II   INTERLUDIO POÉTICO
A   Justificación de la poesía

SIN RITUAL, MUJER






Porque florece el mundo
al encontrarnos
en este cotidiano ir y venir de la existencia
ver (s) ifico tu nombre, mujer,
ya que la melodía estelar del universo
oculto entre modelos y conflagraciones
poco añade a nuestra morbidez humana
constituida por algunos triunfos
y fallas recurrentes
—bitácora de un viaje interminable
recogido en la vida
que agrieta el maizal atardecido
y cada grito infantil de la naturaleza
que cruza paisajes desmedidos.

Ningún misticismo sella la puerta
que niega la intemperie, cuando la noche
brilla sin embargo en nuestro espacio, ni la grandeza
de la historia esplende en la hogaza de pan
que los cuerpos reúne, individuados,
y el vino euforiza cuando los resquemores
por la alharaca sin tino de los dioses
por la muerte y el posterior desorden
asedia, desde el metal que cruje
dilatado de fantasmas, el cansancio
que nos entrega el sueño sin campanarios
ni duendes o ángeles que asusten esta elemental sustancia
que nos revela entidades de un mundo, sin cortes,
pero continuo de orfandad y encuentro.
 

Buenos Aires, agosto, 1998.



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