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Henry Miller


Humano, demasiado humano


La Enciclopedia Británica lo describe con lacónica precisión: "Escritor norteamericano y perenne bohemio cuyas novelas autobiográficas lograron un candor -especialmente con respecto al sexo- que las convirtió en una influencia liberadora en la literatura de mediados del siglo XX."
    Henry Miller, el perenne bohemio, nació el 26 de diciembre de 1891 en Nueva York. Durante su primer año de vida, su familia -de origen germano- se mudó a Brooklyn, donde Henry pasó toda su niñez. En 1909, se graduó de la escuela secundaria y entró al City College de Nueva York, donde se quedó sólo por dos meses. Incapaz de tolerar la rutina académica, Miller tomó una variedad de trabajos, y fue desde taxista hasta bibliotecario. En 1917, conoció y se casó con la primera de las cinco mujeres con las que contraería matrimonio, Beatrice Sylvas Wickens, con la que tuvo una hija, Barbara. En 1920, comenzó a trabajar en la Western Union Telegraph Company, en la que permaneció hasta 1924; ese fue su último trabajo pago, antes de decidir dedicarse seriamente a la escritura. Mientras trabajaba en la oficina de la Western Union realizó su primer escrito. Su jefe había aparecido un día con la idea de que alguien escribiera un libro sobre los mensajeros. Le propuso algo similar a Horatio Alger; a Miller se le ocurrió entonces Clipped Wings. Esta es una historia de doce mensajeros, más cercana a Dostoievsky que a Horatio Alger. En ella, Miller escribió sobre "almas gentiles, insultadas y lastimadas, que enloquecen o sufren la violencia; las historias están llenas de amargura y horror, y terminan en asesinato o suicidio, a menudo ambos." Miller se dio cuenta de que el trabajo era un fracaso porque no sabía nada sobre la escritura, pero ese esfuerzo despertó en él la urgencia para aprender a escribir.
     En 1924, conoció a su segunda mujer, June Edith Smith Mansfield. June trabajó para mantener a su marido, ya que este había decidido no volver a tomar un trabajo y dedicarse a su búsqueda artística. En 1925, Henry vendió de puerta en puerta sus poemas en prosa Mezzotints. En 1927, realizó la primera exhibición de sus acuarelas. En 1928, June ahorró dinero suficiente como para que los dos viajaran a Europa, con la idea de que Miller probara lo que consideraba la vida civilizada. En 1929, éste regresó a Nueva York, donde terminó su novela This Gentile World. Ciertos problemas con June lo persuadieron de irse solo a Europa en 1930. Se fue con 10 dólares prestados por Emil Schnellock; pensaba ir a España, pero tras pasar un tiempo en Londres se instaló en París.
     Las declaraciones que Miller realizaría respecto de su país dejan entrever su desagrado por el estilo de vida norteamericano: "No son los océanos los que nos separan del mundo -es la manera norteamericana de ver las cosas," escribió. "El estilo norteamericano consiste en seducir a un hombre a través del soborno y convertirlo en una prostituta. O ignorarlo, matarlo de hambre hasta someterlo y convertirlo en un esclavo."
     No era el lugar ideal para quien había escrito: "Cualquier progreso que haya en la vida, no proviene de la adapción sino del atrevimiento, de la obediencia a la urgencia ciega."

En Francia, Miller escribió: "Un hombre escribe para expulsar el veneno que ha acumulado debido a su estilo de vida falso. Está intentando recapturar su inocencia, pero todo lo que logra hacer (escribiendo) es inocular el mundo con un virus de su desilusión. Ningún hombre pondría una sola palabra en un papel si tuviera el coraje de vivir aquello en lo que creía."
     Su incorporación al círculo de escritores comenzó con Trópico de Cáncer, que continúa siendo su libro más famoso. Tanto esa novela como Trópico de Capricornio dan testimonio de la vida del autor como expatriado en París. Ambos fueron publicados en Francia por Jack Kahane en Obelisk Press, a mediados de los años '30, pero eran tan explícitos sexualmente que se vieron prohibidos en países de habla inglesa.
     Sus primeros años en París habían sido cualquier cosa menos fáciles. Tan duros fueron esos tiempos que años más tarde, mirando atrás, declaró: "Lo he conocido todo. Toda humillación, degradación, pobreza, hambre." Allí aprendió a vivir "sin penas, sin remordimientos, sin futuro". Pronto comenzó a conocer otros escritores y bohemios varios, y compartió su caótica existencia; aprendió a amar la decadencia de la vida moderna.
     Miller había conocido en 1931 a la escritora Anaïs Nin, con quien mantendría una apasionada relación y un intenso intercambio epistolar que duró de 1932 a 1953, y se convirtiría en una de las correspondencias más íntimas y ricas de la historia de la literatura. En marzo de 1932, Henry le escribió: "Me hacés tremendamente feliz al aceptarme entero -al dejarme ser un artista, y no renunciar al hombre, al animal, al amante hambriento, insaciable. Ninguna mujer me ha dado los privilegios que necesito -y vos [...] me invitás a proceder, a ser yo mismo, a atreverme a todo. Te adoro por eso. Es ahí donde sos verdaderamente espléndida, una mujer extraordinaria."
     "Anaïs, no sé cómo decirte lo que siento. Vivo en una expectación perpetua. Venís y el tiempo se desliza en un sueño. Sólo cuando te vas me doy cuenta por completo de tu presencia. Y entonces es demasiado tarde. [...] Me digo, 'Esta es la primera mujer con la que puedo ser absolutamente sincero. Recuerdo que dijiste -'podrías engañarme. Yo no lo sabría'. Cuando camino por los bulevares y pienso en eso... No puedo engañarte -pero me gustaría. Quiero decir que no puedo ser absolutamente leal -no está en mí. Amo a las mujeres, o a la vida, demasiado -cuál de las dos, no lo sé. Pero, Anaïs, amo oírte reír. Sos la única mujer que tiene un sentido de la alegría, una sabia tolerancia -parece que me urgieras a engañarte. Te amo por eso. [...] No sé qué esperar de vos, pero se acerca a un milagro. Te voy a exigir todo -incluso lo imposible, porque vos lo alentás. Sos fuerte. Incluso me gusta tu engaño, tu traición. Me parece aristocrático."
     Las respuestas de Anaïs revelan por qué tuvo un efecto tan grande en Miller: "Me encanta cuando decís que todo lo que sucede es bueno. Yo digo que todo lo que sucede es maravilloso. Para mí todo es sinfónico, y me excita tanto vivir -Dios, Henry, solamente en vos he hallado el mismo entusiasmo, el rápido movimiento de la sangre, la plenitud...
     "Casi llegué a pensar que algo estaba mal. Todo el resto parecía tener apretados los frenos. [...] Yo nunca siento los frenos. Me desbordo. Y cuando siento arder tu exicitación por la vida, junto a la mía, entonces me marea."
     En agosto de 1932, Henry le escribió: "Anaïs, sólo pensé que te amaba antes; no se parecía en nada a esta certeza que está en mí ahora. ¿Fue todo esto tan maravilloso porque fue breve y robado? ¿Estábamos actuando el uno para el otro? ¿Fui yo menos yo, o más yo, y vos menos vos o más? ¿Es una locura creer que esto podría continuar? ¿Dónde y cuándo empezaría la monotonía?"

Cuando June viajó a Francia en 1931 para visitar brevemente a Miller, éste le presentó a Nin; todavía no se habían convertido en amantes. Entre ambas mujeres nació una apasionada relación, que continuó hasta la partida de June en enero de 1932.
     En diciembre de 1931, poco después de haber conocido a June, Anaïs escribió: "Una cara sorprendentemente blanca, ojos ardientes. June Mansfield, la mujer de Henry. Cuando la vi acercarse a mí desde la oscuridad de mi jardín hacia la luz del umbral, vi por primera vez a la mujer más hermosa de la Tierra. Hace muchos años, cuando intenté imaginarme una belleza pura, había creado una imagen en mi mente de esa mujer. Hasta había imaginado que sería judía. Sabía desde hacía mucho el color de su piel, su perfil, sus dientes. Su belleza me ahogó. Sentada frente a ella sentí que podría hacer cualquier cosa que ella me pidiera. Henry se desvaneció. Ella era color, brillo, extrañeza. [...] Cuando terminó la velada yo era como un hombre, terriblemente enarmorada de su cara y de su cuerpo, que prometía tanto, y odié el yo creado en ella por otros. Otros sienten debido a ella; y por ella, otros escriben poesía; por ella, otros odian; otros, como Henry, la aman a pesar de sí mismos."
     En una carta fechada el 22 de febrero de 1932, Anaïs le escribió a Henry: "Hemos perdido la cabeza -por June. Vos y yo la seguiríamos hasta la muerte... en ciertos momentos. Ha destruido la realidad. Ha destruido la consciencia. [...] A June no le preocupa la verdad. Inventa su vida mientras vive -no ve diferencia entre la ficción y la realidad. Cómo nos gusta eso en ella -se toma en serio la imaginación. En ciertos momentos desearías seguir a June hasta la muerte, pero en otros reaccionás de manera violenta con una afirmación vigorosa de tu magnífica vitalidad."
     June se fue de Francia a principios de 1932; regresó en octubre. Para entonces, Anaïs y Henry se habían convertido en amantes. Cuando June regresó, su relación con Miller empeoró; le pidió el divorcio y volvió a Nueva York en diciembre. El proceso terminó en 1934, pero June continuó siendo una obsesión para Miller -la mujer más fuerte de la que se enamoró, y la inspiración para Mara, el personaje femenino más complejo de su obra.

En Trópico de Cáncer, Miller escribió: "Creo que hoy más que nunca, un libro debe ser buscado incluso si contiene una sola gran página: debemos buscar fragmentos, astillas, uñas, cualquier cosa que tenga minerales, cualquier cosa que sea capaz de resucitar el cuerpo y el alma. Puede ser que estemos condenados, que no haya esperanza para nosotros, para ninguno de nosotros, pero si es así, permítannos entonces establecer un último aullido agonizante, un chillido desafiante, una guerra. ¡Basta de lamentaciones! ¡Basta de elegías! ¡Basta de biografías y de historias, y bibliotecas y museos! Que los muertos se coman a los muertos. Permitan que los vivos bailemos en el borde del cráter, un último baile expirante. ¡Pero un baile!"
     Según su propio autor, Trópico de Cáncer no es un libro sino un libelo, un prolongado insulto a Dios, al hombre y a su destino.
     El estilo de Miller remite a Walt Whitman y Ralph Waldo Emerson. Como muchos de los transcendentalistas, apreciaba la filosofía oriental, que impregnó gran parte de sus últimas obras. Sus narraciones autobiográficas presentan una subjetividad fragmentada. Su escritura es norteamericana, libre y fácil, y posee un don para la comedia que surge de su buena voluntad para admitir sentimientos que otros ocultan, y una aceptación casi ávida del mal junto con el bien.
     El propio Miller escribió sobre sus influencias en Books of my Life: "Ya he mencionado que en el Apéndice voy a registrar todos los libros que puedo recordar haber leído. Hay varias razones por las que hago esto. Una de ellas es que disfruto de los juegos, y este es uno de los más antiguos: el juego de la persecución. Una razón mejor es que nunca he visto una lista de los libros que leyeron mis autores favoritos. Daría cualquier cosa, por ejemplo, por conocer todos los títulos de los libros que devoró Dostoievsky, o Rimbaud. Pero hay una razón aún más importante, es esta: la gente siempre se pregunta cuáles fueron las influencias de un autor, sobre qué escritor o escritores se moldeó, quién le dio la mayor inspiración, quiénes afectaron más su estilo, y demás. Mi intención ahora es dar la línea de mi ascendencia, en un orden tan estrictamente cronológico como me sea posible. Voy a escribir nombres específicos e incluiré unos pocos hombres y mujeres (algunos de ellos no escritores) a quienes veo como 'libros vivientes', con lo que quiero decir que tuvieron (para mí) todo el peso, poder, prestigio, magia y brujería que se le atribuyen a los autores de grandes libros. También voy a incluir algunos 'países'; son, todos ellos, países que he penetrado sólo a través de la lectura, pero están tan vivos para mí y han afectado mi pensamiento y comportamiento tanto como si fueran libros.
     "Pero para regresar a la lista... Deseo enfatizar el hecho de que voy a enumerar libros tanto buenos como malos. Con respecto a algunos de ellos, debo confesar que soy incapaz de decir cuáles fueron buenos para mí y cuáles malos. Si tuviera que ofrecer mi criterio de bueno y malo con respecto a los libros, diría: aquellos que están vivos y aquellos que están muertos. Ciertos libros no sólo dan un sentido de vida, sostienen la vida, sino que, como ciertos individuos singulares, hacen más grande la vida. Algunos autores que murieron hace mucho tiempo están menos muertos que los que viven, o, para decirlo de otra forma, son 'los más vivos de los muertos'. Cuándo fueron escritos estos libros, quién los escribió importa poco. Van a respirar la llama de la vida hasta que los libros dejen de existir. Discutir qué libros pertenecen a esta categoría, disputar las razones a favor y en contra, es fútil, en mi opinión. En este tema cada hombre es su mejor juez. Está en lo cierto, para sí mismo. No estamos de acuerdo en lo que concierne a la fuente de la inspiración de un hombre o el grado de su vitalidad; es suficiente saber que está inspirado, que está completamente vivo.
     "A pesar de lo que acabo de decir, habrá especulaciones sin fin sobre qué autores, qué libros, me influenciaron más. No puedo esperar detener esas especulaciones. Así como cada hombre interpreta el trabajo de un autor a su propia limitada manera, así los lectores de mi libro, leyendo mi lista, sacan sus propias conclusiones sobre mis 'verdaderas' influencias. El tema está repleto de misterio, y así lo dejo. Sé, sin embargo, que esta lista le dará un placer extraordinario a algunos de mis lectores, tal vez sobre todo a los lectores de dentro de un siglo. Imposible como es recordar todos los libros que uno ha leído, estoy, sin embargo, razonablemente seguro de que seré capaz de ofrecer al menos la mitad. Repito, no me veo a mí mismo como un gran lector. Los escasos hombres que conozco que han leído ampliamente, y a los que he sondeado con respecto a la extensión de sus lecturas, me sorprenden con sus respuestas. De veinte a treinta mil libros, me parece, es un buen promedio para un individuo culto de nuestra época. En lo que a mí concierne, dudo que haya leído más de cinco mil, aunque podría estar errado.
     "Cuando observo mi lista, que nunca deja de crecer, me horroriza la obvia pérdida de tiempo que ocasionó la lectura de la mayoría de esos libros. A menudo se dice de los escritores que all is grist for the mill. Como todos los dichos, este no debe ser tomado al pie de la letra. Un escritor necesita muy poco para estimularlo. El hecho de ser un escritor significa que está más acostumbrado que otros hombres a cultivar la imaginación. La vida misma provee abundante material. Superabundante. Cuanto más uno escribe, menos lo estimulan los libros. Uno lee para corroborar, es decir, para disfrutar los pensamientos propios expresados en las diversas formas de los otros.
     "En la juventud, nuestro apetito, tanto de experiencia cruda como de libros, no tiene control. Donde hay un hambre excesivo, y no mero apetito, debe haber una razón vital. Es escandalosamente obvio que nuestra forma de vida actual no ofrece una alimentación adecuada. Si lo hiciera, estoy seguro de que leeríamos menos, trabajaríamos menos, nos esforzaríamos menos. No necesitaríamos substitutos, no aceptaríamos modos de existencia vicarios. Esto se aplica a todos los reinos: comida, sexo, viajes, religión, aventura. Empezamos mal. Viajamos a través de la amplia autopista con un pie en la tumba. No tenemos una meta o un propósito definitivo, ni la libertad para vivir sin una meta o propósito. Somos, la mayoría de nosotros, sonámbulos, y morimos sin jamás abrir los ojos.
     "Si la gente disfrutara profundamente todo lo que lee, no habría excusa para hablar así. Pero leen como viven: sin propósito, de manera azarosa, débil, vacilante. Si ya están dormidos, entonces cualquier cosa que lean los sumerge en un sueño más profundo. Si están meramente letárgicos, se vuelven más letárgicos. Si son indolentes, empeoran. Y así. Sólo el hombre que está bien despierto es capaz de disfrutar un libro, de extraer de él lo que es vital. Un hombre de ese tipo disfruta lo que sea que llegue a su experiencia, y, a no ser que yo esté horriblemente equivocado, no hace distinción entre las experiencias que se le ofrecen a través de la lectura y las múltiples experiencias de la vida diaria. El hombre que disfruta completamente lo que lee o hace, o incluso lo que dice, o simplemente lo que sueña o imagina, se enriquece al máximo. El hombre que busca enriquecerse, a través de una forma de disciplina u otra, se engaña a sí mismo. Es porque estoy firmemente convencido de esto que aborrezco la edición de listas y libros para aquellos que están por entrar a la vida. Las ventajas que se obtienen de métodos comunes de educación. La mayoría de los libros que se dan en esas listas no pueden comenzar a ser entendidos y apreciados hasta que uno ha vivido y pensado por sí mismo. Tarde o temprano todo debe ser regurgitado.
     "Y ahora aquí van algunos nombres para ustedes. Nombres de aquellos de cuya influencia soy consciente y por quienes he testificado una y otra vez a través de mis escritos. Para empezar, permítanme decir que todo lo que llegó desde el campo de mi experiencia me influenció. Aquellos que no se ven mencionados deben saber que también los incluyo. En lo que concierne a los muertos, sabían de antemano, sin duda, que iban a poner en mí su sello. Los menciono sólo porque es correcto.
     "Primero están los libros de infancia, aquellos que tratan la leyenda, el mito, fábulas de la imaginación, todos saturados de misterio, heroísmo, supernaturalismo, lo maravilloso y lo imposible, con crímenes y horrores de todo tipo, con crueldad, con justicia e injusticia, con magia y profecía, con perversión, ignorancia, desesperación, duda y muerte. Estos libros afectaron todo mi ser: formaron mi carácter, mi manera de ver la vida, mi actitud hacia las mujeres, hacia la sociedad, leyes, moral, gobierno. Determinaron el ritmo de mi vida. Desde la adolescencia, los libros que leí, en particular aquellos que adoré o que me esclavizaron, me afectaron sólo parcialmente. Es decir, algunos afectaron al hombre, algunos al escritor, algunos el alma. Esto tal vez sucedió porque mi ser ya se había vuelto fragmentario. Quizás también porque la substancia de la lectura adulta no puede afectar al hombre entero, su ser entero. Hay excepciones, seguro, pero son inusuales. En todo caso, la provincia entera de la lectura de niñez pertenece al signo del anonimato; aquellos curiosos descubrirán los títulos en el Apéndice. Yo leía lo que otros chicos leían. No era un prodigio, ni pedía nada especial. Tomaba lo que se me daba y me lo tragaba. El lector que me ha seguido hasta aquí ha adivinado ya la naturaleza de mis lecturas. Los libros que leí en mi niñez ya los he mencionado, señalando nombres como Henty, y Dumas, Rider Haggard, Sienkiewicz y otros, la mayoría bastante familiares. No hay nada inusual en este período salvo que leía demasiado.
     "Donde comienzan las influencias específicas es al borde de la adultez, desde la época en la que soñé por primera vez que yo también podría algún día convertirme en 'un escritor'. Los nombres que siguen pueden ser vistos entonces como los nombres de autores que me influenciaron como hombre y como escritor, que, a medida que pasaba el tiempo, se volvían cada vez más inseparables. A partir de la primera adultez, toda mi actividad se movió alrededor, o fue motivada por el hecho de que pensaba en mí, primero potencialmente, luego embrionalmente, y finalmente de forma manifiesta, como escritor. Entonces, si mi memoria funciona bien, aquí está mi línea genealógica: Boccaccio, Petronio, Rabelais, Whitman, Emerson, Thoreau, Maeterlinck, Romain Rolland, Plotino, Heráclito, Nietzsche, Dostoievsky (y otros escritores rusos del siglo XIX), los antiguos dramaturgos griegos, los dramaturgos isabelinos (excluyendo a Shakespeare), Theodore Dreiser, Knut Hamsun, D.H. Lawrence, James Joyce, Thomas Mann, Elie Faure, Oswald Spengler, Marcel Proust, Van Gogh, los Dadaístas y Surrealistas, Balzac, Lewis Carroll, Nijinsky, Rimbaud, Blaise Cendrars, Jean Giono, Céline, todo lo que leí del budismo Zen, todo lo que leí sobre China, India, Tíbet, Arabia, Africa, y por supuesto la Biblia, los hombres que la escribieron y en especial los hombres que hicieron la versión de James, porque fue el lenguaje de la Biblia más que su 'mensaje' lo que me llegó primero y lo que nunca se irá.
     "¿En qué caso fueron los temas los que me hicieron buscar a los autores que amo, que me permitieron ser influenciado, que formaron mi estilo, mi carácter, mi acercamiento a la vida? A grandes rasgos los siguientes: el amor de la vida misma, la persecución de la verdad, la sabiduría y entendimiento, el misterio, el poder del lenguaje, la antigüedad y gloria del hombre, la eternidad, el propósito de la existencia, la unidad de todo, la auto-liberación, la hermandad del hombre, el significado del amor, la relación del sexo con el amor, el gozo del sexo, el humor, las rarezas y excentricidades en todos los aspectos de la vida, el viaje, la aventura, el descubrimiento, la profecía, la magia (blanca y negra), el arte, los juegos, las confesiones, revelaciones, el misticismo, en especial los mismos místicos, las variedades de la fe y la adoración, lo maravilloso en todos los reinos y bajo todos los aspectos, porque 'sólo existe lo maravilloso'.
     "¿He dejado fuera algunos elementos? ¡Traélos vos mismo! Yo estaba, y sigo estando, interesado en todo. Incluso en política -vista desde 'la perspectiva del ave'. Pero la lucha del ser humano por emanciparse, es decir, por liberarse de la prisión que él mismo creó, ese es el tema supremo. Es por eso que me atraen poderosamente los sabios, los hombres que han vivido la vida al máximo y que dan vida -artistas, figuras religiosas, pioneros, innovadores e iconoclastas de todo tipo. Y tal vez -¿por qué no decirlo?- es por eso que aprecio tan poco a los revolucionarios transitorios. Para mí, los únicos verdaderos revolucionarios son los inspiradores y activadores, figuras como Jesús, Lao-Tze, Gautama el Buddha, Akhnaton, Ramakrishna, Krishnamurti. El elemento de medición que utilizo es la vida: cómo los hombres se sostienen en relación a la vida. No si lograron derrocar un gobierno, un orden social, una práctica religiosa, un código moral, un sistema de educación, una tiranía económica. Más bien, ¿cómo afectaron la vida misma? Porque lo que distingue a los hombres que tengo en mente es que no impusieron su autoridad a los hombres; por el contrario, buscaron destruir la autoridad. Su blanco y propósito era abrir la vida, volver al hombre hambriento de vida, exaltar la vida -y referir todas las preguntas a la vida. Exhortaron al hombre a darse cuenta de que tenía toda la libertad en sí mismo, que no tenía que preocuparse por el destino del mundo (que no es su problema), sino de resolver su propio problema individual, que es nada más que una cuestión de liberaciones.
     "Y ahora lo que concierne a los 'libros vivientes'... Varias veces he dicho que hubo hombres y mujeres que entraron a mi experiencia, en distintos momentos, y que considero 'libros vivientes'. He explicado por qué me refiero a ellos de esta manera. Voy a ser aún más explícito ahora. Se quedan conmigo, estos individuos, como lo hacen los buenos libros. Puedo abrirlos a mi voluntad, como lo haría con un libro. Cuando miro una página de su ser, por decirlo de alguna manera, me hablan de manera tan elocuente como lo hicieron cuando los encontré en persona. Los libros que me dejaron son sus vidas, sus pensamientos, sus acciones. Fue la fusión de pensamiento, ser y acción lo que volvió cada una de estas vidas singular e inspiradora para mí. Aquí están, entonces, y dudo que haya olvidado uno solo: Benjamin Fay Mills, Emma Goldman [celebrada anarquista], W.E. Burghardt Dubois, Hubert Harrison, Elizabeth Gurley Flynn, Jim Larkin, John Cowper Powys, Lou Jacobs, Blaise Cendrars. Un grupo curioso, de hecho. Todos salvo uno son, o fueron, figuras conocidas. Hay otros, por supuesto, que sin saberlo jugaron un rol importante en mi vida. Que me ayudaron a abrir el libro de la vida. Pero los nombres que he citado son los que reverenciaré siempre, con los que me siento endeudado para siempre."
     Entre las más extrañas influencias de Miller se encuentra la original escritora inglesa Marie Corelli, que escribió sobre lo oculto y sobrenatural y fue muy popular entre sus contemporáneos pero despreciada por la crítica. Miller describió su obra como "extraordinaria" y "cautivante", y la consideraba una autora "de tremendo coraje e imaginación". "Tenía un don para las descripciones," declaró, "maravillosas caracterizaciones y una habilidad para mantener al lector en perpetuo suspenso. Aunque se acostumbra hablar de ella de manera desdeñosa, a mí su obra me parece fascinante y atrapante". "Si hay un revival de su trabajo, es seguro que será tan odiada y condenada ahora como lo fue en su época. Marie Corelli te convierte o en un adicto o en un enemigo jurado."

Los días de Miller en Francia lo ligaron a una gran cantidad de personajes. En su primera visita a Europa conoció a Alfred Perlés; ambos compartieron una sólida y larga amistad, documentada en la obra de Miller Quiet Days in Clichy. Otro amigo íntimo de Miller fue Michael Fraenkel, con el que escribió el libro Hamlet letters, basado en cartas que ambos intercambiaron. Los dos hombres acordaron escribirse sobre una variedad de temas, empezando por Hamlet. El acuerdo proponía que las cartas continuaran hasta completar las mil páginas. Ambos eran ávidos argumentadores; la carta final de Miller tenía más de cien páginas. Según escribió Wickes, "Miller encontraba en la carta una forma placentera, un monólogo escrito, que se extendía sobre el clima, las ideas, los libros, las experiencias recientes, todos ligados libremente por la entretenida personalidad del escritor".
     En 1933, Miller vivió con Alfred Pérlès en Clichy, donde escribió Black Spring (Primavera Negra), que se publicaría en París en 1936. Miller describió este período como un momento de gran fertilidad y alegría. Por entonces comenzó un proyecto sobre Lawrence que nunca terminó. Ya lo rodeaba un amplio círculo de escritores, entre ellos Blaise Cendrars y Céline. Primavera Negra, según lo describe Borges, "consta de diez capítulos, y es una serie de pesadillas, de exageraciones burlescas, de afirmaciones vanidosas, de exploraciones de sí mismo y de nostálgicas memorias de Brooklyn".
     En 1936, Miller visitó nuevamente Nueva York y comenzó a practicar el psicoanálisis. Un año más tarde publicó Scenario y conoció a Lawrence Durrell. En el invierno viajó a Londres, donde conoció a W.T. Symons, T.S. Eliot y Dylan Thomas. En 1938, editó Money and How it Gets That Way y Max and the White Phagocytes.
     En 1939 terminó y publicó Trópico de Capricornio. La novela estaba "dominada por la negrura; Mara, su heroína, es morena y está vestida de negro: a un tiempo es Circe, es Lilith, es América encarnada en una mujer erguida, alada y sexual, un demonio que lo mutila y anula. La rodean serpientes, monstruos y máquinas. Miller se arroja a ese río de destrucción, urgido por la esperanza de renacer".
     En un prefacio a la obra podemos leer: "El novelista inglés Lawrence Durrell, que ha dedicado varios ensayos a la obra de Henry Miller, afirma que el lugar de este escritor estará entre esas torres anormales de la creación, como Whitman y Blake, que nos han dejado un cuerpo de ideas que explican e influyen toda una cultura. Trópico de Capricornio es en cierta manera el brazo derecho de Trópico de Cáncer, completándola, afinándola, sin interferir en su narrativa, sin que tenga relación de dependencia, más que en lo relativo al espíritu que inspira a estos libros. A la manera de un Dante moderno, Henry Miller, al escribir los sufrimientos que nacieron de sus desgracias, nos conduce por el infierno del mundo moderno, situado ahora en la gran urbe, donde el hombre es el ciego hombrecillo que busca a tientas su minúscula felicidad y el sitio donde calentar su alma atribulada. Este largo y delirante monólogo crea el escenario mítico, donde se desarrolla la pasión, el drama de muerte y resurrección, de un hombre que es todos los hombres."

En 1939, Miller se tomó un año sabático; viajó por Grecia a pedido de su amigo Lawrence Durrell, que vivía allí; confirmó que Grecia no era un museo arqueológico sino un país viviente. La segunda guerra europea y la muerte de su editor parisino determinaron su regreso a América en enero de 1940. Su viaje a Grecia le inspiró el libro The Colossus of Maroussi, que comenzó a escribir en Nueva York en 1940. The Colossus es una meditación sobre la significancia de Grecia, y es considerado por muchos uno de los grandes logros literarios de Miller.
     En Nueva York, conoció a Sherwood Anderson y a John Dos Passos.
     En 1941, escribió The World of Sex, Quiet Days in Clichy y comenzó The Rosy Crucifixion, trilogía constituida por Sexus, Plexus y Nexus. La trilogía "consta de cinco tomos a la vez mesiánicos y sardónicos; el tema general es la alegría y la redención por el sufrimiento; el judaísmo es una de las muchas obsesiones que pueblan sus volúmenes."
     Las colecciones de ensayos The Cosmological Eye y The Wisdom of the Heart fueron editadas en 1939 y 1941 respectivamente.
     Ese mismo año, Miller giró a través de los Estados Unidos, travesía que le inspiró el libro The Air-Conditioned Nightmare. "¿Por qué es que las grandes obras de arte en Estados Unidos son producto de la naturaleza?," se preguntaba Miller; el escritor creía que la mayoría de los norteamericanos estaban muertos, "todos salvo los negros, los indios, y los ocasionales inconformistas. El estilo de vida norteamericano ha creado una tierra de desechos espiritual y cultural." En The Air Conditioned Nightmare, América es una pesadilla provista de aire acondicionado; el autor está enamorado de su reverso, París, y de las regiones del Mediterráneo. Allí Miller reflexiona sobre el costo en términos humanos de la mecanización y la comercialización.

En 1943, Miller pintó unas trescientas acuarelas. La pintura era una de sus grandes pasiones. En algún momento declaró: "Cuando escribo, trabajo, cuando pinto, juego." Y "Pintá como quieras, y morí feliz." Pintaba por placer, y no por dinero. En Nueva York, había cambiado sus pinturas por materiales; en París, por vino y comida; en Big Sur, lo haría por ropa y parafina; en Hollywood las dio a cambio de facturas médicas y dentales. "Pintar es amar de nuevo," declaró, "y amar es vivir la vida con plenitud". "Lo que sostiene al artista es la mirada de amor en los ojos del que mira. No el dinero, no las conexiones adecuadas, ni las exhibiciones, ni las críticas halagüeñas".

"Año de logros y satisfacciones", así describió Miller a 1944. Fue el primer año "exitoso", desde un punto de vista material, de su vida. En diciembre de ese año se casó con Janina M. Lepska, y ambos se mudaron a Big Sur, California -"Mi primer verdadero hogar en América", como lo describió el escritor. Allí viviría hasta 1963.
     En 1945, completó Sexus. "Todos somos culpables del gran crimen de no vivir la vida al máximo," escribió. "Pero todos somos potencialmente libres. Podemos dejar de pensar en lo que no pudimos hacer y realizar lo que podamos. Cuáles son los poderes que hay en nosotros nadie se ha atrevido verdaderamente a imaginar. Que son infinitos nos vamos a dar cuenta el día en que nos admitamos que la imaginación lo es todo. La imaginación es la voz del atrevimiento. Si hay algo divino en Dios es eso. Se atrevió a imaginarlo todo." Y también: "[Existe un] yo que puede ser identificado en los registros públicos en caso de accidente o muerte. Pero el verdadero yo, el que ha tomado las riendas, es casi un extraño... él es el que está lleno de ideas; él es el que está escribiendo en el aire".
     En noviembre de 1945 nació su hija Valentine. Al año siguiente comenzó a escribir junto a Schatz el libro Into the Nightlife, y The Time of the Assassins, sobre Rimbaud.
     En 1947 comenzó a escribir Plexus. Un año más tarde escribió The Smile at the Foot of the Ladder; su hijo Tony nació en agosto. En 1949 terminó Plexus y comenzó a escribir The Books of My Life, libro que terminaría dos años más tarde.
     En 1952, se divorció de su mujer y comenzó a escribir Nexus. Para fin de año viajó a París; permaneció en Europa hasta agosto del año siguiente, cuando regresó a Big Sur. Allí se casó con Eve McClure.
     En 1954 comenzó a escribir Big Sur and the Oranges of Hieronymus Bosch, que alguien describiría como "el Walden de Miller" -Big Sur conjuraba el concepto de utopía para Miller, de la forma en que Walden lo había hecho por Thoreau. Un año más tarde escribió Reunion in Barcelona.
     En 1957, reescribió Quiet Days in Clichy, tras la recuperación del manuscrito que había estado perdido desde hacía 15 años; también reescribió por completo The World of Sex para la publicación que realizó Olympia Press en París.
     En 1959, completó Nexus y se fue nuevamente a Europa. En 1960, publicó To Paint is To Love Again. Pasó todo el año entre Europa y Estados Unidos y al año siguiente giró a través de Alemania, Austria, Suiza, Italia, Portugal y España.
     En Big Sur, Miller contribuyó a establecer una colonia de artistas. Muchos de ellos eran escritores de la generación beat que veían paralelos a sus propias creencias en la aceptación completa de Miller tanto de lo degradante como de lo sublime.
     Por entonces, su fama no había alcanzado todavía las dimensiones que adquiriría tras la publicación en Estados Unidos de Trópico de Cáncer, pero mucha gente hacía peregrinajes para visitar "al gran escritor underground que había sido prohibido en el país". Tantas fueron las visitas, que finalmente tuvo que irse de allí.

Cuando los dos Trópicos fueron publicados en los Estados Unidos, revivieron el debate sobre los treinta años de censura a los que se vieron sometidos. Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio fueron publicados por Grove Press a partir de 1961 gracias al esfuerzo de Barney Rosset. El evento quedó registrado como la primera "aceptación forzada de libros prohibidos en los Estados Unidos".
     Poco después de la publicación de los Trópicos, fueron publicados los otros textos de Miller en los Estados Unidos. En esa época, "se convirtió en un personaje legendario, una especie de ídolo de la gente, el Paul Bunyan de la literatura, más grande que la vida como exiliado, bohemio, y rebelde, el campeón de la libertad de expresión y otras causas perdidas". Sus textos se hicieron famosos y se convirtieron en best-sellers, lo que le permitió vivir una vida bastante distinta de la que había pasado como mendigo en las calles de París.
     En 1939, Miller había escrito: "El peor pecado que se puede cometer contra el artista es tomarle la palabra, ver en su trabajo un logro en lugar de un horizonte." Por entonces, su experiencia se acercaba a eso.
     Con el público ganado y el creciente reconocimiento de parte de sus pares y de la crítica, su escritura se fue transformando. Se volvió más "literario", un concepto que le disgustaba. Sus pensamientos se hicieron más espirituales. El tema comenzó a emerger claramente. Mientras que en el pasado su escritura había sido una documentación pura, del tipo del fluir de la consciencia, por entonces se volvió más clara.
     En 1963, se mudó a Pacific Palisades, en el sur de California. Allí abandonó la práctica diaria de la escritura y la substituyó por la pintura. Escribió y publicó ocasionalmente, pero la escritura pasó a un segundo plano en su vida. Sus últimos 20 años, vividos en Pacific Palisades, lo volvieron humilde. Su cuerpo se deterioró lentamente, pero su inteligencia y sus capacidades artísticas permanecieron intactas. Pasó gran parte de su tiempo reflexionando sobre su turbulenta vida junto a entrevistadores y amigos. Interrogado sobre la escritura, respondió: "Es una maldición. Sí, es una llama. Le pertenecés. Toma posesión de vos. No sos tu propio amo. Esta cosa te consume. Y los libros que escribís. No son vos. No son yo, el que está sentado acá, este Henry Miller. Le pertenecen a otro. Es terrible. No podés descansar jamás. La gente solía envidiarme mi inspiración. Odio la inspiración. Te invade por completo. No podía esperar hasta que pasara y me deshiciera de ella".
     En 1963, fue publicado Just Wild About Harry. En 1965, Selected Prose y Letters to Anaïs Nin. Un año más tarde apareció Order and Chaos chez Hans Reichel.
     En 1967, comenzó a estudiar japonés, y se casó con Hoki Tokuda.
     Por esa época fueron realizados varios films basados en sus obras, y otros tantos inspirados en su vida. Se había convertido en una celebridad, una leyenda viviente.
     En 1970, fue publicado Insomnia or the Devil at Large. Recibió en Nápoles el premio Libro del Año por Come il Colibri (Stand Still Like the Hummingbird, 1962). Fue el único premio que recibió por su obra literaria.
     En 1971 fue publicada My Life and Times, su autobiografía.
     World of Lawrence fue editado en 1979. Lo que había comenzado como un ensayo corto sobre la escritura de Lawrence terminó convirtiéndose en el proyecto más largo de su vida. Los últimos escritos de Lawrence, en especial su frenética Fantasia of the Subconscious, fascinaron a Miller. Más allá del obvio paralelismo en lo que concierne a las francas y a menudo perturbadoras descripciones sexuales, los dos escritores comparten un celo similar por el impulso vital.

Henry Miller murió en Palisades, California, el 7 de junio de 1980.
     "La vida sigue adelante, actuemos como cobardes o como héroes," había escrito muchos años atrás. "La vida no tiene ninguna otra disciplina que imponer, si tan sólo nos diéramos cuenta, que aceptar la vida sin cuestionamientos. Todo aquello que nos negamos a ver, todo a lo que le escapamos, todo lo que denigramos o despreciamos, sirve para derrotarnos al final. Lo que parece asqueroso, doloroso, malo, puede convertirse en una fuente de belleza, alegría y fuerza, si lo enfrentamos con una mente abierta. Cada momento es de oro para aquel que tiene la visión como para reconocerlo como tal."

m.
julio de 2000

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