Quítate tu, pa’ ponerme yo
 

 

Nelson Barrios González

        Los adversarios del gobierno presidido por Hugo Chávez Frías, están tan desconcertados y divididos que no logran concertar una plataforma política a partir de la cual concentrar sus esfuerzos con vistas a una posible confrontación electoral, cada quien dependiendo de su estado de ánimo, lanza la consigna que se le ocurre y enseguida tres o cuatro seguidores la repiten sin cesar hasta que muere sin lograr calmar a sus desesperadas huestes que al no ver cumplida la promesa de salir del presidente antes de diciembre, y cansados de tantos errores, ya han comenzado a abandonar un barco cuyos capitanes al perder la brújula, no han sabido trazar una ruta correcta para llegar al puerto.

        En ese torneo de consignas o “tormenta de ideas” como tanto le gusta decir a los gerentes e hoy, hemos escuchado expresiones como estas: “elecciones ya”, “referéndum consultivo”, “renuncia inmediata”, “gobierno de transición”, “elecciones sin Chávez”, “Junta Cívico Militar”, “acabemos con esta tiranía”, “no a la revolución castrocomunista” y otras que, palabras más, palabras menos, representan las mismas ideas pero dichas de otra manera.

        Todas estas ideas lanzadas en forma de consignas pueden obviamente ser discutidas, si esa fuera la intención y lo permitiera el buen juicio del espíritu democrático, pero como ya sabemos, que hace rato el interés por el debate democrático se alejó de las costas venezolanas, y ha dado paso al llamado a la intervención abierta de las fuerza armada como árbitro de la política nacional, entonces las dejaremos para cuando la ocasión lo permita, no obstante, entre esas ideas hay una a la cual quiero dedicarle algunas líneas en este corto espacio; me refiero a la acusación maccarthista* de este proceso como “revolución castrocomunista”.

        Que yo sepa, en los tres años que lleva Hugo Chávez en la presidencia de la República, jamás ha dicho que su plan sea impulsar una revolución socialista, y mucho menos entonces, comunista. Si ha dicho y muchas veces, que impulsa una revolución bolivariana, que es una cosa muy distinta, veamos.

         Voy a tratar de plantearlo en términos bien sencillos: estoy totalmente convencido de que cualquier sistema político-administrativo que promueva una transformación del paradigma socio-político creado por la alianza adeca-copeyana durante los últimos cuarenta años, es de por sí revolucionario. Dicho de otra manera, si Chávez esta siendo objeto de presión para que detenga el proceso de transformación implícito en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es porque esta ha trastocado el esquema político relacional instaurado por los gobiernos de AD y Copey, de lo contrario no estuviera pasando nada ya que quienes usufructuaron, durante todo ese tiempo, de las bondades del poder estarían tranquilos porque sus intereses y ejecutorias dominarían la agenda del nuevo gobierno. Al no ser así, tiene que estar sucediendo algo catastrófico: una revolución, y el presidente Chávez es el primero en reconocerlo, pero al mismo tiempo afirma que su revolución es bolivariana y jamás comunista. ¿Por que  Bolivariana? Muy sencillo, porque se inspira en los ideales políticos del hombre de América, nuestro libertador Simón Bolívar. ¿Hay algo de malo en esto?

        Así como estoy totalmente convencido de que con esta nueva Constitución, se ha inaugurado en Venezuela un proceso de transformación política y social que no dudo en llamar revolucionario, también estoy igualmente convencido de que la lucha que se libra desde hace tres años contra el Presidente Hugo Chávez, no tiene nada que ver con una supuesta “restauración de la democracia” ni nada por el estilo. Entre otras razones porque, jamás hubo tanta libertad en Venezuela como ahora, uno no cesa de preguntarse si ¿quienes hoy utilizan los canales abiertos por la Constitución Bolivariana, se hubieran atrevido a hacer lo mismo en los gobiernos de AD y Copey? Por mucho menos ya estuvieran pudriéndose en la cárcel. Eso es lo revolucionario; poder ejercer sus derechos democráticos.

        Como la lucha que se libra contra Hugo Chávez no tiene nada que ver entonces con una inexistente confiscación de la democracia, ¿de que se trata entonces? Para mi se trata simplemente, parafraseando el archifamoso tema musical de las Estrellas de Fania, de “quítate tu, pa’ ponerme yo”. Y la consigna que mejor recoge este deseo, dice así: “Chávez vete ya”.   Solo hay que hacer un poco de memoria: recordemos que a solo dos semanas de las elecciones del ’98, los partidos AD y Copey dejaron colgados a sus candidatos Luis Alfaro Ucero e Irene Sáez, en búsqueda de un candidato que pidiera derrotar a Hugo Chávez que ya se veía seguro ganador, a la postre el candidato de Proyecto Venezuela Henrique Salas Roemer fue el candidato de AD y Copey con el saldo ya conocido por todos. ¿Por qué esa inolvidable corredera de última hora?

        Los mismos que hoy corren de la casa de Carmona Estanga a la de Pérez Recao, de la de Gustavo Cisneros a la de Tejera París, de Fuerte Tiuna hasta la CTV, de Fedecamaras a PDVSA, de Globovisión a RCTV, y así interminablemente, son los mismos que en diciembre del ’98, previeron la pérdida de unos privilegios disfrutados durante cuarenta años: comisiones, favores con cargo a la partida secreta, contratos, sobreprecios, colitas al exterior en aviones del Estado, nóminas fantasmas o virtuales como se les llama ahora, subsidios, créditos blandos, condonación de deudas, becas, recompra de empresas quebradas con financiamiento del Estado, tarjetas de créditos con cargo al presupuesto del Estado, autos y guardaespaldas pagos por el Estado, y pare de contar. ¿Quién no va a luchar por eso?  Usted cree que pongamos por ejemplo, Antonio Ledesma posee alguna habilidad técnica que le permita ganarse y financiar el estilo de vida que lleva. No, como no sea, experto en tomar dinero del Estado sin que le ocurra nada. La lista sería infinita, de los dirigentes que han vivido pegado todos estos años, cual parásitos, de la ubre del Estado venezolano a través de cualesquiera de las figuras arriba mencionadas haciendo negocios y obteniendo ganancias que en su vida podrían obtener porque tendrían que sudarse bastante el trasero y eso para ellos, al igual que para los aristócratas europeos de antes de la revolución francesa, es indigno. Por eso tienen que salir de Chávez y por eso a coro cantan: “Quítate tu pa’ ponerme yo”, he allí el meollo de la cuestión política hoy en Venezuela.

·        Maccarthismo, Doctrina política norteamericana inspirada por el senador Joseph McCarthy, quien en nombre del anticomunismo, desarrollo lo que se conoció en USA, como cacería de brujas, a través de la búsqueda de la infiltración comunista en los cargos importantes de la administración publica estadounidense. Por efecto de esta política, por ejemplo, se vetó en Hollywood al actor inglés Charlie Chaplin.