La Razón - Lunes 25 de mayo de 1998
Los Ratones Paranoicos se presentaron en Obras
Los Ratones Paranoicos se parecen cada vez más a los Rolling Stones. A saber: sus shows son un compilado de grandes éxitos y las canciones nuevas, pocas, se parecen siempre a lo anterior. La banda tuvo la deserción de un bajista y la inclusión del nuevo (Fabián Quintiero por Pablo Memi) no resintió el funcionamiento. En vivo, Juanse repite todos los tics que supo conseguir. ¿Está mal todo esto? No y sí. Porque si ellos son los émulos de los Rolling, que copien hasta la forma de encarar su historia no debe ser criticable.
La diferencia, claro está, es que los Stones dejaron de provocar y sorprender estilísticamente después de quince años de liderazgo (el punto de quiebre puede ubicarse en 1980). En cambio, lo de los Ratones fue mucho más fugaz y hoy, apenas una década después del primer impacto, se los ve estancados. Habrá que ver si es un alto en el camino (que ya lleva un lustro) para respirar y tomar fuerzas en el nuevo salto hacia adelante, o una definitiva actitud de comodidad.
En realidad, a ninguno de los 5.000 fans que se hicieron presentes en el estadio Obras esto les provocó un dilema. Juanse, Roy, Sacófago y Quintiero repasaron la historia paranoica con un seleccionado de temas que, cada uno a su tiempo, fueron hits. Entonces, si el tema era la nostalgia el show estuvo de diez. Porque si bien los Ratones no brillaron como solían hacerlo, el show fue compacto, homogéneo y sin fisuras. Además, el pogo y el karaoke estuvo a la orden del día. Y, si todo un estadio se pliega a esas consignas movilizadoras del rock de fin de siglo (que eso sea lo que movilice ya da una idea de "lo revolucionario del género hoy"), nadie puede decir que el objetivo no estuvo cumplido con creces.
Cowboy, Carolina, Sucia estrella, Juana de Arco, El rock del gato, Rock del pedazo, Vicio y Ya morí (con cánticos dedicados no afectuosamente por la gente al Indio Solari, otro tipo de movilizador, más allá o más acá de los incidentes en Villa María, Córdoba) fueron los más intensos rocks stones de la noche. Que terminó con Satisfation. Pero ya no como para recordar las raíces de una banda que tomó un punto de partida y llegó a otro extremo de la ruta. Si no, como toda una declaración de principios de la inmovilidad que hoy afecta a esa estupenda banda de rock de garaje que los Ratones Paranoicos están a tiempo, todavía de recuperar.
Por Sergio Hadid