Jueves 13 de junio de 1996 - Buenos Aires

   


Juanse, el líder de los Ratones Paranoicos, entre la fantasía y la realidad:   "Soy lo que muchos quieren ser" 




Juanse en pose. "Estar en un escenario es como tener un revólver" dice, mientras prepara los shows de presentación del nuevo disco de los Ratones Paranoicos. En 1974, a los 12 años, Juan Sebastián Gutiérrez vislumbró dos palabras que le cambiarían la vida. Las anotó en un cuaderno, y dejó que la vida transcurriera. Ratones Paranoicos son esas palabras, las mismas que decoraron las paredes de Villa Devoto cuando ya era Juanse, ya había enloquecido con los Rolling Stones, tenía un grupo de rock y, precisamente, había elegido para difundirlo el aerosol como arma y el escueto graffiti como mensaje.   Los años pasaron, y Juanse se calzó el traje de estrella del rock and roll, ensayó una pirueta "vuelo en palomita sobre el público" que quedó como su marca registrada (y que le supo costar la integridad de su tibia y peroné), vendió miles de discos y cumplió el sueño de Tío Rico de zambullirse en montañas de dólares.
 
Ahora está ahí: otoño de 1996, en su casa, los pisos lustrados como en una publicidad de cera, un emblemático parlante Marshall, casi ningún mueble, un cuadro de la tapa de un disco de los Rolling Stones, un cuadro de Cristo ofreciendo su corazón y una guitarra criolla. Su esposa "Julieta Testai, modelo" es un fantasma que se intuye detrás de una puerta que nunca se abre del todo. Dalland viene y juega con el grabador. Unico hijo de la pareja, tiene casi tres años y canturrea:   "Es un vicio, vicio el rocanrol, es un vicio..."
  
Frente a este paisaje, Juanse habla. Desordenadamente, por momentos confuso, Juanse habla:
  
"A mí me costó mucho separar la fantasía de la realidad. Yo, de chico, vivía en la total fantasía. Era pobre, pero no me faltaba nada. Clase media de Devoto. Tenía libertad, era feliz. Era el raro del barrio, las madres no me dejaban entrar a las fiestas de sus hijas. Andaba con pelo largo, zuecos. Y me salían granos, y no me transaba una mina ni por casualidad. Después, plop. Estás con una limusina. Una mesa con mucha, mucha plata. Seis chicas en la cama. Un escenario donde decís cualquier pavada y todos gritan. Es peligroso eso. Es un revólver. Es peor que andar buscando fasos por el piso. "
 
¿Y ahora?  

"Bueno, el mundo no es un póster. Pude armar una tabla de valores. Mi mujer es la mejor mujer del mundo. " 

¿Entonces? 
 
"Nada. O sí, fijate: a ella la conocí en un show. Otra vez se mete la fantasía. Es así: soy lo que muchos quieren ser. Los mil tipos que me aman en un show también me pueden matar. Y todos quieren ser como yo. " 

Parecería que tenés toda una cuestión con la fama. ¿Nunca fuiste a un psicoanalista?  

"No. Yo me manejo con catarsis. Lo mío son los Rolling Stones y la búsqueda de sonidos. No me interesa nada más. Fijate: no tengo muebles.  

Con los Ratones Paranoicos, Juanse escaló con prolijidad los peldaños de las divisiones inferiores del rock. Banda barrial, primeros discos poco vendidos, la explosión con Fieras lunáticas (1991, cuarto álbum, más de 100 mil placas vendidas), y la locura de telonear a grupos como Guns N' Roses o a los mismísimos Stones. Ahora, mientras espera la salida de su octavo disco "Planeta Paranoico" el muchacho ensaya para las presentaciones del 16 y 17 de agosto en Obras.  

"¿No planteás algún proyecto solista?  

"Sí, algún día. Pero estoy cómodo en la banda. De todos modos, tengo un grupo paralelo que se llama Los hijos de la noche, con Gabriel Carámbula, Roy y Germán Wiedemer. Zapamos y hacemos versiones de temas como El tren de las 16 y Blues de Santa Fe. " 

¿No se volvió conservador el rock?  

"Siempre fue conservador. Tiene como 50 años. Pero te sigue volando la peluca.  

Al rato, Juanse se destapa como un gran posador fotográfico. Mientras cuenta algunos chistes de Jorge Corona, amablemente entrega manuscritos con dos letras de Planeta Paranoico y hace algún comentario sobre Boca Juniors. Dice que le gusta el cine de Buñuel y Bergman e informa que llegó hasta tercer año de Ciencias Políticas. "El último final lo di con Atilio Borón. Me saqué nueve", dice con orgullo nada rockero.  

Hijo del músico clásico Hipólito Gutiérrez "de ahí lo de Juan Sebastián" Juanse es también admirador del tango de Julio De Caro y de Astor Piazzolla. "Es más, a Piazzolla lo conocí en Gesell, cuando yo tenía 12 años. Yo lo seguía a todos lados. El tipo se encariñó conmigo y me dejaba ver los conciertos tirado entre los instrumentos".  

Facultad, tango... Tenés inquietudes. 
 
"Bueno, sí. Además escribo." 
 
¿Qué escribís?  

"Hago diarios. Describo elementos. Relaciono cosas."  

Después, pide que le respeten textualmente las palabras, le roba uno más de una cantidad considerable de cigarrillos al cronista y enumera una interesante lista de excesos que sorprende cuando dice que la bebida que más le gusta es el vodka y que puede tomarse "hasta seis o siete litros".  

Entonces, el chico de Devoto se calza los anteojos oscuros, pasea sus desgarbados 72 kilos y sus traqueteados 34 años por un living amplio, reta al hijo que acaba de ingresar a escena y pregunta, con candidez:  

"Ya tenés la nota, ¿no?" 

Mariano del Mazo


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