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Estrellas bajo la lluvia
[Artículo aparecido en la revista Factory en el año 1995. Autor: Jorge Macondo]
Ahí llega, Steve Malkmus parece cansado. Lleva una camiseta granate Grand
Royal (el sello de Beastie Boys) y una Handycam a la que encomienda una
curiosa misión de filmar a todos sus entrevistadores mientras le hacen la
primera pregunta. Si es por teléfono, da igual: filma cascos, micros,
controles... Lo único que estropea su perfecta (y sin duda, cuidadosamente
meditada) imagen es un gigantesco tomate que asoma en uno de sus
calcetines grises.
No viene solo. Trae su última criatura bajo el brazo. Se llama "Wowee
Zowee" (Big Cat-Caroline España 1995) -el título es una especie de
suprelativo de 'wow!', una exclamación de júbilo o sorpresa- y, a pesar de
no haber pasado mucho tiempo desde que su anterior album viera la luz (de
hecho "Range Life", su último single, fue publicado no hace excesivos
meses), es ansiado y esperado por muchos. Se acoge con el cariño de
aquellas cosas que aparecen con una regularidad deseada, como las mañanas
de un domingo nublado en otoño o la niebla en enero. En él, destaca una
ruptura con la uniformidad de su predecesor ("nos sale así, no es algo que
busquemos a priori"). Han arrinconado los momentos del pop de día soleado
por los que optaron desde "Watery Domestic EP" (Big Cat,93), para entregar
una obra más difícil, más abrupta y mucho menos cómoda para el oído porque
"no somos una banda de pop. No todas las bandas tienen esa libertad de no
haberse visto encasilladas en un estilo determinado". No es que eldoble
álbum ("sólo tiene tres caras, la cuarta está vacía. Podíamos haberla
completado: de hecho, teníamos diez temas más, pero hemos decidido no
incluirlos") sea un tratado de experimentalidad arduamente asimilable, pero
en algunos momentos sí supone una vuelta a los Pavement pre-"Slanted &
Enchanted (Big Cat,92) con momentos de caos ruidoso que "antes hacíamos por
una total falta de pericia", peor que ahora están desarrollados de un modo
plenamente consciente. Así, "Flux=Rad" "es , junto con alguno de nuestros
primeros temas, una de las canciones más duras que hemos hecho... yo me
encargo de todos los instrumentos; también toco la batería en "AT&T".
Tampoco la locura de "Serpentine Pad" o "Best Friends Arm" invita a hablar
de estancamiento o de repetición de una fórmula exitosa. De todos modos, el
cambio no es abrupto. Ha sido realizado teniendo "Crooked Rain Crooked
Rain" (Big Cat,94) muy en mente y hay (algo más que) vestigios de su ya
arquetípico sonido. Acertadísimas melodías y encanto a raudales pasean de
la mano en numerosos momentos ("Black Out" y "Pueblo" se encuentran entre
los más notables).
Instrumentos que hasta ahora no habían sido apenas empleados por la banda
se convierten en la estrella de algunos temas: la steel guitar de "Father
To A Sister Of Thought" ("el dueño del estudio de Memphis donde grabamos el
disco es un maestro manejándolo") o los teclado de "Kennel District". "We
Dance", Bowie goes slowcore, podría jugar a ser el nuevo single de Red
House Painters o Idaho, si no llega a ser por las incomprensibles frases
que contiene ("there is not castration fear"; "pick up some brazilian nuts
for your engagement"...), y que sustituyen la pena de aquéllos por una
simple y llana confusión ante la que sólo cabe encogerse de hombros. Lo que
siempre será un misterio para mí es cómo han elegido una canción como
"Rattled By The Rush" como single, a pesar de que Steve me indique que "es
simplemente porque ya habíamos sacado sencillos de varios estilos y ahora
nos apetecía un tema rock. De todos modos, la versión del single (titulada
"Rattled By La Rush") es diferente a la del álbum". Puede que sea una
pantomima, una mofa al rock(ismo) americano más predecible, o puede que
simplemente también tengan su faceta A.O.R. (¡me niego a aceptarlo!), que
afortunadamente no aparece en ningún otro momento de un álbum que, a pesar
de todo, es su trabajo menos redondo. "Wowee Zowee" no tiene la genialidad
de "Slanted & Enchanted", ni la inmediatez del segundo, aunque atesora como
uno de sus mayores logros al ser el lugar perfecto de encuentro entre
ambos, intentando aunar sus virtudes y obteniendo un resultado notable,
pero sin duda inferior a esos... ¿clásicos ya?
Los textos de Pavement pueden presumir de todo menos de ser perfectamente
comprensibles, aun incluso después de que él los explique. ¿Irá realmente
"Pueblo" sobre "el ahorcamiento del novio de la hija del sheriff en una
pequeña localidad"? ¿Qué se esconde detrás de esos extraños criptogramas?
"Son muy personales", afirma poniendo cara de no-sigas-por-ese-camino.
Debido a la seriedad con que lo dice, opto por hacerle caso.
Steve Malkmus es deliciosamente hermético. A pesar de haber pasado con él
un día entero, es imposible saber si lo que dice es lo que piensa, si es
sarcástico o es sincero. Incluso cuando se lo ponen rematadamente fácil con
vulgares preguntas sobre grupos que suelen ser del agrado de mayorías, no
saca la espada de defensor de lo alternativamente correcto. Así, en un muy
meritorio alarde de no dar a un entrevistador el titular fácil, es capaz de
encontrar provecho a Blind Melon con un "hicieron un buen vídeo", un
comentario más cortante que mil hojas de afeitar, más hiriente y cruel que
una retahíla de la típica verborrea del gourmet de lo indie previniendo a
las masas contra el ogro corporativo. Responde de ese mismo modo cuando se
ve consultado sobre Weezer, Spin Doctors o Pearl Jam ("son muy generosos:
dan dinero a muchas organizaciones benéficas"). De hecho, su relación con
Eddie Vedder no sólo se reduce a los comentarios que pueda realizar sobre
él en las entrevistas que tiene que soportar a lo largo del día. En "Idle
Worship", un libro de relatos de estrellas del rock, Steve escribe un
delirante texto fechado en el año 2001 en el que Vedder abrumado por su
incontenible espiritualidad ingresa en una orden religiosa y se recluye en
un monasterio. Impagable, ¿verdad?
Tampoco devuelve los ataques que Gary Young vierte sobre él y se disculpa
como quien lo hace con un niño pequeño que ha cometido una falta motivada
por su inocencia. Incluso comulga con su disco: "Me gusta porque es suyo.
Es algo que no puedes comprender si no lo conoces personalmente".
Los únicos que no se libran de una acometida frontal son Geffen: "Son
serpientes. Ficharon a Veruca Salt y los pusieron en un sello
independiente para posteriormente pasarlos a su nómina. Todo para que
adquirieran prestigio", exclama nuestro héroe, antes de añadir que "algo
parecido pasó con Smashing Pumpkins y su compañía".
"En los setenta, muchas bandas intentaban copiar a los Stones y no lograban
hacerlo, pero creaban algo nuevo y muy interesante. Es así como progresa la
música". De este modo intenta explicar ese extraño fenómeno que se produce
con ellos: el haber fabricado un tipo de canción que ha generado tanta
inspiración por ósmosis en su propio país ("Sammy no están mal", exclama el
aspirante a diplomático) como en el nuestro. Así, al hacer referencia a la
influencia que ejercen sobre las nuevas generaciones españolas, se muestra
muy sorprendido y emplea un "that's cool", frase comodín que utiliza cada
vez que se encuentra con un detalle curioso. Bromeamos sobre un tributo a
Pavement... "'That'll be cool', pero sólo por bandas españolas. Yo podría
ser el productor". De hecho, ese trabajo ya lo ha desempeñado con otros
grupos. Uno de ellos es Crowsdell, "un trío con chica al frente. Están
empezando. El trabajo en el estudio es interesante, te sientes como un niño
con muchos juguetes. De todos modos, la figura de productor se ha
convertido en otro negocio: los sellos quieren asegurarse que sus amigos
consigan trabajo".
En cuanto a la débil frontera que separa el plagio de la influencia,
existen algunos grupos que se sitúan en el lado correcto. Él destaca a
Helium: "Son fabulosos. Posiblemente, mi nuevo grupo favorito para este
año". Pero, ¿y bandas que no tengan nada que ver con Pavement y declaren
sus preferencias hacia Pavement incluso versioneándolos, como Tindersticks?
"Sí, ellos han hecho un 'cover' de 'Here' para el club de singles de Sub
Pop. Es muy bueno; además, su cantante tiene una voz tan profunda: 'I was
dressed for success, but success it never comes'", canturrea imitando a la
perfección a Stuart Staples.
Su voz. Esa es una de las características más destacables de Steve. Tiene
una facilidad enorme para deformarla pasando de un falseto histriónico ("es
muy fácil cantar así") a gritos de histeria o a una entonación limpia y
perfectamente modulada.
Siempre ha cantado así; basta con recordar aquel "Box Elder", su primer
gran tema, o su Gran Obra Maestra, "Slanted & Enchanted", el mejor LP de
debut en muchísimo tiempo -¿el mejor de aquel año? ¡Sííí!-, donde a pesar
de dejar bien claro quiénes eran sus maestros e inspiradores (Pixies o The
Fall se encontraban entre los más fácilmente reconocibles) facturaron
unálbum lleno de una magia portada sólo por los elegidos por las estrellas.
Puede que gracias a ese disco, a su fabulosa (pero inferior) segunda obra y
la curiosa y necesaria recopilación de temas aparecidos en singles,
flexis,etc. -"Westing (By Musket And Sextant)" (Big Cat,93)-, exista una
tendencia a considerarles (junto con Sebadoh) el equivalente en los noventa
a los Sonic Youth, Pixies o R.E.M. de los ochenta; pero "es sólo nuestro
tercer álbum, todaví nos quedan muchos discos por hacer". Y la verdad es
que su futuro puede ser tan fabuloso como excelso su pasado, siempre que el
agotamiento no acabe con ellos. "No ocurrirá. Con Silver Jews sólo toco la
guitarra; ni siquiera compongo, canto o voy de gira, así que tampoco me
quita demasiado tiempo. Y como ya te he contado antes, producir es algo
meramente anecdótico".
El día ha sido francamente ajetreado. hemos recorrido Madrid, casi de punta
a punta, atendiendo a multitud de medios de comunicación, incluyendo un par
de sesions fotográficas a las que él accede complaciente exigiendo ser
fotografiado junto a una pintada de Ozzy Osbourne. En las entrevistas,
raramente lleva la contraria al periodista, ni siquiera cuando éste le
sugiere extrañas comparaciones a las que él no habría llegado ni por asomo.
Responde con un tono monocorde, algo inexpresivo, pero siempre mordaz. Las
preguntas sobre El Inquilino Comunista son las más repetidas, aunque él
confiese conocer sólo su primer single: "Lo pinchaba mucho, pero lo demás
todavía no he tenido tiempo de oírlo". Otro tema recurrente, como no podía
ser de otro modo, es el curioso nombre del álbum. Para él, las entrevistas
no son algo especialmente agradable ("la noche pasada tuve pesadillas sobre
gente preguntándome sobre el disco"), pero tampoco parece sufrir más de lo
que muestran sus problemas estomacales provocados por la noche anterior.
"Muchas veces no tengo respuestas sobre el grupo y me las invento. La
verdad es que suelen buscar historias para crear titulares y Pavement no
tiene muchas. Nuestra música es sincera y casi todas las preguntas-tipo
tienen las mismas contestaciones. Es como el fútbol: al final siempre se
dice eso de 'fue el esfuerzo de todo el equipo'. Con esto no quiero faltar
a los periodistas, pero hablar de Pavement para mí es aburrido. Suelo ser
más sincero cuando me preguntan por otros grupos. El caso es que no me
quiero vender a mí mismo".
Es entre entrevista y entrevista cuando aprovecho para charlar con él,
siendo el taxi el curioso lugar donde realiza gran parte de sus
declaraciones. Otros dos escenarios ideales son el Parque de El Retiro y,
ya al atardecer, perdidos buscando una emisora de radio, la ciudad bajo la
lluvia: "¡Soy una estrella del rock y me estoy mojando! ¿Cómo puedes
permitir esto?". Él es Phileas Fogg y yo soy tan feliz de sentirme Juan
Picaporte por un día... He is a superstar.
-Jorge Macondo (Factory)
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