Anexionismo de nueva generación
Por: Yuri Muñóz
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Según las condiciones, plazo, estrategia, objetivos y procedimientos impuestos por Washington, el ALCA conduce irremediablemente a la anexión de América Latina y el Caribe al imperio más poderoso del mundo. Cocinado durante los prósperos años del auge económico de la nación norteña, y presentado a los dirigentes de la región en 1994 por el entonces presidente William Clinton en la Cumbre de las Américas celebrada en Miami, su origen, sin embargo, es anterior. Data de 1991. Entonces se denominaba Iniciativa de Libre Comercio para las Américas.
Hay quienes piensan que la Casa Blanca se propone en realidad militarizar la región y ocupar el continente para poder apoderarse del petróleo, el agua y la biodiversidad, con el supuesto objetivo de combatir el narcotráfico, la pobreza, el hambre y el llamado terrorismo. Y claro, todo envuelto con el celofán de un futuro desarrollo económico y las supuestas ventajas que este acuerdo traería a nuestros pueblos.
PERO LAS CONSECUENCIAS...
No es solo imponer un mercado único (por supuesto, ventajoso en una sola dirección y todos sabemos cuál), sino también una personalidad única, destruyendo la cultura, la moral, las costumbres y la espiritualidad de América Latina. Es la muerte de la identidad nacional y cultural latinoamericana, pues supone la implantación de valores ajenos a los tradicionales de nuestros pueblos.
En lo económico, su instauración significaría la introducción directa, libre de toda traba, de las grandes transnacionales extranjeras (yankis en su mayoría), y el consiguiente cierre de las medianas y pequeñas empresas de los países latinoamericanos, incapacitadas de competir en condiciones de igualdad con las poderosas del norte. No habría medios efectivos para impedir la destrucción del medio ambiente y la dependencia total de la economía de América Latina a los Estados Unidos.

La industria de la recreación y el ocio devendría coto cerrado de las firmas norteamericanas, que producirían, como suministradoras casi exclusivas, películas y seriales para los cines y las cadenas de televisión de América Latina; ello provocaría un retroceso cultural de nuestros pueblos, sometidos a la difusión y proliferación de un modo de vida ajeno.

Bancos y compañías de seguros, las telecomunicaciones y el comercio, los servicios navieros y las líneas aéreas, la industria química y la automotriz, la producción de maquinarias y equipos, todo iría a parar a manos de las poderosas compañías norteamericanas, las cuales no escatimarían en saquear los recursos naturales de la región. ¿Adónde llegaría el ya alarmante empobrecimiento de las economías latinoamericanas a partir de la privatización, el neoliberalismo y su secuela en los recortes a los presupuestos de educación, salud y bienestar social?

En cuanto a la agricultura, los cultivos de maíz, trigo, arroz y soya, entre otros granos tradicionales, estarían condenados a desaparecer en muchos países latinoamericanos, debido a las ventajas tecnológicas alcanzadas por los productores estadounidenses. Ellos siempre exportarían sus productos hacia América Latina a un precio con el que no podrían competir los productores latinoamericanos. No quedaría a esta región más que el triste papel de productora y suministradora de materias primas y mano de obra cada vez más barata; en otras palabras, una fuente de bienes primarios y ganancias para el gran capital transnacional.
Las naciones de la región, incluidas las caribeñas, estarían llamadas a convertirse en enormes zonas francas, grandes estancias donde proliferarían las maquiladoras, esas inhumanas fábricas de producción (y destrucción) continúa. Y ante el empuje del dólar, qué quedaría de las monedas nacionales, ese cada día más restringido resquicio de soberanía. El proceso de dolarización empeoraría las condiciones de vida de la sociedad, incrementaría la pobreza y como resultado final tendríamos que más del 80% de los recursos nacionales serían controlados por el capital extranjero.
UNA VERDADERA AMENAZA
Sin duda, el ALCA, pretende crear un nuevo orden económico continental para que los Estados Unidos compitan en mejores condiciones con las naciones europeas y asiáticas. Este engendro solo ambiciona concluir finalmente la absorción de los pueblos latinoamericanos y caribeños, pues en realidad no es más que un nuevo mecanismo de dominación yanki.

Elaborado en secreto, a espaldas de los pueblos de la región, hasta julio de 2001, la consumación de este proyecto es visto ahora por los gobernantes norteamericanos como una prioridad y presionan a todos para su rápida aprobación. ¿Cuál es la prisa de esos gobernantes?

El interés no es otro que el de utilizar a América Latina como instrumento para compensar sus grandes déficit comerciales con el resto del mundo (o sea, los EE. UU. importan más de lo que venden), ascendentes en la actualidad a más de 375 mil millones de dólares. El propósito es recolonizar la región, atarla para siempre a su dominación, y eliminar la competencia de las empresas europeas y asiáticas.

Es necesario recordar que de América Latina procede el 37% de las importaciones petroleras de los Estados Unidos. La región posee la tercera parte del potencial mundial de agua utilizable y el 40% de las especies animales y vegetales existentes en el mundo, así como otros productos estratégicos y materias primas de interés. Por tanto, el ALCA es, sin lugar a dudas, más anexionismo para los pueblos latinoamericanos.

Cuba, única nación excluida de este proyecto, se siente sumamente orgullosa de no formar parte de este monstruo imperialista de nuevo tipo. Aunque no por ello deja de luchar al lado de sus hermanos latinoamericanos para evitar su aprobación en enero de 2005, tal y como pretende el gobierno de Washington.

Parece escrito ayer, pero el párrafo con que cierro este artículo lo escribió Martí en noviembre de 1889: «Jamás hubo en América de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, determinados a extender su dominio en América, hacen a las naciones americanas de menos poder...»