Rubén Eduardo Quiroga "ROY"
Fecha de Nacimiento: 9 de Junio de 1953
Instrumento: Batería
Nació en Mataderos, el barrio de toda su vida. Siempre le gustó la batería y hasta que le tocó el servicio militar, pasó por varias bandas de amigos. Era muy requerido, ya que, se sabe, los bateros constituyen siempre la figurita difícil. Después del servicio militar, comenzó a ir a bailar, hasta que conoció a Rosa, su actual mujer. En 1980 se casó y se fue a vivir a Córdoba. Pero un año después regresó a Buenos Aires. Cuando Rosa se enteró de que la pasión juvenil de Rubén era la batería, le sugirió que volviera a tocar. Lo hizo con algunos amigos de la infancia, formó parte de otros grupos que no trascendieron y en el '83, atentó a un aviso publicado en Segundamano, se fue a probar con los Ratones y quedó. Fue, quizas el más sacrificado de los cuatro. Hasta la edición del tercer disco, Furtivos, siguió trabajando como vendedor de café.
"Empecé de grande, a los 30 años. No cambié para nada". Dice que su mujer lo apoya en su puesto de rockero y que sus dos hijas, Gisselle y Paula, son fanas de la versión más acabada del stone local. Como baterista de los Ratones Paranoicos Roy vive el reconocimiento, aunque no en carne propia: "Mucha gente ni sabe que estoy en el grupo. Juanse se chupa todo, los autógrafos, las fotos, todo".
Dejó de tocar en bandas de barrio y se hizo un Paranoico más en 1983, contestando un aviso en Segundamano. Desde entonces mantiene perfil bajo. "Un día en Boston, durante el Mundial '94, tocamos para festejar el triunfo de la Selección sobre Grecia. Estaba lleno de argentinos. Me tiré al público y experimenté lo que siente Juanse. Estuvo bueno, pero no lo quiero para mí".
Antes de consagrarse con canciones como "Descerebrado" o "Estrella", la vida de los Ratones estaba cerca de la fama pero muy lejos de la fortuna. Apenas conocidos en el under por las pintadas callejeras que hacía Juanse aerosol en mano, Ratones Paranoicos modelo '86 se animaba en Cemento sin atreverse a soñar todavía con la ex-catedral del rock. "En esa época Sumo hacía su primer Obras. Nosotros teníamos que laburar. Yo vendía café por la calle y algunos me reconocían. Decía que no era yo, que era mi hermano. Me daba vergüenza". "Juanse es muy vigoroso, si no ponés fuerza, ta pasa por encima". Eclipsado por la figura estelar del líder Paranoico, Roy guarda un as en la manga. Su carta ganadora pudo haberse llamado Ratones Paranoicos: la leyenda continúa. A la espera de mejor título, el libro que escribió Roy contando la historia del grupo lleva tres años encajonado sin que nadie se juegue a editarlo.
"Es una cuestión mía. Lo empecé en una gira del '89 y lo terminé en el '95. Pensé en entrevistar a los demás, pero no quiero desvirtuar una historia escrita a partir de mí". Vergonzoso, Roy no se atreve a mostrar lo suyo. Por eso nunca escribió letras para el grupo, a pesar de reconocer que le gustaría. "Juanse es muy personal, no sé si cantaría algo que no le pasó a él". Aparentemente, tampoco tocaría algo que no compuso. De Juanse depende la fórmula ganadora del éxito Paranoico que hasta ahora funcionó. Por eso los demás no se preocupan demasiado. "Tengo lo que merezco y nunca sentí celos. Soy un fan más del grupo". Categórico.
EL Irremplazable - por Juanse
"Es mi amigo, más allá de la reciprocidad musical. El se adapta a mí musicalmente, pero yo le propongo formas de hacerlo. Encuentra cosas mías a través de la música. Adquirimos un feeling que va más allá de la amistad. Tuvimos talento para distinguir nuestros límites de exigencia. Descubrimos esa química sobre el escenario. Nos costó mucho porque yo soy muy tirano, autoritario. Sólo alguien con mucha paciencia puede soportarme. A veces me dan ganas de ahorcarme a mí mismo. El se ha levantado de la batería y se ha ido, tardando mucho en volver. Uno no sabe nada, pero Roy confía en mi intuición para ir por el camino correcto. En Los Ratones tuvimos que pelearla para acceder. En los comienzos era muy difícil. Roy sostenía económicamente a toda su familia. Vendía café todo el día y llegaba agotado para ensayar y tocar. Yo no sé si hubiera sido capaz de soportar semejante sacrificio. Con Roy conectamos, y cuando eso sucede, es un placer. A él no le gusta que le usen la batería cuando no está. Es capaz de clavarte un cuchillo en la cara si te ve. Yo soy el único que se anima, y no sé por qué me lo tolera. Somos geminianos y los de géminis son muy compinches. Para mí Roy es el único ratón paranoico ireemplazable. Cualquiera podría irse, pero si él se va, sería muy difícil encontrar a alguien que conecte conmigo. Es la persona que busqué toda la vida y no voy a dejarlo así nomás".