LA CARA FEA DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

 

  El proyecto de la revolución bolivariana, como proyecto, independientemente de quién sirva de motor para el mismo, es un proyecto hermoso, es un proyecto que busca alcanzar un mayor nivel de justicia social, de distribución más equitativa de la riqueza, de reducción de la pobreza y de mejora de las condiciones de vida de 80 por ciento de los venezolanos cuyas vidas transcurren en viviendas indignas, sin servicios y sin acceso a la educación o a la salud. Es un proyecto, además, enmarcado y ajustado a la llamada "revolución ecológica" que en este momento se está gestando en muchos lugares del mundo, incluídos los Estados Unidos, como reacción 1) en contra de las corporaciones transnacionales y sus intereses y los organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los tratados de libre comercio, que no han hecho otra cosa que endeudar a los países al precio de empobrecer a la mayoría de la población -y enriquecer a una minoría--  y disminuir su calidad de vida y 2) a favor de una mayor protección y uso racional de los recursos que ofrece el medio ambiente (cfr. Koster. D. 1995. When Corporations Rule the World, [Cuando las corporaciones gobiernen al mundo])

  Pero el proyecto de la revolución tiene una cara fea: él ha sacado a la superficie una parte de los venezolanos que no sabíamos que existía. El proyecto bolivariano ha servido para evidenciar que los venezolanos estamos llenos de prejuicios, que somos racistas, xenófobos, clasistas, egoístas, injustos, hipócritas y sobre todo que somos amantes incondicionales del dinero. Los valores proclamados por la modernidad, esos que surgieron de la ilustración y que fueron en el fundamento de las sociedades democráticas (libertad, igualdad y búsqueda de la felicidad, para citar el ejemplo más famoso) no tienen, en este momento, resonancia alguna en la sociedad venezolana.

  Paso a explicar por qué, citando algunos ejemplos de lo que ha venido ocurriendo desde que la "sociedad civil" se lanzó a tomar las calles de Caracas. Por el comportamiento que se ha venido observando en la gente pareciera que no estamos muy lejos de salir a linchar "negros" --o "monos" para utilizar una de las palabras preferidas de mis compatriotas-- por existir y ofender nuestra vista con su fealdad y su miseria, o peor aún por tener la osadía de reclamar sus derechos. Esto, por supuesto, en la más pura tradición segregacionista e hiper racista del sur de los Estados Unidos (Nuestro héroe y modelo de vida).

  Pareciera tampoco estar lejos el día en que grupos de anti-chavistas salgan en una especie de pogrom  para quemar las casas y destruir la propiedad de los extranjeros o a perseguir a los comunistas en el más puro estilo fascista alemán de la preguerra. Un momento, pensándolo bien, eso ya pasó en la embajada de Cuba y le pasó a una señora a la que confundieron con Ana Avalos, la esposa del vicepresidente Carlos Rangel, a quien por poco la mata una horda enardecida que gritaba "fuera de aquí chilena maldita".

  No falta poco para que grupos paramilitares sean organizados y financiados por ricos hacendados para que asesinen a los líderes de movimientos que buscan lograr una mayor justicia como ocurrió en Nicaragua. Esperen un momento...eso también pasó y resultaron muertos unos diez líderes campesinos que habían trabajado promoviendo la ley de tierras (una ley que les permitiría poseer una porción de tierra de la que podría percibir su sustento). Para los incrédulos y para mis amigos que ya deben estar pensando que perdí la chaveta, pueden confirmar esta información en la revista Newsweek del 18 de febrero de 2002.

  No está lejano el día en que a los negros los enviemos a vivir en una parte del país en donde no los veamos y habrá quien lamente que la esclavitud ha sido abolida porque podría hacer muy buen negocio (y matar dos pájaros de un tiro) vendiendo a esos "monos" como esclavos y sacándolos del país y de su vista.

  No está lejano el día en que la gente viva para confirmar la superioridad de la raza blanca y de las clases ricas y la exclusividad de sus espacios --aunque tengo la sospecha de que el hecho de que todas las empleadas de compañías como TELCEL sean rubias (verdaderas o artificiales) es una indicación de que nos dirigimos en esa dirección. Las personas ligera  o considerablemente oscuras no tienen cabida en la sociedad soñada de las clases media y alta venezolanas como lo vivió en carne propia el hijo del mismísimo presidente a quien  humillaran sus compañeritos porque un mulato como él no puede  estudiar en una escuela privada.

  La gente que tiene el tupé de decir que en Venezuela no hay racismo, que todos nos amamos como hermanos, aquellos que en su juventud fueron hippies y comunistas y despotricaron contra el consumismo, y el imperialismo yanqui y quemaron la bandera de los Estados Unidos, aquellos que fueron guerrilleros...Esos mismos que ahora hablan maravillas de la globalización y del libre comercio, esos son los hipócritas y amantes del dinero. Todo lo que en algún momento los chocó (el asesinato de Kennedy, de Martin Luther King, la persecución de los judíos, la segregación y el racismo de los Estados Unidos, las hambrunas y la pobreza de África) de repente deja de chocarlos cuando toca a sus puerta. Esos que dicen que antes de Chávez no había odio, tienen toda la razón. El odio surgió justamente cuando Chávez le dijo a esa chusma que también tenía derechos y ellos salieron a reclamarlos. Esa atrevimiento es justamente el que despertó el odio, el de los ricos hacia los pobres (y no al contrario) porque los ricos no quieren llevar la carga que implica ayudar a los pobres.

  Nuestras clases ricas (algunos de ellos figuran en la lista de multimillonarios de la famosa revista Forbes)se niegan a contribuir con este proyecto en forma de impuestos que se utilizarán para vivienda, salud, y educación que beneficiarán a una mayoría. Esta no es una idea descabellada si observamos los modelos económicos de los países escandinavos, por ejemplo, en los que una gran mayoría de la población tiene un nivel bueno de vida. No obstante, en estos países existen lo impuestos graduados (el que más tiene, más contribuye) Obviamente, no existen multimillonarios, pero tampoco existe la pobreza extrema. Lo que resulta claro de todo esto es que el dinero lo cambia todo, y la armonía existe hasta el momento en que le dicen al que tiene que debe dar un poco de ese dinero para brindar ayuda al que no lo tiene. Es justamente la reacción a esta propuesta la que revela el verdadero matiz de nuestra naturaleza, en ese instante se evidencia quiénes somos y en qué creemos. ¿Quién eres? ¿En qué crees?

  N.Z.U.