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LA CUEVA DE LOS CASARES: UNA APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE GRABADOS DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR

Texto: Andrés Acosta González ( Doctor en Historia ).
José Manuel Molinero Barroso ( Fotógrafo).

1. Introducción.

Analizaremos en este brevísimo trabajo sólo un fragmento de un panel de grabados situado en una de las estancias mayores de esta cueva, estancia que el gran arqueólogo Juan Cabré Aguiló , primer estudioso de la misma, llamó ‘seno A’, denominación que seguimos manteniendo. Este seno es el más cercano a la entrada, y está exactamente a 55 m. de distancia de ésta.
La Cueva de Los Casares se nos muestra como una aparente singularidad dentro del Arte Paleolítico conocido por varios motivos: su ubicación en pleno interior de la Península Ibérica (Riba de Saelices - provincia de Guadalajara), la abundacia de grabados (cerca de 200 entre antropomorfos, zoomorfos e ideomorfos) frente a la casi total inexistencia de pinturas, una cantidad grande de grabados de antropomorfos (19 en total) y la variedad zoológica, estilística y cronológica de estas manifestaciones artísticas pertenecientes a distintas etapas del Paleolítico Superior.
Al lector interesado en múltiples aspectos que ahora no vamos a tratar (cuestiones geológicas, geográficas, paleontológicas, antropológicas, prehistóricas, arqueológicas, artísticas o descriptivas de la cueva en general) le remitimos a la bibliografía que reseñamos al final, advirtiéndole no obstante que, en nuestra opinión, queda muchísimo por hacer. Hay quien piensa que, en realidad, no hemos hecho más que comenzar.
La sucesión de escenas que vamos a estudiar puede verla el lector impresa en este artículo. Reproducimos los calcos de Juan Cabré Aguiló y su hija Mª Encarnación Cabré Herreros, pues aunque parezca asombroso, dada su antigüedad, son los que más fielmente reproducen lo que nuestros ojos han captado en las múltiples sesiones de trabajo que hemos desarrollado “in situ”.
El fragmento que vamos a describir con la mayor exactitud objetiva posible consta de 4 grupos de figuras, ordenados de izquierda a derecha así:

1ª) Una pareja de antropomorfos de distinto sexo, mostrando el femenino una acentuada esteatopigia y apareciendo el masculino notablemente ithyfálico.

2ª) Dos elephas, de los cuales uno, el lanudo, tiene representación frontal y aparece parcialmente superpuesto a otro, aparentemente de piel desnuda, con perspectiva lateral.

3ª) La cabeza zoomorfa de un hipotético antropomorfo, cuyo significado se nos antoja confuso.

4ª) Un antropomorfo ventrudo con los brazos levantados superpuesto a un équido (aparentemente una yegua por lo abombado del vientre), existiendo, como más adelante explicaremos con detalle, una continuidad en los trazos de ambos. Y además, en la misma escena, una gran vulva en la espalda del antropomorfo ventrudo, un diminuto antropomorfo emergiendo de la zona vulvar del anterior y un pez.


El habitáculo en el que se encuentra este conjunto de grabados, unidos todos ellos por un aparente hilo argumental, posee una altura máxima aproximada de 2,50 m. y una anchura máxima de 4,70 m., aunque en el lugar donde se encuentra el panel que estudiamos el seno se va reduciendo hasta dar, unos metros a la izquierda , con un acceso algo más estrecho que conduce al resto de la cueva. El suelo es liso y cuasi-horizontal en esta zona, aún no perturbado por las filtraciones de agua que ya se manifiestan en el acceso anteriormente mencionado.
Toda esta sucesión de escenas se encuentra en una pared larga de morfología ondulada, pero también quebrada en muchos puntos por desprendimientos que han tenido lugar, con toda probabilidad, antes y después de la realización de las figuras. La superficie tiene dureza, pero se quiebra, tal y como hemos indicado, siendo su textura escamosa y con grietas.
Sólo hay una zona análoga en este seno donde la sucesión de escenas que estudiamos podía haber sido grabada. Se trata de un espacio situado en la misma pared, a la derecha. Pero ahí hay otras escenas de antropomorfos que podrían interpretarse como una continuación de las que aquí nos ocupan, si bien esta consideración requiere un estudio muy detallado que por ahora no estamos en condiciones de encarar.
Hay dos factores que rompen la continuidad entre los dos conjuntos de grabados: uno primero y menos importante, de carácter físico, que consiste en un desnivel de la pared, el cual sitúa a este otro grupo de figuras en un plano distinto, más profundo; y el otro, semántico, pues las escenas nos están mostrando actividades en un medio acuático (un antropomorfo lanzándose a un lago o río y, más a la derecha, tres antropomorfos erguidos, mirando todos hacia la izquierda, entrando o saliendo del agua). Estas dos escenas contienen asimismo una gran cantidad de peces grabados.
Pero también existen factores que invitan a pensar en una posible continuidad, y que por tanto todo el panel posea un significado único, global. El primero de ellos se basa en el resultado de la iluminación: colocado el punto de luz en un determinado lugar central y alejado unos metros de la pared, las cinco escenas comentadas se nos aparecen como si formaran parte de un políptico, distinguiéndose los detalles de todas ellas a un tiempo, fenómeno éste muy difícil en los grabados paleolíticos como el lector documentado en estos temas debe saber. Y el otro factor alude al trazo: es en todo análogo al de la mayoría de las figuras correspondientes al conjunto que en este artículo se va a analizar.


2. Análisis del primer grupo de figuras.

Dado que en este estudio no es nuestro objetivo primordial hacer una interpretación de contenidos, sino casi exclusivamente un análisis técnico, resulta irrelevante comenzar el análisis de izquierda a derecha o a la inversa. Comenzamos con el estudio de los dos antropomorfos situados a la izquierda, que tal y como en la figura impresa se puede observar, poseen los rasgos identificativos externos que a continuación resaltamos:
a) El antropomorfo de la izquierda es acentuadamente esteatopígico. Posee un contorno facial y craneal muy esquemático, similar al de otros antropomorfos que se encuentran en una escena acuática grabada en la misma pared hacia el interior de la estancia. Y levanta el único brazo que aparece grabado para cogerse con uno de los brazos con forma de ala del otro antropomorfo.
b) El antropomorfo de la derecha se encuentra a mayor altura. Posee cabeza zoomorfa con apariencia de pájaro y brazos con aspecto de alas. Sin embargo, el resto del cuerpo tiene apariencia humana.
c) En medio de ambos, y arrancando de las ingles del antropomorfo de la derecha para llegar al vientre del otro antropomorfo, hay un ideomorfo que ha sido interpretado como un pene descomunal por algunos, o como un pisciforme por otros.
El estudio del punto donde hay que situar la luz para ver mejor la figura nos llevó bastante tiempo. Si lo que queremos ver solamente es esta representación grabada, existen varios puntos, de los cuales destaca un poco el situado a la altura del ojo del mamut lateral y a 10-15 cm de separación de la pared. Pero al analizar otro día los dos mamuts nos pudimos percatar de la confusión: situando la luz a la derecha de éstos brotan nítidos los dos antropomorfos de la izquierda, así como los dos mamuts.
Estas dos figuras aparecen considerablemente ‘completas’, si exceptuamos la ausencia de parte de las piernas, así como total de los pies, fenómenos éstos comunes a todas las representaciones antropomorfas y zoomorfas de la cueva. Pero no cabe olvidar determinadas carencias, éstas dramáticas: las producidas por el deterioro. Este deterioro, que tiene un componente natural y otro accidental, parece ir en aumento y ya es crítico en algunos puntos para seguir y reconocer el surco de muchos grabados de la cueva. En esta representación afecta concretamente al falo y a la parte inferior del antropomorfo femenino, tratándose en ambos casos de desprendimientos posteriores al grabado.
El conjunto tiene 27 cm de ancho contando desde el cuello del antropomorfo izquierdo hasta la espalda del derecho y 50 cm de altura total. La distancia al suelo de la parte más baja de la representación es de 1,40 m. La figura más cercana es el mamut lateral, que comienza a 5 cm. No obstante, asimismo hay surcos muy finos encima del antropomorfo femenino aún sin estudiar. No parecen formar parte de esta escena. Pero la investigación ayudará a desvelar estas dudas. Por otra parte, estas representaciones que analizamos, al igual que la mayor parte de los grabados de esta cueva, se superponen a borrosos trazos de difícil identificación.
Ambos antropomorfos tienen presentación lateral y ambos miran hacia la derecha, aunque en el de la derecha el resto del cuerpo “mire” hacia la izquierda. Hay por tanto, en el antropomorfo ithyfálico, una torsión de la cabeza de 180º .
Todas estas características generan una impresión de actividad, una sensación de que la pareja de antropomorfos realiza una acción mientras dirigen su vista hacia el o los mamuts.
Detrás del antropomorfo femenino hay ideomorfos grabados que en dos casos parecen vulvas: tras la espalda, a la altura del falo, y más abajo a la izquierda (éste más claro que el anterior).

El análisis de los trazos nos ha revelado lo siguiente:

1º) Salvo en el falo, las figuras están conseguidas en un único intento. No hay correcciones. Y en el falo, lo que parecen correcciones se confunden con deterioros, debido a lo quebradizo de la pared.

2º) Los surcos no son muy anchos: de 2 a 3 mm y sí son más profundos que anchos en determinados lugares. No hay inclinación de la pared del surco (“bisel”). Todo ello apunta a un útil del tipo de una cuchilla de sílex.

3º) Predominan los trazos largos completos de arriba a abajo y de derecha a izquierda, con inflexiones y cambios de dirección. Cada línea se compone de un único trazo. Los trazos son únicos, nítidos, seguros y firmes.

4º) La definición de estos grabados es esencialmente lineal y nunca pictórica. Las formas de la roca no suelen aprovecharse para resaltar el volumen, sino en algún caso las grietas para resaltar alguna línea. En el interior de las figuras sólo se graba lo estrictamente esencial: en los antropomorfos, los ojos, y en el falo, la definición del glande. Las restantes “rayas”, o son grietas, o son restos de otros grabados anteriores. En los calcos de Cabré aparecen algunas de estas “rayas” mal dibujadas, lo cual no desmerece en nada su extraordinario trabajo, teniendo en cuenta la dificultad de recoger por vez primera un volumen de información tan importante en un corto período de tiempo. Él mismo alude a estas dificultades en uno de sus espléndidos trabajos. Nosotros llevamos ya más de dos años estudiando esta cueva, y cada vez descubrimos nuevos trazos o nos percatamos de errores cometidos por nosotros en visitas anteriores. Estas superposiciones de trazos con cronologías presumiblemente distintas en algunos casos, o que son sincrónicas y obedecen por tanto a razones técnicas, artísticas o de otro tipo, son muy frecuentes en Los Casares.

5º) El punto donde situaríamos el foco luminoso para ver mejor esta escena conjugando luz, morfología de la pared y trazos está a 15 cm sobre la perpendicular del ojo del mamut lateral.


3. Análisis del segundo grupo de figuras.

No es abundante la representación de elephas en el arte parietal de la Península Ibérica. Pues bien, aquí hay dos. En esta escena, a la izquierda, aparece el grabado de un elefante de perfil mirando hacia la izquierda, que en un principio creimos de piel desnuda, o sea un elephas antiquus, pero que en realidad es un mamut, y a la derecha una cabeza de mamut lanudo con representación frontal, o sea un elephas primigenius.
Lo que sí resulta evidente es que ambos mamuts parecen responder a autores diferentes y a intenciones quizás distintas. Parecen figuras superpuestas. Analizaremos ambas figuras conjuntamente, pero no considerándolas a priori de la misma escena.
El mamut lateral tiene un punto de luz diferente al mamut lanudo. En realidad, aquél puede verse desde cualquier sitio con bastante nitidez, mientras que para ver bien el lanudo ha de situarse el foco hacia la parte inferior derecha.
La figura del mamut lateral aparece incompleta, y ello es debido a concepción artística o a que la cabeza del mamut lanudo cubre lo que pudo ser el resto del lomo y patas del otro. Consideraremos que la representación lateral del mamut pertenece a una cronología diferente, posiblemente más antigua, no sólo porque se distinguen claramente los trazos del lanudo por encima, sino por las claras diferencias en el surco.
El mamut lateral tiene un surco que parece “repasado”, una característica que es común a algunos grabados de la cueva, como por ejemplo la cabecita de hemión del seno C. Asimismo ha de destacarse que la anchura del surco y la inclinación de la pared del surco coinciden con los del glotón y rinoceronte del seno C, como muy bien señala Cabré en su trabajo. Sin embargo, no todo el grabado está así. Su lomo tiene una pátina notable.
Por el tipo de trazo, así como por el útil con el que se pudo hacer y por los restos de pátina, se ven muy semejantes los trazos del mamut lateral y los de la cabeza del antropomorfo con cara trompuda grande perteneciente a nuestra tercera representación. Si colocamos la luz ½ m más baja, próxima a la pared, y a media distancia de las dos, se ven igual de bien los dos grabados y apenas se distingue la cabeza frontal del mamut lanudo que está en medio.
Hay un gran deterioro, aparentemente de carácter accidental, en toda la superficie. Ello no es óbice para que, con una adecuada iluminación, y con los puntos de luz situados en el sitio correcto, se puedan distinguir completas las dos figuras.
Los dos mamuts están a la misma altura, siendo 1,60 m la distancia al suelo de la parte más baja. El mamut de presentación lateral tiene un ancho de 16 cm contando el lomo y 6 cm su cabeza, siendo su longitud en vertical de 32 cm. El mamut lanudo tiene un ancho de 15 cm (sólo la cabeza, sin contar las longitudes de los colmillos) y una altura de 27 cm. El colmillo izquierdo sale de este mamut y llega al bajo vientre del antropomorfo esteatopígico de nuestra primera representación. Mide este colmillo 42 cm. El colmillo derecho sale asimismo del mamut lanudo, recorriendo unos 34 cm en dirección a lo que nosotros hemos dado en llamar la representación 4ª, el antropomorfo ventrudo y la yegua, no llegando a tocar esta figura.
La identificación del mamut lanudo es la clave de este conjunto de figuras. Está en el centro: su distancia a la pareja de antropomorfos de la izquierda es de unos 28 cm y a los cuartos traseros de la yegua de la derecha de unos 30 cm. Las tres representaciones que analizamos (la pareja de antropomorfos, el mamut lanudo y el antropomorfo ventrudo con la yegua) están todas al mismo nivel y distan del suelo en sus respectivas partes más bajas casi la misma longitud: 1,40 m; 1,60 m y 1,55 m. El conjunto es artísticamente armónico. Hay un equilibrio en todas las distancias.
El mamut lanudo ha sido identificado como máscara solamente por Cabréen 1934 y por Jordá en 1983. Coincidimos plenamente con ellos por razones que a continuación enumeraremos. Pero antes quisiéramos expresar nuestro asombro por no haber sido realizada esta consideración antes en ningún otro de los trabajos sobre antropomorfos en general o sobre la Cueva de Los Casares en particular. Cabré no se atrevió a exponerlo de nuevo en su trabajo de 1940, posiblemente por el nacionalcatolicismo imperante y las implicaciones interpretativas que tal reconocimiento llevaría aparejadas. Ripoll no dice nada al respecto en su detallado trabajo sobre antropomorfos en las cuevas españolas y Ucko y Rosenfeld tampoco aluden a esta posibilidad en su extensa ponencia del Simposio de Santander. Igual podemos decir de Delporte, Graziosi u otros.
La cabeza del mamut frontal tiene contorno y volumen plenamente humanos, posee la silueta de un cráneo de persona. Los ojos de la figura tienen una disposición que corresponde al de un rostro humano. Asimismo, los colmillos se orientan en las direcciones que la intencionalidad del artista desea, pero no se disponen en la forma que un elefante tendría. Todo hace pensar en una máscara.
La interpretación de Jordá es la que con mayor profundidad se ha hecho hasta la fecha. Él habla de una “máscara-mamut” , es decir, de un ser con los atributos del mamut.

El análisis de los trazos nos ha revelado lo siguiente:

1º) Ambos mamuts están conseguidos en sendos únicos intentos cada uno por separado. No hay correcciones.

2º) Los surcos no son muy anchos en el mamut lanudo: de 2 a 3 mm, llegando a 4 mm en algunas pocas zonas, y son más anchos en el mamut lateral: oscilan entre 2 mm en el lomo y 5 mm en el contorno del craneo. Son más profundos en el mamut lateral que en el lanudo. No hay inclinación en la pared del surco. Todo ello apunta a un útil del tipo punzón.

3º) El colmillo de la izquierda tiene trazo doble de buril.

4º) El mamut lanudo tiene en las lanas del interior trazos dobles, triples, etc...

5º) Los trazos son firmes y seguros.

6º) Las formas de la roca sólo se aprovechan para el cuerpo del mamut lateral.

7º) El trazo está borroso en algunas lanas del mamut lanudo y difuso en la definición de su cráneo (quizás por el deterioro antes citado).

4. Breve descripción de la tercera representación.-

Este grabado posee un trazo algo parecido al del mamut lateral. Por otra parte, surge en todo su esplendor dentro del mismo punto de luz que dicho mamut, no distinguiéndose bien entonces las restantes figuras del conjunto.
La parte superior es un contorno facial con partes de la cara reconocibles en su interior: ojo, oreja y boca. Esta cara trompuda zoomorfa tiene en la cueva algunos correlatos: un antropomorfo sedente de grandes dimensiones que se encuentra en la pared opuesta de este mismo seno, un antropomorfo en actitud aparentemente cabalgante sito en igual zona y un antropomorfo ithyfálico situado detrás del “antropomorfo-brujo” con máscara monstruosa dentro de una hornacina natural a la entrada del seno C.
La parte inferior ha sido descrita por Jordá como un falo, mientras que analizándola en detalle hemos creido ver una continuidad del trazo hacia la derecha que asemeja esta figura en su conjunto al antropomorfo sedente antes citado.
En cualquier caso, más parece una figura perteneciente a otra etapa, que los grabadores posteriores respetaron, como es muy común ver en los grabados de época paleolítica.
5. Análisis del cuarto grupo de figuras.-

Este conjunto complejo consta de 5 figuras: un antropomorfo ventrudo con los brazos alzados, una posible yegua imbricada con aquél, una gigantesca vulva grabada a su espalda, un diminuto antropomorfo en posición invertida emergiendo de la zona vulvar del antropomorfo ventrudo y un pez en una hornacina debajo del conjunto citado.
Los cuartos traseros de la yegua distan 30 cm del mamut lanudo. La armonía de distancias invita a pensar en que la elección del sitio no es casual. Se aprovecha casi el 100% del área disponible para representar esta escena. Otras distancias a resaltar son las siguientes: 1,55 m al suelo desde la parte más baja de la figura, 40 cm de longitud y 40 cm de ancho.
Al igual que nos ocurriera con la pareja de antropomorfos y con el mamut lanudo, el punto donde hay que situar la luz para ver mejor el grabado está unos 30 cm distante de la pared y a la derecha de la figura. En este caso frente a la pata delantera de la yegua.
El grabado tiene un deterioro que oscila entre un 30% y un 40% de la totalidad del espacio en el que se encuentra ubicado. La parte superior del antropomorfo y la crinera de la yegua casi ni se distinguen ya. En su parte inferior aparece incompleto por necesidades de encuadre, pues se encuentra limitado por el quiebro inferior de la pared. La asociación antropomorfo-équido la encontramos en la propia Cueva de Los Casares en la pared de enfrente de este mismo seno, así como en la Cueva de la Griega. Antropomorfos en análoga postura de brazos levantados, que además, ¿casualmente?, tienen presentación lateral mirando hacia la derecha, existen también en Altamira.
Del antropomorfo se distinguen cráneo (muy débil), frente (muy débil), ojos, cuello (muy débil), brazo, vientre (para el que se aprovecha el volumen del saliente de la piedra), piernas, nalga, muslo, pierna y espalda.
De la yegua distinguimos copete, cresta, crines, hocico, cráneo, frente, orejas, belfo inferior, surco del belfo, quijada, ojos, cuello, cruz, pecho, lomo, ijares, grupa, vientre, rabo, cuartos delanteros con brazo y caña, cuartos traseros con nalga, muslo, pierna, corvejón y caña.

El análisis de los trazos nos ha revelado lo siguiente:

1º) Sólo se detectan varios intentos en el dibujo de los trazos correspondientes a la confluencia de la nalga del antropomorfo y el vientre de la yegua. Ello no obsta para que dicha confluencia se distinga claramente:

a) ambas pátinas, la del surco del équido y la del surco del antropomorfo, son
idénticas en esa zona,

b) ambos surcos tienen igual ancho, igual inclinación en la pared del surco e igual
profundidad,

c) hay un pequeño tramo inequívocamente común, con los rasgos anteriormente

descritos, sin el cual la continuidad de ambas figuras quedaría en entredicho.

2º) Los restantes trazos son únicos, simples y firmes.

3º) La diferencia entre la pátina del interior del trazo y la de la pared circundante es muy pequeña en casi toda la silueta, sobre todo en su parte superior,debido quizás al “abombamiento” de la pared en este lugar.

4º) La anchura del surco oscila entre 2 y 3 mm.

5º) La profundidad del surco es pequeña, costando trabajo incluso, en algunos casos (cabeza del antropomorfo), apreciar el trazo.

6º) No hay bisel. El útil puede haber sido, en este caso, un palo o una cabeza de hueso.

7º) Predomina el trazo difuso frente al limpio (nítido), aunque este rasgo, debido al deterioro, requeriría un análisis más detallado.

Además del antropomorfo ventrudo y la yegua han de citarse los siguientes grabados adicionales en este grupo:

a) Rayas paralelas cruzando el conjunto en diagonal desde el alto vientre del antropomorfo hasta el cuello de la yegua. Tienen una pátina mucho más densa y oscura en su interior, por lo que pueden ser anteriores a la pareja antropomorfo-yegua.

b) Figura en forma de mandorla a la espalda del antropomorfo. La raya de la espalda la desdobla en dos, tomando así el aspecto de las frecuentes vulvas grabadas o pintadas en arte parietal.

c) Analizando con amigos detenidamente este grabado en una de nuestras múltiples visitas, se pudo distinguir una diminuta figurita en la zona vulvar del antropomorfo ventrudo: se trata del contorno claro de un pequeñísimo antropomorfo en posición invertida. No obstante, este aserto requiere un análisis más profundo y detallado, pues el interior de esta figurita tiene color rojizo, como si procediese éste de un deterioro natural de la roca en época muy posterior a la realización de todo el conjunto.

d) Pez horizontal grabado en una hornacina natural de la roca debajo de todo el conjunto antes citado. La frecuencia de peces dentro de esta cueva, y muy especialmente en las escenas acuáticas ya descritas, a la derecha del conjunto que estudiamos, nos hace pensar en una posible relación que va más allá de la mera subsistencia, pero estas consideraciones quedan fuera de lo que en este trabajo se pretende.


6. Conclusiones.-

1ª) La sucesión de grabados estudiados se compone de 3 escenas sucesivas dentro de un panel muy complejo. En dicho panel las escenas citadas aparecen superpuestas a dos figuras de autoría diferente y, posiblemente, época distinta. Asimismo, a continuación de aquéllas hay grabadas dos escenas más que, aunque de aparente contenido distinto, parecen tener igual autoría que las tres principales de nuestro análisis. Futuras investigaciones nos aportarán más luz.

2ª) Hay dos puntos de luz, uno cercano a la pared y otro más alejado, desde los que las tres escenas analizadas (pareja de antropomorfos y falo; máscara-mamut; antropomorfo ventrudo con vulva sobre équido) se ven como un todo único.

3ª) El tipo de trazo es análogo para las tres escenas. Predominan las líneas largos completos de arriba a abajo y de derecha a izquierda. Son además, en los tres grupos de grabados, firmes seguros y limpios.

4ª) La anchura y profundidad del surco son iguales en las tres. No hay inclinación en la pared del surco.

5ª) Hay una gran armonía de estilo en el conjunto.

6ª) Los colmillos de la “máscara-mamut” parecen orientar el sentido iconológico del conjunto:
Colmillo 1º Colmillo 2º

suave torsión
del conjunto.

7ª) Todas las figuras miran hacia la derecha, a excepción de la máscara-mamut que no obstante, exhibe una tenue torsión de izquierda a derecha.

8ª) La dimensión de la vulva que está a la espalda del antropomorfo ventrudo es análoga a la del falo en la escena de los dos antropomorfos, estando ambas representaciones aproximadamente a la misma altura.

9ª) El colmillo izquierdo de la máscara-mamut apunta a la zona vulvar del antropomorfo esteatopígico.

10ª) El vientre del équido se continúa en la nalga del antropomorfo ventrudo. Hay un evidente posible significado simbólico de interinfluencia.

11ª) Por todo ello concluimos que las tres escenas estudiadas tienen una relación lingüístico-formal con cadencia semántica de izquierda a derecha. Careciendo aún de la “Piedra Rossetta” que pueda traducirnos su significado, dejamos a cada uno la libertad de interpretar los grabados.


7. Breve apéndice bibliográfico.-

-Acosta González, Andrés y Molinero Barroso, José Manuel : “Los Casares: Arte Parietal Paleolítico en el olvido”, REVISTA DE AIRE LIBRE. ATENEO DE MADRID, Madrid diciembre 1997.

-Aguilar, Pedro: “La Cueva de los Casares, un paseo por el túnel del tiempo”, LA COLMENA, Guadalajara 14 de noviembre de 1997.

-Apellániz, Juan María : MODELO DE ANALISIS DE AUTORIA EN EL ARTE FIGURATIVO DEL PALEOLITICO, Bilbao 1991

-Balbín Behrmann, Rodrigo de, Alcolea González, José J.: "La Grotte de Los Casares et l'Art paléolithique de la Meseta Espagnole", L'ANTHROPOLOGIE t. 96, 2-3, París 1992, págs. 397/452.

-Barandiarán, I. y Beltrán, A.: "La Cueva de los Casares (Riba de Saelices, Guadalajara)", EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN ESPAÑA Nº 64 , Madrid 1966/68.

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-Cabré Aguiló, Juan y Cabré Herreros, Encarnación: "Las cuevas de los Casares y de la Hoz", ARCHIVO ESPAÑOL DE ARTE Y ARQUEOLOGIA, Madrid 1934.

-Cabré Aguiló, J.: "Figuras antropomorfas de la Cueva de Los Casares (Guadalajara)", ARCHIVO ESPAÑOL DE ARQUEOLOGIA Nº 40, Madrid 1940.

-Cabré Aguiló, J.: "La Cueva de Los Casares", ANALES DE LA ASOCIACION ESPAÑOLA PARA EL PROGRESO DE LAS CIENCIAS, AÑO 1, Nº 4, Madrid 1934.

-Cabré Aguiló, J.: "Cave Art of some 30.000 years ago: a wonderful discovery in Spain", THE ILLUSTRATED LONDON NEWS, Londres, 25-mayo-1935.

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