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Muy Leal y Benemérita, Respetable Logia Simbólica “Benito Juárez 25” No. 1

“El legado de los hombres de la Reforma ”

Para dimensionar lo que significaron los hombres de la Reforma en la construcción de nuestro país, es importante contextualizar la situación de México a mediados del siglo diecinueve. En ese tenor, hay que considerar que hacía unos cuantos años se había terminado el dominio español en este jirón del mundo. Hasta 1821 la nación mexicana no existía; en su lugar había un territorio que los españoles consideraban un botín de guerra, del que había que saquear todo cuanto tuviera algo de valor, ya en su superficie o ya en sus entrañas, para lo cual crearon una sociedad clasista y esclavista que les permitió utilizar sin escrúpulos la mano de obra que representaban los naturales de esta tierra y dada su voracidad insaciable, trajeron de las costas de Africa meridional, grandes cantidades de seres humanos a los que dieron el papel de bestias, a quienes incorporaron al saqueo sistemático de mas de 300 años de dominación. La raza española en el pecado llevó la penitencia, ya que sus bajos instintos, su doble moral y su fragilidad de carácter propició el mestizaje, fenómeno que enmarañó el desarrollo de la sociedad novohispana, creando una serie de castas que poco a poco trataron de ganarse un espacio en un territorio que era considerado por el mundo entonces autonombrado como civilizado, un territorio de segunda. México era el traspatio de España. La maraña que se generó con el mestizaje así como el sistema de privilegios importado de la mal llamada madre patria, fueron causas suficientes para detonar la emancipación. Un movimiento incubado en las postrimerías del esplendoroso siglo de las luces, que tuvo sus orígenes en ese despertar de conciencia que cimbró las estructuras del mundo occidental, en el que la francmasonería tuvo un papel decisivo y determinante. Un movimiento que dejó ver figuras como el ilustre síndico del Ayuntamiento de la ciudad de México, nacido en nuestra conocida Cienega de Mata, Don Francisco Primo de Verdad y Ramos, iniciado en nuestros augustos misterios en la primera logia establecida en la Ciudad de los Palacios, a unos cuantos pasos de lo que fue el gran centro ceremonial de la Gran Tenochtitlan, quién se considera uno de los primeros mártires de la independencia, al haberse atrevido a alzar la voz en contra de la dominación española. La transición de un sistema de gobierno a otro nunca ha sido un proceso fácil y menos cuando se da en un ambiente de traiciones y de intereses personales que se puede resumir en una frase digna del célebre Nicolás de Maquiavelo “Hay que cambiar todo lo que sea necesario para que las cosas sigan igual”. Los Españoles se empeñaban en mantener sus privilegios en la nueva nación; el Clero, como buen parásito de la sociedad, no estaba dispuesto a ceder un ápice de sus conquistas; los Criollos pretendían suplantar a los Españoles en su rol de clase dominante; en fin, los caciques, las potencias extranjeras y todos aquellos que se sentían privilegiados, no estaban dispuestos a modificar el estatus social que habían conseguido a costa del esfuerzo de millones de mexicanos insignificantes que se podrían llamar como hijos de un Dios Menor. Para construir la nueva nación se requería de un grupo de mexicanos íntegros, de pensamiento claro y progresista, que consideraran que debía reinar el imperio de la libertad, la igualdad y la fraternidad; y esos patriotas surgieron; surgieron de los templos consagrados a la virtud; surgieron de las logias masónicas novohispanas, que recibieron el fuego de Vulcano de manos de los Enciclopedistas, de Voltaire, de Rouseau; que lo transportaron al contexto mexicano y que dieron un sello personal a una nueva nación, con la creación de una nueva raza, la raza mexicana, producto de un mestizaje basado en el orgullo y la revaloración de las culturas que lo conformaron. Hablar de nombres sería muy aventurado por el riesgo de caer en omisiones vergonzosas, sin embargo es válido mencionar las figuras de Don Valentín Gómez Farías, que vivió su juventud en la ciudad de Aguascalientes y el Dr. José Mará Luis Mora, a quienes se les considera los padres de la Reforma, ambos con una larga hoja de servicios dentro de nuestra institución. Por la magnitud de su significado, sería imperdonable mencionar al ilustre patricio Don Benito Juárez García de quién toma su nombre mi Madre Logia, así como los destacados aguascalentenses Jesús Terán Peredo, José María Chávez Alonso y José María Arteaga. En papeles el legado de los hombres de la reforma se encuentra plasmado en la Constitución de 1857 y en el conjunto de Leyes de Reforma; en acciones, queda la inquebrantable decisión de construir una nación justa, orgullosa y progresista, llevada hasta sus últimas consecuencias y que costó a muchos hermanos ofrendar su vida en el gran teocalli; y en su trascendencia histórica queda esa corriente progresista que ha contrarrestado a las fuerzas reaccionarias que de manera sistemática han querido sumir a nuestro país en un oscurantismo en el que reine la ignorancia, la ambición y la hipocresía, esas fuerzas que en estos momentos asoman las cabezas en los yunques, muros, tecos y tantas otras organizaciones ultraoscurantistas que están aprovechando el momento de conmoción que vive la República para asaltar el poder aprovechando la confusión reinante. Qq.’. Hh.’. de aquí deben surgir los líderes que pueden conducirnos a construir una nación mas justa, si no, ¿de donde mas? Empuñemos nuestras espadas y defendamos nuestros ideales, convirtámoslas en discursos, en plumas; Convenzamos con el ejemplo, encabecemos los grandes movimientos sociales. Si dejamos pasar los acontecimientos, y no participamos, lo vamos a lamentar por el resto de nuestros días. Ya un puñado de hermanos hace 150 años nos pusieron el ejemplo. --------------------- Rodolfo Enrique Rendón Zermeño