Sueño desolador

A tu piel me adherí mientras dormías
en el silencio y sombra de tu lecho;
batían tus latidos en mi pecho
pero los míos no los percibías.

Errante en las desiertas galerías
de los sueños, ahogada en el estrecho
callejón de un deseo insatisfecho,
yo te llamaba y tú no respondías.

Y al acercar mis labios a tu oído,
emergió de los tuyos un gemido,
como de quien se siente abandonado.

Sueño desolador, tan absorbente
que yo, abrazado a ti, te sentí ausente,
y tú no me sentiste a ti abrazado.


Francisco Alvarez Hidalgo

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