preparen a los pueblos del futuro, pero luchando desde hoy. Desde hoy, hay que ir formando conciencias, diríamos que nuevas conciencias. No es que hoy el mundo carezca de conciencia, pero una época tan nueva y tan compleja como ésta requiere más que nunca de principios y requiere de mucha más conciencia. Y esta conciencia se irá formando con la suma, digamos, de lo que está ocurriendo y de la conciencia de lo que va a ocurrir" (7).

En rigor desde hace meses Castro introdujo en sus intervenciones públicas la nueva situación que deben afrontar las fuerzas revolucionarias."Yo no recomiendo la lucha armada (en la época actual) ... Estamos pasando de una etapa en la que las armas podían resolver los problemas a otra en la que la conciencia de las masas y las necesidades de la historia y las ideas serán las que harán cambiar al mundo" (8).

Como corresponde al pensamiento marxista, el plantear nuevas tareas exige un balance autocrítico del período precedente.

En una intervención del día anterior al cierre del encuentro Economía 98 Fidel Castro expuso la historia de todo un período de casi 25 años de lucha revolucionaria, período en el cual la dirección revolucionaria demostró con su práctica política su convicción de que el futuro de la construcción del socialismo en Cuba estaba condicionado por el triunfo de la revolución en otros países, los latinoamericanos en primer lugar. Con la famosa consigna del Che -crear dos, tres muchos Vietnam- asumió, una vez más, que las bases materiales y las circunstancias mundiales eran favorables para desarrollar la guerrilla." Nosotros hicimos un esfuerzo que estoy seguro de que habría podido tener éxito si no fallan los factores subjetivos, y el destino del mundo en este momento sería diferente, el curso de la historia en este momento. Vendrán otros momentos para el curso de la historia, pero este momento no lo estaríamos viviendo ahora, y aquello habría podido cambiar el curso de la historia...Se lograron muchas cosas; pero lo fundamental, lo esencial no se logró" (9)

Encontramos una dirección revolucionaria cuya línea estratégica fue la extensión internacional del proceso de transformación social, y no el enclaustramiento; una dirección que no supeditó el impulso y el apoyo de los movimientos revolucionarios a las necesidades conyunturales del gobierno que dirige, sino a la posibilidad del desarrollo de la lucha de clases. Lo mejor de la III Internacional de la primera época, la de Lenin, se rescató como práctica concreta; el internacionalismo dejó de ser declamativo.

Según reproduce el diario Clarín del 4 de julio, en una comisión de debate de ese Encuentro Fidel dijo además: "los soviéticos estaban preocupados y se oponían a nosotros. Lo que hicimos, todos nuestros esfuerzos, lo hicimos en contradicción con los soviéticos, quienes tenían una gran influencia sobre los partidos latinoamericanos. Algunos cooperaron, otros se opusieron. Y otros se involucraron en argumentos teóricos y en la disputa sino-soviética por el fracaso de crear un gran Vietnam (...) Estados Unidos decía que los soviéticos eran los que promovían la revolución, cuando en realidad se opusieron en todo lo que queríamos hacer. Algún día se contará toda la historia".

No puede haber duda: por derecho militante la dirección cubana adquirió el privilegio de ser punto de referencia insoslayable de los comunistas y los explotados del mundo.

El hilo conductor que va desde los esfuerzos realizados para quebrar el poder burgués en el período anterior, hasta la propuesta que hace Fidel, en la situación actual del capitalismo, de defender los principios (el socialismo) e impulsar el crecimiento de la conciencia de las masas, organizándolas, pasa por el reconocimiento del insuficiente desarrollo del factor subjetivo, por el reconocimiento de la ausencia de verdaderos partidos comunistas.

Y el factor subjetivo involucra muchos elementos: va desde la abierta claudicación de las dirección soviética (incluído el propio derrumbe de la URSS) y los partidos ligados a ella; el papel en general sectario de grupos provenientes de otras vertientes del marxismo; tanto como el insuficiente desarrollo teórico y de vínculos con el movimiento de masas de muchas organizaciones armadas; la acentuada influencia de concepciones populistas y desarrollistas, hasta aspectos puramente militares.

Un hombre de la experiencia del dirigente tupamaro Eleuterio Fernández Huidobro, presupone que son razones de Estado (alta política las llama) las que impulsaron a Castro a reivindicar el apoyo cubano a los movimientos insurreccionales y asimila estas declaraciones a los comentarios de Castañeda en su conocido libro. Pero lo que disgusta centralmente a Fernández Huidobro es la apreciación castrista sobre lel factor subjetivo. Escribe refiriéndose a este tema: "Duele tener que oir hoy, que la cosa falló porque fallaron los factores subjetivos que, hablando claro, quiere decir las organizaciones y los compañeros " (10). Después en apoyo de su posición enumera la cantidad de víctimas tanto de la lucha como de la represión en alguno de nuestros países.

No podemos aquilatar hasta dónde argumentos como los expuestos son compartidos en la izquierda, pero reducir el elemento subjetivo a la generosa voluntad de lucha de toda una generación militante le hace flaco favor a la causa revolucionaria, y en todo caso ha mostrado largamente sus insuficiencias. Nosotros pensamos que tanto en el fracaso de la lucha de ayer, incluída la acción armada, como en la lucha actual por el socialismo que requiere elevar el nivel político de conciencia de las masas, como nos propone Fidel, hay una tarea incumplida: crear sólidos partidos de clase, reagrupar a los marxistas revolucionarios.

Ayer y hoy la presencia de Cuba revolucionaria es un inmenso estímulo que tenemos los latinoamericanos para resolver revolucionariamente el futuro de nuestra sociedad. Ni siquiera un hombre de reconocida animadversión hacia la dirección castrista,como es el caso del citado Castañeda puede desconocerlo: "...La autoridad moral y el prestigio de Castro, junto con la fascinación que ejercía sobre la totalidad de los cuadros, intelectuales o políticos latinoamericanos que visitaron La Habana en aquellos primeros años de ímpetu de la Revolución Cubana, resultaron ser la exportación revolucionaria más importante de la isla. Las armas, el entrenamiento, el dinero y equipo sólo servían de adorno" (11).

Refiriéndose al valor del ejemplo de Cuba que sigue concitando el odio del imperialismo en la actualidad decía Fidel en el discurso de cierre: "...La idea de que resistiendo aquí estamos ayudando a los pueblos hermanos, en este hemisferio y en otras partes. Demostrando que se puede resistir y resistir aún en las más increibles circunstancias. Estamos dando una prueba de lo que el hombre puede ser capaz, de lo que los valores pueden ser capaces y de lo que las ideas pueden ser capaces. Nuestros enemigos tratan de golpear nuestras verdades y contra esa obra de todo un pueblo...Tratan de matar la esperanza, de sembrar el pesimismo, si no, para qué quieren ese indecente bloqueo. Para quebrar la moral de nuestro pueblo..." (12).

En su larga marcha el Comandante sigue dando muestras de que está dispuesto a seguir encabezando la lucha. Nos toca a nosotros construir los elementos idóneos para terminar con la explotación de nuestros países y nuestros pueblos.

 

Notas:

1.- Crítica Nº 19; pag 75 y sig.

2.- Fidel Castro – Discurso en la clausura del Evento Internacional Economía 98 - La Habana – 3 de julio de 1998 – Versión taquigráfica

3.- Ibid.

4.- Perry Anderson – Balance del Neoliberalismo – Conferencia de Septiembre de 1995 - UBA – El Rodaballo Nº 3 – año II

5.- Subcomandante Insurgente Marcos – México 1998.Arriba y abajo: máscaras y silencios; Julio1998. Efectivamente, pocas semanas antes, en el Encuentro Internacional de solidaridad entre Mujeres, Fidel Castro había dicho textualmente, luego de explicar detalladamente la situación económica mundial y las tendencias intrínsecas del capitalismo a la globalización: «Oponerse a la globalización, es como oponerse a la ley de gravedad», tras lo cual explicó que la globalización debe y puede ser socialista.

6.- Mate Amargo - Montevideo – 16 de julio de 1998- pag. 11 informe A.Capelán

7.- Fidel Castro – Discurso en la clausura...

8.- Clarín 21 de Mayo de 1998 – pag 51- Entrevista de J.Gasparini

9.- Mate Amargo; Montevideo; 23 de julio de 1998 ¿Por quién doblan las campanas?

10.- Mate Amargo - Montevideo – 9 de julio de 1998- pag 5- Adiós a las armas

11.- Jorge Castañeda- La Utopía Desarmada- Ed. Ariel pag 79

12.- Fidel Castro – Discurso en la clausura...