
¿Qué es ser hincha del Boys?
Por Mario Sánchez Carrión
Esta es
una pregunta difícil. Difícil, porque puede
analizarse desde diferentes ángulos: cada
quien, a fin de cuentas, es y se siente hincha a su manera;
sin embargo, al mismo tiempo, al ser el futbol y los equipos que lo practican parte
del bagaje cultural y vivencial de un pueblo, podemos identificar algunas características
comunes a todos los hinchas en su conjunto. Lo
que sigue es una interpretación personal de lo que significa, a grandes razgos, ser
hincha de nuestro querido Boys.
Empecemos por enumerar dos adjetivos
que nos vienen a la mente casi de inmediato cuando pensamos en el hincha rosado: fiel y exigente.
El hincha rosado es ante todo, fiel. La barra del Boys fue la primera en el Perú en alentar al equipo
los noventa minutos sin parar, y la primera en acompañar a su equipo a sus presentaciones
en provincias. La hinchada del Boys, a
diferencia de otras, no apoya al equipo sólo cuando éste juega bien: recuérdese la época de finales de los ochenta,
cuando el equipo se debatía entre los últimos lugares y luego descendió. En esos años, mientras el Boys luchaba por volver
a primera, los partidos de local se jugaban
en el Telmo Carbajo a estadio lleno, con cientos de
espectadores más apostados en los techos de las casas vecinas o en los muros del estadio,
mientras que en el Estadio Nacional se jugaban aburridos partidos correspondientes al
campeonato de primera con apenas algunos hinchas en las tribunas.
El hincha rosado es, también, tremendamente exigente.
El hincha rosado quiere triunfos siempre, y si es por goleada, mejor. Esta exigencia choca a veces con una realidad
inexhorable: el Boys no es un equipo con gran poder económico que pueda darse el lujo de
contar con planteles millonarios que le permitan conseguir triunfos con facilidad. El Boys, por el contrario, es semillero, se nutre
siempre de jugadores jóvenes, a los que se les unen algunos refuerzos de jugadores con
trayectoria. Los triunfos del Boys son casi
siempre muy laboriosos, conseguidos haciendo derroche de garra y pundonor, contra
adversarios muchas veces más poderosos y mejor financiados. Sin embargo, la hinchada rosada, alimentada por la
tradición y la historia del equipo, siempre exigirá un triunfo.
El Boys es también un caso muy
particular dentro del fútbol peruano, en el sentido de que es el único equipo que,
aparte de tener historia y tradición de equipo grande, tiene también un
profundo arraigo regional, a semejanza de los equipos de provincias. Cuando el Boys juega, juega también el Callao. Los hinchas del Boys son, en su inmensa mayoría,
chalacos (ya sea de nacimiento, por adopción, o de corazón). Casi todos los hinchas rosados (o sus familiares)
hemos vivido, trabajado o pasado parte importante de nuestra vida en el Callao. El amor al Boys no es sólo la identificación con
un color, un logotipo o una imagen, ni producto de la sugestión colectiva que suele
brotar cuando un equipo consigue títulos o es exitoso (que es, por lo general, el
criterio con el que muchas personas se hacen hinchas de un equipo). El hincha del Boys es hincha porque se siente
chalaco y porque el Boys es el Callao. Sería
imposible encontrar este importantísimo ingrediente regional en la hinchada de clubes
como Alianza Lima, Universitario, o Cristal.
Alianza Lima, por ejemplo, si bien nació en la Victoria, su vínculo con el distrito se
ha diluído al contar con una hinchada de nivel nacional.
La propia afirmación aliancista (exagerada por cierto) de que Alianza Lima
es el Perú y el Perú es Alianza Lima, parece dar aun más validez a nuestra teoría: Alianza podría mudar su sede a La Molina, San
Antonio o Jesús María sin mayores consecuencias y sin que nadie se sienta
particularmente afectado. Imposible imaginar
un escenario parecido en lo que respecta al Boys, cuyos directivos tendrían seguramente
que enfrentar una protesta popular masiva si algun día decidieran llevarse al equipo del
Callao.
Con Universitario sucede una cosa parecida. Jamás
escucharemos a la barra crema gritar tres hurras por Breña antes de un partido, a la
usanza del potente y fervoroso Chim-Pum Callao! que la barra rosada entona al comenzar su
faena de cada Domingo.
De la misma manera, estamos seguros que si investigáramos cuantos hinchas del Cristal
viven o son del Rímac, el porcentaje sería, indudablemente, muy pequeño.
El Boys y sus hinchas son, en
conclusión, orgullo chalaco, historia y tradición.
Son garra, pundonor y espíritu de lucha.
Son pasión, exigencia, alegría y fidelidad.
Es labor de todos: dirigentes,
jugadores e hinchas, sentirnos herederos de esa tradición rosada y esforzarnos para hacer
del Boys una institución y un equipo cada vez más fuertes.
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grito que alienta y empuja triunfos: Una maravillosa crónica de como
se fue formando la hinchada rosada, desde los comienzos hasta nuestros días. Por
Teodoro Salazar Canaval.
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