¿En qué recóndito lugar del hombre se esconderá lo que comúnmente denominamos "las ansias de vivir"? Efectuada la pregunta aclaramos que la frase encomillada abarca inexorablemente toda una gama de situaciones que, por más intrincado que sea el camino a recorrer, no cuentan tropiezos, se lo quiere transitar así esté lleno de penurias, salpicado de alegrías transitorias, es el ser humano el que aún pudiendo, no se desvía del camino que la piedra entorpece sino que la lleva por delante.
Ansias de vivir siempre "algo diferente", que termine con la rutina del diario transitar por la vida.
Ansias de vivir siempre "el amor nuevo", el que suponemos será diferente a todos los amores ya vividos.
Ansias de vivir siempre la cercanía del ser amado, aún cuando, por ahí, no sea del todo correspondido o comprendido.
Y siempre la ansias de vivir una amistad nueva, aún cuando no sabemos si la persona a la cual fuimos a su encuentro tendrá ganas de ser amigo nuestro.
Es, las ansias de vivir, siempre, un estado recurrente del propio ser humano que no vacila en mostrarse tal como cree que es para que, al ser valorado, conseguir un nuevo amigo, una nueva amiga. O sea amar la vida en el otro.
Amar la vida, significa entre otras cosas ansiar el momento de un encuentro feliz; no desaprovechar las ocasiones que podemos ser útiles, porque siendo útiles al prójimo se logra conocer ese "salpicar de alegría" del que escribíamos al comienzo y ello nos da fuerzas para transitar la vida, nos da "las ansias de vivir!".