El Archibrazo Editor
Edición: 1993
Buenos Aires
Formato: 16 cm x 23 cm
78 páginas
Impreso en la Argentina
Una edición que ya no se consigue.
Algunos poemas del libro:
La señal
Gran pájaro pide ayuda para continuo
vuelo
para perpetua conversación.
Grandes alas se oxidan
el cielo no tiene fondo, siempre empieza,
no hay manera de tocar el arriba.
Gran pájaro necesitado de abajo,
nube sin nombre, recompone todo el azul
que puede
la cara de Dios que no cesa.
Gran pájaro, tullido yo, navega
el nosotros
entra en la nuez, en la imaginación
de la nuez,
vuela la Biblia, los siglos, se picotea,
se despluma
se desvuela desde los cielos a la nuez.
Sólo queda una miedosa diminuta
mano.
La sombra, el humo de una mano.
El momento de cantar.
El síntoma
Si ustedes miran con la atención
del amor o del miedo
verán que en mis palabras
hay siempre infierno y cielo.
Verán también que tengo
un compañero
a pedacitos, muy repartido entre la gente,
a quien llamo Cristo
para ser uno solo de una vez.
No es la botella al mar.
Es la ignorancia mía de la muerte.
Palabra que despierto
árbol desfondado que soy.
Mucho después llega esa complicación
que llevo a los tipógrafos
cuidadosamente envuelta en mí
para que no se pierda una señal
y ande yo luego como un loco
por no saber qué asunto nuevo
le ha salido al mundo
por mi boca.
El tiempo
Es inútil pactar con tu infamia
apedrear tu tejado, huir en borracheras
de verbos que confundan tu estrago:
fechas al pájaro, calendario a
la flor
mensajes a la Luna.
Ese mar de luz que nos das
esos ciegos cuchillos
tu evangelio según la mariposa,
el vuelo sin volar.
Qué sería de ti si mi flauta
de polvo
no soñara un camino.
Qué sería de mí
si no te dieras cuenta.
La identidad
Ha pasado la inocencia de esta noche
en su cara de madonna.
La ostra me ingresa en la espesura.
Y no son dos
sino la luz, el mar, lo uno.
Miro la eternidad buscándome un
lugar
a tu lado, miro tu cuerpo,
ovillado relámpago, flotar.
Veo la deslumbrante flor del tiempo
llevar como me llevas.
Inmensa conmigo.
Ya no estoy, ya me ocupas.
Ya cierro el pico.
El anuncio
Dato benigno quedar claro en ella
vivir en crisantemo y mar abierto
ser de su pelo y de su piel
de su silencio en vuelo
y de su mano navegar
la perdida
conversación con Dios.
De su dulzura a mi ignorancia, en suma,
dos animales juntos: sol y sombra.
No es secreto a guardar.
Deben saberlo el biólogo, el triste,
la flautista del cuarto piso, el solo.
Los que se cuelgan del horizonte
los que huelen a ceniza
los que son como era yo.
Debo también hablar con alquimistas.
Su belleza no deja de suceder
y no lo sabe el mundo, todavía. |