COFRADÍA PENITENCIAL DE NUESTRO PADRE JESÚS
NAZARENO Y NUESTRA MADRE LA VIRGEN DE LA AMARGURA
El
primer documento escrito, que se conserva de esta Cofradía, tiene
fecha del domingo, 26 de diciembre de 1604, aunque se presuma en el mismo
que, con anterioridad, se reunieron sus fervientes primeros miembros y devotos,
ya que en la primera de sus actas, se dice que en este primer Cabildo se
encontraron todos los Cofrades de la Cofradía de Jesús Nazareno,
que «nuevamente» se funda en esta ciudad.
En este primer Cabildo o Junta General se reúnen
los 18 primeros cofrades fundadores. De algunos de ellos se dice su oficio
o empleo. Se ve que, ya desde el comienzo, dentro de la Cofradía
tienen cabida todas las clases sociales. Esta tónica de unión
de todos los Hermanos, sin distinción alguna, que se ve en los primeros
días, aparece y sigue en los tiempos siguientes y hasta el día
de hoy. En sus Cabildos se sientan juntos el abogado y el empleado o el
mecánico y el médico, todos iguales.
Desde su fundación, vienen designándose
anualmente dos Alcaldes, dos Nombrados, dos Mayordomos y un Secretario.
El día primero de enero de 1605 se celebra Cabildo acordando tener
«un llamador o criado muñidor».
El Cabildo de 30 enero 1605 se celebra ya «en el Palacio»
del Sr. San Pablo, es decir, en unas dependencias de la cocina vieja del
convento de los Padres Dominicos. Hace falta tener una imaginación,
propia de aquellos tiempos y algo similar a la de D. Quijote, para llamar
Palacio, y con mayúscula, a una cocina abandonada y a una sala en
las mismas condiciones, que les cedieron los Padres Dominicos. Pero, al
fin, ya era algo, aunque fuera prestado.
El 5 de febrero de 1605, el Sr. Provisor del Obispado,
en nombre del Excmo. Sr. Obispo, firma y entrega a la Cofradía de
«Jesús de los Nazarenos» el Libro de Reglas, presentado
en trece hojas de pergamino, con sus viñetas y adornos, propios
de la época, y que se conserva en el archivo de la Cofradía,
encuadernado en piel, íntegro y perfectamente conservado.
En las Reglas se establece que nadie podrá ser cofrade sin que otro,
que ya lo sea, lo avale y el Cabildo lo admita y antes no podrá
entrar en la sala de juntas, debiendo ser «persona llana y pacífica,
no revoltosa e infame». Se hable con toda paz y concordia y si se
excediera, le pueden multar los Alcaldes. También se establecen
las fiestas, que ha de celebrar la Hermandad y la procesión del
Viernes Santo, que se ordena con plena meticulosidad. En la procesión
no se podrán llevar chinelas, almohadillas ni medías de color,
ni cosa exterior que tenga olor a vanidad en vestido o calzado y al que
lo llevara lo «echarán de la procesión».
El 6 de agosto de 1614 se acuerda retirar las túnicas
que eran negras «para que de aquí en adelante se hagan moradas».
El 25 de marzo de 1635 se acuerda comprar los locales
a los Religiosos de San Pablo y «un arreñal» -corral-
en 6.593 reales, pero como la Cofradía «no tenía bastante
hacienda», se acuerda tomar a censo 400 reales.
El resto de historia hasta los 383 años de
vida que cuenta la Hermandad, está plagada de anécdotas y
detalles, para la adquisición de imágenes, reparaciones del
«Palacio», capilla y nombramientos de cargos. Algún
día saldrá a la luz pública la historia completa de
la Cofradía. [Está a la venta en los locales de la Cofradía]
Diariamente a las 11 de la mañana en su capilla
se celebra la Eucaristía, aplicándose al fallecimiento de
un Hermano 3 misas. Los sábados a las 7 de la tarde tiene su misa
vespertina, con una abundante asistencia.
En la segunda semana de Cuaresma viene celebrando
desde su fundación un solemne novenario en honor de sus Sagradas
Imágenes, siendo insuficiente la Capilla para acoger a tantos asistentes
que con gran devoción se unen a estos actos.
Celebra tres Cabildos de Tabla u ordinarios durante el año; el primero
llamado de cuentas, el segundo de Santa Cuaresma y organización
para las procesiones de Semana Santa y el tercero para renovación
de cargos de libre nombramiento y de turno.
Tiene establecidas las fiestas: de Titular de
la Cofradía, el primer domingo de enero, día consagrado
al Dulce Nombre de Jesús. Día del Triunfo de la Cruz,
que se celebra el tercer domingo de julio. De Ánimas. En sufragio
de los hermanos fallecidos. mención especial tiene la de la Inmaculada
Concepción, celebrándose el 8 de diciembre, renovándose
por el Hermano Mayor y los Alcaldes, con presencia del Santísimo
Sacramento expuesto, el voto concepcionista, emitido por la Hermandad en
1615.
En la mañana del Viernes Santo y hora de las
doce, saldrá de la capilla de la Hermandad, la devotísima
y tradicional procesión de Nuestro Padre Jesús, conocida
por la procesión de los Sagrados Pasos, así dice el Reglamento.
A esta procesión, la ha precedido en las primeras
horas del día, «Al alba» la llamada de hermanos, consistente
en llamar con los tres toques de trompeta en el domicilio de cada cofrade,
para que acuda a la procesión, costumbre que se repite desde 1604.
Al ser de día, los cofrades formados «en
cuadro» visitan los Sagrarios.
A media mañana, una representación
de la Hermandad con «gallardetes» -insignias- visitan a las
cofradías hermanas en sus domicilios para invitarles a la procesión.
Cada invitación finaliza con el rezo de una oración por los
hermanos difuntos de ambas cofradías.
En el transcurso de la mañana, se han ido
formando las «tandas». Los cofrades que han solicitado llevar
a hombros y descalzos el paso de Jesús el Viejo -imagen que por
voto de la Hermandad el Viernes Santo sólo puede salir a «hombros
y descalzos»- se van agrupando en tandas de a 10. Es de elogiar la
aptitud de algunos cofrades que se desplazan de cientos de kilómetros
para «llevar a Jesús como lo hicieron su abuelo y su padre».
A las doce en punto, porque hay que respetar el Reglamento, haga frío
o calor, y si está lluvioso en el primer claro, se pone en marcha
la procesión de los Pasos, que recorrerá el tradicional itinerario
de Plaza San Pablo, Santo Domingo, Ramírez, Queipo de Llano, Plaza
Isabel la Católica, la Compañía, Cuatro Cantones,
Don Sancho, Diputación, calles de Burgos, San Lázaro, Teniente
Velasco, José Antonio, Salón, Mayor, Calvo Sotelo, para finalizar
su recorrido en la capilla. La mayor parte de este recorrido se hace igual
desde el año 1615.
Al llegar a la capilla se realiza «la despedida»,
consistente en tres inclinaciones del paso de Jesús el Viejo ante
la imagen de la Virgen de la Amargura y a los sones del himno nacional.
Los hermanos encargados de organizar la procesión
tienen muy en cuenta que «no se pise la cola», ya que en un
recorrido de cerca de dos kilómetros, hay que «meter»
a todas las Cofradías Penitenciales de Palencia, con sus bandas
de tambores y trompetas, alguna banda oficial, los representantes del estamento
oficial, banda municipal de música, seguida tradicionalmente sin
saber por qué de «pueblo en masa y chiguitos».
Cada cofradía al incorporarse a la procesión,
saludará con su estandarte a las demás cofradías y
ocupará el lugar que la corresponde con arreglo a la antigüedad
de la misma.
Comienza la procesión con una banda de tambores
y trompetas, que luciendo sus mejores «galas» como las demás
bandas participantes «harán una demostración de lo
aprendido en los ensayos».
A continuación la cruz y ciriales de la cofradía.
Sigue el paso de Jesús el Viejo, a «hombros y descalzos».
Detrás de tan venerada imagen, los penitentes con sus túnicas,
portando algunas cruces de cierto peso.
Siguen los hermanos de las «tandas»,
40 ó 50, según «hayan salido» 4 ó 5 tandas,
que unidas a las que «dan» las otras cofradías y mediante
los relevos en los sitios preestablecidos, se turnarán en llevar
la imagen, con un paso «corto pero ancho» y cuando más
balanceo mejor. Se dice entre los porteadores que el balanceo es señal
que «no pesa» que se «lleva bien». La realidad
es que cuanto más balanceo, más se deja sentir el peso en
el hombro, dejando huellas de la carga, que tardarán en desaparecer
2 ó 3 días.
Continúa el desfile procesional con los «cuadros»
de las otras cofradías, que dan escolta a algún Paso.
Seguidamente desfila el cuadro de nuestra cofradía,
con 300 o más hermanos. Por el tamaño de las túnicas
observamos la cantidad de cofrades niños y jóvenes. Promesa
cierta que continuará la vida de la Hermandad, que dio comienzo
hace cerca de 4 siglos y es tradicional coincidan en activo 2 y 3 generaciones
de la misma familia, abuelo, padre e hijos, o padre, hijos y nietos.
Finalizada la procesión y al despojarse de
la túnica, lavado de pies, los que han «cargado con Jesús»
y cosa rara, ¿providencial?, nunca en la Historia de la Cofradía,
se ha conocido un solo caso de haberse clavado un cristal, piedra u objeto
alguno, teniendo en cuenta que en el recorrido existe toda clase de pavimentos.
En esta procesión de los Pasos, desfilan las
siguientes imágenes y grupos escultóricos:
Jesús con la cruz a cuestas. Es la imagen que siempre se
ha llamado de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Es el Jesús Nazareno
de toda Palencia. Es la imagen, que sale en procesión, portada a
hombros y con los pies descalzos desde tiempos inmemoriales. En la imagen
de gran veneración en Palencia, ante cuyo paso hemos conocido, de
niños, cómo muchas personas se arrodillaban a su paso, o
al menos se santiguaban. Hoy es la imagen que goza de la veneración
de siempre, aunque es la única de la que en realidad, menos se sabe
históricamente. Según el sacerdote Rvd. Sr. Don Agapito Cuadrado,
recopilador de la historia de la Cofradía y capellán de la
misma hasta el día de su encuentro, con el Padre, de grato recuerdo
por sus dotes personales, es la primitiva que ya tenían los fundadores.
Algunos historiadores la atribuyen a Tomás de la Sierra, de Rioseco,
en 1717.
El segundo paso que desfila es el llamado de la
Verónica. Consta de cinco figuras de diferentes escultores.
Los que se encargaron de su ejecución fueron Antonio Vázquez
y José de Rozas, de Valladolid, que cobraron por las tres figuras
que hicieron, 1.937 reales. El Cristo es de José de Rozas y tal
vez sea la figura mejor lograda de los pasos antiguos. Las figuras de
la Mujer Verónica, al enjugar el rostro de Jesús y la del
sayón que lleva una beta del cabello del Señor con un amago
-como que le da son palabras de la traza,, que les dieron a los artistas
los Alcaldes de la Cofradía. Son obra de Antonio Vázquez.
Su fecha es de 1696, posterior al paso de Longinos, que es también
de los mismos escultores. Las figuras las pintó Andrés de
Pereda, que cobró 80 reales por su trabajo. Esa pintura primitiva
no es la que hoy tiene, pues las retocó, restauró y pintó
de nuevo el escultor Mariano Lantada en 1904. Las otras dos figuras de
este paso de la Verónica las hizo Bernardo López de Frías,
escultor de Ríoseco en 1696. Son una talla entera de Simón
Cireneo y un sayón, que lleva la soga y toca la trompeta. Son de
mayores dimensiones que las primeras y se nota fácilmente la diversidad
de autor. Cobró por las dos figuras 800 reales.
Paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Es el tercer paso en
la procesión del Viernes Santo y el último adquirido. Se
trajo a principio de la cuaresma de 1955, esperando el parecer de la Cofradía,
para decidir su adquisición. Por unanimidad se adquirió y
salió ya en la procesión de ese año, aunque el contrato
de venta se firmó después, el 1 de mayo de 1955. Su autor
es el escultor y académico Víctor de los Ríos quien
propuso su adquisición a los cofrades que fueron a Madrid a retirar
el paso, ya encargado de la Virgen de la Amargura. Lo ofreció en
tan buenas condiciones económicas y gustó tanto a cuantos
lo vieron que quedó inmediatamente en posesión de la Cofradía.
Representa a Cristo en el camino del Calvario, ayudado por el Cireneo.
Es de la Escuela Castellana, perfectamente logrado, con una expresión
muy acertada, tanto la figura del Cristo como la del Cireneo. Está
hecho en madera de pino y abedul, y su trono, también del mismo artista,
es metálico, repujado y con relieves, con los cuatro evangelistas
y motivos de la Pasión de Cristo.
Cuarto paso. Representa a Cristo «cuando
le levantan en la Cruz», según decía el encargo,
que le dieron al artista. Es el más antiguo de los que se conoce
tiempo. Se trató de hacerle en 1612, a imitación de otro,
que había visto el Alcalde de la Cofradía en Valladolid y
que se encargó se hiciera con todas sus figuras, «según
la poca hacienda de la Cofradía».
Salió por vez primera en procesión
en 1615, siendo su autor el escultor palentino Lucas Sanz de Torrecilla
y su mujer Isabel Sánchez, que cobraron por la obra 1.320 reales.
Lo pintó Francisco de Aranda, por 200 reales, más otros 94,
que se gastaron en el oro y plata, que puso en la insignia.
Es el paso, creemos, menos valioso de la procesión
y consta de cuatro figuras: Cristo clavado en la cruz, un sayón
con escalera y otros dos con sogas. Como todos los pasos antiguos fue restaurado
y pintado de nuevo en 1904 por Mariano Lantada.
Quinto paso. Longinos. Lo hicieron los escultores
vallisoletanos José de Rozas y António Vázquez, los
mismos que, años más tarde, harían también
el paso de la Verónica, ya reseñado.
Consta de siete figuras, bastante bien logradas.
Cristo crucificado, San Juan, la Magdalena, Longinos, con su caballo y
lanza, más un criado y dos soldados con pica y espada.
Vinieron a colocarla en su plataforma los escultores
y todos quedaron muy contentos con la hechura, por lo que les regalaron
unos guantes que costaron 100 reales. El paso costó, con sus 7 figuras,
4.600 reales.
Sexto y último paso. Nuestra Madre la Virgen de la Amargura.
Su autor es el escultor y académico Víctor de los Ríos.
Es de la Escuela Castellana, en madera noble, policromado y estofado. La
traza general la dieron varios artistas palentinos y el contrato de encargo
se firmó en Palencia el 24 de julio de 1954. Gustó su hechura
a todos y dio motivo para que se cambiara el nombre de la Cofradía,
que antes se llamaba de Jesús Nazareno y, desde que llegó
este paso, se llama Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús
Nazareno y Nuestra Madre la Virgen de la Amargura.
La cofradía la fundaron unos palentinos al
principio del siglo XVII para rendir culto y homenaje a Jesús Nazareno,
siguiéndole, al menos un día al año, en su camino
de la cruz, con su procesión de la mañana del Viernes Santo,
Y vemos que hoy sigue esa misma intención y ese mismo propósito.
Desde un principio la Cofradía sintió
amor y veneración por la Virgen, Madre de Cristo y ese espíritu
aún perdura sin mengua alguna.
No ha bajado el espíritu de los cofrades ni
de la Cofradía en el servicio popular a Nuestro Padre Jesús
Nazareno. El número de cofrades no ha disminuido, sino, muy por
el contrario, ha subido espectacularmente en los últimos años
y hoy pueden verse las listas de los mismos, permanentemente expuestas
en su «Palacio» en un número tan crecido, que pasan
de los 906 entre Hermanos y Hermanas, pertenecientes a todas las clases
sociales. En sus Cabildos siguen, sentándose juntos el Abogado y
el empleado o el ingeniero y el mecánico, todos iguales.
El espíritu de pobreza sigue inalterable.
Nunca fue esta Cofradía modelo en el arte de atesorar riquezas,
porque, desde el principio, no tuvo esa finalidad, por su espíritu
cristiano. Económicamente siempre anduvo «alcanzada en su
hacienda» y cuando en los tiempos primeros, alguna vez llegó
a reunir «mil reales» inmediatamente encontraba dónde
emplearlos para mejorar las imágenes u otras ventajas para la Cofradía.
Muchas veces en la antigüedad esta Cofradía se vio con «censos»
en contra y más tarde con hipotecas. Son incorregibles también
hoy, pero nunca faltó ni faltará cuanto sea necesario o conveniente,
porque tampoco faltará el ánimo cristiano de honrar y venerar
a Jesús Nazareno y a su Santísima Madre.
Su «Palacio» sigue existiendo, y de aquella
«cocina vieja» de San Pablo, a la que muy pronto se agregaron
dos salas, también viejas y un «arrefíal», se
llega hoy día a unas dependencias acogedoras y una Capilla muy íntima,
en la que no falta ningún día su Misa, ni cesan de aplicarse
sufragios por cada hermano difunto, como se hacía desde sus principios.
Todo sigue igual.
SONETO A JESÚS NAZARENO
Caminas a la muerte, Nazareno,
hoy, como ayer, transida la mirado.
Y en tu frente, de espinas maculado,
brota la sangre un triste desenfreno.
Ya sabes del dolor en el anteno
Getsemaní. Caíste en la
cruzada
tres veces, y Simón -pena forzada-
comparte tu calvario, de él ajeno.
Reo del mundo absorto que te mira,
pasas Tu Cruz, de nuevo, ante los ojos.
Un rezo desprendido el aire expira.
Caemos a tus pies, y, así, de hinojos,
creemos merecerte. Cristo amado,
¡y pesa tanto aún nuestro
pecado!...
Félix BUISAN CITORES
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