SANTA MARIA DE LA ESTRELLA

PEDALEA

Al comienzo yo veía a Dios como mi observador; como mi juez que llevaba la cuenta de las cosas que yo hacía, para saber si por ellas, merecía el cielo o el infierno... El estaba allá afuera... como un personaje. Yo conocía su retrato pero NO LO CONOCÍA A ÉL.
Más adelante, cuando conocí a Cristo, la vida se transformó en un paseo en bicicleta para dos y Cristo iba en la parte de atrás, ayudándome a pedalear... No recuerdo realmente cuándo El sugirió que cambiáramos de lugar. La vida no ha vuelto a ser la misma desde entonces.
CRISTO HACE QUE LA VIDA SEA FASCINANTE.
Cuando yo manejaba, conocía el camino: era algo aburrido y ya sabía lo que iba a ocurrir: Tomaba el camino más corto entre dos puntas; cuando El manejaba, El conocía deliciosos y largos tramos, subiendo y bajando montañas a través de rocosos lugares y a una velocidad para romperse el cuello.
Todo lo que yo podía hacer era aferrarme a El y aguantar; aunque parecía una locura... El me decía: "PEDALEA"; yo, preocupado y ancioso preguntaba: ¿adonde me llevas?
El se reía y no contestaba; y yo... empezé a confiar.
Se me olvidó mi aburrida vida y me lancé a la aventura, y si alguna vez decía "estoy asustado", Jesús se me inclinaba y tocaba mi mano.
El me llevo a conocer gente que me hacía regalos de aceptación, de alegría y de rpofunda paz para nuestro viaje.
El decía: "Da esos regalos", y yo se lo daba a gente con  que nos encontrábamos y descubría que DANDO, YO RECIBÍA, y que la carga se hacía ligera. Al comienzo YO NO CONFIABA EN QUE EL MANEJARA MI VIDA Y LO RECHAZABA CON EL SOLO PENSARLO. Pensaba que podía chocar.
Pero el sabe darle la inclinación perfecta a la bicicleta en las curvas cerradas; saltar las grandes piedras y volar para acortar los pasos peligrosos. Estoy aprendiendo a callarme y a pedalear en los lugares más extraños... Estoy empezando a disfrutar del panorama y de la fresca brisa en la cara. Y cuando siento que ya no puedo más... El solamente me mira, sonríe y me dice: ¡PEDALEA!...

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