El lastre del Crecimiento Empobrecedor.
		Las grandes inversiones privadas en la gran minería del cobre a partir de la década del 90, trajeron consigo un explosivo aumento en la producción del mineral, lo que produjo una caída en picada en los precios, alcanzando las cotizaciones más bajas en la historia. Se calcula que este fenómeno ha causado a Chile pérdidas por más de 16 mil millones de dólares.
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		En 1982 se dicta el Decreto Ley 600, que reconfiguró completamente las políticas de Estado que hasta entonces se habían aplicado a la gran minería del cobre, entregando los yacimientos mineros en calidad de propiedad privada a perpetuidad. De la mano, se construyó todo un esquema impositivo especial para que pagaran el menor impuesto posible. Todo ello, para atraer a los capitales privados al sector, que hasta entonces y por la nacionalización de 1971, era explotado casi exclusivamente por el Estado. Pero el plan de la dictadura no se concretó sino hasta los años 90, cuando los gobiernos de la Concertación ofrecieron mayores garantías de estabilidad política, una vez desactivada la gran movilización popular que enfrentó a la dictadura.
		Alrededor de 15.000 millones de dólares privados ingresaron al lucrativo negocio minero, aumentando fuertemente la producción del metal rojo. Pero el fuerte repunte productivo no se tradujo en un potenciamiento de la industria del cobre, sino, por el contrario, se transformó en un lastre que arrastró a un pozo no sólo a la gran minería sino a la economía nacional en su conjunto. Comenzó a extraerse cada vez más cobre y a recibirse cada vez menos dinero.
		El punto de inflexión de los precios se da en 1995, año en el que el promedio fue de 133 centavos de dólar la libra. Durante los 30 años previos a esta fecha, el promedio era de 140 centavos. Desde el 95 a la fecha, la cotización promedio no alcanza a los 69 centavos de dólar la libra.
		Durante mucho tiempo la posición del gobierno fue que la caída de los precios se explicaba por la contracción de la demanda internacional del metal, producida por la crisis económica. Sin embargo, diversos estudios, incluso del propio Codelco, indicaron que el verdadero responsable era otro: la sobreproducción generada desde Chile. En otras palabras, el enorme repunte en la extracción de cobre que generaron las grandes inversiones mineras registradas en los 90, aumentó la oferta del metal muy por sobre el incremento de la demanda. Esto se refleja, por ejemplo, en el hecho de que el cobre ha caído mucho más que metales como el aluminio, que es su principal sustituto. La cotización del cobre ha caído casi un 100% más que el aluminio, lo que es más grave si consideramos que la baja en este último metal se explica en gran parte por el arrastre que le ha generado la baja del cobre.
		Esto se explica dado que nuestro país es el productor del 40% del cobre del mundo, por lo que sus aportes al mercado mundial son decisivos en la conformación de los precios. En la sobreproducción del metal es también decisiva la participación de las grandes mineras privadas, ya que ellas son las responsables del 70% de la producción nacional.
		Según estimaciones del centro de estudios CETES, los stocks mundiales de cobre alcanzaron los más altos niveles de la historia: superan los tres millones de toneladas, lo que equivale a dos años de producción de todas las divisiones de Codelco. Más cobre y menos plata En 1995 se exportaron 2,41 toneladas métricas de cobre fino; en el 2001, se exportaron 4,65. Es decir, un aumento del 93%. El valor de lo exportado en el 95 fue de 6.392 millones de dólares, mientras que el 2001 fue de apenas 6.526 millones de dólares corrientes, pero si lo tomamos a dólares de 1995, es de 6.065 millones, es decir, menos 5.1%. En otras palabras, Chile vendió casi el doble de cobre, pero recibió 327 millones de dólares menos.
		Chile superó la demanda de los 140 países consumidores de cobre en el mundo, que registran las Naciones Unidas. En diciembre de 1996, cuando comienza la caída en los precios, el incremento de la producción chilena anunciado superaría los 2.200.000 toneladas, cubriendo el 100% del incremento de la demanda mundial y, adicionalmente, generando un exceso de producción cercano al 30%.
		Dado que el cobre es con mucho la principal riqueza de nuestro país, la caída en los precios tuvo un gran impacto en la economía y presupuesto nacionales. En 1989, cuando el peso de la producción de cobre la tenía el Estado, el aporte de Codelco al Fisco fue de 2.180 millones de dólares, en 1995 su aporte fue de 1.735 millones de dólares y el 2001 fue de apenas 119 millones.
		Este fenómeno es el que diversos economistas denominan ?Modelo de Crecimiento Empobrecedor?, un teorema creado por el economista Jagdish Bagwahati en 1957. Un planteamiento que en nuestro país ha sido desarrollado mayormente por el economista y director de CETES, Orlando Caputo, quien al respecto señala en el documento "La crisis creada por Chile y la recesión en la economía nacional" que: "Cuando un país dentro de la economía mundial tiene una cantidad muy grande de recursos naturales de mucha calidad, como el caso del cobre chileno, en condiciones de libre comercio y libre movilidad del capital va a atraer mucho capital con lo que se incrementará fuertemente la producción. Si la participación del país en el mercado mundial es muy grande -como es el caso de la producción chilena de cobre- se provocará una sobreproducción mundial con incrementos muy fuertes de los stocks, lo que a su vez provocará una disminución muy drástica de los precios. Si al mismo tiempo esta producción es importante en la economía nacional -nuevamente el caso del cobre en Chile- se producirá una disminución fuerte de los ingresos porque la caída de los precios es mayor al aumento relativo de las cantidades producidas y exportadas. En síntesis, se produce un crecimiento empobrecedor en el sector y un crecimiento empobrecedor del conjunto de la economía nacional".
		Según investigaciones hechas por los economistas Orlando Caputo, Graciela Galarce y Juan Radrigán, plasmadas en el ?Manifiesto del Cobre?, las pérdidas para Chile en el período 1996-2000 superan los 16.000 millones de dólares, con un promedio anual de pérdidas por concepto de exportaciones de 3.200 millones de dólares.
		Pérdidas siderales, sobre todo considerando lo pequeña de nuestra economía. Como referente, basta señalar que el presupuesto total de salud el 2000 fue de 2.037 millones de dólares, y ese mismo año el presupuesto en educación no alcanzó los 3.000 millones. Esta situación también ha afectado fuertemente el empleo en el propio rubro minero, ya que la caída en los precios ha llevado a la quiebra a la mayoría de los pequeños productores. A pesar de las grandes inversiones, el empleo total en la minería del cobre ha bajado un 30% en la última década.
		Dado que por su participación en el mercado mundial Chile no es un tomador, sino un formador de precios, cualquier medida que adopte para reducir la producción tendrá un importante impacto en los precios internacionales. De hecho, cuando hace algún tiempo Codelco sólo anunció un recorte en las exportaciones, de inmediato el mercado reaccionó con una tendencia al alza.
		Justo en momentos en que se discute un aumento en el IVA, impuesto regresivo por excelencia ya que afecta precisamente los bolsillos de los más pobres, se abre el debate acerca de las políticas de Estado hacia la minería. Los hechos demuestran que incluso leves cambios en la dirección de racionalizar la producción de cobre, como impedir muevas inversiones o reducir las exportaciones, tendrían un positivo impacto en las alicaídas arcas fiscales y en la economía nacional, no siendo necesario volver a atacar los ya escuálidos bolsillos de los chilenos.
		Iván Valdés.