EL PAIS
Reciclaje inteligente
Miquel Jurado
19 de septiembre
¿Queen sin Freddy Mercury? Imposible, no entra en los límites de lo
imaginable. Brian May lo sabe y por eso no ha intentado ir por ese camino,
aunque, cada cosa en su sitio, tampoco es tan tonto como para abandonarlo
totalmente. Así, a medio camino de su pasado y probablemente de su futuro, el guitarrista
de uno de los grupos mas emblemáticos de las últimas decadas presentó en Barcelona
su último trabajo individual.
Zeleste se llenó de fans que gritaban, casi se podría decir que rugían,
su nombre con insistencia y May le dio a todo el mundo lo que esperaba: algo
de Queen y mucho rock tan duro y lírico como directo e impactante.
En su último trabajo discográfico, titulado Another World, Brian May
rinde tributo a sus máximas influencias musicales de John Lennon a Freddy Mercury
pasando por Jimi Hendrix. En el escenario de Zeleste no quiso ser menos y, puestos
a pagar tributos, comenzó dejando las cosas claras: con las luces del local ya apagadas,
y a pesar de que la calle Almogàvers estaba desierta, una voz anunció en catalán que,
por problemas de tráfico, la actuación de Brian May se retrasaría unos minutos y que
un desconocido cantante llamado T.E Conway animaría la espera. Y lo hizo, levita roja y
exagerado tupé, con una magnífica imitación de Elvis.
Manda la voz
A partir de ahí Brian May ya podía levantar su sólido edificio y apareció, soberbio, ante una
reproducción gigante de la portada de su último disco. Ya desde el primer
acorde la que mandó fue su guitarra por encima de su voz que, simplemente, cumple bajo mínimos.
Brian May ha guardado de la época de Queen algunas canciones y un desbordante
sentido del espectáculo, mucho más coherente en un escenario mediano como el
de Zeleste que en los inmensos polideportivos de su pasado reciente.
Sin ningún exceso escénico, salvo un magnífico juego de luces, May llenó el
escenario de música e intento acercarse al público tanto como pudo -de hecho,
una pasarela situada frente al escenario le permitía adentrarse en las primeras filas
hasta el punto de que sus fans podían tocarle los pies-. El acompañamiento de
una banda sólida y una impecable sonorización en el recinto completaron una
oferta musical de altura.
No hay duda, Brian May se ha sabido reciclar de forma inteligente.