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Manu


Toco y me voy

Nombrada tras una organización anarquista andaluza con origen en la ex Yugoslavia y fuertemente influenciada por la iconografía rebelde de the Clash, Mano Negra produjo una mezcla de ética punk y estilos musicales globales que encarna la realidad multicultural de la Francia actual. Emergió de las cenizas de la banda de rockabilly the Hot Pants, y se alimentó del mismo reservorio de músicos callejeros e independientes que impulsaron a Les Negresses Vertes.
    Como explica Mauricio Jürgensen, "Aunque Mano Negra se inició en Francia en los '80, la visionaria idea de mixturar ritmos latinos con rock, hip-hop, reggae, punk y hasta ranchera, fue un caldo de cultivo para nuevas bandas que incorporaron la fusión estilística como principal rasgo sonoro durante la década pasada. En sólo diez años de vida y cuatro célebres discos, el grupo volcó todas sus inquietudes musicales en un irrepetible combo sonoro que además tuvo el insólito mérito de motivar a los propios latinoamericanos a hacer música de esta región."
    El trío nuclear -el cantante Manu Chao, su hermano Tonio Chao (trompetista) y su primo Santiago Casiriego (baterista)- tenía ascendencia española, mientras que los restantes miembros de la banda, reclutados de entre los músicos del metro y las calles de París, eran dignos exponentes de la multiplicidad cultural de la capital francesa.
    Formados hacia 1986, los Mano Negra se ganaron rápidamente una reputación como performers energéticos. Su debut, Patchanka, data de 1988 y fue editado de manera independiente. Generó un hit indie, "Mala Vida", que le ganó al grupo un contrato internacional con Virgin. La decisión de firmar con una major les valió numerosas críticas, pero Virgin les garantizó la independencia artística al tiempo que les aseguró una distribución y una promoción de largo alcance.
    El debut contiene, aparte del grandioso hit antes mencionado, temas como "Darling Darling", "Indios de Barcelona", "Salga la Luna" y el cover "Rock Island Line"; con un aire del todo pendenciero en sus historias contadas de manera directa, en francés, español y un inglés bastante limitado aunque efectivo. El álbum, con menor hibridación que sus sucesores pero en absoluto limitado estilísticamente, fue bien recibido, y el grupo participó en diversos festivales europeos, girando por países como España, Alemania, Holanda, Austria, Dinamarca e incluso Perú y Ecuador.

La continuación, Puta's Fever, de 1989, confirmó a Mano Negra como la principal banda independiente de Francia y lanzó al grupo definitivamente en el exterior. El álbum, tan ecléctico como sólo un disco de Mano Negra puede serlo (visitando desde el hip-hop hasta el Texmex, desde el ska hasta el punk rock y la música árabe ["Sidi H'Bibi"]), vendió 400.000 copias sólo en Francia, de la mano de temas como el irresistible "King Kong Five!" ("París, París no es el lugar ideal/ para un monito, un chimpancé francés/ que nunca ha sido parte de la escena [...] ¿Qué me pasa?/ toco como sacudiendo/ debajo del cocotero"), y "Pas assez de toi", un dolido tema de ruptura escrito por un perfecto resentido. Tras la edición del disco, Mano Negra dio unos particulares conciertos en Pigalle, de los que Manu recuerda: "Estábamos hartos de lo oficial en los conciertos. Pigalle era nuestro barrio y conocíamos un poco a la gente que lleva eso. Los sitios eran bellísimos. Sex shops de mierda, pero algunos de la época de Napoleón III. Entrar en ese mundo era interesante. Hubo relaciones muy fuertes con las chicas, gente que conocíamos sólo como malandritos de calle. Es un mundo donde hay hijos de puta y gente de puta madre, como en cualquier otro. Y los tíos aceptaron que un mundo muy especial de jóvenes, de pogo, se metiera en los cabarets. Hay que sacar el rock de las salas negras."
    Mano Negra recorrió una buena cantidad de países tras la edición de su segundo LP, incluidos Japón, México y Estados Unidos. Allí, la banda se enfrentó a la manera norteamericana de hacer las cosas, un comportamiento que Garry Trudeau describió muy bien al decir: "Estados Unidos es el único país del mundo en el que no promoverte es visto como una muestra de arrogancia." Mano Negra no tenía manager ni la actitud complaciente necesaria para manejarse sin conflictos en la industria norteamericana. Tampoco en Inglaterra, a juzgar por las palabras de Manu: "En Inglaterra nos hemos negado a ir de gira. La discográfica decía: 'Tienen que venir de gira porque así se vende mejor...'. Hay gente con quien nos entendemos y gente con la que no. Con la casa de discos es igual. Nosotros estamos en una multinacional; cuando caemos en una compañía sentimos que estamos hablando de lo mismo, colaboramos de buena onda para que vendan discos. No estamos trabajando con empresas, estamos trabajando con amigos. Cuando no, pues no. Y le cayó a los dos pesados, Inglaterra y Estados Unidos. ¿Por qué? Porque no tenemos nada que aprender de ellos a nivel de trabajo ni de business. No vamos a lo mismo que ellos. No nos entienden. Dicen que un grupo de rock tiene que ser rentable. Que sea un grupo anárquico, que dice cada minuto fuck... pero a sacarle el jugo, cabrón. En USA todo eran problemas: con la compañía, con los técnicos, con los managers... siempre llegábamos a hablar duro, y eso te quita mucha energía. Pero [conseguimos] la autorización para dar el disco a otra compañía. Igual que en Argentina: Casa Babylon lo distribuye una independiente. Por ahora estamos trabajando con América Latina. Y sé que, trabajando tanto allí, estamos entrando en USA por México, que es por donde tenemos que entrar. Los grupos europeos siempre vienen por Nueva York. Siempre ese racismo antieuropeo. Creen que ellos saben trabajar y tú no, porque son gringos y han vendido millones de discos de Michael Jackson. Te toman como una mierda.
    "Con el público no tenemos ningún problema. Nos encanta tocar en Nueva York. Pero cuando vas hacia el Este, Ohio, Cincinatti... te das cuenta de que no es un país donde quieres ir a pasar mucho tiempo, a ganártelo. Una gira de verdad, como a nosotros nos gusta, son seis meses. Y nadie del grupo tiene ganas. Allí siempre estuvimos un poquito 'enfermitos'. Era llegar de buena onda y al mes... uf, todos apagados. Pasábamos a México y parecía que nos habían echado agua. Decíamos ¿cómo hemos aguantado tanto tiempo del otro lado?"
    La experiencia norteamericana como veloz recorrida por el aspecto más desagradable de la industria musical: una pronta, amarga y saludable desacralización. "La honestidad en la música no la tengo más clara que en la política o el fútbol. Todo es la misma mierda," declararía Manu a mediados de los '90. "Yo espero que nosotros demos al menos una imagen de honestidad ya que conseguir trabajar en libertad nos ha costado mucho. Muchos músicos en los que yo creía durante quince años me han caído muy bajo al conocerlos y ver cómo funcionaban. Pero eso te da más fuerza. No te daré nombres -aunque ya sabes que Iggy Pop está entre ellos- pero son muchos los que en sus canciones y en su música venden un mensaje y luego viven y actúan de una forma totalmente opuesta. Mano Negra es simplemente arte, vida y comercio. No hay que olvidar que el artista siempre ha de tener una relación con el dinero para poder comer. Ese es el problema, no ya del artista, sino de la humanidad desde hace un montón de siglos. Los músicos podemos sufrir la presión de las multinacionales pero es mucho peor lo que padecen los pintores con las galerías de arte."
    En 1990, Mano Negra actuó en el festival Pink Pop en Holanda. El show fue grabado por algún atrevido y editado más adelante como bootleg bajo el nombre de Holland 1990 (Live Storm Records). Entre Puta's Fever y su sucesor, el grupo editó un compilado de sus dos únicos discos bajo el nombre de Amerika Perdida.

King of Bongo, de 1991, esgrimía un sonido rockero más pesado que sus predecesores y una proporción más alta de temas cantados en inglés (como "King of Bongo", "Letter to the Censors" y "Welcome in Occident").
    En 1991 y 1992, aparecieron dos bootlegs de Mano Negra, Dal Vivo al Passo Occupatto, grabado en Torino, y Forte Prenestino, grabado en Roma.
    Dos conciertos realizados en Kawasaki, Japón, fueron recopilados en un disco oficial en vivo, In the Hell of Patchinko (de 1992), que contiene un cover de Chuck Berry ("County Line"), una de las grandes influencias del grupo, y "I Fought the Law", del repertorio de the Clash. Sobre la experiencia japonesa, Manu declaró: "Allí son todavía más business que en Estados Unidos, solo que te respetan. Se adaptan a tu modo de trabajar. Allí sí que no hacemos conciertos gratis, vamos a buscar el yen. Cuando hacemos locuras en Colombia, lo está pagando una gira japonesa. Interesa conocerlo porque es como el futuro de Europa a corto plazo: El Patchinko (el pinball nipón), las calles como centros comerciales... es como estar en un flipper."
    Poco después retornaron al concepto original de una troupe nómade de anarco-punks multiculturales, y en 1992 se embarcaron en su 'Cargo Tour', un viaje, sobre un barco venido a menos, a través de ciudades portuarias de América del Sur. La gira estaba subsidiada por el Ministerio de Cultura francés, pero los Mano Negra eran infrecuentes embajadores.
    "Lo del carguero era una idea con la que nos habíamos emborrachado un montón de veces con la gente de La Royal", explica Manu, refiriéndose al colectivo galo Royal de Luxe, con el que compartirían varios proyectos. "De nuestros bolos por América Latina sacamos la conclusión que el circuito rockero por donde nos movíamos limitaba el acceso a nuestro público natural por el mero hecho de cobrar entrada en los conciertos. Más del 90% de la población no podía venir a vernos. Con el carguero, al ofrecer las actuaciones gratis, teníamos una oportunidad increíble para conectar directamente con la gente de la calle.
    "Con el pretexto del barco llevamos nuestro montaje a barrios marginales como el de Marín en Caracas, donde la gente de clase media y los estudiantes del lugar acudían por primera vez en su vida. En Río de Janeiro, por ejemplo, nos metimos en la favela Rosinho, que es la más grande de Latinoamérica y así conseguimos que esas zonas de las que sólo se habla para tratar temas de delincuencia o drogas tuvieran un protagonismo específico de carácter festivo y atractivo. Lo que pretendíamos era eliminar ciertos prejuicios. Mostrar que esos barrios maltratados sólo necesitan atención y respeto para dinamizarse y generar actividades que despierten el interés del resto de la ciudad y dejen de ser tratados como ghettos."

"La odisea del barco se convirtió a su vez en un reto para los propios integrantes de Mano Negra," así explica un periodista las consecuencias del Cargo '92. "El grupo llevaba ya cinco años funcionando por su cuenta y riesgo y el fantasma de la disolución planeaba cada vez con más fuerza por encima de sus cabezas. El alto precio de la autogestión en busca del máximo grado de libertad parecía pasarles factura. Las discusiones con la industria, el agotamiento de un trabajo diario, alternando las tareas de despacho con el escenario, y presiones de todo tipo asfixiaban la existencia de un grupo que había nacido espontáneo y que cada vez se sentía más atrapado en las redes que él mísmo había tejido. Demasiados compromisos. Paradójicamente, todas las vicisitudes que pasaron a lo largo de los seis meses de travesía, en vez de confirmar la disolución de Mano, les unió de una forma sorprendente. La experiencia sirvió para que se dejaran de tonterías y regresaran más fortalecidos que nunca."
    Según recuerda Manu: "Hubo momentos fortísimos, momentos terribles, momentos fantásticos... la gira fue larguísima... aquello fue todo. Todo.
    "Un grupo de 14 personas conviviendo durante cinco años, sin estar en casa ni ver a la familia siempre genera crisis. Creo que esto es saludable. El momento más crítico de Mano Negra fue antes de embarcarnos. Todos sabíamos que, durante el trayecto, tanto podía morir el grupo como renacer de nuevo. Sorprendentemente, en el barco fue donde encontramos la libertad. Descubrimos que Mano Negra no podía seguir siendo un grupo rígidamente estable que obligase a sus integrantes a contraer un compromiso de exclusividad. Si uno quiere dedicarse a los tatuajes, tomarse unas vacaciones o hacer cualquier otra cosa no vamos a pedirle que rompa el carnet del partido. Ahora mismo yo no sabría decirte cuánta gente integra Mano Negra. Hoy estamos tres de promoción, cuando salgamos de gira seremos veinte y cuando grabemos en el estudio un día seremos dos y otro quince. Mano Negra es sobre todo un punto de encuentro entre mucha gente donde quien quiere meterse se mete y quien no, pues se toma un descanso y luego vuelve."

La siguiente aventura de Mano Negra se le ocurrió a Manu junto a uno de los técnicos de La Royal. En las palabras de un cronista ocasional: "Colombia era un país que siempre le había llamado la atención y la vía férrea que cruza todo el territorio, por donde no circula ni un solo tren, era una tentación demasiado grande como para no sacarle provecho. En realidad fue Cocó -de La Royal- quien le caldeó los ánimos [a Manu] con la propuesta de construir un pequeño carrito adecuado a los raíles para que recorrieran a dúo los lugares más recónditos del país llevando distracción, diversión y fiesta. "La idea inicial era tan sencilla", dice Manu, "como llegar a todos esos pueblos campesinos donde no están acostumbrados a recibir visitas y ofrecer un espectáculo para los niños. Cocó llevaría lo básico para hacer teatro y yo me acompañaría tan solo de mi acordeón y una guitarra. Todo el proyecto se fue engendrando en el carguero y era como la contestación a nosotros mismos ya que suponía una huida de las ciudades y de todo el mogollón urbano en que siempre hemos estado metidos. Nuestra intención era llegar a esos pequeños pueblos perdidos en el campo donde parece que nunca pasa nada. Todo se distorsionó cuando fuimos a pedir el permiso a Ferrovías de Colombia y nos llevaron a una explanada en plena selva donde estaban todos los trenes del país desde el año '10 hasta el '75. Aquello era impresionante, teníamos toda una flota de trenes a nuestra entera disposición y el proyecto se fue inflando de tal manera que al final sólo hicimos el 10% de lo que había creado nuestra imaginación."
    Así nació El Expreso del Hielo, "una locomotora de hielo y de fuego que fue bautizada con ese nombre en homenaje a Gabriel García Márquez y su obra cumbre Cien años de soledad. Era el mes de noviembre del '93 y el punto de partida no podía ser otro que la estación de Santa Marta." Para llevar a cabo el proyecto hizo falta casi un año de preparación. "Tuvimos que negociar el recorrido con los caciques de cada pueblo así como con la guerrilla o los diferentes grupos paramilitares," recuerda Manu. "Pero quien nos resultó más difícil de convencer fue el propio embajador francés puesto que él es el responsable de la vida de los franceses en Colombia y aquello era una auténtica salvajada. Nos metíamos en lugares totalmente prohibidos y peligrosos que mucha gente del país sólo conocía porque estaban en el mapa pero que en su vida habían pisado por miedo a no volver. Pasábamos por las tierras de Escobar, de la guerrilla y gastamos más energías para convencer al diplomático francés que con los militares y los narcos."
    "[Durante la gira] los periodistas nos venían a buscar para aconsejarnos que aquella noche no saliéramos al escenario porque nos iban a matar. Pero al final sólo eran temores que se deshacían y cada una de nuestras actuaciones se convertía en una fiesta. Era impresionante ver a 10.000 personas bebiendo sin parar, la mayoría de ellas con una pistola en el cinto y ni un solo tiro".
    Una de las paradas más estremecedoras en el trayecto era la de Barranca Bermeja, la ciudad más violenta de "un país que ostenta una media de 29.000 homicidios por año". "Nos dijeron que, si nos deteníamos, sólo nos quedáramos una noche," relata Manu. "Además, allí al lado tienen la Texaco gringa y eso ha generado entre la gente un odio terrible hacia lo extranjero. Finalmente nos quedamos una semana y no pasó absolutamente nada. Con eso tampoco quiero decir que sea falsa la existencia de violencia. La primera imagen que veíamos en muchos de los pueblos por donde pasábamos era el desfile de mujeres enlutadas detrás de un ataúd camino del cementerio. Eso se te queda grabado, pero también nos sentíamos satisfechos de que no pasara nada cuando nosotros nos asentábamos en un lugar donde antes y después de nuestra llegada los asesinatos y las peleas eran moneda corriente. Mano Negra no cambiará el mundo ni nada por el estilo, pero esa semanita de paz todo el mundo decía O.K. En un primer momento éramos una especie de atracción ambulante que podía agredir el entorno con asociaciones de ideas como la de relacionar nuestros tatuajes con símbolos homosexuales o carcelarios. Pero al cabo de dos horas, cuando comprobaban que estábamos más jodidos que ellos, que les pedíamos de comer, que cargábamos con todos los hierros del montaje y que no pretendíamos más que pasarlo bien, rápidamente nos echaban un cable y conectábamos con ellos. También tuvimos la inteligencia de evitar que los del ejército se metieran en el tren con la idea de protegernos. Si lo hubieran hecho, quizás ahora no podríamos estar aquí para contarlo."
    La fascinante experiencia, que tuvo la participación de Ramón Chao (el padre de los hermanos y reconocido escritor) y de Fidel Nadal (de Todos Tus Muertos) fue descrita más adelante por Santiago Casiriego como "más parecida a la retirada de Napoleón de Moscú que a una gira de rock'n'roll". Algunos integrantes del grupo desertaron debido a la eclosión de problemas internos. Ramón Chao narró la experiencia de la gira en el libro Un train de feu et de glace, cuya edición estuvo acompañada de un disco de rarezas y remezclas.
    Años después de la experiencia colombiana, Manu declaró: "Colombia es la cosa más bella que hice en mi vida." Y le comentó a un periodista francés, respecto de su encuentro con el subcontinente profundo: "Están 400 años por delante de nosotros, todo el mundo está mezclado, como en un gigantesco laboratorio humano."
    La experiencia también cambió la visión de Manu sobre los trenes: "Los veo de otra forma tras convivir con los ferroviarios en Colombia," explicaba hacia 1995. "En América Latina la mafia de los autobuses está acabando con ellos. Como son del Estado no dan mucho dinero. Pero en un tren caben veinte autobuses. Y es lo más económico para los campesinos, que no suelen tener prisa por llegar. Ahora viajo en tren y lo veo diferente. Tengo la idea de organizar uno aquí en España. Me gustaría hacer Madrid-Lisboa por Extremadura, pasando por Las Hurdes y tocar en pueblos. Como fue en Colombia; el tren no se hizo para Bogotá ni para Medellín ni para Cali, era para Gamarra, Bosconia..."

Las influencias musicales que recogieron en sus giras latinoamericanas se vieron destiladas en Casa Babylon, de 1994, un diario de viaje musical (casi por completo en español) que se movía sin esfuerzo a través de la salsa, el mambo, el merengue y el reggae, y en el que participa Fidel Nadal. Es considerado por muchos, el disco más logrado e inventivo de la historia del grupo. Sobre el tema "Viva Zapata", Manu explicó: "En Francia tiene un sentido mucho más folklórico [que en España]. Seguro que allí tocamos "Viva Zapata" y se creen que es como la lambada. Dirían: "Tocaron una salsa". [En España] la gente ha hecho un eslogan de la frase: ‘El pueblo unido jamás será vencido’."
    Interrogado por un periodista sobre cómo se sentiría si al subcomandante Marcos le quitaran el pasamontañas y resultase que es Salinas de Gortari, Manu dijo: "Te diría: 'Me han jodido otra vez más'. Si me vienen con que era todo una farsa, diría 'me han falseado otra vez'. Pero no me cambiarán, a la próxima volveré. Si una desilusión te jode, tienes que seguir viviendo. Con los de Chiapas estoy de todo corazón. Pero no con todas las guerrillas de América Latina. No me uno a la causa del Sendero Luminoso en Perú, por ejemplo. No voy a ponerme la estrella roja y decir: 'Guerrilla mejor que ejército'. Guerrilla puede ser igual de hija de puta que el ejército. Cuando salieron los zapatistas, nos llegó al corazón y salió la canción. El disco estaba terminado, pero teníamos ese jamming y había que decir algo. Viva Zapata, así quedó."
    El trabajo vendió relativamente bien, pero el grupo jamás alcanzó un éxito comercial contundente a nivel internacional (notablemente en Estados Unidos e Inglaterra) debido a su desagrado por las giras convencionales y su desdén por las actividades promocionales que su compañía esperaba que llevaran a cabo. En su momento de mayor éxito comercial, Mano Negra seguía siendo una entidad móvil, libre e impredecible.
    "Siempre hemos cambiado de nombre para poder tocar a gusto en sitios pequeños sin que se arme la gorda," contaba Manu a mediados de los '90. "En París hemos tenido mil nombres, como Larchuma Fútbol Club. Cuando tocamos en Bilbao con Negu Gorriak, estos nos preguntaron cómo queríamos ser anunciados, y les dijimos que como se le ocurriera. Matxitxa (el agente) nos puso Radio Bemba. Y ahí quedó. Toda la gente nueva que entre en la banda será Radio Bemba, porque no queremos que los nuevos sustituyan a los antiguos. Estos se siguen llamando Mano Negra. En Francia tenemos otro nombre: Treize a Table."
    Tras la edición de Casa Babylon, Mano Negra tocó en América del Sur y Francia junto a los integrantes de Todos Tus Muertos. En 1995, sus miembros se mudaron a España.
    Un cronista español relata el primer contacto de Mano Negra como residentes españoles con el público local: "Fue el 1 de diciembre del año pasado, día en que Manu y compañía se instalaban en Madrid. La tienda madrileña Fnac había anunciado la actuación de Mano Negra conmemorando su primer cumpleaños. El desastre era previsible: las más de 2.000 personas que acudieron al reclamo no cabían en el pequeño auditorio de la megatienda. Los de Fnac no tardaron en perder los papeles y declarar el estado de emergencia. La Mano cogió los instrumentos y salió a la calle. Pronto la Puerta del Sol estaba a rebosar; había que subirse a un árbol para ver al grupo, que había hecho de un camión del Ayuntamiento el escenario perfecto. Los transeúntes miraban atónitos; la policía buscaba en su agenda y no encontraba ninguna manifestación programada. Terminado el recital, Manu cogió la Gran Vía dirección Princesa y echó a andar por el centro de la calzada. 1.500 personas le seguían como al flautista de Hamelín. Temblaba la arteria principal de la capital: '¡Insumisión!', '¡Legalización!', '¡Patchanka!'. La comitiva tomó dirección Revolver; ahí la fiesta duró hasta la madrugada."
    El pedido de "Legalización", en particular, resonaba con fuerza entre los músicos de Mano Negra y su público. Un pedido hacia el cual la hipocresía reinante continúa haciendo oídos sordos, aunque la lógica esté del otro lado. Con respecto a ese tema, Manu, jamás silencioso, declaró: "La maría es nuestra droga, junto con el vino y el peyote. Todas ellas vienen directamente de la tierra, sin pasar por manos de la mafia. Éstos no te venden la droga para que estés bien, sino para hacer negocio. Un tripi no sé qué lleva, y la coca puede ser cualquier mierda que un cabrón le haya metido, como la carne, deberían existir leyes para respetar al cuerpo. Por eso estamos a favor de la legalización de todas las drogas. Que el que quiera comprarse cualquier mierda pueda hacerlo en una farmacia. Pero eso no les interesa. La droga es más negocio en el free-market que oficialmente. Estoy seguro de que la gente que hace negocio con las drogas es la misma gente que la prohibe."
    Sobre la decisión de mudarse a España, Manu declaró: "[En Francia] están metiendo a todo el mundo en la cárcel. Haciendo limpieza para que la gente piense lo que los políticos quieren. Aquí va a salir el PP, allí va a ganar la derecha de Balladur en mayo... va a ser la vuelta a la Edad Media. Todo el mundo va en esa dirección. Está igual que aquí. ('Igual, pero con menos sol allá', según Tomasín.) Pensábamos que en Francia éramos los campeones del mundo del racismo, pero aquí hay más, porque hay menos extranjeros. Allí hay tanto africano que ya están acostumbrados. Hay mucho racismo porque piensan que les vienen a vender droga, porque más que familias, viene gente a buscarse la vida. La gente tiene miedo al negro y al árabe. A Carlos (el nicaragüense rastafari que rapea en Casa Babylon) le han controlado veinte veces desde que está aquí. El otro día en una cancha de fútbol unos fachas casi nos matan por ir con él y con Najim, que es argelino. Este no es un país más abierto que Francia."
    Sin embargo, Manu aclaró que no se mudó de un país, sino de una capital poco dinámica. "Todo el mundo me decía que París es lo mejor, pero allí sólo eres un juguete roto," explicó. "Nací allí pero no estoy nada orgulloso de ello. Siempre quise irme, a veces llegué a odiarla. París es muy bella, pero no tiene corazón. Nos fuimos sobre todo porque por primera vez todos estábamos dispuestos a vivir en otro sitio. Después de las giras siempre volvíamos a casa por las familias, pero ahora somos gente libre. Adiós, París. Queríamos cambiar de base, que no fuera aquello o esto, sino nosotros mismos. Aquí tenemos material para grabar, instrumentos... toda nuestra casa cabe en una camioneta."
    "Nos dijeron 'vente, te dejamos casa' y dije ¿por qué no? Tengo 33 años, mis padres son españoles y una vez en mi vida tenía que vivir en este país. Pero fue más una oportunidad que un sueño. Pensábamos ir a Marsella, que es una ciudad muy dinámica, con vida en la calle. Tiene puerto y eso es bueno. Siempre tienen algo, están abiertos al mundo. Aunque hay racismo también, front national y todo eso, hay mucha mezcla. 'Marsella capital de Argelia', se dice. También hay mafia. Para ser alcalde de Marsella tienes que ser mafioso. yo soy hincha del Olympique, más por el público que por el equipo. En el estadio se mezcla todo el mundo y hay buena onda. No entran fachas. Es todo una fiesta, de verdad.
    "No podemos decir que estemos felices de vivir en Madrid. No está mucho más en forma que París. Está apagadito. Queríamos vivir en España; Madrid es céntrico y tenemos amigos aquí. Pero tú tienes que dar energía para que se muevan las cosas. Hay ciudades que tienen esa energía y te la dan: Nueva York, México, Marsella, Lisboa... Son las ciudades que me molan. Barcelona para mí fue una ciudad mágica. Patchanka lo escribí allí. Pero Madrid ha pasado diez años de sábado por la noche y ahora está de resaca de domingo por la mañana. Sigue la fiesta pero cuesta aun más que hace unos años. El problema es que vivimos en el centro y no tenemos costumbre. Queremos ir a Vallecas, o a algún barrio. Nunca invitamos a la vecina de abajo a comer a casa, o viceversa ¿me entiendes? Tenemos costumbres y vida del centro."
    En Madrid, Manu explicaba por qué nunca se sabía muy bien cuántos integrantes tenía Mano Negra: "No se sabe, y creo que no lo queremos saber. El grupo está cambiando mucho, a nivel de personal y de filosofía. Estamos cada vez más cerca de lo que creo que es la manera de vivir en un grupo. Con cierta gente se hacen aventuras humanas, como con una mujer, y cada cierto tiempo, estas personas quieren hacer otras cosas. Como Tom, que se lanzó con sus tatuajes, otro está con cinco hijos, otro sigue en la calle... todos se quieren, pero viven vidas diferentes. En un grupo lo más importante es que todos quieran lo mismo de la vida. Por eso ahora no sabemos cuántos somos. Para los que quieran salir, que Mano Negra no sea una cárcel. Los que están fuera no necesitan pasaporte para entrar aquí. Aunque sea por tres días, diez, o un año. Más y más me lo planteo así, no tratar de trabajar cerrado con un grupo sino con mucha gente. Las direcciones han cambiado mucho y sentimos la necesidad de romper esas barreras. Que sea más bien un colectivo de tíos positivos que no lo que se considera que tiene que ser un grupo de rock. Mano Negra pueden ser los músicos o quien hace nuestros vídeos. O Aldo, que anda por ahí y también es parte de Mano Negra en los conciertos. El que sirva para hacer algo puede formar parte del grupo. Aprendí mucho con el grupo de teatro de calle Royal de Luxe. No se plantean esto como lo hacemos generalmente en la música. Dicen: "vamos a hacer El libro gigante (el espectáculo con el que aparecieron junto a Mano Negra en la gira Cargo '92). Se van de aventura un año. Y luego la idea cambia, y a lo mejor hay gente a la que no le interesa seguir. Así vivimos nosotros. Un año en Colombia con el tren, otro año en Madrid..."
    El estado particularmente permeable y algo caótico del grupo se vislumbraba en las declaraciones de Manu hacia 1995: "[Si tocáramos esta noche, en un bar, tocan] los que estén allí. Si es un concierto 'bueno' de Mano Negra, los que estamos aquí en casa. A la batería, Garbancito; a la percusión, Najim; a la guitarra David; Daniel al bajo; Gambit, que estuvo en Colombia con nosotros, al contrabajo. Tomasín hace el sonido, sampling, canta... No queríamos seguir parando porque uno se fuera a hacer tatuajes. Entonces se planteó el problema de encontrar nuevos músicos. Todos son nuevos, nadie es profesional. Todos son amigos del barrio antes de ser músicos. Si el del bajo no sabe tocar, 'pues aprende, cabrón, y date prisa que nos está esperando mucha gente'. Hay cierta presión a ese nivel. Sé que valen y que serán mucho más fuertes que un puto grupo con un bajo de por ahí, un guitarra contratado... eso es una mierda. No se hace música así."
    La banda estaba por entonces llena de proyectos, tantos que Manu declaraba: "Demasiados. Es nuestro drama desde hace cuatro años: nos damos cuenta de que podemos hacer mil cosas fuertes. Lo de Colombia lo preparamos durante un año. Que podríamos haber pasado en África, pero hay que elegir. Queremos hacer tele y radio. Y traer la Caravana a España. Es un circo, somos casi mil. Todos gente de barrio, de toda Francia. Cuando se instala en un barrio -nunca en el centro de la ciudad- todos vienen de todo el país a organizar el espectáculo. Unos montan el escenario o hacen de seguridad, los grupos vienen a tocar gratis y las madres vienen a hacer la comida. En Francia hace tres años que no hemos ido de gira; sólo nos han podido ver en Caravana. La entrada cuesta 30 francos y se nos puede ver a nosotros, a Noir Désir, a Linton Kwezy Johnson, a Zebda, a Cheba Fadela... cuando suena Caravana vienen aunque tengan bolos.
    "[La idea nació] con la muerte de mi mejor amigo, un roadie de Mano Negra. Murió de sida hace tres años. Fue drogadicto mucho tiempo, como mucha gente de barrio. Era argelino. Cuando murió se hizo un espectáculo en Saint Etienne, en la banlieu, y ahí nació La Caravana. La idea es obligar a la gente de centro ciudad a venir a conocer el barrio y que se den cuenta de que aquello no es sólo drogas y violencia."
    Desde las primeras deserciones en el seno del grupo, Manu había tenido disputas con ex miembros que pensaban que Mano Negra o eran todos los músicos originales o no era ninguno. "Las rupturas siempre son dolidas", se limitó a explicar Manu en el '95. "Donde hubo mucho amor puede haber mucho odio. Pero a mí el nombre Mano Negra nadie en la vida me lo podrá quitar. Yo me llamo Mano Negra desde hace siete años, día y noche, 24 horas al día. El nombre sigue porque yo sigo. Y seguirá siempre que sea un nombre del que la gente se sienta orgullosa."
    Por entonces, Mano Negra había dejado de hacer conciertos convencionales, y según Manu, ya no iban a hacerlo. "¿Cuándo haremos conciertos normales?," se preguntaba, y la respuesta era contundente: "Nunca más. Estamos hartos de eso. Yo ya no voy a los conciertos de rock; ya sé lo que voy a ver. En el mundo entero, ver un concierto de Rage Against The Machine o de quien sea, es conservador, siempre el mismo ritual... Hay que cambiar eso. Los conciertos de rock no son bastante festivos. Se ha perdido algo fuerte y hay que devolverlo. Nosotros ya no queremos hacer conciertos, queremos hacer fiestas. Vamos a poner música, queremos invitar a tomar, que sea algo diferente a lo que se espera cada vez.
    "Hace tres años que no hemos visto plata en un concierto porque, salvo muy raras excepciones, no cobramos. ¿Por qué? Porque tenemos la suerte de vender discos. Aunque hay gente en Mano Negra que está jodida. Unos han tenido menos cuidado, otros han tenido más suerte. Yo he ganado más dinero por las canciones. Ahora es el momento de aprovecharlo y vivir.
    "No me importa vender 200.000 álbumes más, me importa vender lo suficiente para poder trabajar y pagarnos las locuras que estamos haciendo. Cuando el músico no tiene el dinero de sus sueños está jodido. Nosotros tenemos la suerte de poder vivir nuestros sueños. Luego sólo es cuestión de levantar los brazos y trabajar."
    Eso fue lo que hicieron en Madrid: tocar, divertirse, generar situaciones creativas, mezclarse con la gente, componer nueva música; un periodista que los visitó en su casa por esa época, escribió: "Hemos pasado al salón -estudio de Casa Babylon. Titi, la chica de Tomasín, acaricia enigmática un sitar mientras Garbancito puntea la música de Mon Oncle, de Jacques Tati. El grupo ensaya canciones nuevas y viejas, propias y ajenas. Suenan chansons tradicionales adaptadas con melodías casi circenses: reggae, Zydeco, rockabilly, blues... algunas pueden formar parte del futuro trabajo del grupo."
    Hipotético quinto álbum de estudio al que Manu describía de la siguiente forma: "Tendrá canciones en francés y español. Una parte ya se ha grabado en París; el resto se hará aquí. Las letras son fuertes y la música, tradicional, popular, pero con mucha mezcla de sonidos actuales, como rap y reggae. La producción será la de Casa Babylon. Aquel era un viaje y éste será otro. Uno por Latinoamérica; otro entre Madrid y París."
    Sin embargo, pese a los planes, Casa Babylon continúa siendo el último álbum de Mano Negra, con material nuevo, hasta la fecha. En España, el grupo se disolvió -si temporal o definitivamente, sólo el tiempo lo dirá. Sus integrantes continúan haciendo música por separado (más notablemente Manu, con su contundente debut solista cosecha '98, Clandestino). Por el momento no existen planes de una nueva grabación colectiva.
    En 1998, apareció Best of Mano Negra, una recopilación enriquecida por dos inéditos.

Aunque la separación de un grupo tan creativo y diferente sea lamentable, de alguna forma hay que saber agradecer su mera existencia. Sus ideas, eso es seguro, no han perdido su validez ni la música su contagiosa vitalidad. Manu es consciente del rol que Mano Negra supo crearse como precursor del rock latinoamericano actual, aunque declara: "A veces lo noto porque lo dice la gente y por sus reacciones. Gente que te ve ya como no sé qué. Bueno, por lo menos te das cuenta de que lo que has hecho en todos estos años le ha valido a cierta gente. Que sirva de ejemplo para dinamizar a los chavales me parece bien. Ahora, la gente que se limita a copiar no me interesa personalmente porque lo que hacía Mano Negra fue hace más de cinco años y ahora hay que inventar lo que se hará dentro de cinco años. Que se inspiren en lo que hemos hecho lo veo genial, ahora hay que transgredir eso." Esperemos que lo escuchen, que alguien se atreva a tomar la posta.

m.
mayo de 2000

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